Finalmente, después de reunirse con diputados y senadores propios (LLA) y aliados (PRO), Milei confirmó el veto a la ley aprobada en el Congreso, que modificaba el régimen de movilidad jubilatorio. No era gran cosa. Hablando en plata, serían entre 14 y 20 mil pesos más que iban a recibir los jubilados. Hasta ahí le dio a la oposición (kirchneristas y radicales) para hacer un poco de demagogia electoralista. Pero, aunque era una migaja, Milei procedió a vetarla argumentando que esa plata era un “gasto exorbitante” que afecta el equilibrio fiscal, por lo que obligaría al gobierno a emitir o aumentar impuestos.
El gobierno deja en evidencia su carácter de clase cuando ha rebajado el impuesto a los bienes personales que pagan los ricos y a partir de este mes se recortó también un 10% el “impuesto país”, favoreciendo las ganancias de los importadores, mientras reduce a límites insostenibles la jubilación mínima, que (con un bono que en cualquier momento puede dejar de pagar) no llega a $300 mil.
Como se ve, no es que el gobierno no pueda permitir ese aumento miserable a los jubilados, sino que no quiere, ya que los jubilados a quienes siempre se refiere con desprecio (los ha llamado “viejos meados”) no tienen, por obvias razones biológicas, suficiente capacidad de movilización. Aun así, en la reciente protesta contra el veto presidencial, la guardia de infantería cobardemente los reprimió sin miramientos.
También queda claro a que sectores capitalistas el gobierno de Milei quiere favorecer, al haber jugado todas sus cartas a favor de la sanción en el Congreso (dentro de la Ley “Bases”) el régimen de incentivo para las grandes inversiones (RIGI). Este régimen especial por el cual se reducen los impuestos y le otorgan otras facilidades especiales, está dirigido a los grandes grupos capitalistas internacionales dedicados a la explotación minera y petrolera.
Las reformas (reaccionarias) estructurales -jubilatoria y laboral– que están ya siendo tratadas en la respectiva comisión del Congreso (que se suman a las ya aprobadas en la Ley “Bases”) contemplan un aumento de la edad jubilatoria hasta los 75 años y la extensión de la jornada laboral hasta 12 hs. Es por eso que, en la reunión del día de la industria, la gran patronal aplaudió a Milei. En su discurso el “libertario” reconoció que “vinimos a achicar el Estado para agrandarle el bolsillo a Uds”, siempre y cuando sean competitivos y no necesiten los subsidios del Estado para producir.
Mientras tanto, las Pymes -cuya producción ha caído casi 20% en lo que va del año- están cerrando o despiden o suspenden, y algunas empresas extranjeras se retiran del país dejando el tendal de trabajadores en la calle.
Es decir, los “ajustados” somos los trabajadores, los jubilados, el pueblo pobre en general. Por ese ajuste también se están viendo afectadas las empresas que producen para el mercado interno, que se hundió en el pozo de la pobreza de los trabajadores y de amplios sectores de clase media que achican gastos.
Que lo de la casta era un verso, también es cada vez más evidente. Milei, Karina, los Caputo, Villarruel, Francos, etc., son una nueva casta que negocia y acuerda con la vieja casta del PRO, de los radicales, del peronismo. Ahora rosquean abiertamente la designación de Lijo y Ramos Padilla como jueces de la Corte Suprema, para garantizarse que, por las disputas inter-burguesas, las leyes que quiere el gobierno no sean bloqueadas en la máxima instancia judicial. Una Corte mayoritariamente adicta también garantiza impunidad. Junto con el manejo de la SIDE, son elementos de fuerte presión que servirán para conseguir algún voto favorable en el Congreso, so pena de persecución judicial o escarnio público en base a los “carpetazos” provistos por los servicios de inteligencia.
Las denuncias contra Alberto Fernández y el enojo con los senadores cuando se aumentaron los sueldos a $9 millones, siendo repudiables ambos casos, sirven de fuegos de artificio para mantener la expectativa en el gobierno.
Sin embargo, la visita de varios diputados a los represores presos de la dictadura del 76, con los que se sacaron fotos, detonó la interna de LLA y agravó las tensiones entre Milei y Villarruel, al dejar al descubierto las negociaciones para el pase a prisión domiciliaria e inclusive el indulto de los condenados por los crímenes aberrantes contra la clase obrera y el pueblo. Al parecer, no fue solo Paolo Rocca (Techint) y Eurnekián los que pusieron plata para Milei. También los represores (con Alfredo Astiz a la cabeza) financiaron la campaña de los “libertarios” e incidieron en la designación de Villarruel como vicepresidente.
Paralelamente, uno de los principales “caballitos de batalla” del gobierno, el superávit fiscal, a cada rato hace agua, sea porque hay que pagar algun vencimiento de deuda, o porque -con la depresión económica- se cayó la recaudación. Mientras que, en el Banco Central, las reservas son cada vez más negativas. Ahora al bajar el “impuesto país” seguramente van a aumentar las importaciones, con lo cual van a cerrar más Pymes (calculan alrededor de 12 mil para este año), y los importadores van a demandar más dólares. Caputo anda mangueando dólares prestados por todos lados y pone como garantía (a escondidas) buena parte de las reservas en oro, mientras ruega por un buen resultado del “blanqueo”. El gobierno rasca el fondo de la olla y le prende velas a la elección de Donald Trump. Una serie de factores circunstanciales favorecieron una baja importante en el precio del dólar “blue” y los dólares financieros. Pero hay que ver si puede llegar con este valor del dólar hasta el 2025 y con las reservas suficientes para afrontar los pagos de las deudas que se empiezan acumular el año próximo. El gobierno juega a los dados en el borde de un abismo económico y social.
