Sobre el atentado contra CFK

Anoche todos los medios de difusión transmitían reiteradamente el atentado perpetrado por un individuo contra CFK cuando saludaba al público presente antes del ingreso a su departamento.

Tras las expresiones de sorpresa y consternación fueron conociéndose una multitud de declaraciones y pronunciamientos desde el presidente de la Nación, partidos políticos y organizaciones sindicales, funcionarios políticos de todos los estamentos del Estado.

Estas declaraciones, aun antes de conocer datos más concretos, atribuían el atentado a un “fascista” partiendo del hecho cierto de que el agresor tenía el tatuaje de un “sol negro”, símbolo que sería usado por “grupos fascistas” brasileños, y grupos “banderistas” ucranianos (*). Fernando Sabag Montiel sin embargo da la impresión de ser un elemento lumpen e inestable mentalmente, vinculado a la cultura del Death Metal, que le gusta aparecer en la TV, y que no da para nada la impresión de ser integrante orgánico de un grupo fascista. Si fuera así difícilmente se hubiera olvidado de montar el arma antes de disparar. Ese solo hecho indica que se trató de una acción improvisada con pocas posibilidades de concretar un asesinato real.

De aquí se deduce el argumento de algunos sobre que se ha puesto en jaque a la democracia o que se trató del peor atentado a la democracia desde el ‘83. Pasando por alto los levantamientos carapintadas y el asesinato de Kosteki y Santillán, o el de Mariano Ferreyra. O sea, asesinar a militantes obreros y populares no le produce ningún efecto a la democracia burguesa, que está orgánicamente predispuesta a aceptar las duras represiones emprendidas por el Estado contra los trabajadores y el pueblo. Tampoco afecta a la democracia la cantidad de asesinatos perpetrados por las bandas narcos. En cambio, no podría tolerar el asesinato de una “vicepresidenta” y “dos veces presidenta”. En ese caso se trataría de un magnicidio, por ser una autoridad elegida por el pueblo.

Si CFK se hubiera dado cuenta que le gatillaron en la cara (aparentemente no, porque se habría agachado a recoger un libro) hubiera sentido lo que todos los días muchas mujeres y hombres proletarios sufren cuando algún lumpen le quiere arrebatar el celular o alguna otra pertenencia. Hubiera descendido tal vez ahí, tan solo por un momento de su recinto de cristal -con sus millones patrimoniales “declarados”- a sentir los escalofríos de cualquier mortal de la clase trabajadora.

Si efectivamente se hubiera tratado de un atentado fascista contra la “democracia” como parte de un plan para reimplantar una dictadura, no solo deberíamos condenarlo, sino preparar a la clase trabajadora para resistir armas en mano cualquier intento de eliminar las libertades democráticas que utilizamos los trabajadores para organizarnos y desarrollar en mejores condiciones la lucha de clases.

En cambio, en estas condiciones y ante el atentado fallido contra CFK solo podemos solidarizarnos con la preocupación que este hecho le debe haber provocado a muchos trabajadores que lamentablemente aún creen que CFK defiende sus intereses, a pesar de todas las experiencias prácticas que demuestran que se trata de una dirigente de la clase patronal (burguesía) como ella misma lo ha reconocido.

Otra línea de razonamiento atribuye este atentado a “los discursos de odio y violencia”. Obviamente esta argumentación va dirigida a la oposición burguesa de J x C y particularmente a sus sectores más duros como Bullrich, o a la derecha “racista” y gorila, en general. No nos interesa en lo más mínimo ejercer su defensa. Por el contrario, los denunciamos y luchamos contra ellos porque son los enemigos desembozados de la clase trabajadora.

Pero con este argumento se pretende establecer la idea de que para salir de la crisis hace falta una reconciliación y acuerdo nacional entre los sectores políticos que hoy se tiran a degüello, aunque solamente se “matan” en búsqueda de los votos que los lleven al poder, porque a la hora del ajuste están bastante de acuerdo.

J x C se acopla al discurso de “paz y democracia” aunque muchos de ellos se sentirían más cómodos bajo una dictadura militar, o un régimen burgués, pero con fuerte represión. Los peronistas hablan en contra del odio, pero se olvidan de la Triple A cuando bajo el patrocinio de Perón, las bandas fascistas armadas por López Rega reclutando lúmpenes, patota sindical, y paramilitares iba a asesinar activistas antiburocráticos y militantes de izquierda.  Ahora mismo la burocracia sindical utiliza las barras bravas de los clubes de futbol para reprimir a los opositores. ¿De qué paz, democracia y no violencia hablan? De la que nos quieren inculcar a nosotros, los trabajadores para que aceptemos pacíficamente y con resignación la explotación que crece día a día.

Sea como sea, este atentado, armado o no, le ha venido muy bien a CFK y al peronismo en general. Cristina resulta una víctima al cuadrado. Es víctima de los fiscales macristas y de sus jueces amigos. CFK sigue negando todos los delitos -aun en los que abundan evidencias- y argumentando persecución política. Ahora es nuevamente una víctima de “los discursos del odio”. La culpa es de los que la critican y de los que la acusan. La culpa es de los medios que reproducen esas acusaciones. Es verdad que gran cantidad de periodistas de los principales medios de difusión son extremadamente gorilas y acicatean a la opinión pública para inclinar la conciencia de la clase media más y más a la derecha. Pero esto no implica que CFK sea inocente.

Al mismo tiempo toda esta gran emanación de humo, le sirve al gobierno para que mientras “el pueblo peronista” apoya a Santa Cristina, los demás funcionarios del gobierno encabezados por Massa -el bendecido por Cristina- redoblan el ajuste y las condiciones de explotación contra la clase trabajadora y los pobres y oprimidos del pueblo.

