Frente de todos: 14 meses de gobierno patronal

A fines de 2017 los trabajadores dimos una muestra de cómo enfrentar al gobierno y las patronales cuando atacan nuestras condiciones de vida. El gobierno de Macri venía de ganar las elecciones legislativas y sacaba pecho. Si bien en esas jornadas de diciembre de 2017 la clase trabajadora no logró mover todos sus músculos, paralizando el país con una huelga general activa, si mostró que podía mover el eje de todo el régimen político patronal, aun con las limitaciones mostradas. El principal impedimento para desarrollar la lucha fue la burocracia sindical de la CGT y la CTA, pero no sólo en un sentido estrictamente “sindical”. Fue todo el peronismo el que funcionó como salvavidas del gobierno de Macri y del régimen al cual el propio peronismo pertenece: la “democracia” capitalista argentina. 

En aquel momento sacaron de la galera la consigna de “hay 2019”. Con esa zanahoria desactivaron toda la lucha obrera y popular que amenazaba con voltear al gobierno macrista. El “hay 2019” se transformó en la fórmula Alberto-Cristina, Fernández-Fernández. Fueron muchas las promesas del Frente de Todos, como siempre hacen los políticos patronales en campaña. Pero podía resumirse en que los trabajadores y el pueblo íbamos a dejar de caer en el pozo de mayor miseria y hambre para después despegar y vivir “dignamente”. “Volvía el asado” y nos “llenarían la heladera”, decían. En otras palabras, según el peronismo y todos sus voceros progresistas, el problema que aquejaba a los trabajadores no era la explotación capitalista, que ya no puede ofrecer más que miseria y descomposición social, como decimos los marxistas; sino que el problema era el “neoliberalismo”, el “macrismo”, “la derecha”.

El peronismo volvió al poder, pero los trabajadores seguimos cayendo, la miseria sigue aumentando. Al principio la excusa era la “herencia recibida”. Después llegó la pandemia. Ahora que ya está claro que en Argentina murieron igual o mayor cantidad de personas que en el resto de los países, mientras los capitalistas siguieron haciendo grandes ganancias con subsidios incluidos, seguimos escuchando que “peor sería que vuelva Macri”. Pero lo que está claro es que con Macri o con Alberto y Cristina, los que siempre ganan son los capitalistas y los que siempre perdemos somos los trabajadores, los jubilados y el pueblo pobre.

Este año vuelve el circo electoral

Los “chantas” de Juntos por el Cambio (PRO-UCR-Carrio) tratan de que nos olvidemos como nos hundieron en el hambre y la miseria. Y encima ahora aparecen los libertarios como Espert y Milei que nos quieren convencer que el problema de Macri es que no atacó a la clase trabajadora lo suficiente para aumentar las ganancias capitalistas. En esencia, estos cínicos defienden abiertamente los intereses de los empresarios, intentando convencernos de que, si nos dejamos explotar más, la economía va a mejorar y entonces después mejorarían nuestras vidas, la vieja y falsa “teoría del derrame”. Esta política ya la implementó Martínez de Hoz durante la dictadura militar, y lo único que derramó fueron cierres de fábricas, caída vertiginosa de los salarios, desapariciones, torturas y muchos palos para los trabajadores que hacían huelga y luchaban porque no se querían resignar a vivir cada día peor. 

En cambio, el gobierno de Alberto y Cristina, y todo el peronismo, son más zorros. Ellos “no defienden a los capitalistas”, faltaba más… ellos “defienden al pueblo”. Ellos defienden otra ideología, también burguesa. Su ideología se basa en que “el Estado puede conciliar los intereses del capital y el trabajo”. Para eso ahora sacan del cajón la vieja trampa del “Pacto Social”, el “Consejo Económico y Social”. Después de años de aumento de la desocupación y descenso del salario real, ahora quieren hacer un acuerdo entre gobierno, empresarios y la burocracia sindical, con el verso de que es para evitar que la situación empeore, pero para ellos. Porque, en realidad, lo que quieren es poner un techo a las paritarias, cuando ya han demostrado que no tienen ninguna intención de poner un techo a la inflación. Quieren seguir rebajando el poder adquisitivo de los trabajadores, y que los millones de desocupados sigan viendo como los alimentos se hacen cada vez más inalcanzables. 