El margen de tolerancia obrera y popular se va achicando, en la medida en que es cada vez más dificil vivir. La inflación de agosto estaría alrededor del 4%. De estancarse en ese piso habría que ver que efecto tiene sobre el sector de la población que todavía tiene expectativa en el gobierno. Los salarios -que fueron “licuados” por la inflación de Massa y de Milei- de los trabajadores privados siguen planchados, y el gobierno pretende ponerle un tope del 2% a los salarios estatales y bajar ese porcentaje hasta congelarlos en los últimos meses del año. Entre los trabajadores, empezó a pesar más la preocupación por perder el empleo que el índice de la inflación, porque esta última, siendo todavía alta- está a un nivel más tolerable, mientras que aumenta la cantidad de despidos y cierre de fábricas.
A medida que pasan los meses y no hay recuperación a la vista, la inquietud en la clase trabajadora va en aumento. Pero la CGT, ha capitulado totalmente y solo negocia que no le toquen el sillón y la caja. Inclusive la supuesta “ala dura” de Moyano se fue al maso. Lo mismo las CTA que se dedican a darle aire al kirchnerismo y pretenden que aguantemos a este gobierno hasta el 2027. Tenemos que sacarnos de encima a la burocracia, cómplice de las patronales y los gobiernos. No podemos seguir esperando nada de ellos ni seguir pidiéndole paros como hace la izquierda. Está visto que la unidad de acción con algun sector de la burocracia por ahora es solo una excepción. La dirección de izquierda de Aten capital de Neuquén, por ejemplo, crea falsas expectativas en el ala Moyano de la burocracia sindical. La unidad de acción o el apoyo tiene que ser con medidas de lucha efectivas. Una foto con un cartelito solo sirve para lavarle la cara a un sector de la burocracia.
Tenemos que organizarnos desde la base, en agrupaciones clasistas, es decir, que sirvan para preparar la lucha, y que sean independientes de las patronales, los gobiernos y de todas las alas de la burocracia sindical. En la medida que haya condiciones, impulsar asambleas para resolver las medidas de acción, que siempre que sea posible deben ser coordinadas con otros sectores en lucha.
La experiencia que vamos haciendo con este gobierno, e hicimos con los anteriores nos tiene que llevar a reflexionar y a sacar conclusiones. No podemos volver a caer en partidos que demostraron en el gobierno que son también patronales y ajustadores de los trabajadores. Que solo son “populares” cuando la economía anda bien y hay “viento de cola” en el ámbito internacional. Pero cuando el capitalismo vuelve a su situación “normal” de crisis y decadencia ajustan como el mejor -como en el gobierno pasado de AF-CFK y Massa- o son cómplices del ajuste, lo dejan correr como hacen ahora el peronismo K y no K, y sus burócratas sindicales.
Eso ocurre porque lo que ahora le llaman “la casta”, no actúan por su propia cuenta, son los representantes políticos de la clase capitalista. Los capitalistas -una minoría de la sociedad- son la clase dominante, porque gracias a nuestro trabajo son dueños de los medios de producción. Cualquier obrero se da cuenta, hasta cuando hay un simple paro, que si el obrero no trabaja el patrón no gana. Y como ha dicho abiertamente Milei, los despidos y la rebaja salarial en el Estado es para agrandar “los bolsillos” de los capitalistas. Es decir que el capital acumulado de los patrones son las ganancias que obtienen de nuestro trabajo. Estos capitalistas nacionales y extranjeros, que son los verdaderos dueños del circo, a veces usan tal o cual partido político según sus necesidades. Estas necesidades no son solamente económicas, sino que dependen también de la situación política. Cuando hay un ascenso de las luchas de los trabajadores y el pueblo que pone en riesgo sus intereses apelan al ala “populista”. Con el kirchnerismo los capitalistas “la levantaron con pala” y además fueron “pagadores seriales” de las deudas con el capital financiero privado y el FMI. Cuando en lugar de viento de cola se produjo la crisis, llegó la hora del ajuste y después de pasar por los tibios intermedios de Macri y Alberto Fernández-CFK-Massa, pusieron al loco de la motosierra, dispuesto a cortarnos en pedazos para salvar las ganancias de los más grandes capitalistas.
La conclusión es simple. Capitalistas y trabajadores son clases opuestas y antagónicas. Sus intereses no se pueden conciliar, y en el marco de la crisis del capitalismo a nivel mundial, si no lo entendemos estamos fritos. La solución también es simple, aunque sea difícil de hacer. Para salir de la miseria y terminar con la explotación y todas las injusticias y corrupción del capitalismo, debemos luchar por instaurar un Gobierno de Trabajadores que expropie a los capitalistas y planifique la economía en beneficio del pueblo trabajador.
Al expropiar los medios de producción y de cambio (las fábricas, las tierras, el transporte, las grandes cadenas de distribución comercial, los bancos) los trabajadores solo estaríamos recuperando lo que es fruto de nuestro trabajo. Con ello podríamos tener un salario que como mínimo cubra la canasta familiar, recuperar las empresas cerradas y un plan de construcción de viviendas hospitales y escuelas con lo que se garantizaría la plena ocupación. No hay otro camino. Y para recorrerlo tenemos que organizar un Partido de Trabajadores dispuesto a luchar por la revolución socialista en el plano internacional. Sumate a La Causa Obrera para luchar por construirlo.
6/9/24