Recientemente tuvo amplia difusión el último informe del FMI sobre la situación de la economía mundial. Las perspectivas que pronostica son todas negativas. Su directora, Christine Lagarde indicó que el pronóstico para el crecimiento mundial, que ya se había rebajado en enero, se reduciría aún más porque la economía mundial había «perdido más impulso» y se desliza a la baja en una “desaceleración sincronizada». Los pronósticos de “crecimiento” fueron ajustados al 3,3%, por debajo del 3,5 por ciento que había sido estimado para este año. Como referencia, se puede considerar que, en abril del año 2008 en pleno desbarranque de la crisis, el FMI pronosticaba un “optimista” 3,7% de crecimiento mundial. Es decir, aunque ahora sus pronósticos son más cautelosos, hay que tener en cuenta que el FMI siempre es más “optimista” que la realidad.
La FED estadounidense, además, rebajó las previsiones de crecimiento de la primera economía mundial para 2019 del 2,3% al 2,1%, con lo que confirma la tendencia a una desaceleración en EEUU, tras alcanzar una tasa de crecimiento del 2,9% el año pasado.
También China ha rebajado sus expectativas de expansión este año entre el 6% y el 6,5%, lo que sería el índice de crecimiento más bajo en más de dos décadas.
La desaceleración de la economía mundial es más pronunciada en Europa, donde los índices de manufactura, considerados como un indicador confiable del estado de la economía en general, cayeron en marzo. Un índice de gerentes de compras ampliamente seguido para la zona euro cayó a 47,5 en marzo, desde 49,3 en febrero, siendo que un nivel por debajo de 50 indica una contracción. Fue la mayor caída en casi seis años. El Wall Street Journal recogió en sus páginas la caracterización del jefe de un proveedor de automóviles italiano, quien advirtió sobre un «baño de sangre para los fabricantes en Europa este año».
A fines del año pasado, Alemania evitó por muy poco entrar en recesión, gracias a que en el cuarto trimestre de 2018 el PBI creció 0,02 %, en comparación con el mismo trimestre del año anterior, después de haber descendido en el tercer trimestre por primera vez en nueve años. “Los años de vacas gordas han terminado”, titula la prensa económica. Los pedidos de las fábricas alemanas registraron en febrero su mayor caída en dos años y los analistas han rebajado a la mitad sus previsiones de crecimiento del 1,9% al 0,8% para el 2019.
Lagarde dijo que, si bien el FMI no esperaba una recesión en el «corto plazo», la economía mundial estaba «inestable» y en un «momento delicado» y que cualquier aumento en el crecimiento sería «precario».
Es decir, la recesión aún no ha llegado, pero hay que abrocharse los cinturones.
Además, advirtió que «en caso de que las condiciones financieras se ajusten más de lo esperado, podría crear serios desafíos para muchos gobiernos y compañías en términos de refinanciamiento y servicio de la deuda, lo que podría amplificar los movimientos del tipo de cambio y las correcciones del mercado financiero».
“La realidad es que muchas economías no son suficientemente resistentes. La alta deuda pública y las bajas tasas de interés han dejado un espacio limitado para actuar cuando llegue la próxima recesión, lo que inevitablemente lo hará«, dijo Lagarde.
Mientras que el pronóstico oficial en Estados Unidos prevé un crecimiento superior al 2%, los movimientos en los mercados financieros anticipan una caída importante, sino una recesión. Un dato significativo es la «inversión» de la curva de rendimiento, donde la tasa de interés de los bonos del Tesoro a largo plazo cae por debajo de las tasas a corto plazo. Esto es considerado un indicador de recesión, ya que los inversores buscan un refugio seguro, colocando su dinero en bonos a largo plazo, elevan el precio y bajan el rendimiento.
Flujos y reflujos de la lucha de clases
Pero no solo cruje la situación económica del capitalismo, sino que, para sostener las ganancias de los grandes grupos y consorcios internacionales y/o como parte de las disputas entre las potencias imperialistas por el mercado mundial, el capital profundiza su ofensiva sobre las masas trabajadoras y populares, lo que desencadena en un país tras otro, grandes movilizaciones políticas que apuntan contra los gobiernos y regímenes bonapartistas (dictatoriales).
