Empezó el rock and roll

Se dice que todos los gobiernos tienen su “relato”. Es cierto, pero el actual, el de Milei y su banda lumpen-capitalista, tiene un relato muy marcado a fuerza de repetición. Este machaque constante, tanto en las redes como a través de su inefable vocero Adorni, se puede resumir en dos o tres puntos centrales. El primer aspecto, centrado en la política económica, sostiene que el brutal ajuste en curso es una fase necesaria, un “desierto a cruzar”, lleno de sacrificios iniciales, pero con un destino de prosperidad. El segundo pilar del relato oficial nos dice que el gobierno, a pesar de la innegable situación crítica de la economía, mantiene un apoyo social mayoritario y transversal a las clases sociales, desde los empresarios hasta el pueblo trabajador. Por último, el enemigo mortal de Milei sería, según este relato libertario, “la casta”, es decir, la burocracia política y sindical. Trataremos de constatar este relato oficial con la realidad para discutir entre los trabajadores que nos espera y como enfrentarlo.

¿A dónde nos lleva este gobierno y su política económica?

Si bien últimamente Milei ha comenzado a hablar de una supuesta recuperación económica que solo él y Toto Caputo llegan a divisar, el discurso oficial es que los sacrificios actuales del pueblo son necesarios para luego transitar un camino de desarrollo económico y prosperidad general. El mismo presidente se jacta de estar haciendo el “mayor ajuste de la historia de la humanidad”. Sin impugnarle esa cucarda y su orgullo de verdugo, la realidad es que el ataque al pueblo trabajador de este gobierno está, sin dudas, en el podio de los más brutales por su velocidad y profundidad.  Y ningún trabajador, jubilado, pequeño comerciante, o cuentapropista, necesita que le expliquemos las consecuencias del ajuste en curso porque se hacen sentir por su propio peso. Todos, excepto algunos grandes capitalistas extranjeros y argentinos, están viendo deteriorarse su nivel de vida.

Sin embargo, entre los trabajadores no son pocos los que creen honestamente que hay una “luz al final del túnel”, el premio futuro por el sacrificio actual. La realidad empieza a mostrar que estos no es más que una ilusión, un espejismo para que los trabajadores aguantemos la miseria actual sin resistencia. La tendencia a la baja de la inflación es lo único concreto que el gobierno logra mostrar. Pero incluso esto es parte de un relato. La inflación está bajando en relación a la aceleración que el mismo gobierno provocó en diciembre con la devaluación de más del 118%. Con esa aceleración (25,5% en diciembre, 20,6% en enero y 13,2% en febrero y 11% en marzo) Milei-Caputo lograron licuar el salario obrero, las jubilaciones y planes sociales. El resultado es que hoy, con la inflación volviendo a los niveles de Massa-CFK, los capitalistas han logrado una rebaja salarial pocas veces vista por su rapidez y magnitud. Hoy estamos como el año pasado en cuanto a inflación, pero con alrededor de 30% menos de poder adquisitivo en el bolsillo. ¡Todo un logro del gobierno… para los patrones! Aun si la inflación siguiese en baja, y esto depende de que Milei logre evitar una nueva devaluación, la nueva “estabilización” será sobre la base de congelar nuevos niveles de miseria salarial y jubilatoria. No hay premio al sacrificio, las “fuerzas del cielo” sacrifican al pueblo trabajador en el altar de un Dios bien terrenal: la ganancia capitalista.

Pero no es solo salarial el ataque contra los trabajadores. Lo que despunta es una oleada de despidos masivos que llevaran la desocupación a los niveles “menemistas” que tanto le gustan a Milei. La recuperación de la actividad económica no se ve en el horizonte y la depresión ya es un hecho. Ante esto las patronales hacen lo de siempre, suspender y despedir. Empiezan por los trabajadores contratados, tercerizados, en negro, pero seguirán con los efectivos; ninguno está exento. Esta reforma laboral, que fractura a los trabajadores en distintas categorías de precariedad laboral para abaratar los costos del patrón y hacer más difícil la unidad para luchar, ya está hecha; viene de los 90 y el kirchnerismo no le tocó un pelo. Pero a los empresarios no les alcanza y están unificados en este punto: una nueva reforma laboral. No es para “modernizar” ni para que haya “más creación de empleo”. Es para que la patronal pueda despedir más facil y sin pagar indemnización.

