La caída de la “ley ómnibus” en el Congreso, es decir, la primera derrota parlamentaria del gobierno libertario, se ha transformado en el acta de defunción del intento de coalición de Milei con los gobernadores “dialoguistas”. Este acuerdo, que buscaba darle sustentación política a un gobierno débil desde el punto de vista institucional (parlamento, gobernaciones provinciales), se basaba centralmente en el peronismo cordobés de Schiaretti-Llaryora, el salteño de Massa-Sáenz y, en menor medida, el gobierno radical-pro de Pullaro en Santa Fe. Lo que pretendía ser un acuerdo de gobernabilidad se convirtió en una guerra abierta por el reparto de la recaudación fiscal. Pero, esa disputa por la repartija de impuestos se inició con la defensa, por parte de los gobernadores, de intereses capitalistas afectados por la motosierra. El aumento de las retenciones a la exportación agraria, pero también industrial, incorporado a la Ley ómnibus para alcanzar a cumplir los acuerdos con el FMI, despertó un desconocido “ímpetu patriótico y federal” en los gobernadores. El régimen político patronal se desgarra por las disputas entre los sectores capitalistas en pugna. El gran capital imperialista (FMI, Black Rock), a través del gobierno de Milei, impone “tributos de crisis” a sus socios menores argentinos.
Milei ofuscado por haber tenido que retirar la ley ómnibus, eliminó las transferencias a las provincias destinadas al subsidio del transporte, lo cual ha provocado un revuelo entre los gobernadores que barajan distintas opciones. Y aunque Milei busca reforzar el acuerdo con Macri, los propios gobernadores del PRO firmaron un comunicado contra el retiro de las transferencias del gobierno nacional por el Fondo Nacional de Incentivo Docente. Los gobernadores temen las consecuencias de apretar tanto el lazo sobre el cuello de los trabajadores. ¿Qué pasará si ponen el boleto mínimo a $1000 pesos? ¿Qué pasará con el comienzo de las clases, en provincias como Santa Fe, en la que el gobierno de Pullaro “pisa” los aumentos salariales de docentes, estatales provinciales y municipales?
Milei parece entonces optar por bajar la cabeza y arremeter. Contra el parlamento, contra los gobernadores, contra los sindicatos, contra las organizaciones sociales, liquidando los comedores a favor de las iglesias evangélicas que serán los nuevos “intermediarios” de la asistencia alimentaria. Pareciera que pretende disciplinar a todo el régimen político, “la casta”. Pero esa postura de “TerMileitor” es más bien para contener a sus votantes, algunos de los cuales ya se están arrepintiendo. La realidad indica otra cosa. El viaje a Israel reafirma su disciplinamiento al capital financiero y busca su apoyo. A Italia viajó acompañado de una cantidad importante de grandes capitalistas, para hacer negocios y como señal de aval directo a su gobierno. El Vaticano hizo correr la versión de cierto desagrado porque esa comitiva empresarial deja al descubierto que detrás del halo espiritual de la Santa Sede, hay principalmente un centro para la negociación de intereses políticos y económicos del gran capital, y en particular el europeo.
El pragmatismo de Milei y el Papa está guiado por esos intereses. Atrás quedó la afirmación de Milei acerca de que el Papa era el representante del “maligno” en la Tierra. El Papa a su vez no le puso la cara de culo con la que en su momento de restauradas relaciones con CFK le puso a Macri. Al contrario, se dieron un abrazo “fuera del protocolo” y luego estuvieron reunidos por más de una hora. Los medios destacan que “fue el jefe de Estado que más tiempo estuvo con el Pontífice en su primera reunión. Más que Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández”. Después de la reunión en declaraciones a los medios Milei aseguró que, durante la conversación, el Papa “se mostró satisfecho por el programa económico y su contención social” implementado por el gobierno a partir del 10 de diciembre del año pasado. Veremos que otros acuerdos surgen de esta “cálida” recepción de Milei y su comitiva por el Papa. Pero desde ya es un elemento fundamental para asentar la gobernabilidad. Es clave la función de contención de la Iglesia Católica y la evangélica en los barrios obreros y populares y en los más pobres.
Así que, aunque todavía falta su comprobación práctica, podríamos decir que Milei sumó a sus puntos de apoyo, a la Iglesia Católica. Junto con el gran capital imperialista, una parte importante de la “casta” dispuesta reforzar políticamente al gobierno, otra “dialoguista” y las fuerzas represivas. Si bien estos apoyos no son garantía de que pueda lograr “gobernabilidad”, son apoyos muy importantes. El problema es que su base social, lejos de ir en aumento se esfuma al ritmo con el que avanza la recesión -es decir los despidos- y que la alta inflación liquida los salarios. El gran capital baila en una pata, cree que esta es la oportunidad histórica para infringirle a la clase trabajadora una gran derrota “gestada por el cambio de mentalidad” que dio como resultado el inédito triunfo de Milei. Sin embargo, todo depende de hasta cuándo y hasta cuanto aguantemos esta confiscación salarial que ya llega a los niveles del 2001, sin reaccionar en levantamientos masivos o duras luchas parciales. Si eso ocurre, y si la gran burguesía y el imperialismo llegan a la conclusión de que la capacidad para aplicar el ajuste no es proporcional a su prepotencia twittera, pueden quitarle el apoyo, y buscar un recambio que les dé más garantías, para lo cual ya se promociona la vicepresidente Victoria Villarruel, alias “mujer maravilla”.