En contraposición con esta realidad, llama la atención la velocidad hipersónica con la que casi todas las organizaciones que se reivindican de “izquierda” y que falsamente se autoreivindican del trotskismo emitieron comunicados “condenando”, y agregándole adjetivos calificativos para aumentar su volumen de condena y repudio, disputándose el primer lugar en la obsecuencia al kirchnerismo y al régimen democrático burgués. Como si todo atentado mereciera ser automáticamente condenado. ¿Habrán leído a Trotsky? ¿O sus escritos han pasado a ser parte de “la vieja izquierda”, y ahora ponen arriba los cuadernos de Gramsci compartidos con los stalinistas?

“¿Es aceptable o no el terrorismo individual desde el punto de vista de la “moral pura”? En esta forma abstracta, la pregunta es completamente inútil para nosotros. La burguesía conservadora suiza sigue elogiando oficialmente al terrorista Guillermo Tell. Nuestras simpatías se dirigen a los terroristas irlandeses, rusos, polacos e hindúes que luchan contra un yugo político y nacional. Kirov, un sátrapa brutal, no despierta compasión en nosotros. Nos mantenemos neutrales con respecto a la persona que lo mató sólo porque ignoramos sus motivos. Si supiéramos que Nikolaiev golpeó conscientemente con la intención de vengar a los trabajadores cuyos derechos pisoteó Kirov, nuestras simpatías irían sin reservas al terrorista. Pero lo que decide a nuestros ojos no es el motivo subjetivo, sino la utilidad objetiva. ¿Este método puede llevarnos a la meta? En lo tocante al terrorismo individual, la teoría y la experiencia demuestran lo contrario. Le decimos al terrorista: no es posible reemplazar a las masas; tu heroísmo sólo se aplicaría de manera útil dentro de un movimiento de masas. En las condiciones de una guerra civil, el asesinato de ciertos opresores deja de ser terrorismo individual. Si un revolucionario hiciese saltar por los aires al general Franco y a su estado mayor, es dudoso que este acto despertase indignación moral, incluso entre los eunucos de la democracia. En tiempos de guerra civil, tal acto sería políticamente útil. Por lo tanto, en el tema más grave (el del homicidio) las reglas morales absolutas son completamente ineficaces. El juicio moral está condicionado, junto al juicio político, por las necesidades internas de la lucha. La emancipación de los trabajadores sólo puede ser obra de los propios trabajadores. Por lo tanto, no hay mayor crimen que engañar a las masas, hacer que las derrotas parezcan victorias, que los amigos parezcan enemigos, que se compren líderes, que se fabriquen leyendas, que se monten juicios sobre mentiras, en una palabra, que se haga lo que hacen los estalinistas. Estos medios sólo pueden utilizarse para un fin: prolongar la dominación de un círculo ya condenado por la historia. No pueden ser utilizados para la emancipación de las masas. Por eso la IV Internacional apoya una lucha a muerte contra el estalinismo”. (Su moral y la nuestra, León Trotsky (1938), Interdependencia dialéctica del fin y los medios)

No, la clase trabajadora no debe sucumbir ante los cantos de sirena de la paz, la democracia y la conciliación. El odio de clase contra los explotadores de la clase capitalista es absolutamente legítimo y un sentimiento que sirve de impulso a la revolución. O acaso la revolución francesa burguesa no se hizo cortando la cabeza de la monarquía en las guillotinas bajo el clamor popular.

Podemos comprender el sentimiento de nuestros hermanos de clase, pero no debemos hacerles la más mínima concesión política. Dejémosle esa lamentable práctica que será condenada por la historia a los centristas y oportunistas del FIT-u.

2/9/22

(*) Partidarios de Stepán Bandera un dirigente fascista ucraniano.

1 comentario en «Sobre el atentado contra CFK»

  1. Lo sorprendente es que alguien que se reivindica clasista aún siga sorprendiéndose de lo del FIT-U. El giro al kirchnerismo es de 2015, máximo 2016. Recuerdo con claridad los discursos de Del Canho en 2015, y sus apelaciones a los «sectores progresistas del krichnerismo», las portadas favorables a Cristina del PTS en 2016 cuando empezaron las acusaciones de corriupción, las relaciones casi carnales entre Grabois (peronista de centro) y la máxima «referente» (sic) del PTS, Bregman , desde 2017, etc, etc, etc. La resistencia clasista al cerderio oportunista (no centrista) en el seno del FIT-U se perdió hace más de un lustro. Que una organización siga sorprendiéndose de esto habla más de sí misma que otra cosa; por poner un ejemplo, el PCO es etapista y peronista si tenemos en cuenta su última artículo sobre el «clasismo». Ustedes mismos abandonaron el clasismo en 2019 debieron «feministas clasistas» (sic), etc, etc. Repiten en pequenho lo de Democracia Obrera, la cual lleva litetralmente 20 anhos (desde 2002) soprendiéndose del oportunismo del PTS y escribiendo para las supuestas «bases» críticas de este partido, llamándolos cobardes, traidores. Nunca vi a Lenin soprendiéndose del oportunismo de Kautsky después de 1914; después de ese anho siempre sacó las conclusiones racionales evidentes de la caracterización previa, sin sorpresa alguna. El mismo Trotsky no se sorprendió de Kautsky casi nunca, porque siempre consideró que su reformismo era orgánico desde sus orígenes. Y en esto fue en el caso de un reformismo obrero con inserción de masas, cuando en el caso del Fit-u y del pts se trata de pequenhos grupos sectarios de ideología ciudadanista posmo, mucho más a la derecha y burgués que lo que fue el antiguo reformismo obrero.

Deja una respuesta