Miseria salarial, desocupación, mayor flexibilización laboral. Esto no es sacrificio transitorio hacia la mejora general del nivel de vida popular. Este es un aspecto fundamental del plan de la burguesía contra los trabajadores y llega para quedarse como la “nueva normalidad”.

¿Es cierto que Milei mantiene, o incluso aumenta el apoyo social a cinco meses de gobierno?

Tras cinco meses de asumido el gobierno muestra orgulloso los resultados de encuestas que muestran, a grandes rasgos, una escasa pérdida en la “imagen” del presidente o del “apoyo” al gobierno. Sin embargo esta lectura de la situación política a través de los “infalibles” encuestadores es tan superficial como distorsionada. El apoyo electoral, en “las redes” o en las encuestas no se ve confirmado en ninguna movilización de masas favorable al gobierno. Por el contrario, el reciente acto del 25 de mayo en Córdoba verificó la escasez de apoyo “activo” y el aislamiento político por el que atraviesa el gobierno. Lo que tampoco registran los encuestadores es justamente lo que realmente importa para un gobierno, es decir, en qué clases o sectores de clases sociales puede apoyarse para gobernar. 

Allí es donde la realidad, y sobre todo el horizonte, se ponen más nublados para Milei. No son las encuestas lo que hay que mirar sino los acontecimientos políticos reales. Y el gran acontecimiento que ha marcado la situación política fue la histórica movilización del 23 de abril contra el recorte presupuestario a las universidades públicas. No solo la ciudad de Buenos Aires, que presenció la movilización más masiva en décadas, sino varias ciudades en todo el país. Es cierto que la universidad pública es una conquista sentida en el pueblo argentino en general. Pero la masividad de la movilización excede esa reivindicación. Fue una manifestación clara de que la clase media, y sectores de la clase trabajadora, están llegando a sus límites de paciencia ante el ajuste. Esta movilización ha obligado al gobierno a, por ejemplo, postergar parcialmente los aumentos tarifarios de servicios públicos. Fue también la causa de que el gobierno acepte negociar con la CGT cambios en la reforma laboral. Principalmente los artículos que afectaban las cajas de la burocracia sindical pero también en la prohibición de huelga y bloqueos. Resultado de esa negociación fue el actito intrascendente de la CGT el 1ro de mayo, eligiendo el “monumento al trabajo” como lugar de reunión para esquivar la movilización a la Plaza de Mayo.

 En principio esto parecería contradictorio con la convocatoria y realización de un paro general de la CGT y las CTA el 9 de mayo ¿es que la burocracia sindical decidió romper el acuerdo con Milei motivados por el ataque que está recibiendo la clase trabajadora? No, pensar esto sería no entender a qué intereses responde la burocracia sindical. La respuesta a esta pregunta nos lleva directamente a la otra pata del “apoyo social” del gobierno: los empresarios. La CGT (y las CTA) se han puesto al hombro la defensa de un sector capitalista ligado al mercado interno y condenado a la quiebra, o a quedar fuera de jugosos negocios, por el plan económico actual. Y la piedra de toque de esta disputa entre el gobierno y un sector empresario, además de la depresión sin salida a la vista, es el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). En esta disputa se pone de relieve un nudo importantísimo de la política económica de Milei. Es que su gobierno defiende directamente los intereses del capital imperialista y la gran burguesía argentina chocando con otro sector capitalista, dentro del cual también hay grandes empresas, que se ve desplazado del saqueo a los recursos naturales en petróleo-gas y minería. Alrededor de esta disputa se empantana la discusión de la Ley Bases en el Senado y ya desbarató el cacareado “Pacto de mayo” de Milei.

Y alrededor de esta disputa patronal se empieza a construir una coalición política burguesa alternativa a Milei. La primera que salió a decir presente en defensa de este sector burgués, además de tratar de ordenar los “patitos” en la interna del kirchnerismo, fue Cristina Kirchner.  Pero no solo CFK se mueve al calor de los pataleos patronales. Lousteau, Kicillof, LLaryora, gobernadores del PRO como Nacho Torres de Chubut. Este armado hace valer, a su vez, sus fuerzas parlamentarias. Y, como dijimos más arriba, mandan a ladrar (sin morder) a los burócratas sindicales que los defienden.

 Mientras Milei hace giras internacionales como nueva estrella de la ultra-derecha mundial, y arma su show personal en el Luna Park como si fuera una estrella de rock, se le empezó a mover el avispero del régimen político patronal. Esto es fuente de futuras crisis políticas, aun cuando el gobierno logre aprobar la ley concediendo modificaciones. Es decir, si saliera aprobada, luego de volver a pasar por la cámara de diputados la ley que le permitiera conseguir su primer “hito de gestión” -como lo llamó Milei- para presentar ante el FMI y el capital financiero internacional, solo habría obtenido una gobernabilidad bastante inestable, a costa de importantes concesiones.

