Nos venden…espejitos de colores

A pocas semanas de las elecciones generales, empiezan a correr las encuestas la mayoría de las cuales se hacen a medida del frente político o candidato que las paga.

En las elecciones, al fin y al cabo, nos dan a elegir entre el capataz, el supervisor y el gerente. Ninguno nos gusta. Pero -nos dicen los periodistas y los políticos por la TV- “a alguien hay que votar”; “si no elegís vos otro va a elegir por vos”. “Si no hay nadie bueno, hay que elegir al menos malo” … Pero ¿Cuál es el mal menor? NINGUNO porque todos van a gobernar para la patronal. Todos los candidatos con posibilidades son candidatos de la patronal. Sus diferencias son las que hay entre los intereses de diferentes sectores de las patronales. Pero todos están de acuerdo en que hay que ajustar a los trabajadores, aumentar la explotación para aumentar las ganancias patronales, y pagarle al FMI.

Te prometen soluciones mágicas, promesas generales, sin decir cómo las van a hacer: Milei dice que si lo dejan gobernar 35 años hará que Argentina sea como EE-UU. Bullrich promete hacer un país “ordenado” para siempre. Y Massa dice que lo peor ya pasó y que cuando él sea presidente las cosas van a ser “diferentes”. El mensaje de todos es el mismo: “Votame, si yo gano te salvo”. Todos pretenden que los trabajadores seamos espectadores pasivos, que llegado el día votemos a alguno de los candidatos patronales, y después volvamos como ovejas a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. Nos venden a los capitalistas, nos venden al FMI y nos venden espejitos de colores para que los votemos.

Asi está armado el circo. Asi funciona el sistema. Cada vez estamos peor, pero quieren obligarte a ir a votar, aunque los candidatos representen a los responsables de la sociedad miserable y angustiante en que vivimos. Y si no vas a votar te acusan de ¡poner en riesgo la democracia! En realidad, los que sienten vértigo de estar al borde del precipicio cuando no vamos a votar son los propios políticos y empresarios que temen que ya la trampa “democrática” no funcione y que los trabajadores, empezando por rechazarla, empiecen a buscar un camino propio -e independiente de los políticos patronales- para cambiar las cosas de raíz.

El mismo guiso de siempre, pero recalentado

Massa, el que aplica el ajuste contra nuestros salarios, la salud y la educación, se presenta como un héroe que “agarró el fierro caliente”. Con esa acción salvó al gobierno de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner, para que no tuvieran que irse en helicóptero. Que lo feliciten ellos. Pero a los trabajadores y al pueblo ¡¡nos siguió hundiendo en la pobreza!! El día después de las PASO impuso una devaluación que hizo saltar la inflación. Dijo que lo tuvo que hacer porque se lo impuso el FMI. A confesión de parte relevo de prueba.

Este es un gobierno sometido al FMI, es decir, a los gerentes del capital financiero imperialista. ¿En dónde quedó la bandera peronista-kirchnerista de la soberanía nacional? Mientras tanto Alberto Fernández y CFK -que son pianta votos- se borraron para dejarlo gobernar y hacer campaña a Massa. En función de gobernante te ajusta y devalúa. Y después como candidato, para recuperar votos, está rifando (literalmente) todo lo que puede, repartiendo bonos que son plata para la campaña electoral y hambre para mañana. La única concesión seria fue la eliminación de la 4ta categoría del impuesto a las ganancias, que beneficia solo a los trabajadores de altos ingresos y consolida el apoyo electoral de la burocracia sindical. Eso sí, dice que si gana va a ser todo distinto, si gana (gran ajuste de por medio) vamos para adelante. Dice que es porque tiene coraje. Nosotros diríamos que tiene la cara de piedra. Massa es un “fullero” según dijo la propia CFK, o sea en la política miente más que en el truco. Es el espejito celeste y blanco.

Bullrich se postula como la candidata del orden. Dice que va a poner mano dura en las cuestiones de seguridad y contra los pobres que reciben planes sociales. Pero el orden que quiere imponer es el orden capitalista contra los trabajadores.

Se postula como la que garantiza “terminar con el kirchnerismo” pero sin arriesgar la gobernabilidad. Es la manera de decir que va a terminar con el populismo irresponsable y que viene a imponer más ajuste en sintonía con las exigencias del FMI y las necesidades de las grandes patronales. Es la versión responsable, seria y segura, de Milei. Milei dice que Bullrich es su segunda marca, y Bullrich dice no, no, yo soy la de mejor calidad. Con ello y con el apoyo de Clarín y TN trata de asegurarse los votos radicales, algunos de los cuales ya amenazaban con enfilar para el lado de Massa o de Milei. Bullrich es el espejito amarillo.

Milei dice que está contra los políticos, pero no quiere decir que es el candidato de los grandes grupos empresarios como Eurnekian.

