A partir del viernes 15 de septiembre, decenas de miles de trabajadores de tres de las más grandes empresas de automóviles (GM, Ford y Stellantis), reunidos en el sindicato de la UAW (United Auto Workers), fueron al paro. Los trabajadores vienen perdiendo una serie de conquistas salariales y beneficios desde la crisis del 2008. A medida que la tasa de ganancia capitalista empezó a decrecer, las patronales acudieron a la primera variable de ajuste que es el salario de los trabajadores, a la par que el Estado salía en rescate de estas (por ejemplo, con la crisis del 2008, la Casa Blanca se convirtió en el mayor accionista de General Motors).
El pliego de reivindicaciones del sindicato reclama: aumentos del 36%, pase a planta permanente de los contratados, mejoras en las condiciones de jubilación, pero fundamentalmente, plantea la discusión de cómo se desarrollará la construcción de los nuevos autos eléctricos. Por un lado, está el tema de cómo se distribuirán los subsidios que recibirían “Las Tres Grandes” por parte del gobierno para construir este tipo de vehículos, y por otro la preocupación por los puestos de trabajo, ya que con la nueva tecnología se prescindiría de un 30% de la fuerza de trabajo. Encima las patronales están construyendo plantas de baterías en las cuales contratarían trabajadores por fuera del convenio de UAW, con lo cual el sindicato perdería un número importante de potenciales afiliados.
La base, la nueva dirección de la burocracia y el potencial de la lucha
Esta huelga es parte de un proceso de ascenso de las luchas reivindicativas en EEUU, en el marco de una creciente inflación que carcome los salarios. Al proletariado industrial se le suman los trabajadores gastronómicos y de las empresas hoteleras que bajo la consigna #OneJobShouldBeEnough (un trabajo debería ser suficiente) hace unos pocos días se declararon en huelga. También la lucha de los trabajadores de la “industria del entretenimiento” que dieron una dura pelea que duró meses. Cabe mencionar también el proceso de sindicalización entre los trabajadores de las empresas de software que viene en aumento.
El ascenso en la lucha de clases, explica en buena medida porqué tiene tanto apoyo la huelga en la población trabajadora y la clase media. Y es por eso mismo que tanto Biden como Trump tuvieron que pronunciarse sobre la huelga. El propio Biden en un acto de demagogia demócrata fue a un piquete y habló (¡87 segundos!) por megáfono declarando su simpatía por la huelga. Es que la crisis económica se ha convertido en elemento central de la campaña electoral del 2024. Ambos con matices, han dejado en claro que su principal objetivo es poner fin rápidamente a la huelga para evitar que se haga más grande y más “perturbadora” para la economía. Las “Tres Grandes” junto con la industria que gira alrededor de las automotrices, mueve el 3% del PBI.
La Unión Auto Worker agrupa a 146.000 trabajadores y está dirigida por Shawn Fain, quien llegó a la conducción recurriendo la justicia burguesa, luego de que la anterior dirección sindical -muy desprestigiada luego del despido de 50.000 trabajadores temporales (2019) en General Motors- fuera desplazada por malversación de fondos. Apenas llegó a la conducción del sindicato, Shawn Fain había declarado en claro guiño amistoso con el gobierno y las patronales que: “Nuestro objetivo no es hacer huelga. Nuestro objetivo es negociar buenos acuerdos”.
En vez de declarar el paro total en todas las plantas, la burocracia sindical justifica con supuestos objetivos tácticos la realización de “un plan de lucha progresivo” por el cual solo participa el 20% de los miembros del UAW, pero la realidad es que temen que la movilización de la base se salga del control del aparato sindical. Mientras tanto la burocracia negocia de manera separada con las tres patronales, de las cuales informa solo generalidades a los trabajadores.
Por lo que puede apreciarse en videos e imágenes, luego de dos semanas de huelga, los trabajadores permanecen firmes en la lucha y participan de los piquetes, pero el conflicto lo dirige la burocracia.
Nosotros desde Argentina estamos lejos como para palpar el estado de ánimo de los trabajadores, y lo cual es indispensable para proponer una política lo más acertada posible para que la lucha triunfe. Pero al ver los elementos más generales de la situación, nos damos cuenta que con esos dirigentes sindicales no van a llegar muy lejos. Pensamos que, si los trabajadores quieren ganar, deben pasar por arriba a la burocracia, convocar a asambleas de base que elijan representantes y coordinar la lucha entre las tres empresas (que nuclean varias fábricas) de manera independiente de la burocracia. Es el primer paso para poder dar una lucha que lleve al triunfo.
Si bien la huelga es reivindicativa, principalmente salarial, es un proceso muy interesante que está dando la clase trabajadora estadounidense y que puede contagiar a los trabajadores de la industria autopartista de México, que ya empieza a sentir la falta de producción y que vienen de otra experiencia importante de lucha reciente. Esta situación genera un gran problema para la burguesía imperialista yanki, ya que le abre un frente interno en el medio de la agudización de las tensiones con China y Rusia.
Adrián Álvarez