El 20 de julio, en un acto en el Puente Pueyrredón de Avellaneda, Grabois advirtió al gobierno que debía que otorgar el salario básico universal antes de que comenzaran los saqueos. Grabois apoya al gobierno, su organización social MTE tiene funcionarios en el mismo, y está enrolado junto a otras organizaciones, que también ocupan cargos en el ministerio de desarrollo social, en el ala eclesiástica papal (Los Cayetanos) de los movimientos sociales. Su función es contener, es decir evitar los brotes de violencia insurreccional. Por eso, más que preocuparse por la “seguridad alimentaria” de los pobres, pide apenas un “salario” de indigencia, para evitar que estos alteren la paz social y provoquen una mayor inestabilidad política que la que ya provocan las propias fracciones en lucha interna del Frente de Todos.
Inmediatamente todo el gorilaje salió a atacar a Grabois diciendo que impulsa los saqueos. La repentina aparición después de mucho tiempo de Castells en un supermercado de Rosario, encabezando un grupo de desocupados que reclamaba alimentos, volvió a encrespar a la clase media de derecha.
Al mismo tiempo los medios daban profusa difusión a una mujer que bajando de su automóvil increpó a una columna de desocupados para que la dejara pasar: “Disculpen, estamos trabajando para pagarles los planes a Uds”, les gritaba con ironía.
Así piensan muchas personas, y no solo de clase media sino también muchos trabajadores. Inclusive, personas que en otras cuestiones se consideran progresistas, arremeten contra los «vagos», contra los que viven de nosotros sin trabajar. Algunos arremeten contra “los planeros” con argumentos paternales: Los «usan para el clientelismo político, los arrean como ganado, les pasan lista, si no van les sacan los planes». Pero no proponen una política contra la burocracia de los movimientos, sino que se suman al coro de los que atacan las organizaciones de desocupados. Hace cuatro décadas que la situación social en Argentina se viene deteriorando, aumentando el tendal de pobres, desocupados y marginados, pero nada de eso se tiene en cuenta a la hora de enfocar la ira de las privaciones que sufrimos todos los trabajadores, echándole la culpa a los «planeros».
Pero ¿son los desocupados los que saquean y viven del trabajo de los ocupados? ¿Son ellos los que tienen la misma cantidad de dólares que toda la deuda externa, en depósitos o inversiones fuera del país?
¿Y los bancos y fondos de pensión internacionales? Que son parásitos usureros que viven con la plata de los ahorristas.
¿Y las mineras, las petroleras, las cerealeras? que se llevan los recursos naturales de nuestro suelo (incluso con contratos con clausulas secretas como Vaca Muerta) a cambio de algún módico arancel.
¿Y los dueños de las tierras? Los Bemberg (140 mil has), Whertein (98 mil has), Blaquier (45 mil has), Bunge (260 mil has), Lacroze de Fortabat (220 mil has), Anchorena (40 mil has), el grupo Benetton (900 mil has), el grupo Walbrook (600 mil has); Lázaro Báez (470 mil has); Familia Sapag (420 mil has); etc., etc.
¿Y los patrones, empresarios o capitalistas? que gozan de los subsidios a las tarifas de los servicios y el transporte. Qué obtienen del Estado un dólar barato (es decir, subsidiado) para importar. Y los patrones que viven de los contratos con el Estado como los Rocca. Sin mencionar a los amigos del poder en todos los gobiernos (incluido el kirchnerista) como el difunto Franco Macri, Cristóbal López y los directamente delincuentes socios de la banda que ocupa el Estado como Lázaro Báez.
Es la clase capitalista: Los capitalistas imperialistas y sus socios menores argentinos.
Son los políticos que los representan que van en caravana a desfilar y presentar sus respetos a los amos del norte, al FMI y a Biden.
No hay que dejarse engañar. Quieren dividirnos, porque la unidad de trabajadores ocupados y desocupados podría sacudir su poder. Es por eso que no es ninguna solución luchar por un salario universal de indigencia, que solo serviría para consolidar una subclase que sobreviva en el pauperismo, sino que hay que luchar por el reparto de las horas de trabajo con salario mínimo que cubra la canasta familiar, reivindicación que sólo se puede lograr instaurando un gobierno de los trabajadores que expropie a los capitalistas.
Agustín Magaldi 31/7/22