(Nota perteneciente a manifiesto internacional N° 4, PCO-CSR TOPO OBRERO-FSR)
Tras el triunfo del apruebo y de la convención constitucional hubo festejos populares en las calles. Amplios sectores de pueblo tienen la ilusión de que “ya se ganó” y que por delante sólo se trata de consolidar ese triunfo por medio de las elecciones de convencionales.
Pero la convención constitucional, como institución del régimen burgués, ya de por sí será establecida con una gran cantidad de limitaciones, a tal punto que se la considera “hecha a la medida de los partidos del régimen y de la Derecha”.
El acuerdo firmado por los partidos burgueses reformistas PS, Frente Amplio (con el apoyo extraparlamentario del PC), en el “Acuerdo por la paz…” contiene limitaciones muy importantes:
– La elección a la Convención será por el mismo sistema que las actuales elecciones burguesas (es decir por candidatos propuestos por los partidos existentes). Por los requisitos establecidos, es muy difícil la presentación de listas independientes.
– La Convención no será soberana, no podrá afectar los demás órganos del Estado, y no podrá decidir ni siquiera sobre sus propias normas, que estarían determinadas en la convocatoria.
– Las decisiones serán por quorum de 2/3, es decir, una minoría de un 1/3 tendrá derecho de veto.
– El Congreso actual, totalmente desacreditado y sin legitimidad, tendrá también que ratificar la constitución que saliera.
– Cualquier disputa sobre el acuerdo será dirimida por una comisión paritaria oficialismo – oposición, es decir, el gobierno de Piñera y la oposición burguesa que gobernó los últimos 30 años, tienen la última palabra.
–El acuerdo firmado establece, en el artículo 135, que el texto de la nueva constitución deberá respetar “las sentencias judiciales firmes y ejecutoriadas y los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”, tratados que aseguran las ganancias de las trasnacionales. Esto significa que, de respetarse ese acuerdo, estaría vedada la posibilidad de nacionalizar los recursos naturales o terminar con el sistema de AFP.
Es decir, lo más a “la izquierda” que podría dar la consulta popular de abril sería una Convención totalmente contenida y controlada en los marcos del régimen.
Las ilusiones de mejorar las condiciones de vida por la vía de introducir reformas por intermedio de las papeletas electorales se estrellarán contra estas primeras trabas. Pronto se entenderá que todo lo que se legisle que no le guste al régimen será vetado.
La democracia no es otra cosa que la dictadura del capital
El Estado burgués, y su sistema económico capitalista es una maquinaria de dominación al servicio de una clase minoritaria (la burguesía) que tienen en sus manos el poder económico, político y militar. Sin esta maquinaria no podría imponer su dictadura ni preservar sus intereses. Su dominación política se realiza a través del Estado. La Constitución, supuestamente es un pacto social entre las clases que componen la sociedad, pero su única finalidad es garantizar la propiedad privada de los medios de producción y establecer las “reglas del juego” institucional para los distintos sectores burgueses. De esta manera perpetúan su dominación generación tras generación. Mientras sus intereses de clase burguesa no sean cuestionados, ni las luchas rebasen el “estado de derecho”, el régimen “democrático” burgués es la norma predilecta de dominación. Pera cuando sus intereses se ven amenazados recurren al régimen dictatorial a través de un golpe militar.
En consecuencia, siempre que hablemos de democracia debemos agregarle quien la ejerce e impone, independientemente de los artilugios que se utilicen para vestirla de democracia a secas. Esto, no por ser elemental carece de importancia para desenmascarar a los sectores reformistas que manipulan los anhelos e ilusiones del pueblo, depositadas en una democracia burguesa que los excluye y oprime. Es legítimo preguntarse: ¿se podrá confiar en los mismos que se alternaron en los gobiernos, que legislaron para el gran capital y vendieron el país en estos 30 años? ¿Tendrán la voluntad política de irse contra sus amos, expropiaran a las empresas mineras que amasan fortunas con el cobre y el litio, pondrán fin a la depredación de la flora y fauna marina, detendrán a las empresas que contaminan el aire y el agua, nacionalizaran el agua? ¿Serán derechos garantizados la educación, la salud, la previsión social? Estas entre otras demandas y reivindicaciones de todo el pueblo.