El primero en arreglar la paritaria con el techo que quiere el gobierno fue Sergio Palazzo, dirigente de la Asociación Bancaria y de la Corriente Federal integrada también por Reguera, dirigente aceitero de San Lorenzo, que después de una huelga de 21 días, en alianza con la Federación que dirige Yofra, terminó arreglando todavía menos de lo que quiere el gobierno, un 25%. La Corriente Federal junto con Moyano, Pignanelli y otros burócratas constituyeron el Frente Sindical para el Modelo Nacional.

Palazzo, después de arreglar su paritaria fue inmediatamente recibido por Alberto Fernández para dar una señal clara de cuál es la actitud que espera el gobierno de la burocracia sindical: subordinación lisa y llana a su política salarial de rebaja del salario frente a la inflación.

Y si los aceiteros Reguera-Yofra no tuvieron el mismo “honor” de ser recibidos por el gobierno que Palazzo, es porque su 25% fue negociado tras 21 días de huelga. El mensaje es: “Eso no se hace”. El gobierno no podía aparecer apoyando ninguna huelga, por más pasiva y adaptada a las necesidades del gobierno y las patronales agroindustriales que fuera. 

El Pacto Social para el llamado “Acuerdo de precios y salarios”, es otra exigencia del FMI. Lo que pretende la banca internacional es que el régimen político patronal argentino de conjunto se comprometa, con firma y todo, a defender el ajuste contra el pueblo trabajador. Y la firma más importante para ellos es la de la burocracia sindical de la CGT y la CTA. Estos “muchachos” ya han demostrado que su palabra vale más que cualquier acta firmada cuando se trata de defender las ganancias capitalistas, pero deben “jurar a la bandera”…del FMI. Héctor Daer, jefe de los gordos, salió a declarar con su habitual cara de piedra que no aceptarán techo a las paritarias. Pero ese techo existió siempre, ¡¡sin necesidad de que ellos reconozcan aceptarlo públicamente!! Moyano se ataja diciendo que los empresarios no cumplen ningún pacto. Pero ahora mismo están atacando al salario y despidiendo centenares de miles de trabajadores, y ¿qué hace el moyanismo para obligar a los empresarios a retroceder?

El ajuste no se concreta sólo en la baja del salario frente a la inflación. Con ello tratan de sostener las ganancias de las patronales. Pero el gobierno también tiene que reducir el gasto público porque si no, no tendrá con que pagar la deuda al FMI y demás acreedores. Por eso, mientras se votaba el aborto para que las organizaciones feministas y afines estallaran en el éxtasis de su conquista histórica, al mismo tiempo modificaban la ley de movilidad jubilatoria, para que el cálculo de los aumentos también vaya por debajo de la inflación. Y mientras que se mantiene el impuesto a las ganancias, instaurado en el 2012 durante el gobierno de CFK, aplicado a los salarios que no son ganancias, recién a fin de enero –se tomaron casi dos meses desde su sanción- reglamentaron la ley del impuesto a la riqueza, que será por única vez, y le servirá al peronismo durante las elecciones para decir que “le sacan a los que más tienen”, para encubrir este despojo a los trabajadores y jubilados. 

Pero no solo hay ajuste para los trabajadores y jubilados. Aunque continua la pandemia, con altos niveles de contagio, eliminaron el IFE que era una suma miserable pagada apenas 3 veces durante el 2020. Una limosna. Pero para evitar estallidos sociales tuvieron que aumentar la tarjeta del plan alimentar.

El gobierno trata de patear para adelante los aumentos de las tarifas de las empresas de servicios, aunque la nafta aumenta a cada rato, no porque piense en el bienestar del pueblo trabajador, sino porque piensa en las elecciones de este año, y miran con cierta preocupación las encuestas que indican que la “popularidad” del gobierno está cayendo bastante.

