El cuento de la Asamblea Constituyente
Una de las características del “viejo” MAS en los últimos años de su existencia, fue que encubría su electoralismo y la adaptación al régimen democrático burgués que se procesaba por esa vía, con caracterizaciones afiebradas acerca de las perspectivas de la lucha de clases. A juzgar por lo que escriben en la tapa de la última Prensa Obrera, a la dirección del PO se le activan los mismos reflejos:
“Preparemos un paro enorme, interviniendo con la política de paro activo nacional y plan de lucha, de un Cordobazo nacional, a 50 años de aquella heroica gesta obrera. Para que la clase obrera se ponga en movimiento para terminar con Macri y el régimen del FMI.”
¿Alguien con experiencia política en el marxismo y que razone con un mínimo de seriedad podría tener algún elemento válido de comparación de la situación actual con las características que dieron lugar al Cordobazo? Para cualquiera que tenga los pies sobre la tierra la respuesta seguramente es un rotundo NO. Pero para la dirección del PO ¿habría condiciones para un Cordobazo nacional? O alguna infección bacteriana le ha hecho subir la fiebre o es una chantada monumental.
Probablemente la dirección del PO trata de salir para delante de la crisis abierta en el Partido a partir de la aparición del balance de las elecciones del FIT en Córdoba escrito por Altamira y difundido públicamente por las redes. El balance de Altamira provocó duros cruces entre cuadros del PO, e inclusive atrajo a cuadros del PTS a la discusión, quienes se ubican en defensa de la actividad del FIT en Córdoba y rebaten los argumentos de Altamira, en una especie de “frente único” con la actual dirección del PO, de la cual Altamira fue desplazado en el último congreso de semana santa.
En su balance público sobre las elecciones de Córdoba, Altamira, llama la atención sobre una tendencia electoralista del PO, que lo ha llevado a ceder a las consignas lavadas que impuso el PTS en aras de conseguir más votos. Es verdad. Diluyeron totalmente el programa para atraer a los kirchneristas desencantados con el apoyo implícito de CFK a Schiaretti. De la misma manera que en Rosario llamaron a los dirigentes reformistas de Ciudad Futura y a Carlos del Frade, a votar al candidato a gobernador del FIT (actualmente más conocido como: “que el cuerpo lo pongan otros” Crivaro). Una actitud claramente oportunista: diluir el programa en frases generales como “otra historia es posible” (muy similar a las levantadas por los reformistas del Foro de San Pablo), o con lemas marketineros como “demos vuelta todo” o “demos vuelta la historia”, para quedar bien con la clase media “progre” y no espantar sus votos hablando de la necesidad de Revolución Socialista, o de los elementos cada vez más visibles de la proximidad de una tercera guerra mundial. Oportunismo que ya criticamos en ocasión de las Paso en Neuquén y en Santa Fe.
Sin embargo, al referirse al programa que habría que haber levantado durante la campaña electoral, Altamira dice: …“Esta situación de crisis política incluye la crisis del proceso electoral y la necesidad de un planteo de poder para toda la etapa”… “Nadie puede saber cuántos votos habría atraído un Fuera Macri, impulsado por un Frente para elecciones, pero es indudable que la tríada Fuera Macri, Constituyente Soberana, Gobierno de Trabajadores habría servido, en primer lugar, para desarrollar un frente único estratégico de izquierda, porque no es un objetivo de corto plazo ni electoral.”
No sabemos a qué se refiere Altamira cuando escribe acerca de un “frente único estratégico de izquierda”. Los leninistas-trotskistas entendemos al Frente Unico Obrero como una táctica, es decir, lo opuesto de la estrategia, tal cual se planteó en el IV Congreso de la III Internacional y desde allí en adelante. La estrategia si se trata de la “izquierda”, es decir, de sectores de vanguardia, es la construcción del Partido leninista con un régimen democráticamente centralizado, que es conceptualmente opuesto a un “frente”.
Pero ahora nos interesa detenernos en la cuestión del programa, del “planteo de poder” que propone levantar Altamira para “toda la etapa”.