En el número anterior de nuestro periódico “La Causa Obrera”, habíamos registrado la irrupción de la clase trabajadora en la situación de crisis internacional.
Durante 2018 vimos que, ante el aumento de la presión de la explotación de la clase trabajadora y la opresión del pueblo pobre, hubo una serie de reacciones de masas en una serie de países. Irán, Irak, Nicaragua, Costa Rica, Francia y Sudán. Eran levantamiento de masas populares entre las que seguramente había muchos trabajadores asalariados, pero que participaron disueltos en la multitud popular, es decir no participaron organizados como “clase”, con un programa propio, intentando acaudillar a las masas populares.
Sólo en Nicaragua y en Costa Rica, se habían registrado huelgas generales a la que adhirieron varios sindicatos. Pero en Nicaragua pronto capitularon ante la declaración de la ilegalidad de las huelgas por parte del gobierno, dejando a las masas de los barrios pobres soportar el peso del levantamiento. Y en Costa Rica fue perdiendo fuerza y diluyéndose hasta quedar limitada a algunos gremios estatales, dada la falta de una estrategia y dirección revolucionarias.
Sin embargo, es evidente que algo está cambiando, ya que, desde la huelga portuaria en Chile, la huelga “salvaje” de los trabajadores de las maquilas de Matamoros, México, el paro de 48hs en India, y las huelgas textiles en Bangladesh y docentes en varios países -incluyendo a EE-UU-, la clase trabajadora, y en gran medida sus destacamentos de la clase obrera industrial, irrumpieron con sus luchas en la situación de crisis internacional, y han causado preocupación en la gran burguesía imperialista.
En la medida que las huelgas por reivindicaciones económicas se profundizan, ante la falta de respuestas gubernamentales, también adquieren un carácter político. Lo cual no significa mecánicamente que ese carácter político de la lucha sea independiente de la influencia o la dirección directa de la burguesía.
Por ejemplo, tanto el paro de 48hs de la India como la huelga general en Túnez, están relacionadas con la lucha política entre partidos y fracciones burguesas, en el marco de un año electoral.
Por otra parte, es interesante apreciar cómo influyen las expectativas o la conciencia políticas de las masas en las acciones de la clase trabajadora. Por ejemplo: las huelgas salvajes de Matamoros están relacionadas directamente con el triunfo electoral de AMLO, y al mismo tiempo aceleran la experiencia con ese dirigente burgués. Igualmente, la actitud de los trabajadores y el pueblo pobre venezolano, está vinculada a su conciencia antiimperialista, y a la falta de una dirección marxista revolucionaria, reconocida por las masas obreras y populares.
La experiencia de Matamoros, lo mismo que la de los “chalecos amarillos” franceses, reflejan a su vez un “febrero” de las luchas. Pero como diría Lenin “lo espontáneo, no es más, que lo embrionario de lo consciente”. Es decir, no todo es totalmente espontáneo y es indudable que la conciencia previa se refleja en algún grado de organización.
Y está visto, que tanto para la revolución socialista, como para las luchas que enfrentan al poder político y la burocracia, no alcanza con la movilización espontánea, sino que también hace falta una dirección revolucionaria que sólo se puede forjar a partir de que la vanguardia pueda extraer las conclusiones correctas de estos procesos de la lucha de clases y de la situación internacional del capitalismo.
Tanto sea por la debilidad de una dirección obrera independiente, como por la inexistencia de esta, cuya ausencia es ocupada por una dirección vinculada a algún sector de la burguesía, estos procesos de ascenso llegan a un punto y luego refluyen, a veces alcanzando conquistas parciales, la mayor parte de las veces defensivas, y otras tantas con las manos vacías, o directamente sufriendo duras derrotas. Pero el camino a la revolución está empedrado de derrotas, porque la revolución sobreviene cuando el capitalismo es incapaz de satisfacer las demandas más elementales de las masas trabajadoras.