Los empresarios no son “una casta” son una clase, la clase dominante, son los que manejan “la casta”. Son los que tienen el verdadero poder el que usaron para hacer negocios y apoyar a los mismos sectores políticos que Milei y los que lo van a votar repudian. Fijate si no, que tiene como asesores económicos a personajes que representan los intereses de los grupos financieros internacionales como Roque Fernández director del Banco Central en el gobierno de Menem-Cavallo y después reemplazó a este último como ministro de economía de Menem. Y Federico Sturzenegger que fue funcionario del ministerio de economía en el gobierno de De La Rúa y diputado nacional del PRO. Su candidata a vicepresidente es Victoria Villarruel, ferviente defensora de la dictadura militar que dio el golpe del 76. Y sus listas están llenas de candidatos prestados de Massa, tal como reconocieron Sergio Berni y Juan Grabois. Como se puede ver, acá no hay nada de nuevo, sino que más bien representa al neoliberalismo que ya gobernó en los 90 con Menem y a los métodos represivos de la dictadura militar, la que asumió el poder por medio de un golpe de Estado para imponer el neoliberalismo de Martínez de Hoz. Milei es el espejito violeta.

Son los tres que todavía tienen alguna chance de ganar, aunque el análisis político general indica que lo más probable sea que Milei y Massa pasen a la segunda vuelta del 19 de noviembre.

Si son ellos los que pasan al ballotage, en esa instancia los votos de Juntos por el Cambio se dividirán entre el apoyo a Milei (de los seguidores de Bullrich y Macri) y el apoyo a Massa del sector de Larreta y los radicales encabezados por su “amigo” Gerardo Morales, a quienes Massa les ha prometido que si gana hará un gobierno de unidad nacional.

Esta promesa no es solo para ganar votos presentándose como el que viene a cerrar “la grieta”. Es para presentarse como un político responsable capaz de armar un gobierno sólido y fuerte para imponer los cambios estructurales al servicio del imperialismo y los capitalistas. Es cumplir con la política que le recomendó el embajador yanki.

Frente a esta promesa que significa un gobierno de todos los políticos que ya gobernaron, Milei sigue capitalizando electoralmente su condición de “nuevo” y de “outsider”, pero la clase gobernante y el imperialismo lo ven con cierto recelo; tienen dudas de que pueda encarar un gobierno que se aguante las luchas obreras y populares.

Lo que prometen los candidatos son los mismos platos que ya venimos comiendo gobierno tras gobierno, pero recalentados. Asi funciona “la democracia” y el sistema electoral. Esta planeado para que te sigas tragando lo que no te gusta, y aceptando con la cabeza agachada “el mal menor”.

El camino electoral termina en un cuarto muy oscuro

Por el camino electoral los trabajadores no saldremos de la miseria y la explotación. Por aca solo empeoraremos. Llamamos a los trabajadores a No votar, votar en blanco o impugnar el voto. No votar es rechazar esta trampa patronal de conjunto. Votar en blanco o nulo es expresar en el terreno electoral que no lograron engañarnos con ninguno de los candidatos patronales. Cuando decimos esto, en seguida nos quieren correr con la misma cantinela de siempre: ¡No votar es conspirar contra la democracia que tanto nos costó conseguir! No, no es así, porque no se está preparando ningún golpe de estado. Y si así fuera tampoco se puede parar un golpe con una elección sino con una muy fuerte lucha obrera y popular. Lo que quieren hacer es obligarnos a ir a votar para que tenga legitimidad el nuevo gobierno. Pero después de 40 años de dar vueltas y vueltas en la misma calesita muchos trabajadores ya nos dimos cuenta que la sortija la sacan siempre los capitalistas.

También dicen ¡Pero si no votamos le hacemos el juego a la derecha! Y resulta que los candidatos que pueden ganar son todos de derecha. Más bien, ¡¡yendo a votar es que le hacemos el juego a la derecha!!

Se nos podrá decir que también se puede votar por los candidatos del FITu. Para empezar, habría que ver si los militantes y simpatizantes del FITu votan a Bregman-Del Caño o van a cortar boleta a favor de Massa.  El FIT se adaptó tanto al regimen democrático-burgués que ya no representa una opción electoral clasista para los trabajadores. 

Pero ¿No votar es la solución? No, porque en las elecciones votando o no votando no hay ni va a haber ninguna solución para nuestra situación como trabajadores. Pero es una primera manifestación de que nos empezamos a dar cuenta. Es solo la parte pasiva, es el rechazo a la trampa “democrática” que nos tienden las patronales y sus políticos.  