Preparar la lucha para derrotar el ajuste del gobierno 

La realidad es que “hubo 2019” para los dirigentes peronistas que hoy ocupan sus cómodos sillones estatales. Pero los trabajadores estamos peor aún que cuando salimos a luchar contra la ofensiva de Macri en 2017. Lo que pasa es que en ambos lados de la grieta lo que se defiende es la ganancia y la propiedad privada capitalista, no nuestros intereses como clase trabajadora. Por eso es hora de que retomemos el camino iniciado en aquellas jornadas de diciembre de 2017, pero con más fuerza aún. Debemos preparar la lucha unificada contra la ofensiva capitalista, contra los empresarios y toda su comparsa de políticos, jueces, policías y, sobre todo, dirigentes sindicales vendidos.  Para frenar esa ofensiva haría falta una huelga general activa. Por ahora estamos lejos de esa posibilidad, pero no nos queda otro camino si no queremos caer en la resignación de vivir en la pobreza, y que solo tengamos para dejarle a nuestros hijos un futuro miserable sin esperanzas. Es cuestión de empezar a organizarnos en cada empresa y barrio obrero, y coordinarnos para cuando estemos en condiciones de salir a la lucha.  

The disease may well be caused by free generic viagra several conditions. This went on for samples of levitra amerikabulteni.com many months. After reading these benefits, you will surely crave for having chocolates before hitting the bed with your partner. cheap levitra It is quickly absorbed by the bloodstream and dilates brand levitra in usa the vessels for allowing them to carry more blood to pump through the body.

Pero la primera condición para preparar la lucha consecuente, es dejar de seguir a los partidos que defienden al capitalismo y organizarnos en un partido que sea de los trabajadores e independiente organizativa y políticamente de cualquier partido o sector de la patronal y de la burocracia sindical. 

Los trabajadores sindicalizados debemos derrotar a los burócratas sindicales peronistas, pero también a esos tránsfugas que la van de progresistas, sólo para aislar las luchas y dejar que terminen en derrotas. Debemos recuperar los sindicatos como organizaciones de lucha.  Para que ello sea posible, debemos empezar por organizar los activistas y delegados. Ni bien se pueda, tenemos que coordinar las comisiones internas que son clasistas y antiburocráticas. 

Los trabajadores de los pequeños talleres, los precarizados, los desocupados que hacen changas, todos tenemos que organizarnos y buscar la unidad con los trabajadores sindicalizados y con el pueblo de los barrios pobres. Porque en momentos de crisis como el actual, aun la lucha por los derechos más elementales exige la unidad del conjunto de los trabajadores contra todos los capitalistas, su Estado y sus representantes políticos. 

Sería ingenuo esperar que esa unidad incluya a los burócratas de la CGT y la CTA. Ellos están abiertamente comprometidos a respaldar la ofensiva capitalista contra nuestros derechos y necesidades más elementales como trabajadores. Por eso, preparar efectivamente la lucha es organizarnos por abajo, con un programa propio, obrero, de salida a la crisis capitalista. Sólo a partir de esta ubicación claramente clasista, podremos establecer la unidad de acción o frente único que fortalezca la lucha.

Este programa obrero tiene que partir de la base de que todos los que estén en condiciones físicas adecuadas, en condiciones normales, tienen que trabajar. Para eso hay que repartir las horas de trabajo entre todos los trabajadores disponibles. Porque ¿Qué sentido tiene que un obrero trabaje 10 o 12 hs y otro no tenga trabajo? Sólo aumentarle las ganancias al patrón.

Y que todo trabajador debe recibir un salario que le alcance para cubrir las necesidades de una vida digna para él y para su familia. No se puede pedir menos. Un sistema que nos sumerge en una miseria cada vez peor, debe ser revolucionado, cambiado de raíz.

Todo el pueblo tiene que acceder a un sistema de salud único, gratuito y equipado con la última tecnología.