Después de Francia… Argelia
Cuando el movimiento de los chalecos amarillos entró en su decadencia definitiva, reprimido en París y reducido a sus últimos estertores en algunas localidades periféricas, surgió con gran potencia la movilización de masas en Argelia.
Empezaron los estudiantes. A pesar de que las manifestaciones están estrictamente prohibidas, miles de jóvenes participaron en la «Marcha Nacional de Estudiantes» que tuvo lugar en varias universidades para protestar contra el quinto mandato del presidente Abdelaziz Buteflika, del Frente de Liberación Nacional (FLN), en el poder desde 1999, quien el 10 de febrero había anunciado su postulación como candidato a un nuevo mandato, en las elecciones presidenciales convocadas para el 18 de abril.
La guerra de liberación argelina de 1954–1962 fue una lucha revolucionaria de obreros y campesinos, que puso fin al dominio colonial francés. Pero el FLN, encabezado por Ahmed Ben Bella que dirigió la lucha, y al conquistar el poder impuso una orientación nacionalista burguesa, se transformó en una dictadura militar semicolonial después del golpe de 1965 del vicepresidente Houari Boumediène.
Años más tarde, la dictadura encabezada en ese entonces por Bouteflika, se consolidó tras la matanza que aplastó a la oposición, en la guerra civil de 1992–2002. El dirigente del Frente de Liberación Nacional (FLN) una vez afirmado en el poder, procedió al saqueo de la riqueza petrolera de Argelia, en beneficio de las potencias imperialistas, y de Francia en primer lugar.
La guerra civil de 1992-2002 surgió tras el último intento fallido de “democratizar” el régimen desde arriba, permitiendo la participación electoral de los partidos opositores antes prohibidos, cuando el ejército anuló las elecciones de 1991 que le estaban dando la victoria al Frente de Salvación Islámico (FIS), provocando una guerra que causó 200.000 muertos. En coordinación con los gobiernos franceses, tanto con el del “socialista” Mitterrand, como con el del conservador Chirac, el FLN utilizó la tortura y el asesinato contra los trabajadores y los grupos islamistas, como lo había hecho el imperialismo francés contra los combatientes de la independencia en la guerra de 1954–1962. Hoy en día, los oficiales culpables de estas atrocidades, como Tartag, están desesperados por escapar de la ira de las familias de sus víctimas.
Abdelaziz Buteflika, de 82 años, tenía el apoyo de Francia y las fuerzas imperialistas europeas. En 2013 sufrió un derrame cerebral y desde entonces sus apariciones públicas eran escasas. Se decía que en realidad el poder lo ejercía su hermano Said. De allí que los manifestantes levantaron consignas como «Argelia es una república y no una monarquía» o «ni Buteflika ni Said». “Fuera Bouteflika”, “Argelia libre y democrática”, con esas consignas se organizaron las manifestaciones, que tomaron gran impulso a partir del 22 de febrero.
Argelia es una semicolonia francesa. Además de las fuertes inversiones y la relación comercial, el país africano es el principal proveedor de gas para Francia, que dispone de una base militar en el Sahel, en la frontera de Argelia.
En Argelia, el 70% del PBI proviene de la renta petrolera y de la exportación de gas, que representan el 95% de las exportaciones. En los últimos años hubo movilizaciones de sectores de la salud y de la educación, en contra de la política de ajuste aplicada por el gobierno del FLN. En 2017 se desarrolló una importante huelga de los trabajadores de la zona industrial de Rouiba. La juventud de menos de 30 años representa el 45% de la población, vive una situación de precarización y un tercio de los jóvenes no tiene trabajo.
La situación económica que golpea a los trabajadores y los sectores más pobres, son junto a las demandas contra el régimen político, el motor de las movilizaciones que luego de conseguir su demanda central, la renuncia del presidente, ahora se mantienen.
Desde el inicio de las movilizaciones, el movimiento obrero organizado y los sindicatos parecen seguir siendo el sector ausente, debido al peso de la burocracia de la UGTA (Unión General de los Trabajadores Argelinos), que es parte del FLN y es el principal obstáculo a la entrada de la clase trabajadora organizada en la lucha.