Salvo que Macri vuelva a ganar las elecciones de este año, lo cual por ahora parece difícil, la “etapa” a la que se refiere Altamira, para la cual propone una “triada” de consignas que empiezan con “Fuera Macri”, sería un período de tiempo muy corto, de algunos meses. Sin embargo, los marxistas, cuando nos referimos a una “etapa” pensamos en un período de tiempo en el cual se establece una determinada relación de fuerzas entre las clases. De allí que consideremos que las “etapas” pueden ser contrarrevolucionarias, reaccionarias, prerrevolucionarias, revolucionarias, y excepcionalmente en el período imperialista, también puede haber etapas no revolucionarias, cada una de ellas caracterizada por una determinada relación de fuerzas entre la burguesía y el proletariado. Así que, decir que “Fuera Macri” podría ser una consigna para una “etapa”, ya de por si genera cierta confusión. Más todavía cuando Altamira agrega que “no es un objetivo de corto plazo”. Pero referir el conjunto de las tres consignas a un largo plazo y mencionar un objetivo estratégico, deja planteado un problema aún mayor: en contra de todo lo que ha escrito Trotsky y del Programa de Transición, se plantea la consigna de Asamblea Constituyente como un objetivo estratégico, y de poder.
Volviendo a Trotsky y al Programa de Transición (P de T), al que reivindicamos todos los trotskistas, leemos allí que al referirse a las consignas democráticas dice que “sólo significan para nosotros consignas incidentales o episódicas en el movimiento independiente del proletariado, y no un dogal echado al cuello del proletariado por los agentes de la burguesía (¡España!)”. Repetimos: Incidentales o episódicas. ¡Y esto es al referirse a países con un régimen fascista! La Asamblea Constituyente es considerada por Trotsky una consigna democrática entre otras. ¿Por qué para Trotsky sólo pueden ser levantadas incidental o episódicamente, es decir, de manera táctica, y para Altamira puede ser una consigna para una etapa y estratégica? La respuesta hay que buscarla en la ubicación que le da Altamira a la Asamblea Constituyente como una consigna “de poder”. Si planteamos Asamblea Constituyente (AC) como consigna “de poder”, estamos planteando un poder burgués, porque la consigna de AC es una consigna democrático-burguesa. Por eso Trotsky dice que las consignas democráticas deben ser levantadas de manera incidental o episódica, justamente porque si le damos a la AC un carácter estratégico, de poder, estaríamos colocando un “dogal” al cuello del proletariado. Levantando la consigna de AC, como consigna de poder, sólo serviría para ahorcar al proletariado, para hundir la revolución, llevándola a la derrota detrás de un poder burgués. Por eso en el P de T dice a continuación: “en cuanto el movimiento adquiera cierto carácter de masa, las consignas democráticas se entrelazarán con las consignas de transición. Los comités de fábrica, como es de suponer, surgirán antes de que los jefes rutinarios se pongan a organizar los sindicatos desde sus oficinas. Los soviets cubrirán Alemania antes que una nueva Asamblea Constituyente se reúna en Weimar. Esto mismo es aplicable a Italia y al resto de los países totalitarios.” Obviamente acá el P de T no está describiendo un pronóstico, sino explicando la progresión que debe tener el “sistema de consignas” en la medida que se desarrolle la movilización.
En los escritos de Trotsky referidos a los países bajo un régimen fascista, la Asamblea Constituyente no es una panacea, una receta obligada, sino una más de las posibles consignas democráticas levantadas por el Partido para desarrollar la movilización. Entendemos que con el mismo criterio puede ser utilizada en un país con un régimen de dictadura militar.
En el mismo sentido, cuando el P de T trata de los países atrasados (coloniales y semicoloniales), plantea que tienen más peso las consignas democráticas, pero sobre todo la revolución agraria y la independencia nacional, porque son las tareas estructurales, históricamente necesarias para el desarrollo de las fuerzas productivas, que la burguesía no ha cumplido, y por lo tanto son tareas que el proletariado tendrá que cumplir cuando tome el poder, en el período de transición hacia el socialismo. Pero cuando se refiere a las consignas democrático-formales, políticas, como la AC, dice que “conserva toda su fuerza para países como China o India”, y no para TODOS los países coloniales y semicoloniales. ¿por qué? La referencia a China o India es porque se trata de países que todavía no han pasado por un período democrático burgués, como India que era una colonia británica, o China que estaba bajo el régimen dictatorial del Kuomintang y la ocupación militar japonesa.
