¿Por qué hay inflación?

A pesar de que los trabajadores padecemos la inflación desde hace muchos años, más de 70, es la primera vez que se escucha tanta inquietud por discernir la causa de este fenómeno económico. Quizás sea porque siempre los trabajadores escucharon una sola voz, la del movimiento peronista en el cual se sentían contenidos, que daba a la cuestión una versión simplificada: La inflación era causada por la “ambición desmedida” de los empresarios que además querían desestabilizar al gobierno.

Como ahora la credibilidad del gobierno peronista de los Fernández (Alberto y Cristina) está por los pisos, los trabajadores se han abierto a escuchar otros “diagnósticos”. Pero, lamentablemente, como alternativa a la versión peronista, escuchan la versión de los liberales en sus distintas tonalidades, amplificada por los medios de difusión. 

Para tratar de entender esta cuestión de la inflación, empecemos por ver cómo se establecen los precios.

Valor y precio

Tal como explica Marx, la producción en el capitalismo se rige por la ley del valor. Las únicas fuentes de valor (*) son el material natural y el trabajo humano. Pero el valor conservado y el valor creado por la fuerza de trabajo humana del obrero, solo se expresará como valor de cambio, en el intercambio de mercancías y en el capitalismo ese intercambio se realiza por intermedio del dinero. La mercancía llega al mercado con su valor expresado en el precio. El precio representa al valor de cambio de la mercancía, pero no es idéntico: el precio es una “figura” del valor, es su forma monetaria. El precio (llamado precio de producción) va a depender de la productividad del trabajo con el que se produce la mercancía, de si esa productividad está por encima o por debajo del promedio de productividad en determinada sociedad.

Esto significa que la circulación de mercancías (bienes y servicios) debe ser equivalente a la circulación de los signos de valor (billetes de curso forzoso) más el dinero bancario (depósitos bancarios). 

El oro y el dólar

Como dijimos más arriba, en el intercambio, es donde interviene el dinero. 

Hace mucho tiempo que el oro dejó de ser el medio por el cual se intercambian las mercancías. 

Desde el fin de la segunda guerra mundial, a partir de los acuerdos de Bretton Woods, se estableció el dólar estadounidense como moneda de referencia internacional en una paridad con el oro de una onza por 35 dólares.

Desde 1971, el gobierno de EE-UU declaró la inconvertibilidad del dólar con el oro y dejó de referenciarse en ese metal como respaldo de su precio.

Sin embargo, dado el poderío económico y militar de EE-UU la moneda de referencia para las transacciones comerciales y financieras a nivel mundial siguió siendo el dólar.

Entonces, en el marco de la existencia de un mercado mundial, con una moneda fiduciaria (dólar) como referencia internacional, cada moneda nacional establece su valor de cambio en relación a la que hace de “patrón”.

¿Cómo se establece esta relación?

Dada una determinada producción (PBI), que a su vez depende de la productividad del trabajo, en cada país circulará una determinada cantidad de billetes que representan el precio (e indirectamente el valor) del conjunto de las mercancías producidas.

Si con lo producido en el país (PBI) puedo comprar u$d 10.000 (supongamos para simplificar) y el conjunto de las mercancías producidas se intercambian por billetes circulantes por un valor de $ 1000.000, entonces, u$d 1 = $100.

El tipo de cambio 

Cuando se lo deja “flotar” libremente, el tipo de cambio es la expresión de diferentes productividades del trabajo entre los países cuyas monedas se comparan. Pero cuando es el gobierno el que impone un tipo de cambio fijo, la relación con las demás monedas es “ficticia”, no es la real. 

Cuando el tipo de cambio establecido por el gobierno es bajo (atrasado, o menor que el tipo de cambio real) como ahora, esto le permite al Estado pagar con menos pesos los dólares de los exportadores, imponiendo de esta manera un impuesto implícito.

Si los importadores consiguen suficientes dólares a precio oficial, también pueden comprar más baratos los insumos importados. Pero las exportaciones se encarecen, son menos competitivas en el mercado mundial.