Sin embargo, la decisión de los trabajadores del campo gasífero de Hassi R’Mel, explotado por Sonatrach, la mayor empresa del país, de ir a la huelga el pasado 17 de marzo en apoyo a las reivindicaciones populares, a pesar de las amenazas de la UGTA y del gobierno, fue un importante paso adelante.
El 2 de abril, después de seis semanas de protestas de millones de trabajadores y jóvenes, el presidente argelino Abdelaziz Bouteflika presentó la renuncia que puso fin a su mandato de 20 años.
El derrocamiento de Bouteflika por parte del ejército no conformó a los manifestantes, al ser designado un nuevo gobierno provisional, integrado por funcionarios como Abdelkader Bensalah, que eran del núcleo central del viejo régimen. Mientras los trabajadores y el pueblo argelino protestaban para exigir la destitución de los funcionarios nombrados por el hombre fuerte militar General Ahmed Gaïd Salah, cantaban la consigna de las masas egipcias «La gente quiere la caída del régimen» y llevaban carteles que decían «Gaïd Salah, la gente no está engañada» y «No hay repetición del escenario egipcio”.
Ante este cuestionamiento directo al régimen político, que toca también al propio Ejército, Bensalah y los militares buscaron desviar y aplastar las movilizaciones con una combinación de represión y la promesa del llamado a nuevas elecciones presidenciales para el 4 de julio.
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En ciudades como Tizi Uzú y Bejaia, de la región de Cabilia, han surgido comités de huelga. Hay que desarrollar su organización y luego convocar a un congreso de delegados de esos comités obreros y populares.
El Partido Socialista de los Trabajadores (PST), mandelista y vinculado al Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Francia, pide que se convoque a una Asamblea Constituyente. Pero no dice que hay que hacer con el régimen militar que detenta el poder. En manos de los reformistas y centristas las consignas democráticas son “un dogal” atado al cuello de la clase trabajadora.
La consigna de Asamblea Constituyente sólo podría cumplir un papel episódico pero importante, si va articulada en un sistema de consignas, que explique que sólo un gobierno obrero y campesino, derrocando al régimen militar y a su fantoche gobierno provisional podrá conquistar una verdadera democracia, no como el placebo de una democracia retaceada y tutelada por las FFAA, que es lo único que puede otorgar el régimen militar. Habría que repetir el concepto de Trotsky sobre China: “El Partido Comunista puede y debe formular la consigna de una Asamblea Constituyente que tenga plenos poderes, elegida por sufragio universal, igual, directo y secreto. En el curso de la agitación que será llevada a cabo en favor de esta consigna, será preciso, evidentemente explicar a las masas que es dudoso que semejante asamblea sea convocada y que incluso si lo fuera, se vería impotente para actuar mientras el poder material continuara en manos de los generales del Kuomintang. La posibilidad de abordar de una forma original la consigna del armamento de los obreros y de los campesinos se vería facilitada con ello.” (Stalin el gran organizador de derrotas, El período interrevolucionario y sus tareas, página 345, editorial Yunque). Es decir, aun en un periodo de relativa estabilización del régimen, en el que las masas no están movilizadas como consecuencia del todavía reciente golpe de estado del Kuomintang.
No habrá una reforma democrática en Argelia, sobre todo porque el capitalismo internacional está atravesando una grave crisis sin salida. Después de una década de crisis económica, y de diversas oleadas de movilización obrera y popular, los regímenes burgueses formalmente democráticos entran en crisis, y son reemplazados por regímenes con mayores elementos de bonapartismo, como en la misma Francia, en donde el Gobierno Macron autorizó recientemente el despliegue de las fuerzas militares para reprimir las movilizaciones de los “chalecos amarillos”.
Las movilizaciones de masas en Argelia reflejan el despertar de un nuevo proceso que recorre nuevamente al Magreb, es decir los países árabes del norte de Africa. Después de Túnez, Argelia, ahora rebrota en Sudán (Mashrek).