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Cada partido del centrismo de origen trotskista le agrega algún aditamento para encubrir el carácter burgués de la “salida democrática” que plantean. Hace un tiempo el PTS le agregaba la palabra “revolucionaria” (“AC revolucionaria”, decían) como si con ello se pudiera transformar mágicamente el carácter de clase de una institución burguesa. No es el agregado de una palabra, lo que puede hacer que una consigna cumpla un rol de movilizar a las masas en el sentido de la revolución, sino la articulación de esa consigna con las demás que constituyen el “sistema de consignas” que levanta un partido revolucionario en una determinada situación. Por ejemplo, en 1905 cuando todavía se trataba del derrocamiento del zarismo en Rusia, y de la instauración de una república democrático-burguesa, Lenin articulaba de esta manera su sistema de consignas de poder:
¡Abajo el Zar! ¡Gobierno provisional de obreros y campesinos, que convoque a la Asamblea Constituyente, apoyada en el pueblo en armas!
Pero se trataba de un régimen feudal y de la lucha por una democracia “jacobina”. Era la vía revolucionaria para alcanzar ese régimen democrático-burgués. La lucha por una Republica burguesa democrática en los países atrasados con un régimen monárquico-feudal, se hacia abajo la consigna de Asamblea Constituyente. Era entendida como una etapa necesaria debido a la inmadurez de las condiciones objetivas y subjetivas para proponerse el objetivo de la Revolución Socialista. Pero desde las Tesis de Abril de Lenin en 1917, y desde que Trotsky, analizando la experiencia de la revolución china generalizó la teoría de la revolución permanente concluyó que: dadas las condiciones objetivas de la época imperialista y el desarrollo de la clase obrera como tal, todos los países están maduros para la dictadura del proletariado, para que la clase obrera tomara el poder y estableciera su Estado de transición al socialismo. De allí que la consigna de AC haya perdido ese carácter históricamente progresivo que tenía como etapa necesaria para la revolución democrática, y se haya convertido en una consigna táctica y circunstancial (es decir, sólo para utilizar en determinadas condiciones) para movilizar a las masas como cualquier otra consigna democrática que tenga fuerza vital.
La dictadura de la burguesía como régimen social, sostenido por el Estado burgués, se basa en la Asamblea Constituyente y en el Parlamento, como régimen político. La dictadura del proletariado y el Estado obrero, se basa en el régimen de los soviets de delegados obreros. En 1917, fue el centrista y –al decir de Lenin- renegado Kautsky, el que se oponía al poder de los soviets y le contraponía la Asamblea Constituyente. Dado que los soviets era un poder de facto, y una “institución obrera” arraigada en las masas desde la revolución de 1905, tanto el centrista Kautsky como su par ruso Kamanev, pretendían conciliar los soviets con la Asamblea Constituyente. Como, obviamente, son instituciones que expresan el poder de clases antagónicas y por lo tanto no se podían conciliar, en realidad se trataba de subordinar los soviets a la AC.
El centrismo “trotskista” de postguerra, también “descubrió” la consigna de Asamblea Constituyente, y le dio el carácter de una consigna de poder fundamental para todo tiempo y lugar. Y esa deformación centrista es común tanto al lambertismo, como al morenismo, corrientes de donde proviene el PO y el PTS respectivamente.
El programa de acción de un partido trotskista se concreta en un “sistema de consignas”, cuya articulación interna varía según la situación política. Cuando Altamira hace referencia a la “triada” de consignas de poder, también se está refiriendo a un “sistema de consignas”. Pero utiliza la misma engañifa que antes utilizaba el PTS para ocultar el carácter burgués de la AC, levantada como consigna estratégica de poder. Nada más que en lugar de agregarle la palabra “revolucionaria”, le agrega “con poder” y a continuación, sin ninguna articulación, “gobierno de trabajadores”. Cual sería entonces el sentido “estratégico” de la AC levantada como consigna “de poder”, si a continuación se agrega el gobierno de trabajadores, no se sabe. Porque Altamira no aclara que contenido tiene ese “gobierno de trabajadores” y como llegarían los trabajadores al poder.