¿nueva coalición de gobierno?
Por lo pronto, esta primera crisis política resultante de la caída de la ley ómnibus ha obligado a Milei a buscar el reforzamiento del acuerdo con el PRO de Macri, reconfigurando un nuevo gabinete. Sin embargo, ese acuerdo no es fácil ni tampoco es seguro que se pueda concretar. Tanto en LLA como en el PRO hay opiniones encontradas. Esta negociación recién comienza e implicará más despidos de funcionarios que se sumen a los ya eyectados representantes de los gobernadores. Scioli no sabe bien si seguir acomodando su nuevo despacho o volver a empacar sus pertenencias. Como sea, un acuerdo más firme entre Milei y Macri implicaría cierto fortalecimiento del gobierno. Pero, incluso si todos los diputados del PRO se alinearan al pacto Milei-Macri el bloque resultante no alcanzaría al tercio de la cámara, pero al aportarle más experiencia política y coherencia a las negociaciones podría llegar a acuerdos parciales con el bloque de los radicales o con parte de ellos y con el bloque encabezado por Pichetto.
El plan motosierra
La caída de la Ley ómnibus y el empantanamiento parcial del DNU en la justicia, si bien significan derrotas parciales del gobierno, no han traído ningún alivio concreto a las condiciones de vida de los trabajadores. Por el contrario, el plan motosierra de Milei-Caputo contra el pueblo trabajador se profundiza. La mega-devaluación de diciembre que, junto a la liberación salvaje de precios, provocó la inflación de más de 25% para ese mes, ya significó un recorte del salario real del 14% promedio para los trabajadores registrados, y mucho más aun para los no registrados, jubilados, planes sociales, etc. Un hachazo tremendo al bolsillo obrero y popular, inédito históricamente, solo comparable al Rodrigazo de 1975 o la devaluación de Duhalde en 2002. El aumento del transporte público en el AMBA, y en las provincias tras el recorte revanchista de Milei, ya está llevando al límite el bolsillo y la paciencia de las masas trabajadoras. Pero lejos de ser un “sacrificio pasajero”, como quiere vender el gobierno y sus voceros periodísticos “ensobrados”, a este mazazo ya le siguen los tarifazos de los servicios públicos, sumado a las prepagas y los colegios privados. La situación será peor en marzo-abril cuando los exportadores sojeros exijan una nueva devaluación para liquidar sus cosechas.
La clase trabajadora ante la ofensiva capitalista
Tenemos que empezar por decir que la táctica del “shock” que el gobierno implementa contra el pueblo trabajador está teniendo éxito por el momento. La magnitud y velocidad de la ofensiva mantiene a la clase trabajadora de conjunto en estado de perplejidad e incertidumbre. Si bien quienes no votaron a Milei están, en general, más dispuestos a movilizarse contra el gobierno, una parte muy importante de la clase trabajadora y los barrios populares que votó a este gobierno, mantiene todavía cierta expectativa. Pero, como dijimos más arriba, las condiciones de vida, que ya eran deplorables bajo el gobierno peronista, se tornan insoportables a pasos agigantados. La suba del transporte público ha generado una bronca evidente y, aunque no se transforme en acción por ahora, es una cuña entre el gobierno y su base social más proletaria. Lo que en otros países de la región se convirtió en el detonante de levantamientos populares (Chile, Ecuador, Colombia) no alcanza acá ese nivel aún, pero prepara el terreno para la ruptura de sectores importantes de las masas con el gobierno, precondición para un ascenso de la lucha obrera y popular.
Hay que destacar que no solo Alberto Fernández -de viaje por España- está borrado. También Massa, CFK y la Cámpora, lo que implica si no un apoyo al gobierno, un dejar hacer contra los trabajadores mientras el bloque de UxP en el Congreso defiende los intereses políticos de los gobernadores peronistas y de las burguesías que estos representan. Pero nadie, ni los dirigentes políticos ni los burócratas sindicales peronistas se oponen a los despidos, ni encaran una lucha seria contra la liquidación del salario. Pura cháchara, declaraciones y documentos, pero de acciones de lucha nada. Para el peronismo, que es el representante político de un sector de la burguesía argentina, Milei puede ser un buen mascarón de proa, que encare el trabajo sucio contra los trabajadores y a favor de las ganancias capitalistas en general, salvando sus intereses particulares por los cuales “batallan” en el Congreso. Un advenedizo “outsider” de la política, un empleado de la Corporación América de Eurnekian, una estrella fugaz, que una vez que haya agotado su combustible estará destinado al baúl de las curiosidades históricas. El sufrimiento de los trabajadores no les importa y nunca les importó.