Para cambiar las cosas a favor de los trabajadores y el pueblo necesitamos otra cosa. Vamos a tener que salir a luchar para defendernos de la ofensiva de los gobiernos y las patronales, que será más fuerte después del 10 de diciembre, cualquiera sea el que gane. Para eso hay que organizarse en las fábricas, escuelas, hospitales, en los barrios obreros y populares. Correr a la burocracia sindical que nos impide luchar. Discutir y decidir todo en asambleas y coordinar con otros trabajadores que estén luchando o preparándose a luchar para hacernos más fuertes con la unidad.

Pero además de luchar por las reivindicaciones elementales, lo que necesitamos los trabajadores es organizar nuestro propio partido, Necesitamos un Partido de Trabajadores, que sea independiente de las patronales, la burocracia sindical y los gobiernos, para darle una dirección a esa lucha, y preparar la lucha por conquistar el poder, para instaurar un gobierno de trabajadores.

La única manera favorable a los trabajadores para terminar con la inflación es la expropiación de los capitalistas (industriales, del campo, banqueros y comerciales) que se llenan los bolsillos con nuestro trabajo. Romper con el FMI, no pagar la deuda pública ni externa ni interna. Estatizar la banca y centralizar el crédito en un banco estatal único; establecer el monopolio del comercio exterior y expropiar las grandes cadenas de comercialización interna. Solo así podremos organizar la economía en beneficio de los trabajadores y el pueblo. Con las palancas de la economía en manos de los trabajadores, no solo se terminará la inflación, sino que se repartirá el trabajo entre todos los que ahora están ocupados y desocupados y así trabajaremos menos horas cada uno, con salarios que como piso mínimo cubran la canasta familiar.

Los trabajadores en el poder disolveremos a la corrupta policía y los cuerpos represivos, formaremos milicias obreras para derrotar al narcotráfico y para que se hagan cargo de la seguridad en los barrios, sin dejar de pertenecer a la estructura laboral. 

Cuando explicamos que este programa es el único que puede terminar con la miseria y la explotación de los trabajadores y el pueblo, muchos compañeros nos dicen que es imposible. No es así. Nos hacen creer eso porque quieren que nos resignemos a vivir eternamente como esclavos asalariados, agachando la cabeza. Pero cada vez vamos a estar peor. Con el planeta amenazado por el cambio climático y la proximidad de una Tercera Guerra Mundial. No hay nada que sea imposible. Todo es posible si nos unimos y nos organizamos en un Partido de Trabajadores revolucionario.

29/9/23

El “prontuario” político de los principales candidatos

De manera sintética, escribimos este pequeño “prontuario” de los tres candidatos patronales que están disputando la presidencia. Para algunos, esta información puede ser conocida, pero a muchos otros puede sorprenderle.

Comenzaremos por Massa, Sergio Tomás.

En este momento es el ministro de economía, con facultades extraordinarias. Los medios lo llamaron el “súper ministro”, no porque viniera a salvar pobres y desvalidos, sino porque “tener amplios poderes” fue la condición que puso Massa para “agarrar el fierro caliente”. En los hechos actúa como presidente desde hace un año cuando Alberto Fernández prácticamente tuvo que dejar su lugar para dedicarse a las relaciones internacionales.

Su comienzo “en la política” fue en la UCD (Unión del Centro Democrático) de Álvaro Alsogaray. Un partido de derecha, Liberal (¿te suena?). Fue presidente de la Juventud Liberal en la Provincia de Buenos Aires entre 1994 y 1996. Ese sector se unió al Partido Justicialista en tiempos de Carlos Menem, a mediados de los ‘90. O sea que Massa apoyó al gobierno de Menem-Cavallo, que privatizó todas las empresas del estado -entre otras YPF y Aerolíneas Argentinas-, generó la hiper desocupación y una crisis tristemente recordada por los trabajadores.

Con la ayuda del burócrata sindical Luis Barrionuevo, entró en una subsecretaría del Ministerio del Interior y se convirtió en asesor del cantante y político Ramón “Palito” Ortega cuando éste se desempeñó como secretario de Desarrollo Social entre 1998 y 1999.

En 2002 ingresó al Anses, por su vinculación con Eduardo Duhalde, por entonces presidente de la Argentina y responsable del asesinato de Kosteki y Santillán. Massa estuvo en el Anses hasta el 2007, año en que probó suerte y ganó la intendencia en el municipio de Tigre. Pronto tomó licencia en su cargo cuando en 2008 fue designado como jefe de gabinete por la presidente en ese entonces, Cristina Kirchner. Pero en 2009, cuando comenzaba a declinar la popularidad del gobierno tras la “pelea” de CFK con el “campo”, renunció y volvió a su cargo de intendente. Ahí vio la grieta que se habría entre distintos sectores de la burguesía y fundó su partido “Frente Renovador”. En las elecciones de 2013 capitalizó el descontento que había con el gobierno y sacó más del 40% de los votos, lo que le permitió entrar como diputado nacional. Era el Massa “archí-enemigo” de los Kirchner (sus anteriores amigos) y en esa posición estuvo, pensando que ganaría las presidenciales… si no fuera por Macri y la coalición que armó el PRO, con el ARI de Carrió y la UCR que lo dejó en tercer lugar después de Scioli (el candidato de CFK).