En Sudán la continuidad de las movilizaciones de masas motivó un golpe militar que desalojó del poder al dictador Omar al Bashir, que cayó luego de que las Fuerzas Armadas forzaran su renuncia el 11 de abril, después de casi 30 años el poder.
La intervención militar pretende contener las multitudinarias movilizaciones populares que se desarrollan desde hace 4 meses, en el marco de la peor crisis económica de la historia de Sudán. La movilización comenzó como reacción a las medidas que aumentaban enormemente los precios de los productos de primera necesidad. La libra sudanesa ha perdido valor al compás de una inflación del 70%. El precio del pan ha aumentado de una a tres libras. Y hay escasez de combustibles.
Si las primeras manifestaciones reclamaban la baja en el precio del pan, en pocos días el movimiento popular se transformó un levantamiento de carácter fundamentalmente político, centrado en la reivindicación del cambio de régimen. “El pueblo quiere la caída del régimen” es la consigna que agrupa a la gente.
Libia: nueva etapa en la guerra civil
Mientras que en Túnez, Argelia y Sudán hemos visto multitudinarias movilizaciones de masas, en Libia se desarrolla nueva etapa en la guerra civil, que se mantiene con distintas intensidades desde la caída de la dictadura de Gadafi, protagonizadas por ahora por milicias ya bastante regulares, e integradas cada una a distintos aparatos estatales, y al servicio de la disputa de intereses entre las potencias imperialistas y burguesías regionales.
En este nuevo capítulo, que recién comienza y está en pleno desarrollo, el general Haftar inició una ofensiva contra el Gobierno del Acuerdo Nacional (GAN) encabezado por el primer ministro Sarraj asentado en Trípoli, respaldado por la ONU, Turquía, Catar e Italia. Mientras que Haftar encabeza el llamado Ejército Nacional Libio (ENL) que controla las ciudades de Sirte, Benghazi y Tobruk, en el este de Libia, y que tiene el apoyo de la mayoría de los países del Magreb y el Golfo Pérsico, en particular Haftar “ha recibido el respaldo público de Arabia Saudí, Emiratos y Egipto, y el velado de Francia y Rusia”.(diario El País).
Creciente disputa inter-burguesa por el control económico y geopolítico
La crisis económica y la lucha de clases están cruzadas a su vez por una creciente disputa entre potencias imperialistas y potencias aspirantes a serlo, y potencias regionales vinculadas a algunas de las fracciones imperialistas en confrontación, así como entre estas. Esta permanente pugna a dentelladas, se desarrolla mientras se aceleran los preparativos para los enfrentamientos militares decisivos.
Brexit, ¿sí o no?:
Luego de varios intentos fallidos para que el Parlamento del Reino Unido aprobara un plan para la separación de la Unión Europea (UE), lo cual había puesto en crisis el gobierno de la primera ministra Theresa May, y ante la impotente ambigüedad del Partido laborista encabezado por Jeremy Corbyn, finalmente la UE les arrojo el salvavidas, concediendo una prórroga del “brexit” hasta el 31 de octubre. Con la postergación el gobierno puede ganar el tiempo necesario que permita una separación en las mejores condiciones para el Reino Unido, o para revertir la votación llamando a otro referéndum. Este proceso del Brexit refleja la lucha entre las fracciones del capital financiero internacional que juega a la globalización y al mantenimiento de la UE, contra los grupos imperialistas que, ante la crisis internacional pretenden refugiarse en el aislamiento nacionalista. Es el mismo fenómeno que llevó a Donald Trump al gobierno de EE-UU, y alrededor del cual se desarrolla una durísima pugna entre las fracciones imperialistas.
Alturas del Golán:
Otro punto clave de disputa y por lo tanto de conflicto permanente, es el Medio Oriente. Tras el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, ahora el gobierno de Donlad Trump acaba de declarar que reconoce las Alturas del Golán como parte del territorio del Estado sionista, región que era parte del territorio sirio hasta la guerra de los seis días (1967). En cuanto a la oportunidad política del anuncio no cabe duda que se trató de un apoyo explícito a la candidatura de Netanyahu para un nuevo período de gobierno, el cual finalmente logró, en las recientes elecciones del 9 de abril. Sin embargo, visto más en general, se trata de otro paso en la preparación para una guerra generalizada en el Medio Oriente. En esa perspectiva, las alturas del Golán son un punto clave.