Otro beneficio del tipo de cambio fijo sería supuestamente servir de “ancla” contra la inflación, pero a costa de provocar un proceso recesivo en la economía.

¿Cuál es la fuente de la inflación en Argentina?

Cuando mediante el cobro de impuestos y retenciones el Estado no alcanza a cubrir sus gastos (el gasto público), la diferencia -llamada déficit fiscal- debe ser financiada de alguna manera.

Hay tres maneras básicas. Una es pidiendo prestado en el sistema financiero internacional, es decir, a bancos o fondos financieros internacionales. El Estado contrae una deuda en dólares, llamada deuda externa. Es lo que hizo Macri.

Otra forma de financiamiento es que el Estado consiga préstamos en pesos de ahorristas nacionales, a través de la colocación de bonos o letras del Tesoro nacional.

Y la otra, que puede coexistir con las otras dos, es la emisión monetaria. Estas últimas dos son las que hizo CFK durante su gobierno y ahora continua con AF.

Pero evidentemente, esta emisión sin ningún contravalor en la producción, altera la relación entre el peso y el dólar. Esquemáticamente podemos decir que, a producción constante, si con una determinada masa monetaria un dólar (oficial) vale (supongamos) $120, al emitir papel moneda aumentando esa masa (supongamos) un 50%, ahora el dólar va a valer $180, con lo cual se produce una devaluación del peso, afectando en una misma proporción los precios y por lo tanto la inflación.

Como se puede apreciar, no se trata de cualquier emisión monetaria (como dicen los liberales), sino de una emisión destinada a cubrir el déficit, es decir, no respaldada con un aumento de la producción.

Otra cosa puede suceder con una emisión monetaria en determinadas condiciones, como ocurrió al inicio del gobierno de Kirchner, cuando había mano de obra desocupada disponible y alta capacidad industrial ociosa, con los precios internos (incluido el salario) depreciados por la devaluación de Duhalde. Esa emisión monetaria, traducida en créditos, por ejemplo, puede dar un impulso inicial para aumentar la producción. 

Tampoco se trata como dicen los kirchneristas de que los grandes consorcios económicos aumentan a su gusto los precios, ya que:

“…al girar alrededor del valor del trabajo, los precios fluctúan por encima y por debajo de sus valores. Las causas de esas desviaciones están completamente explicadas en el tercer volumen de El Capital de Marx, en el que se describe “el proceso de producción capitalista considerado en su conjunto”. Sin embargo, por grandes que puedan ser las diferencias entre los precios y los valores de las mercancías en los casos individuales, la suma de todos los precios es igual a la suma de todos los valores, pues en último término únicamente los valores que han sido creados por el trabajo humano se hallan a disposición de la sociedad, y los precios no pueden pasar de estos límites, inclusive si se tiene en cuenta el monopolio de los precios o “truts”; donde el trabajo no ha creado un valor nuevo nada puede hacer ni el mismo Rockefeller.” (L Trotsky, El pensamiento vivo de Marx) 

Lo que es verdad es que estos consorcios tienen mayor capacidad económico-financiera para manejar los stocks, conseguir mejores precios de insumos y achicar gastos, por lo que, tanto con inflación como sin inflación, realizan mayores ganancias a costa de las empresas chicas y medianas.

En síntesis: en la medida que hay una mayor cantidad de emisión monetaria sin respaldo en la producción, hay una devaluación de la moneda en relación al dólar (moneda de referencia internacional), y en consecuencia, los precios subirán. El tipo de cambio fijo lo único que hace es reprimir esa inflación, pero esta se expresa en proporción al aumento del dólar paralelo, y en consecuencia la inflación real se anticipa a la devaluación del tipo de cambio oficial.

Pero ¿cuál es la causa estructural de la inflación?

Ahora la pregunta sería: Siendo un país de tan vastos recursos naturales, que exporta productos agropecuarios como para alimentar a 400 millones de personas ¿por qué en la Argentina el Estado tiene déficit fiscal, si al mismo tiempo los empresarios se quejan de una sobrecarga impositiva? 