La Convención Constitucional que invoca el “bien común”, “la voluntad popular”, a la “unidad del pueblo” no es otra cosa que un disfraz hecho a la medida para la continuidad de la dominación burguesa. Una versión más de “El gatopardo”, que en definitiva es la política de cambiar algo para que nada cambie. El “Acuerdo por la Paz…” que dio lugar al plebiscito y permitirá la elección de la Convención Constitucional, fue la salida del régimen que permitió que Piñera siga en el poder a pesar de la criminal represión con más de 40 asesinados, mutilados, torturados y abusados sexualmente por carabineros y el ejército, es decir, la más completa impunidad. El régimen sobre el que se sostiene el gobierno asesino de Piñera y que es sostenido por toda la burguesía, porque es el que defiende sus intereses de clase, intenta lavar sus culpas, maquillarse un poco, votando la acusación constitucional contra el ministro Víctor Pérez que, ante esta, renunció. Los parlamentarios quieren mejorar su imagen, restablecer en parte la confianza del pueblo en las instituciones, hasta que sea posible un recambio pacífico y ordenado por medio del proceso electoral. ¡Todo para que siga el mismo perro con otro collar!
Hay que tener presente que a pesar de las inmensas y cotidianas manifestaciones que de forma espontánea se masificaran por el país, en todas las muestras de heroísmo y sacrificio de un pueblo, no estaba la consigna asamblea constituyente como algo prioritario. Los partidos reformistas de diferentes colores PS, Frente Amplio y PC, propagandizaron insistentemente a la Asamblea Constituyente como salida salvadora y solución para todos estos males. Y a falta de otro programa, esa consigna empezó a ser tomada por amplios sectores del pueblo. El problema de quien convoca tiene mucha importancia para determinar el carácter de la misma. En el caso actual de la Convención Constitucional fue utilizado por el gobierno y los sectores reformistas para desviar la fuerza del estallido social hacia su terreno. Su objetivo no es otro que desmovilizar y retomar el control del país. La espontaneidad es el estado del despertar del movimiento de masas. Chile despertó, cierto. Pero recién empezó a abrir los ojos. Lo espontaneo tiene el mérito de ser el estado embrionario de lo consciente. Pero esa virtud es efímera si no avanza al estado consciente. Y la conciencia se hace concreta y se desarrolla siempre y cuando se asiente en la coordinación de organizaciones de lucha de la clase obrera y oprimidos de todo el pueblo, dispuestos a enfrentar el poder de la clase burguesa. Un salto en la conciencia se produce cuando la vanguardia obrera y popular entiende la urgente necesidad de levantar un programa y construir un partido revolucionario de la clase trabajadora.
Por ahora, la ideología burguesa expresada en el individualismo y el apoliticismo -que le es funcional por lo demás para mantener a una sociedad en el consumismo-, es lo predominante. Sin embargo, tras el estallido social hay visos de nuevos aires ya que la misma realidad empuja a cuestionar todo lo existente. Dicho esto, hay un evidente interés de mantener el estallido social como un fenómeno, es decir, algo episódico, circunstancial. Y tratan por todos los medios que no se vuelva a repetir y sobre todo que no se haga consciente. Por eso resaltan los medios de prensa de derecha el carácter transversal de la composición social de quienes protestan. Parten por desconocer que toda lucha, cuando abarca a las amplias masas, es política independientemente del grado de conciencia que como individuo se tenga. Y si esta vez la “clase media”, que puede mantener su estatus social, se sumó con la clase obrera y trabajadores del campo y la ciudad, ello es la expresión de una espontánea alianza de las clases explotadas y oprimidas por el régimen burgués, que todavía no se ha expresado conscientemente en un programa y organizaciones que reflejen fielmente esos intereses de clase.