También la educación debe ser un sistema único público, para todos los niños tengan un nivel similar de educación. Aunque las diferencias persistirán mientras duren las diferencias sociales, tanto en el caso de la educación como en el de la salud.

Viviendas dignas para todas las familias trabajadoras.

Pero ¿cómo se puede conseguir eso? No se puede conseguir en el capitalismo.

Porque mientras la economía es decir los medios de producción estén en manos privadas, la producción se regirá por el objetivo de obtener ganancia. ¿Qué quiere decir eso? Que si un patrón gana poco quizás declare la quiebra e invierta su capital en la especulación financiera o inmobiliaria o en lo que le rinda más interés que la ganancia obtenida de la producción, dejando el tendal de trabajadores despedidos. ¿Qué dicen las leyes y el Estado capitalista? Te pagan indemnización, con suerte seguro de desempleo, tiras unos meses y después…¡¡Que se arreglen como puedan, el empresario tiene derecho a hacer lo que quiera con su plata!! Pero eso no es verdad. El capital que acumuló el capitalista es un producto social fruto del trabajo de los obreros, del trabajo no pagado, de la diferencia entre el salario y la ganancia del capitalista. Si esa plata es fruto del trabajo de la clase trabajadora, no se la debería apropiar individualmente el capitalista. Lo mismo pasa con la fábrica y las máquinas. O acaso cuando un patrón agranda la fábrica construyendo otro galpón y compra más máquinas y más modernas ¿con que plata la compra? Con el que obtuvo de las ganancias del trabajo de los obreros. Y encima cuando compra una máquina más moderna con el fruto de la explotación de la clase trabajadora seguro que ya quedan algunos trabajadores en la calle. Entonces, bajo el capitalismo, el trabajo del obrero yendo a manos del patrón se vuelve en contra de los trabajadores y el pueblo. Y ¿la tierra? La tierra debe ser de todos. Sólo con lo que se exporta por la producción agropecuaria los grandes terratenientes y burgueses de la agroindustria agarran 55 mil millones de dólares más o menos, es decir, la misma plata que el FMI le prestó a Macri. Cuántas bocas se podrían alimentar con esa plata, cuántas casas, hospitales y escuelas se pueden construir, cuántas nuevas industrias, cuanto trabajo para absorber la mano de obra desocupada.

Por esa razón que la única manera de conseguir una vida digna con un salario que cubra la canasta familiar, en el que haya plena ocupación trabajando todos menos horas sin perder nada del salario, salud, educación y viviendas dignas, es organizando la producción según las necesidades de los trabajadores y el pueblo y no como ahora en beneficio de un empresario, un capitalista, un explotador.

Para esto lo primero que hay que tenemos que hacer los trabajadores es conquistar el poder quitándole a los capitalistas las palancas que constituyen su poder. Hay que derrotar las FFAA y todo el aparto de represión que es la columna vertebral del sistema capitalista. Sin el aparto de represión los capitalistas son una muy pequeña minoría social. Luego hay que expropiar su poder económico, que es donde reside su fuerza para comprar pagar su aparato estatal sus políticos sus periodistas y corromper al que haga falta. 

Los medios de producción que son el fruto del trabajo social de la clase trabajadora deben volver a la sociedad deben ser socializados, tomados por un Estado Obrero que será muy diferente al estado burgués. Con esas palancas económicas en nuestras manos, se puede organizar la producción en función de las necesidades de la sociedad, evitando el derroche de fuerzas productivas. Este tipo de economía estatizada y planificada por un Estado que está en manos de los trabajadores, es lo que llamamos la transición al socialismo. Sólo se puede hacer por medio de una revolución. Y esa transición se completará cuando la revolución logre extenderse en el plano internacional derrotando a los principales países imperialistas.

Por eso es que insistimos tanto en la necesidad de construir un partido internacional. Esa es la herramienta que necesitan los trabajadores para luchar por la Revolución Socialista.

7/2/21

Deja una respuesta