El problema es que la estructura productiva del país es capitalista semicolonial, es decir, está dominada financiera y económicamente por el imperialismo, el que, gracias a esa dominación económica, puede imponer determinadas condiciones políticas.

Esta dominación económica subsiste desde hace 200 años, a pesar de que se conquistó la independencia política formal. Basta recordar que el primer empréstito tomado por el país fue el 1 de julio de 1824, bajo el gobierno de Martín Rodríguez, con la colaboración de su ministro de gobierno Bernardino Rivadavia, que gestionó ante la Baring Brothers un empréstito por 1 millón de libras esterlinas para realizar obras portuarias y de urbanización.

Esto quiere decir que el desarrollo económico e industrial del país se realiza según la división internacional del trabajo impuesta por la dominación imperialista.

Por su ventaja competitiva natural, sobre todo en las tierras de la pampa húmeda, la producción agropecuaria siempre se impuso a la producción industrial que llegó tarde a un mundo industrializado dominado por las potencias imperialistas.  Por lo tanto, en nuestro país quedó industrialmente “subdesarrollado”.

Es por eso que para mantener a este sector de la burguesía industrial el Estado la subsidia. Con subsidios a las tarifas de servicios, a los combustibles, al transporte, y también en algunas situaciones con subsidios directos como el repro.

Los subsidios que más pesan en el déficit son estos que el Estado otorga a un sector de la burguesía. Pero también están los planes sociales y la sobreocupación en empleos estatales en provincias y municipios que tratan de compensar una desocupación que así aparece encubierta.

Esta situación de déficit casi permanente provoca también un endeudamiento estatal que también es permanente y creciente, lo que implica otro agujero por donde se va la plata en el pago de la deuda externa e interna.

Todo eso hace que el Estado gaste más de lo que recauda, y por lo tanto hay un déficit que se financia con emisión provocando una inflación creciente.

Al Estado y las patronales, la inflación les permite rebajar de manera relativa el salario (baja su poder adquisitivo) en relación a los precios, ya que o bien los acuerdos no alcanzan el índice inflacionario o, aunque lo alcancen, este índice refleja un promedio que no es el costo del consumo real de una familia trabajadora (la canasta de alimentos).

Sin embargo, una inflación muy alta (hiperinflación) también perjudica a las patronales ya que puede suceder que no logren mantener sus ganancias ante la rapidez de la depreciación de la moneda.

Por eso los gobiernos, llegados a un cierto nivel de inflación, por medio del tipo de cambio fijo (con Menem-Cavallo fue 1 a 1, pero ahora estuvo durante un tiempo rondando los 100 a 1) tratan de establecer un “ancla” para frenar la inflación. Pero para mantener la estabilidad de ese cambio en un valor fijo, hace falta disponer de la cantidad suficiente de dólares para venderles a quienes lo requieran. Cuando las expectativas económicas indican que va a haber un crecimiento de la inflación se produce una “fuga de capitales” al dólar. Si el Banco Central vende dólares para satisfacer esa demanda (como ocurrió con Macri) caerá la reserva de dólares y por lo tanto crecerá la inflación, ya que cada vez hay menos dólares por pesos circulantes.

Y si no vende o aplica un “cepo”, aparecerá un mercado paralelo con el del dólar blue, u otros, que presionarán para que el dólar oficial se devalúe.

Es que, dado el carácter “subdesarrollado” de la estructura productiva nacional, sobre todo la industria, depende de la importación de gran cantidad de insumos para completar sus productos, lo que también es un elemento inflacionario importante, y que además drena los dólares que escasean en la reserva del Banco Central. 

Otro factor inflacionario es que, al estar liberadas las exportaciones agropecuarias, también venden en el mercado interno el pan y la carne a precio dólar que pueden vender en el exterior.

Algunos compañeros preguntan: ¿Por qué los demás países latinoamericanos -sacando Venezuela- no tienen tanta inflación?

Porque los sectores a subsidiar tienen menor peso en la economía. Entonces las exportaciones exceden las importaciones y el gasto público es subsidios es menor. Por ejemplo, en Bolivia que tiene una inflación muy baja, es clave la exportación de gas y soja, mientras que la industria ocupa un pequeño porcentaje de la economía nacional, y los más pobres viven de la economía informal del “buen vivir”.