Pero no es solo la oposición de sectores de la patronal, reflejados en sus representantes en el Congreso y en la burocracia sindical. Por la gravedad de la situación también se empezó a mover la clase trabajadora.

Sin independencia política de los trabajadores no hay salida. Hay que romper con los partidos y políticos patronales y organizar un partido de trabajadores

Ante esta situación en la que sigue creciendo la pobreza (55% según el estudio de la UCA) y la indigencia afecta al 18% de la población, con gran parte de los trabajadores “registrados”, es decir en blanco, cobrando salarios por debajo de la canasta de la pobreza ($ 828.158), empiezan a estallar las luchas en donde la situación se hace más insoportable. En Misiones hace más de 8 días que los docentes autoconvocados, desconociendo el acuerdo paritario miserable arreglado por la burocracia peronista con el gobierno provincial, están movilizados y haciendo piquetes que cortan parcialmente las principales rutas de acceso a la provincia. Al mismo tiempo se produjo un acampe de la policía provincial frente al comando radioeléctrico, reclamando un aumento salarial de 100%. Los trabajadores aprovecharon esta crisis generada por la insubordinación de una parte del aparato represivo y se fueron sumando más docentes, trabajadores de la salud pública, judiciales y guardaparques.

Esta situación y el paro de los trabajadores docentes y no docentes de las universidades públicas, forzó que los dirigentes de Ctera convocaran un paro nacional.

Es que la olla de la situación social se está recalentando, y de a poco, empieza a ebullir. La caída de la producción en la industria del orden del 20%, hace que los trabajadores sean cautelosos. Pero cuando ven una oportunidad para actuar juntos, aun con gran desconfianza en la burocracia sindical, expresan su voluntad de lucha como en el plebiscito convocado por Furlán en la rama siderúrgica de la UOM, desbaratando así la maniobra de la burocracia que quería aceptar la propuesta de la patronal.  

La realidad, la crudeza de la situación, nos empuja a luchar para no hundirnos más en la miseria y en la desocupación. Pero no podemos esperar nada de la burocracia sindical, más que maniobras, más que algún paro aislado -utilizado como válvula de escape de la bronca-, para después terminar arreglando por las migajas que tira el gobierno o las patronales. Por eso tenemos que organizarnos en agrupaciones que sean independientes de todos los sectores de la patronal y de la burocracia sindical. Para impulsar la lucha debemos basarnos en asambleas democráticas y buscar la unidad con otros trabajadores. Sin embargo, nunca más claro como ahora, que no podremos salir de esta situación solo con luchas sindicales o con una organización se autolimite exclusivamente al plano sindical.

Los trabajadores estamos sufriendo las consecuencias de seguir políticamente a unos u otros representantes políticos de los capitalistas. Militares, peronistas, kirchneristas, radicales, liberales PRO, y ahora ultra-liberales. Todos son sirvientes del interés del capital, y con cada gobierno que pasa los trabajadores nos hundimos más y más. Los indicadores económicos de los últimos 50 años son elocuentes al reflejar la decadencia del capitalismo semicolonial argentino, con su consecuencia de caída salarial, aumento de la precariedad laboral, de la desocupación abierta o encubierta, la pobreza social generalizada, la descomposición social con la creciente penetración del narcotráfico y el aumento de la delincuencia que asola los barrios populares, la decadencia de la salud y la educación públicas, etc. Para salir de esta situación en la que estamos enterrados, tenemos que organizar un partido propio de nuestra clase, un Partido de Trabajadores, para luchar por voltear al gobierno de Milei, pero no para poner en su lugar a otro gobierno capitalista, sea peronista o de otro sector político patronal. Tenemos que luchar por un Gobierno de Trabajadores, que expropie a los terratenientes y banqueros, a los capitalistas nacionales y extranjeros, que rompa con el imperialismo, que deje de pagar la fraudulenta deuda externa y ponga la economía a producir en base a un plan elaborado en función de las necesidades de los trabajadores y el pueblo. Un gobierno que luche por la unidad con otros trabajadores y pueblos latinoamericanos para enfrentar al imperialismo y dar pasos firmes hacia la construcción del socialismo.  

Turco Morales, 25/5/24

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