Análisis de los últimos acontecimientos
El 19 de noviembre Ucrania disparó por primera vez misiles de largo alcance suministrados por EEUU contra territorio ruso en la región de Briansk. Se trata de los misiles ATACMS que tienen un alcance de 300km. También lanzó varios misiles británicos Shadows.
Moscú ya había advertido que un ataque de este tipo convertiría a EEUU y demás potencias que proveyeran este tipo de misiles, en participantes directos del conflicto, entrando a una nueva fase de la guerra. Bastaron 48hs para que llegue su respuesta con el impacto de un misil balístico hipersónico en la ciudad ucraniana de Dnipro. El 26 de noviembre Ucrania volvió a lanzar misiles ATACMS sobre un aeródromo y un sistema de defensa antiaéreo, esta vez en la provincia de Kursk. El 28 de noviembre las fuerzas rusas respondieron con un “asalto masivo” de misiles y drones sobre plantas de energía eléctrica que dejó sin luz a un millón de personas. La escalada es un hecho. El vocero presidencial Dmitri Peskov declaró que Rusia está realizando máximos esfuerzos para evitar un conflicto nuclear. Por las dudas Putin ya estableció la “nueva doctrina” que permite responder con armamento nuclear a estos ataques.
Este permiso otorgado por EEUU puede tener distintos motivos más allá del oficial (la participación de tropas norcoreanas en el bando ruso): condicionar a Trump antes de asumir puede ser uno; disimular las debilidades ucranianas cuyas tropas se estarían derrumbando puede ser otro. Respecto de este último punto, EEUU viene presionando a Zelensky para que baje la edad de reclutamiento de 25 a 18 años.
También en el indo pacífico crecen las tensiones. La flota China tiene prácticamente cercado a Taiwán. EEUU ha ido concentrando casi toda su flota en esta zona, al punto de dejar al Mar Rojo provisoriamente sin portaaviones, (lo que permite suponer que el alto al fuego entre Israel y el Líbano fue previamente acordado entre el sionismo y EEUU que, si bien no paso ni un día para que el Estado genocida violara el pacto, ambas partes confirmaron que continúa). También realiza ejercicios militares conjuntos con Japón y filipinas y simulacros de ocupación de Taiwán. En islas de esos países cercanas a Taiwán está desembarcando tropas de infantería y está desplegando un sofisticado sistema de misiles que según la Casa Blanca “es un elemento clave de disuasión” pero que China considera naturalmente una amenaza y exige su retiro inmediato. El portavoz de defensa chino Wu Qian ha advertido “si los Estados Unidos y Filipinas insisten en el camino equivocado, China tomará contra medidas firmes”.
¿Cuál es la cuestión de fondo en el panorama mundial tras el triunfo electoral de Trump?
Mucho se especuló sobre el curso que tomaría la guerra en Ucrania si Donald Trump ganaba las elecciones. Él prometió que acabará con la guerra. Es obvio que es una posición que va en contra de los intereses que han dominado la política de los demócratas ¿se pueden tomar en serio sus promesas? han preferido no esperar para averiguarlo. Dos atentados en su contra durante la campaña y el permiso a Ucrania para usar misiles yanquis apenas después de su triunfo lo demuestran.
Pero ¿podemos creer los trabajadores que Trump sea un agente pacificador? No. Ni un instante. Es un burgués y representante político de un sector del imperialismo yanqui. Si realmente busca acabar la guerra en Ucrania es para poder concentrar las fuerzas contra China.
Lo venimos advirtiendo hace varios años, las contradicciones del capitalismo han conducido a una crisis que sólo puede encontrar salida a través de una guerra mundial, es decir, no es una crisis que se pueda resolver por meros medios económicos. La explicación en profundidad y los índices económicos que fundamentan esta perspectiva está en muchos de nuestros artículos (el último en LCO 76). Esta guerra, a pesar de que sea ocioso intentar predecir al detalle los agrupamientos, va a tener de un lado a EEUU y del otro a China, ya no pueden convivir pacíficamente, uno debe desplazar al otro para conquistar la hegemonía mundial.
Bajo este enfoque, la política de Trump para Rusia busca esencialmente lo mismo que la de los demócratas, aislar a China. La diferencia es que la gestión Biden lo ha buscado desgastando a Rusia mediante la guerra en Ucrania, mientras que al parecer Trump optaría por buscar un acuerdo diplomático con Putin, dejando la tarea de continuar la guerra a las potencias europeas, si ese acuerdo no llegara a concretarse.