Para liberarnos de toda explotación primero debemos estar conscientes que esta es una lucha de clases y en consecuencia hay que organizarnos como clase proletaria. La burguesía tiene por ahora el poder, lo que no es menor. También cuenta con la totalidad de los medios de comunicación y como si fuera poco con el servicio de los esbirros del capital elegidos con votos del pueblo, pero que legislan para sus amos capitalistas. Son los reformistas de siempre, el PS, el PC, partidos que otrora hablaban de socialismo y que hoy han traicionado a su base obrera. Los más recientes como el Frente Amplio fueron rápidamente cooptados por el sistema. La burocracia sindical es otro atolladero que debemos resolver para avanzar en la independencia de clase que nos permita avanzar hacia una Central Única de Trabajadores que tenga como base la Declaración de Principios de 1953. Debemos en consecuencia crear órganos de lucha potenciando todas las que han surgido del estallido, y al mismo tiempo recurrir a la memoria histórica retomando la experiencia de los Cordones Industriales, Consejos Territoriales, Comandos Comunales, etc.
Pero esto no basta. Los trabajadores y los jóvenes más conscientes tenemos que levantar un programa que exprese los intereses actuales e históricos de nuestra clase y organizar un partido revolucionario para llevarlo a la práctica en la lucha de clases impulsando una política de Unidad de Acción y Frente Unico Obrero, con la firme convicción de que la Revolución Socialista es la única alternativa para terminar con toda explotación y evitar la destrucción del planeta.
Solo con un gobierno obrero y popular se podrá:
- Tener un salario que cubra todas las necesidades de la canasta familiar. Tener pleno empleo repartiendo las horas de trabajo sin disminución salarial. Tener pleno derecho a sindicalización y derecho huelga. Derogar las normas de suspensión laboral.
- Poner fin a las AFP y crear un sistema jubilatorio solidario garantice una pensión mínima de $500.000.-.
- Nacionalizar los grandes grupos económicos, el capital financiero y las transnacionales. Nacionalizar la gran minería (cobre, litio, hierro, etc.) y todas las riquezas naturales, la tierra cultivable, los recursos pesqueros, los recursos forestales y el agua, y poner su explotación bajo el control democrático de los trabajadores.
- Nacionalizar los servicios básicos: la energía eléctrica, el agua potable y alcantarillado, el gas, los servicios telefónicos e internet.
- Terminar con la contaminación del aire, el agua y la tierra. En el marco de una economía socializada y planificada se podrá terminar con el flagelo de la contaminación que sufren las zonas de sacrificio como Quintero y demás.
- Se podrá garantizar el libre, gratuito e igualitario acceso a la salud y educación en cualquiera de sus grados.
- Se podrá garantizar el acceso gratuito a vivienda.
- Quedarán sin efecto todos los tratados de libre comercio suscritos a la fecha, desconociendo toda deuda externa, pública o privada. Se podrá imponer el monopolio estatal del comercio exterior.
- Se podrá reconocer el derecho del pueblo mapuche a la autodeterminación nacional.
- Disolver todo el aparato represivo Carabineros y las FFAA y reemplazarlas por las milicias obreras surgidas en el proceso revolucionario.
Si la mayoría del pueblo quiere realizar sus demandas fundamentales, pero todavía tiene ilusiones en los medios democráticos burgueses le diremos:
Que una Asamblea Constituyente, sea “libre y soberana”, quiere decir, que pueda ser libremente elegida, que las organizaciones de lucha obreras y populares puedan presentar sus candidatos para que puedan legislar a favor de los intereses obreros y populares. Y que para que estos se garanticen, el poder soberano debe estar en manos de los trabajadores y el pueblo oprimido. Mientras la burguesía tenga el poder del Estado, político y el militar, ninguna Asamblea Constituyente podrá imponerle nada. Lo que resuelva a lo sumo terminará como letra muerta en un papel.
Por lo tanto, para conquistar una Asamblea Constituyente, libre y soberana, hay que conquistar el poder.
¡Preparemos la caída de Piñera y su régimen burgués!
¡Por un gobierno provisional obrero y popular basado en sus organizaciones de lucha, que convoque a una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana!
Para imponer este programa hacen falta crear las organizaciones de lucha, coordinadoras obreras y populares, retomar la experiencia de los cordones industriales. Organizar piquetes de autodefensa para enfrentar las fuerzas represivas del régimen.
Y sobre todo hace falta organizar un partido dispuesto a llevar adelante este programa.