Si se cumpliera la primera consigna de la “tríada” (Fuera Macri), ¿quién se haría cargo del poder? ¿quién convocaría a la AC? ¿O acaso el gobierno de trabajadores, surgiría de una AC? Imaginemos que en estos días se profundiza la crisis y como consecuencia de grandes movilizaciones de masas, Macri decide tomarse “el helicóptero”. Y un gobierno provisional surgido del Congreso (como en el 2001, Duhalde), convocara para “salir de la crisis” del régimen a una Asamblea Constituyente. Está muy claro que la mayoría de los diputados constituyentes serían representantes de las diversas alas del peronismo. ¿Es posible pensar que de allí salga elegido un gobierno de trabajadores? O como dice el texto de los 10 puntos del FIT “Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que discuta las medidas de emergencia necesarias para satisfacer las necesidades apremiantes de la población trabajadora y promover una transformación del país sobre nuevas bases sociales”. ¿Puede una Asamblea Constituyente, que inevitablemente tendrá una mayoría de diputados representantes de partidos burgueses, “promover una transformación del país sobre nuevas bases sociales”? No, ¿no es cierto? De ninguna manera una institución burguesa va a “transformar” las bases sociales del capitalismo. Ni tampoco se plantea en ningún lado una vía revolucionaria para que los trabajadores alcancen el poder. Parece más bien un hueso, para poder “echarle el dogal” al cuello del proletariado, como hacen todos los centristas.
En alguna de sus publicaciones, dedicadas a la polémica que abrió su “balance”, Altamira hace referencia a que “El PTS coqueteó en algún momento con el planteo Constituyente; Christian Castillo planteó desarrollar “consejos obreros” (soviets) para impulsar la Constituyente, pero parece que fue disuadido de perspectivas tan febriles”.
Siguiendo con los aditamentos para encubrir el carácter burgués de la AC, alguna vez Castillo (dirigente del PTS), le agregó los “soviets”. ¿Cree Castillo que la Asamblea Constituyente (siendo que no estamos bajo una dictadura fascista) puede ser una necesidad tan apremiante para la clase trabajadora, que dé impulso a la creación de soviets para luchar por ella? ¿Alguien vio alguna vez una manifestación de la clase obrera encabezada por un cartel que reclamara una Asamblea Constituyente? Y si los “soviets” llegaran a formarse y a tomar el poder ¿Qué necesidad tendrían de convocar a una AC? ¿Acaso hay en Argentina una insuficiente experiencia con la democracia burguesa? ¿Acaso estamos en Rusia de 1917 a pocos meses de la caída del Zar y cuando todavía no se produjo la Constitución de una República? ¿Olvida Castillo que si el régimen de los soviets dirigido por el Partido Bolchevique convocó a la AC fue solo para disolverla inmediatamente? Cuestión inevitable porque el poder obrero no puede convivir con el poder burgués.
Es decir, Altamira también descarta una AC convocada por soviets. Volvemos a la pregunta: ¿Quién la convocaría entonces? Si no son los “soviets” febriles de Castillo, debería ser algún poder burgués que sucediera a la caída de Macri. ¿De dónde saldría el gobierno de trabajadores? Altamira sigue sin explicarlo, y entonces su “tríada” es, como mínimo, una abstracción. Y como diría Trotsky, una abstracción en nuestro programa es facilitarles un arma a nuestros enemigos, que usarán en contra del proletariado. En otras palabras, de la “tríada” que propone Altamira, la única y verdadera consigna de poder (burgués) es la AC, para darle una salida democrático-burguesa a la crisis del régimen burgués dentro del mismo marco burgués, es decir, una consigna tan “democratizante” como las consignas lavadas a lo Bernie Sanders del FIT. El gobierno de los trabajadores, en el mejor de los casos, como en los viejos programas socialdemócratas, sería una expresión de deseos para un futuro indeterminado. Toda otra interpretación es cuento.
Antonio Bórmida 20/5/19