Ahora hay que ver si Netanyahu cumple con su promesa de campaña, y se anexa también a la Cisjordania palestina, que cada año que pasa está más permeado y ocupado su territorio por colonos judíos.
Bombardeo a Palestina:
Al mismo tiempo el régimen sionista no desperdicia cualquier oportunidad para bombardear al pueblo palestino de la Franja de Gaza. Es evidente que la solución de los “Dos Estados” ya fue definitivamente abandonada y reemplazada por la “solución final” que busca el exterminio o el desplazamiento definitivo de la población palestina que no pueda ser asimilada en condiciones de extremo sometimiento por el Estado sionista.
Venezuela: la larga agonía del pueblo venezolano
Tras el fracaso de la jugada imperialista del 23 de febrero, con la “ayuda humanitaria” como punta de lanza para fortalecer entre la población la autoridad de Guaidó, y mientras el Imperialismo yanki esperaba una ruptura en las FFAA que voltee a Maduro que no se produjo, se prepara para la eventualidad de que tenga que recurrir a una intervención militar. Mientras tanto socava la paciencia antiimperialista del pueblo venezolano saboteando el sistema eléctrico, ya de por sí bastante deteriorado en su infraestructura, con lo que, a las anteriores penurias habituales de falta de medicamentos y escasez de alimentos a un precio accesible, ahora hay que sumarle la falta de luz y agua con todo lo que ello implica.
Puede suceder que, mientras que Maduro parece dispuesto a resistir hasta las últimas consecuencias envuelto en grandilocuentes discursos patrióticos, ante el desmoronamiento económico del país, finalmente termine capitulando y prefiera unas cálidas playas en el Mediterráneo, antes que oír el rumor de las olas desde la prisión de Guantánamo. Pero lo que es dudoso es que EE-UU vaya a retroceder, porque perdería el poder de “persuasión” que utiliza bajo amenaza.
Como plantea la declaración del Comité de Enlace CSR/ETO-PCO no se trata de la defensa del gobierno de Maduro. Tampoco tiene la menor importancia si Maduro tiene o no “legitimidad” en el sentido electoral democrático burgués. Si tuviéramos las fuerzas suficientes para dirigir a la clase obrera y al pueblo pobre a la insurrección, hace rato que las masas trabajadoras hubiesen ajustado cuentas con el régimen de Maduro. Pero no para entregarle el poder a la derecha abiertamente pro-imperialista de la MUD o ahora de Guaidó. Si no para instaurar un verdadero gobierno de los trabajadores que empiece a adoptar las medidas de transición que van por el camino al socialismo.
Por ahora, las masas trabajadoras siguen amenazadas por el imperialismo. Como siempre, los yankis necesitan embanderarse con grandes frases sobre la libertad y la democracia. Pero está claro que vienen a someter al pueblo para hacerse del control de los recursos petroleros de Venezuela. Mientras se mantenga esta situación, seguirá siendo el enemigo principal a derrotar, sin dar el menor apoyo político al régimen de maduro. Si el peligro de una intervención militar externa o de un golpe militar pro-imperialista interno perdiera fuerza y se diluyera como peligro real inminente, entonces el eje de la movilización y de la lucha habría que ponerlo nuevamente en contra del régimen bonapartista de Maduro y el PSUV.
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Un período de giros bruscos en la situación de la lucha de clases internacional
Los acontecimientos de importancia a nivel internacional se suceden uno tras otro en cortos periodos de tiempo.
