El mundo capitalista chorrea sangre y huele a pólvora

Genocidio del pueblo palestino

Las movilizaciones de la juventud universitaria que transcurren en el corazón del imperialismo, en EE-UU y Europa han tenido algunos efectos favorables a la lucha del pueblo palestino o más bien a su supervivencia. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha pedido la captura de Benjamín Netanyahu, quien pasará a la historia como “el carnicero” del pueblo palestino, por haber cometido uno de los genocidios más atroces de la historia. Claro que también ha pedido la detención de los máximos dirigentes de Hamás en una versión internacional de los dos demonios que profesan en Argentina los defensores de la última dictadura militar.

Las declaraciones de Biden, de la Unión Europea y de la ONU, ocurren sólo después de que la indignación internacional por los ataques a mansalva de Israel contra la población desarmada, se han convertido en un genocidio de sangre y hambre. Sin embargo, las declaraciones de la diplomacia imperialista mundial no van acompañadas de ninguna acción concreta contra el gobierno de Israel que no solo sigue bombardeando Gaza, como ocurrió este domingo pasado cuando atacó con misiles un campamento de refugiados en Rafah, dejando más de 45 víctimas fatales, sino que boicotea de todas las formas posibles el ingreso de alimentos desde Egipto para completar la extinción por hambre del pueblo palestino agolpado en Rafah, que huye de las bombas sin ningún destino que los acoja.

Algunos países europeos tratan de zafar de la condena histórica por haber sido cómplices de la matanza, reconociendo a Palestina como estado. Una acción bastante tardía de España, Irlanda y Noruega, en el sentido de impulsar la solución de dos Estados con un pueblo palestino terriblemente diezmado. Una burla a la humanidad. Lo mismo que las declaraciones de Biden, motivadas por el cálculo electoral, diciendo que se opone a la ofensiva de Israel contra los palestinos de Rafah, cuando han sido coautores de la tremenda masacre.

La guerra en Ucrania puede transformarse en nuclear y mundial

Biden también ha declarado que no tiene tropas en territorio de Ucrania y que no las va a enviar. Contradice de esta manera, la tendencia muy marcada por las declaraciones abiertas de Macron (Francia), el ministro de asuntos exteriores polaco; la primera ministra de Lituania y Estonia, quienes se manifestaron dispuestos a intervenir directamente en la guerra de Ucrania para evitar un triunfo de Rusia. También varios paises se manifestaron a favor de permitir a Ucrania la utilización de los misiles provistos por la OTAN para a tacar territorio ruso, incluyendo al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. El avance de las tropas rusas sobre territorio ucraniano, ampliando la zona ocupada y la crisis del ejército ucraniano por la gran cantidad de bajas sufridas, pone sobre la mesa la cuestión de la intervención directa de la OTAN en la guerra contra Rusia. La intención de intervenir directamente en la guerra contra Rusia por parte de paises de la OTAN fue abiertamente denunciadas por el presidente de Hungría Viktor Orbán y el de Serbia Aleksandar Vucic, en declaraciones públicas casi simultáneas. Paralelamente el gobierno inglés emitió una insólita alerta a sus ciudadanos a estar preparados para una inminente catástrofe, que podría ser climática, pandémica o causada por un ataque nuclear. Y tanto el Reino Unido como Alemania están planteando volver al servicio militar obligatorio para ir preparándose para la guerra.

La tercera guerra mundial se prepara en el sudeste asiático

La negativa declarada de Biden a enviar tropas a Ucrania tiene que ver con que EE-UU está concentrando todas sus fuerzas militares en el sudeste asiático. Es una división de tareas con el imperialismo europeo, para que este asuma la tarea de enfrentar a Rusia en Ucrania, mientras que EE-UU con sus aliados, Reino Unido, Japón, Australia, Corea del Sur, Filipinas y otros se concentran en los preparativos de guerra contra China, ni bien sea que ésta de un motivo que les sirva de argumento para justificar su intervención, o sea que el motivo sea provocado por ellos mismos para obligar a China a dar un paso definido hacia la guerra.