Resulta que ahí estaba, en la “oposición”, hasta que vino la crisis del Macrismo… y el peronismo se volvió a juntar para apoyar la fórmula “Fernández-Fernández”, que terminó de galvanizarse con el reingreso de su antiguo “compañero Sergio”.

Más falso que moneda de tres pesos, Massa ajusta y devalúa como cualquier gobierno de derecha, pero hace campaña electoral repartiendo plata como el mejor populista. Como última carta del peronismo, se alinearon todos detrás de él, para seguir haciendo lo que hicieron siempre: un gobierno que defiende los intereses de la burguesía y el imperialismo, a costa del hambre y la vida del pueblo trabajador.

En 1973, cuando tenía 17 años, Patricia Bullrich comenzó a militar en la Juventud Peronista, agrupación con la cual participó de la caravana a Ezeiza para recibir a Juan Domingo Perón en su regreso desde el exilio, tras lo cual se produjo la tristemente recordada “Masacre de Ezeiza”. Era una Bullrich “montonera”. Durante la dictadura estuvo exiliada y su actividad política a su regreso no estuvo tan “activa”.

En 1999, con el flamante gobierno de “La Alianza”, que encabezó el radical Fernando De la Rúa, fue secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia, y en 2001 se desempeñó, primero, como ministra de Trabajo y, después, como ministra de Desarrollo Social. Renunció en noviembre de ese año, un mes antes de que la movilización del “que se vayan todos” volteara al gobierno en las jornadas del “19 y 20 de diciembre”.

Como ministra de Trabajo, el 23 de julio de 2001, firmó junto al entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, un decreto de recorte del 13% en el monto de los haberes jubilatorios que superaran los $ 574. (También suponía un recorte del presupuesto de Salud y Educación. Todo un ataque a los trabajadores)

Sus periplos políticos la llevaron a alianzas con Ricardo López Murphy hasta que en el 2007 se integró a la coalición cívica-ARI de Elisa Carrió. Gracias a eso en el 2007 fue electa diputada nacional hasta el 2011 que revalidó su banca.

Después integró el gobierno de “Cambiemos”, con Macri en la presidencia. En ese gobierno fue ministra de seguridad hasta el 2019 cuando perdieron, y posteriormente fue electa como presidenta del PRO hasta la actualidad.

Como ministra de seguridad de Macri organizó la represión a los pueblos originarios del sur del país, donde asesinaron a Santiago Maldonado, y respaldó al policía Chocobar, quien asesinó a sangre fría a un pibe que había robado a un turista, por tomar dos casos.

Bullrich hace una campaña típicamente de derecha, prometiendo que va a poner mano dura contra los delincuentes y “orden” es decir, represión a las luchas obreras y populares.

Por último, Javier Milei, se presenta como un “outsider” de la política. Pero en realidad es un “ultraderechista”, que pasó de ser un marginal economista “anarco-capitalista” mediático financiado por el empresario Eurnekián, a sorprender con su triunfo en las PASO. Lo que ha generado creciente apoyo en la juventud, y luego en otros sectores, incluso proletarios o plebeyos, es su discurso “rupturista” ante un régimen político (“la casta”) repudiado por la población. Pero ahora veremos que de rupturista, “anti-casta” o “anti-sistema”, no tiene ni un pelo.

En su pasado fue directivo del banco HSBC y economista jefe en Máxima AFJP y en otras fundaciones especulativas o corporaciones bancarias. Pero hasta el 9 de diciembre de 2021, fue asesor de la Corporación América de Eduardo Eurnekián, concesionario de los 35 aeropuertos del país. Otra perlita es que en 1994 Milei fue asesor del ex general (destituido por haber cometido “crímenes de lesa humanidad” durante la dictadura) Antonio Domingo Bussi durante su paso como diputado por el Congreso nacional. Hay que recordar que Antonio Domingo Bussi, fue el represor a cargo del “Operativo Independencia” en Tucumán, antes del golpe del 76, y gobernador de esa provincia en la dictadura. Por eso no es casualidad que este año llevara en sus listas al hijo del represor, Ricardo Bussi, como candidato a gobernador de esa provincia, y que su fórmula presidencial la comparta con Victoria Villarruel, de la “familia militar”, defensora de milicos de la última dictadura.

Como lo ha dicho él mismo, sin pelos en la lengua, Milei representa los intereses capitalistas al igual que los dos candidatos anteriores, pero amenaza con ir más a fondo con el ajuste y las reformas reaccionarias.

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