Visto así parecen incluso políticas complementarias, primero desgastar para luego obligar a negociar. Pero el asunto es más complejo, por un lado, finalizar ahora la guerra en Ucrania implica la victoria de Rusia, es decir una gran derrota para la OTAN. Las potencias europeas saldrían muy debilitadas, por eso Francia e Inglaterra ya han dado un paso al frente en caso de que EEUU se retire de escena. Alemania sigue siendo la gran incógnita del panorama mundial, sus contradicciones internas le han dado una actitud vacilante, y aunque hasta ahora siempre se terminó subordinando a la OTAN es la única potencia que todavía no aprobó el uso de sus misiles Taurus por parte de Ucrania. Por otro lado, la guerra ha llevado a que Rusia y China estrechen los lazos aún más, al punto de que ya parecen inquebrantables.
Esta perspectiva a la que estaría apuntando Trump, es decir una alianza de EEUU y Rusia contra China, sería el único agrupamiento que teóricamente podría evitar la guerra mundial porque ese bloque concentraría el 90% del armamento nuclear, lo cual podría persuadir a China de que está ante una derrota segura y que se someta dócilmente al rol de semi colonia. Pero lo vemos improbable por dos razones, primero la alianza entre Rusia y China es muy sólida, sus intereses están fuertemente entrelazados.
La política arancelaria de Trump
El presidente electo adelantó que, tan pronto asuma el cargo el próximo 20 de enero, gravará con un 60% las importaciones procedentes de China, entre un 10 y un 20% las europeas y con un 25% las que provengan de Canadá y México.
Esta política proteccionista, defensiva, agudizará todas las contradicciones. Será solo un rodeo que terminará en el mismo camino hacia la guerra mundial que llevaban los demócratas. El capitalismo es un sistema mundial que ha vinculado a todos los países integrándolos en una división internacional del trabajo, pero lo ha hecho mediante la fuerza militar o económica, dividiendo a los países en dos tipos: países imperialistas dominadores y paises coloniales, semicoloniales e intermedios. El aumento de las tensiones militares es la manifestación de que las fuerzas productivas mundiales ya no se pueden contener dentro de esos moldes, que el mercado mundial resulta estrecho para las potencias económicas que se lo disputan. La política arancelaria agrava esa contradicción al fragmentar mucho más el mercado mundial.
La deuda global (pública y privada) es de 315 billones de dólares, superior al 333% de PBI [según datos del Global Debt Monitor del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF)], esto significa que se necesitarían más de 3 años destinando todo el valor de la producción mundial, solo a pagar deuda. Eso no ocurrirá, sino lo contrario: en algún momento esa burbuja se “pinchará” provocando otra gran depresión como la del 2008. Es una enorme burbuja de capital ficticio. Los aranceles son, en el fondo, otra traba para el ciclo del capital productivo mundial, su efecto será acrecentar la burbuja, acercando el momento de su estallido.
Haciendo a un lado las represalias económicas que aplicará China como respuesta, los aranceles de Trump serán un boomerang que golpeará a empresas estadounidenses y de países aliados, sea que estén instaladas en China o que fabriquen insumos para industrias chinas. También encarecerán significativamente productos básicos como alimentos, automóviles y bienes electrónicos en Estados Unidos. Esto podría obligar a la Reserva Federal a mantener las tasas de interés elevadas, encareciendo aún más el crédito para hogares y empresas.
Esta política de Trump permite analizar las tensiones que conducen a la guerra desde otro ángulo. Lenin en su folleto sobre el imperialismo polemiza contra el concepto de “ultraimperialismo” de Kautsky que afirma que el capital financiero mediante los monopolios permite planificar la economía a nivel mundial en una especie de gobierno mundial disminuyendo las tensiones bélicas. Lenin responde que es todo lo contrario, las burguesías se atrincheran en Estados, no solo para someter a la clase obrera, también para enfrentar a los Estados de otras burguesías cuando las trabas para acumular capital hacen imposible la convivencia. La política arancelaria y la guerra no son más que distintos niveles de ese conflicto entre Estados. Toda la situación actual y las políticas de todos los gobiernos imperialistas, por distintas que sean, son prueba de la corrección de las tesis de Lenin.
La guerra mundial es hija legítima del capitalismo
Cuando en 2019 predijimos la guerra en un plazo próximo (estimado en 10 años) nos basamos exclusivamente en el marxismo, (en las contradicciones del capitalismo en su fase imperialista, en la naturaleza de la crisis en curso y en el peso relativo y en la dinámica de cada potencia). Esto significa que es el capitalismo el que provoca las guerras mundiales. Es su hija legítima.
Pero no es un padre orgulloso, pretende negarle el apellido. En cada gran guerra la prensa toma cualquier aspecto secundario o hecho aislado para elevarlo al rol de causa fundamental. En la primera fue el asesinato del archiduque del imperio austro-húngaro, en la segunda los delirios de Hitler, ¡un atributo de la personalidad de un solo hombre les ha bastado para explicar la mayor matanza de la historia! Otras veces se pone el énfasis en quien tira la primera bomba o quien hace la primera ocupación, de manera que quienes responden, que por regla general son los incitadores de aquellas acciones, aparecen como héroes al rescate, defensores de la libertad, y otras farsas por el estilo. Si ya en la antigua Grecia los esclavistas explicaban la guerra de Troya por el secuestro de Helena y no por intereses económicos ¿Por qué no harían algo similar los explotadores modernos?