De las situaciones descriptas más arriba debemos desprender, que, aunque la situación sigue teniendo un carácter general reaccionaria, hemos entrado en un período de “giros bruscos” en la situación política y social, en donde los revolucionarios internacionalistas debemos prepararnos para no ser sorprendidos por los “furiosos remolinos” de la lucha de clases, en los cuales el rol del factor subjetivo, es decir del partido revolucionario, es fundamental para crear una situación revolucionaria en la que se pueda plantear la lucha por el poder. No debemos olvidar que, como explicó Trotsky: “…lo que existe sobre todo, en nuestra época de capitalismo en putrefacción son situaciones intermedias, transitorias: entre una situación no revolucionaria y una situación prerrevolucionaria, entre una situación prerrevolucionaria y una situación revolucionaria o …contrarrevolucionaria. Son precisamente estos estados transitorios los que tienen una importancia decisiva desde el punto de vista de la estrategia política.” (*)
Desgraciadamente, el partido revolucionario, el factor más subjetivo de todos los que confluyen para la revolución socialista, y el más determinante, está enormemente retrasado, por la crisis del trotskismo de post-guerra. Esa crisis estuvo determinada por varios factores: la incomprensión de la situación a la salida de la II post-guerra; las derrotas de la lucha de clases en los últimos 40 años, y por el revisionismo que infectó las filas de la IV Internacional e impidió que el trotskismo se fortaleciera previamente al derrumbe del stalinismo.
Los últimos levantamientos populares son de menor radicalización en los métodos que los que caracterizaron los procesos revolucionarios del 2011 en adelante en los países árabes del norte de Africa y Medio Oriente. Pero hay que observar atentamente su dinámica, pues, dada la crisis que tiende a profundizarse, la burguesía no tiene margen para concesiones importantes. Hay que notar también que la clase obrera, en los últimos años no había aparecido como tal, organizada, centralizando y “acaudillando” la lucha de sus aliados populares. La ausencia de este factor fundamental, hace que los levantamientos populares no tengan la fuerza suficiente, la contundencia propia de la clase obrera, en su lucha contra el régimen. Esta situación parece estar revirtiéndose en el transcurso de los últimos meses con algunas huelgas importantes, aunque en la mayoría de los casos esas huelgas todavía no adquieren un claro carácter político, lo que impide que la situación en esos países trascienda claramente a “pre” revolucionaria. Sin embargo, hay que anotar claramente la aparición de uno de los elementos característicos de esa situación: “Los procesos que se desarrollan en las masas de la pequeña burguesía tienen una importancia excepcional para apreciar la situación política. La crisis política del país es, ante todo, la crisis de la confianza de las masas pequeño burguesas en sus partidos y en sus jefes tradicionales. El descontento, la nerviosidad, la inestabilidad, el arrebato fácil de la pequeña burguesía son signos extremadamente importantes de una situación pre-revolucionaria. Así como el enfermo que hierve de fiebre se acuesta sobre el lado derecho o sobre el izquierdo, la pequeña burguesía febril puede volverse a la derecha o a la izquierda. según el lado al que se vuelvan en el período próximo los millones de campesinos, artesanos, pequeños comerciantes, pequeños funcionarios franceses, la situación pre-revolucionaria puede cambiarse tanto en situación revolucionaria como contrarrevolucionaria.” (*)
Por otra parte, habiendo señalado la extrema debilidad histórica del partido marxista revolucionario, inexistente como tal ni a escala nacional (en la que sólo podríamos anotar la existencia de pequeños grupos) y menos que menos todavía como partido mundial, y por ello mismo, debemos recordar con Trotsky que: “Una situación revolucionaria se forma por la acción recíproca de factores objetivos y subjetivos. Si el partido del proletariado se muestra incapaz de analizar a tiempo las tendencias de la situación prerrevolucionaria y de intervenir activamente en su desarrollo, en lugar de una situación revolucionaria surgirá inevitablemente una situación contrarrevolucionaria.” (*)
Este es el gran hándicap que tiene la burguesía imperialista. Sin embargo, nadie podrá impedir que un pequeño grupo con una política correcta se pueda fortalecer ante cada uno de esos giros bruscos. Así como tampoco que enormes acontecimientos en el plano internacional, provoquen rupturas de sectores del centrismo hacia posiciones marxistas revolucionarias, que puedan confluir en un reagrupamiento internacional.
(*) citado de “Adonde va Francia”
Antonio Bórmida, 16/4/19