Los últimos días el gobierno chino ordenó un “ejercicio militar” que fue una verdadera provocación militar, rodeando Taiwán de buques de la armada china y aviones. Tal fue la magnitud del despliegue que algunos medios lo calificaron directamente como un ensayo de ocupación de Taiwán. El argumento de China para justificar el “ejercicio” militar fueron las declaraciones “independentistas” del nuevo presidente taiwanés emitidas durante la ceremonia de su asunción.

La cuestión es que la tercera guerra mundial aparece en el horizonte cercano y su inicio declarado parece ser solo una cuestión de tiempo, pero de un tiempo muy próximo. La crisis económica internacional, la enorme deuda pública de EE-UU, el ascenso de China en el dominio tecnológico, la guerra en Europa, el acceso de Irán a armamento nuclear y la tensión en la península de Corea, hace que el enfrentamiento esté planteado de manera bastante próxima.

El centrismo “no la ve” o no la quiere ver

La intervención de Cristian Castillo (diputado del PTS) en la Facultad de Filosofía y Letras al mencionar la posibilidad de una tercera guerra mundial, refleja que cada vez son más evidentes los síntomas del próximo enfrentamiento. Es la primera vez que un dirigente del PTS pronuncia las palabras “tercera guerra mundial” públicamente, aunque atribuyéndole la posibilidad de que estalle en “10, 20 o 30 años”. Ese pronóstico no está basado en ningún análisis concreto, y científicamente decir que puede ocurrir en un periodo de tiempo tan amplio es incongruente, no tiene seriedad. Solo es un reconocimiento de las tensiones militares crecientes, pero planteando la posibilidad del estallido concreto para un futuro indeterminado. No quieren reconocer la verdad, aunque cada vez más la tienen frente a sus narices. El PO recién ahora está renovando su caracterización de China y Rusia, motivados por la necesidad de tener una ubicación politica frente a la guerra que se avecina. El MST, ocupado en pensar alguna nueva táctica oportunista que les sirva de atajo para su construcción politica, no ha emitido palabra sobre la cuestión. Izquierda Socialista cree que la guerra mundial es imposible. Altamira -como el Papa- cree que ya estamos en la tercera guerra; cuando estalle efectivamente quizás dirá que la guerra se agudizó. El NMas, que todavía está ocupado en analizar como sería la transición al socialismo, de la posibilidad de la tercera guerra no dice nada tampoco. Al centrismo siempre le costó ver las guerras mundiales como inevitables mientras exista el capitalismo, como planteaba Lenin. Desde Kautsky con su teoría del “ultraimperialismo” en adelante siempre están buscando argumentos para justificar un amortiguamiento de las tensiones. Es que el centrismo habla de la revolución, pero la rechaza cuando esta se acerca o cuando las condiciones para que la revolución se produzca se agravan con el estallido de una guerra mundial.

Por un reagrupamiento internacional revolucionario

Nuestra caracterización acerca de que la tercera guerra estaba planteada en el período próximo de 10 años, difundida abierta y públicamente desde 2019, parece estar corroborándose. Y a pesar de que nuestra posibilidad de llegar a sectores de vanguardia es limitada, venimos explicando consecuentemente esta posibilidad que se plantea con un carácter inevitable. Nuestros militantes y simpatizantes no se van a sorprender cuando estalle la guerra y estarán bien ubicados políticamente, gracias a esa caracterización. No podemos decir lo mismo de los partidarios del FIT-u. Entre quienes han leído algo de marxismo se sabe que la ubicación frente a la guerra es tan fundamental como frente a la revolución, y se sabe la relación de causalidad entre la una y la otra. Eso quiere decir que el FIT-u entrará a ese proceso de guerra con “los faros apagados”, como ocurre con todos los partidos centristas. Está planteada como una tarea urgente de la vanguardia revolucionaria la necesidad de constituir un reagrupamiento revolucionario sobre los principios fundacionales de la IV Internacional, que incluye la posición leninista sobre la guerra.

Pablo Varela, 28/5/24  

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