Los años del Cordobazo y los Rosariazos
En el año 1969 comienza en nuestro país un gran ascenso de las luchas de la clase obrera. Durante el Cordobazo y los Rosariazos las movilizaciones y huelgas culminan en levantamientos obreros y populares por varios días, con tomas de fábricas y establecimientos, con duros enfrentamientos con la policía y tropas del ejército. La alianza fundamental de sectores sociales que le dio una gran fuerza a esos levantamientos semi-insurreccionales fue “la unidad obrero-estudiantil”. Estudiantes secundarios y universitarios se plegaban en las movilizaciones y piquetes de los obreros de varios sectores, en contra del ajuste y represión que vivían.
Durante el segundo Rosariazo, en el mes de septiembre, OBREROS Y ESTUDIANTES formaron una gran columna de movilización, a la que se fueron sumando vecinos de las barriadas populares. Al comenzar la represión policial, los manifestantes resistían y al estar organizados para la autodefensa, se reagrupaban y continuaban luchando.
Después de la segunda guerra mundial (1939-1945) se vivieron 25 años de crecimiento económico, durante ese tiempo existió lo que se denominó el Estado de Bienestar. Hubo un aumento en el nivel de vida de la clase trabajadora y América Latina vivió una etapa de prosperidad. Sin embargo, el capitalismo siempre genera crisis ya que son parte de su propio funcionamiento, y la burguesía (empresarios, banqueros, terratenientes) que es la propietaria de los medios de producción, para poder seguir manteniendo sus beneficios (básicamente las ganancias de sus empresas) siempre pretende descargar las consecuencias de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.
En esos años se vivía una crisis económica producto del final del denominado boom de postguerra y fue la clase trabajadora (como siempre ocurre), la que tuvo soportar el desempleo, el aumento de los precios de los alimentos, alquileres, etc. Ante esto, las masas explotadas salieron a defender lo poco que habían conseguido en la etapa de crecimiento económico. Lo interesante que sucedía en aquellos años, era que había una gran organización de trabajadores y estudiantes.
Este ascenso de las luchas volteó a la dictadura de Onganía, y dejó herido de muerte al régimen militar, pero la burguesía nacional junto al imperialismo sabía que no podía controlar así nomás a las masas y entonces coincidieron en que la única forma de parar el ascenso obrero-estudiantil-popular era llegar a un acuerdo con Perón que le permitiera su “retorno” al gobierno.
Así surgió el “Gran Acuerdo Nacional”, suscripto por las tres fuerzas políticas más importantes de aquel momento: militares, peronistas y radicales. Con este se pretendía desviar las luchas por la vía electoral, permitiendo el ascenso del peronismo al poder. El 25 de mayo de 1973 fue elegido presidente el “tío” Cámpora (como lo llamaba la Juventud Peronista). Pero este delegado del General Perón, no tenía un peso político propio. Así que renunció y el 23 de septiembre de 1973 nuevas elecciones le dieron el triunfo al mismo Perón.
Con el PACTO SOCIAL entre el gobierno, la UIA (patronales industriales) y la CGT, Perón creyó que podía hacer frente a la crisis con un acuerdo de precios y salarios. Pero mientras que los salarios quedaron estancados, los precios seguían subiendo.
Dado que las luchas continuaban, Perón al volver al poder, puso en el gobierno a lo más recalcitrante de la derecha peronista, a la vez que se apoyaba en la burocracia sindical, desplazando a los sectores de la izquierda peronista. A su vez también organizó desde el Ministerio de Bienestar Social a manos de “el Brujo” López Rega, bandas fascistas como la Triple A, que atacaban al activismo obrero y estudiantil de izquierda. Fueron miles los asesinados bajo el gobierno “democrático” de Perón.
Perón murió el 1 de julio de 1974, y dejó como sucesión a su viuda “Isabelita” y su yerno Lastiri. A su vez adquirió mayor peso político López Rega. Con el agravamiento de la crisis económica internacional el versito del Pacto Social fracasó como era de esperarse, llegando la inflación al 80% anual. Isabel y su ministro de economía Celestino Rodríguez en junio de 1975 pretendieron llevar adelante un tremendo ajuste contra la clase trabajadora y el pueblo, devaluando el peso en un 200%, aumentando las tarifas (75%) y los combustibles (180%), al mismo tiempo que ponía un techo a las paritarias del 40%.
En respuesta, una huelga general surgió desde las bases obreras, que habían organizado Coordinadoras Zonales y esta presión de la base obligó a Lorenzo Miguel (CGT) a declarar la huelga general por 36hs. Esto provocó la caída de López Rega y del ministro Celestino Rodrigo e Isabel quedó prácticamente sin poder. Por primera vez la clase trabajadora le hacía una huelga general a un gobierno peronista, el famoso “Rodrigazo” hizo estallar por los aires el Pacto Social.