Cuando alguien dice preferir el capitalismo porque “garantiza la libertad”, o sea la libertad de explotar trabajo ajeno, tenemos todo el derecho a decirle que implícitamente también esta apoyando la enorme matanza que se está preparando. Que por la tecnología alcanzada será una guerra nuclear, de consecuencias impredecibles. Estamos en la fase imperialista del capitalismo, que es una época de crisis, guerras y revoluciones. No existe un capitalismo pacífico más que como fábula para mantenernos despreocupados. El capitalismo ha llegado a un punto que no puede continuar sin derramar océanos de sangre, ese es el capitalismo actual, existente, y no la idealizada imagen con la que nos lo pintan sus defensores.
Tampoco hay un capitalismo nacional que pueda acusar de únicos culpables a las potencias imperialistas. Como defensores del sistema que ha creado las condiciones para la guerra, sistema que funciona mundialmente, todas las burguesías y todos los partidos políticos de la burguesía, (si bien con grados de participación y responsabilidad muy diferentes), son operadores a favor de la guerra mundial en tanto sostienen y defienden el sistema que la ha engendrado. Ni hablar si integran uno de los bloques en la guerra.
La guerra será por definir el dominio de los mercados y las fuerzas productivas, por la hegemonía mundial capitalista. Toda otra explicación, todo intento de negar la paternidad capitalista de la guerra, es para engañarnos y para que apoyemos al bloque imperialista que integre la burguesía de nuestro país.
Prejuicios burgueses vs revolución
Cuando las burguesías se preparan para la guerra se atrincheran en su fortaleza que es el Estado. La guerra mundial implica la alianza de estados, la aduana es el arma para la guerra comercial como el ejército para la militar. Pero cada estado está compuesto por clases hostiles, la burguesía intenta conseguir el apoyo de gran parte de la población, o como mínimo inmovilizar a su clase antagónica, el proletariado. De ahí la propaganda a favor del patriotismo. La guerra imperialista es la política de las burguesías por sus intereses, y la desarrolla a costa de nuestras vidas, es SU guerra, no es NUESTRA guerra. Por eso “la derrota militar resultante del avance del movimiento revolucionario es infinitamente más beneficiosa para el proletariado y todo el pueblo que el triunfo militar garantizado por “la paz civil””. “El principal enemigo del pueblo está en su propio país.” Nuestra tarea estratégica es transformar la guerra imperialista en guerra civil por la revolución socialista.
Esto no se modifica para el caso de un Estado semi colonial que participa en un bloque de la guerra mundial, porque dentro de ese bloque defiende los intereses imperialistas de los Estados a los que está subordinado.
La inevitabilidad de la guerra se debe a que lo único que podría impedirla es la revolución socialista que para realizarse requiere de un partido revolucionario, factor inexistente en todo el mundo. Argentina es uno de los países que tiene los partidos más grandes que se reclaman del trotskismo, agrupados en el FITU, si bien no dirigen muchos sectores importantes de la clase trabajadora son reconocidos como una oposición de izquierda. Ahora bien, estos partidos se han adaptado plenamente a la democracia burguesa y sus instituciones. Orientan su política en torno al voto y para ser una fuerza dentro del capitalismo. Por esto su militancia está impregnada de una psicología que capitula al sentido común del mal menor y al estado de ánimo de las masas. En vez de enfrentar esos prejuicios con una posición principista, se adaptan a su atraso, según ellos es “una táctica para no quedar aislados”. Por este motivo es presumible que cuando estalle la guerra mundial estos partidos serán arrastrados al apoyo de uno u otro de los bandos beligerantes o por una política pacifista pequeñoburguesa como ocurre ahora en la guerra de Ucrania.
La guerra será una prueba de fuego para el programa de los partidos y para el temple de su militancia. Solo los partidos que sepan nadar contra la corriente conservando una posición intransigente a favor de la independencia de clase durante esa primera etapa podrán aspirar a dirigir las masas cuando sobrevenga la resaca luego de la borrachera patriótica. Las calamidades de la guerra agudizaran las contradicciones de clase dando lugar a situaciones revolucionarias en todo el mundo, pero aprovechar esas situaciones dependerá de la formación del partido y de la corrección de su política.
Nuestro partido, aunque pequeño, se viene preparando hace tiempo para que la situación no lo agarre desprevenido, con la convicción de que seremos parte del reagrupamiento revolucionario nacional e internacional que se producirá en los momentos previos y durante el duro transcurso de la guerra. Solo el socialismo puede evitar que el capitalismo arrastre a la humanidad a la barbarie y a decir verdad nunca estuvo tan cerca de lograrlo como ahora. Ya es momento de despertar y luchar por el socialismo antes de que sea demasiado tarde.
Joaco, 2/12/24