El paro de la CGT mostró que la burocracia sindical no tiene la mínima intención de impulsar la lucha para derrotar el plan motosierra de Milei. Convocaron al paro y la movilización solo porque el gobierno cerró cualquier atisbo de negociación. Sin embargo, se cuidaron de no activar demasiado la fuerza combativa de la clase obrera y la canalizaron hacia una presión “institucional” al Congreso y los tribunales. Al igual que los gobernadores y parlamentarios de la oposición lo que los dirigentes de la CGT y la CTA buscan es obligar al gobierno a negociar los términos del ajuste al pueblo trabajador. En esa negociación lo que defienden son los intereses de los sectores patronales afectados por el plan del FMI y los suyos propios, alrededor de las obras sociales y las cuotas sindicales solidarias. Esa representación institucional de los intereses patronales afectados por el gobierno es lo que hizo naufragar la ley ómnibus, pero el DNU sigue vigente y la reforma laboral tiene los votos seguros de los diputados y senadores porque en esa parte de la ofensiva patronal no hay “grieta” entre los sectores de la clase dominante. Por eso, la orientación “institucionalista”, de moverse entre las disputas internas del régimen político patronal, de la CGT y la CTA solo puede llevar a los trabajadores a una derrota segura y la imposición de nuevos niveles de miseria para el pueblo trabajador.
Los trabajadores conscientes, la vanguardia obrera y popular, debemos organizarnos para enfrentar esta feroz ofensiva capitalista del gobierno de Milei, sus aliados patronales y sus cómplices políticos y sindicales. Formar agrupaciones clasistas, desde las cuales podamos impulsar la lucha ni bien los compañeros estén dispuestos, basándonos en asambleas, buscando la coordinación con otros sectores que estén ya en lucha o próximos a salir. Solo a partir de esa organización de clase, antipatronal y antiburocrática podremos utilizar las “grietas” que surgen entre ellos momentáneamente para utilizarlas a favor de nuestra lucha.
Sin embargo, esta organización no es suficiente. Con distintos gobiernos liberales y estatistas, “democráticos” y militares, los trabajadores venimos “perdiendo” desde hace 50 años. Eso se debe a que el capitalismo mundial está en crisis y decadencia en general, y el capitalismo argentino (cada vez más dependiente del imperialismo) en particular atraviesa una gran crisis, en la que gobierno tras gobierno nos hunde más. Solo hay alguna recuperación cuando hay “viento de cola” internacional, es decir, buenos precios de las materias primas que produce el país. Pero cuando el viento a favor deja de soplar, todo se vuelve a hundir en la crisis y los trabajadores en la miseria, que con cada gobierno es mayor. Por eso no basta sólo la lucha o la organización sindical. Necesitamos organizar un partido de trabajadores, porque la única solución a nuestros padecimientos es instaurar un gobierno de trabajadores. Mientras los gobiernos sostengan al régimen capitalista, se llamen radicales, Pro o ultraliberales, se llamen peronistas o kirchneristas, lo cierto, la realidad es que defienden los intereses de los empresarios sean nacionales o extranjeros, se someten a la dominación imperialista y nos van hundiendo más y más. Solo un gobierno de trabajadores podrá defender nuestros intereses de clase. Nacionalizando (estatizando) los medios de producción (fábricas, tierras, minas, etc.) y de cambio (bancos) para que la plata que se fugan los capitalistas al exterior -que es plata acumulada por explotarnos en nuestro trabajo y pagarnos magros sueldos- quede en el país y se pueda invertir en nuevas empresas para que haya más trabajo, en mejorar la atención de la salud y la educación, en construir viviendas para los trabajadores.
Los medios de propaganda capitalista desde la iglesia, la escuela, los burócratas sindicales, todos nos dicen que eso no se puede hacer, que el socialismo o el comunismo es mala palabra, como fue a decir Milei en su discurso de Davos. Y CFK dijo antes de que su candidato Massa perdiera con Milei, que “el capitalismo es el sistema más eficiente” ¡¡mientras estaba dejando un 40 % de pobres!! Claro es eficiente para los de su clase los capitalistas, que durante su gobierno y como ella misma dijo “la levantaron con pala”. Entonces, basta de dejarnos engañar. Los trabajadores nunca conseguimos nada sin lucha. Es hora de empezar a organizarnos para luchar por un gobierno de trabajadores y abrir paso al socialismo.
12/2/24