La burguesía y el imperialismo ante esta situación comenzaron rápidamente a preparar un golpe de estado, ya que el gobierno peronista, primero con Cámpora, luego con Perón y después con Isabel se había demostrado impotente para derrotar a la clase trabajadora e imponer el brutal aumento de la explotación que requerían para sostener sus ganancias. Allí, en esa situación, como en todo período de aguda crisis capitalista, no quedaban caminos intermedios, era el triunfo de la revolución socialista o el de la contrarrevolución burguesa-imperialista a manos de la dictadura militar. Ya sabemos lo que pasó…
La Noche de los Lápices
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Durante el ascenso obrero-estudiantil y popular de los ’70 había una numerosa vanguardia que estaba convencida de que para poder terminar con la opresión y la explotación era necesario terminar con el sistema capitalista, a través de una revolución socialista. Incluso sectores que no eran marxistas cantaban a favor de la “Patria” Socialista. Los estudiantes y trabajadores en ese momento participaban a través de sindicatos y centros de estudiantes, protagonizaban duras luchas, pero, eran “un gigante con pies de barro”, porque les faltaba un partido revolucionario que lograra dirigir todas esas fuerzas para luchar por el poder e instaurar un gobierno de trabajadores. Esta debe ser una de las principales conclusiones que debemos sacar.
Ante el circo electoral: como jóvenes de clase trabajadora, debemos votar en blanco y organizarnos para luchar
No obtendremos soluciones, ni mejoraremos nuestras condiciones de vida votando a ninguno de los frentes y alianzas políticas patronales. A pesar de tanto ruido y tanta campaña mediática para lavar caras de los políticos burgueses, no habrá “mal menor” que evite una nueva ofensiva capitalista contra nuestras familias. Lamentablemente lo que hoy decidimos a través del voto es qué sector político va a representar los intereses de la burguesía, que es la clase que nos explota y oprime. Sólo nos permiten hacer “un cambio de gerentes”, pero siguen gobernando los mismos capitalistas de hace 100 años.
Este circo electoral es un círculo vicioso a través del cual la clase trabajadora y nosotros como jóvenes precarizados solo obtenemos niveles crecientes de miseria y descomposición social, ganen unos representantes u otros. Para resistir esta ofensiva capitalista, hay que unificar las fuerzas obreras y populares para enfrentar al enemigo de clase. Eso no se logrará metiendo una boleta con fotos de candidatos sonrientes. Hay que votar en blanco o no ir a votar y preparar la lucha en defensa de nuestra salud y condiciones de vida.
El peronismo-kichnerismo es parte de los partidos burgueses, tanto como lo son los políticos de Juntos por el cambio y los Libertarios de Millei-Espert. Mientras ellos gobiernen, nosotros que pertenecemos a una clase social opuesta porque venimos de familias de clase trabajadora, vamos a seguir soportando la precarización laboral y salarial, vamos a seguir soportando la opresión y explotación. En las crisis profundas, como la que atravesamos hoy, lo primero que se cae es la careta “democrática”. Quedando en evidencia que “la democracia” no es más que la cobertura del verdadero régimen que nos gobierna, la dictadura del capital. Y cuando esa dictadura no puede imponer sus intereses por medios pacíficos, los impone por medio de la violencia, recurriendo al aparato armado que está a su servicio, las FFAA y de seguridad, como ocurrió en el ’76 y en menor medida en cada lucha reprimida.
Hoy la juventud está harta de la explotación, la opresión y la discriminación. Esta juventud es la que está gritando basta y organizándose en cada levantamiento popular que estalla en el mundo. Tenemos los ejemplos de la juventud precarizada colombiana y chilena quienes fueron capaces de armar su propia autodefensa para defenderse de la represión que cada Estado nos tiene preparada con sus policías y distintas fuerzas de seguridad cuando salimos a protestar y a reclamar justicia y por nuestros derechos, así mantienen seguras las ganancias capitalistas. Porque para mantener segura su estabilidad, la burguesía debe cargar sobre nuestras espaldas cada vez mayor explotación, cada vez mayores miserias.
Nos están quitando derechos que ha conseguido la clase trabajadora y el pueblo con movilizaciones y luchas en el pasado. Esto es así porque el sistema capitalista está pasando por una de las más grandes crisis económicas y ya no puede ofrecernos nada bueno. Por eso debemos terminar con este sistema productivo, nuestra lucha como jóvenes de familias trabajadoras, debe ser la lucha por una revolución que sacuda de un golpe el poder de la burguesía que nos explota y nos oprime. Una REVOLUCIÓN SOCIALISTA. No nos creamos el verso del cambio en el poder de un partido patronal por otro. Hay que luchar por un gobierno propio, un gobierno de trabajadores que termine con nuestra precarización, y que nos permita terminar con las opresiones y discriminaciones que sufrimos la juventud trabajadora.
Concretar las aspiraciones de aquella generación callada con sangre y represión no será fácil. Pero lo que está cada vez más claro es que si no construimos nuestra propia herramienta de lucha, si no nos organizamos en nuestro propio partido para luchar contra este régimen y contra las patronales que se benefician a costa de lo que producen nuestros padres, a costa de profundizar la precarización laboral nuestra y a costa también de la destrucción de la naturaleza y nuestro planeta las miserias que soportamos seguirán creciendo.
El capitalismo no se puede reformar y en este periodo de decadencia nos arrastra a nuevas y profundas crisis. Para nosotros que no tenemos ese bozal de los partidos burgueses vestidos de “populares”, que impidieron una organización independiente en el pasado, nos queda la responsabilidad de ser los protagonistas de esa lucha, levantando las banderas de la revolución socialista para defender nuestro futuro.
Te invitamos a seguir discutiendo con nosotros.
JUVENTUD DEL PCO