Los partidos o frentes patronales: ¿Qué soluciones se proponen?

El peronismo, precios controlados: 

Los peronistas, palabras más o menos, repiten que la inflación se debe a la ambición de los grandes consorcios económicos, que son los formadores de precios.

Y por lo tanto proponen como solución el control de precios, ya sea impuesto por la fuerza (los K) o negociado (Alberto Fernández-Guzmán). ¿qué esa política nunca dio resultados? No importa mientras parezca que hacen algo que les permita llegar hasta las próximas elecciones.

El peronismo nunca pudo resolver el problema de la inflación. Durante el primero y segundo gobierno de Perón, las arcas del Estado estaban colmadas de oro gracias a la venta de productos agropecuarios durante la segunda guerra mundial y hasta la guerra de Corea, por lo que la inflación promedio fue baja del orden del 18%.

En la vuelta de Perón en los ’70, Perón apeló a “Pacto social” que incluía el congelamiento de precios y salarios. Pero esta política naufragó y dos años más tarde la inflación estaba en el orden del 276% anual.

JxC, limitar la emisión:

Los liberales, palabras más o menos, repiten que el problema es el excesivo gasto público y la emisión monetaria para cubrir el déficit fiscal. Por eso proponen como solución básica anular todos los subsidios que da el Estado, para que haya equilibrio fiscal. ¿Qué hay muchas empresas que van a cerrar, porque dependen de los subsidios del Estado? Mejor, dicen. Tienen que quedar sólo las empresas que puedan ser competitivas en el mercado mundial. ¿Que aumentará el número de desocupados y que sin subsidios (planes sociales)? Son los que sobran. Que se arreglen como puedan o que emigren como hacen los trabajadores en otros países como en Venezuela o en Centroamérica. O que vivan en la “economía popular” o “buen vivir”, es decir en el precapitalismo. 

Los libertarios, la dolarización:

La política que propone el liberalismo extremo solo se pudo imponer con la dictadura militar del 76 (Martínez de Hoz) o tras duras derrotas de la clase obrera, durante el gobierno de Menem-Cavallo.

Sin embargo, la dictadura militar terminó con alta desocupación por el cierre de muchas fábricas y con una inflación anualizada del 401 %.

Menem por su parte, pasó de la hiperinflación de Alfonsín, a la hiperdesocupación, que después estalló en las manos del gobierno de la Alianza (De La Rúa-Chacho Alvarez).

La solución de Duhalde a la crisis de la “convertibilidad” menemista fue la hiperdevaluación del 300% que llevó el tipo de cambio del 1 a 1 al 3 a 1. Los salarios cayeron a la mitad. Solo con esas condiciones, haciendo grandes ganancias en base al hambre y la desocupación los “empresarios” volvieron a invertir y se produjo la recuperación del gobierno kirchnerista favorecida por el “viento de cola” de la economía mundial. Aun así, la inflación superó el 40% durante el último mandato de CFK. Y vuelta la burra al trigo.

¿Qué hacer para eliminar la inflación?

Como hemos visto a través de la historia que más o menos recordamos de los últimos 70 años, no hubo ninguna solución para los trabajadores y cada vez estamos peor. Basta como dato que el PBI por habitante sigue igual que en los años 70, mientras que, en relación a esos años, el salario obrero perdió la mitad de poder adquisitivo.

La inflación es una pandemia capitalista. Para eliminar la inflación hay que terminar con el capitalismo. Los trabajadores tenemos que tomas los medios de producción y de cambio (fábricas, tierras, bancos) y derrocar al régimen burgués constituyendo nuestro poder político y militar. 

De esta manera, colocando la economía al servicio de las necesidades populares, y organizándola en base a un plan con esos fines, no tiene por qué haber inflación. Pero además resolveríamos la desocupación, distribuyendo las horas de trabajo entre todas los que estén en condiciones de trabajar con un salario que cubra las necesidades de una vida digna.

Eugenio Rosi 27/5/22

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