El domingo a la noche, cuando se conocieron los resultados parciales de las elecciones PASO, una extraña sensación de incredulidad, primero, sorpresa después, dejó estupefactos no solo a muchos militantes y simpatizantes de los partidos de izquierda, sino a los dirigentes de todas las coaliciones políticas y al periodismo y a una gran parte del pueblo, en general.
Se pensaba que según las encuestas Milei podría sacar un 20% de los votos ubicándose tercero debajo de JxC y UxP. Pero nadie calculó que podría salir primero con un 30% de votos superando a Bullrich y a Massa. Para nosotros la sorpresa fue mayor cuando se conoce que Milei ganó en las provincias pobres y en los barrios obreros y populares, en donde siempre ganaba el peronismo. Al revés de lo que dijo la vocera presidencial Cerruti -cuyos rasgos faciales se endurecen cada día más- no lo votaron a Milei los que no tienen ninguna necesidad, o por lo menos no solamente estos, sino los que más “necesidades insatisfechas” tienen, los más pobres, muchos trabajadores y también pequeños comerciantes, que ya probaron con el macrismo y volvieron a probar al peronismo y se sienten defraudados por ambos frentes patronales.
Un porcentaje importante de los votos de Milei sabe muy bien lo que vota. En su búsqueda de alguna solución milagrosa fueron más a la derecha que cuando votaron a Macri, y eligieron a Milei, al que le ven mayor decisión para cumplir con el “todo o nada” prometido por Bullrich, pero incumplido durante el gobierno de Macri. Con Massa pegado a CFK y Bullrich pegada a Macri, lo único nuevo resultó Milei. Pero no lo votaron solamente por “nuevo”, sino por algunos de los ejes de su campaña que pegaron de lleno y masivamente en la población: Dolarización para terminar con la inflación para siempre; ajustar a “la política” y a todos “los vagos” (piqueteros y empleados estatales) y “corruptos” que viven del Estado, para terminar con el déficit fiscal que pagan los que trabajan.
Otro sector más joven lo voto a Milei sin conocer a fondo sus “propuestas”. Por “bronca” contra la situación actual de miseria y desesperanza, y contra los políticos que son “una casta” privilegiada y responsables de los problemas que crean un profundo malestar social. Es evidente que una parte de ese voto lleva implícita una confusión de ideas, ya que a ese sector Milei le dedica en su arenga demagógica el grito de “que se vayan todos”, emulando el 2001 pero con un programa de salida a la crisis de ultraderecha.
Según los resultados de las elecciones cerca del 35% del padrón no fue a votar, votó en blanco o anuló. Son alrededor de 13 millones de votos. Es un récord de inasistencia en las PASO desde que existen. En los 24 partidos del GBA la participación fue del 65,4% y el voto en blanco y anulado fue del 10%. En el departamento Rosario el 67% fue a votar y cerca del 7% hubo entre nulos y blanco. Esta actitud, que es un claro síntoma de repudio al régimen político en su conjunto, hubiera sido la noticia principal si Milei no hubiese salido primero.
Menemismo recargado
La propuesta de Milei retrotrae más drásticamente a la época de Menem-Cavallo, a los que el mismo Milei ha considerado el mejor equipo de gobierno de los últimos tiempos. Algún votante de Milei nos podrá decir que durante el gobierno de Menem-Cavallo se terminó con la inflación. No se terminó, pero efectivamente se la redujo a un mínimo nivel. Pero como esto se hizo con un mecanismo monetarista burgués, las consecuencias se empezaron a sentir cada vez más fuerte a medida que transcurría el gobierno de Menem, hundiendo a las Pymes que con el tipo de cambio 1 a 1 no podían competir con los productos importados provenientes de empresas imperialistas o de mayor productividad industrial. En pocos años, la hiperinflación se transformó en hiperdesocupación. Y como De la Rúa mantuvo la convertibilidad el régimen político y económico terminó estallando en el 2001, con la caída del gobierno de De La Rúa y la crisis del régimen “democrático”-burgués al cual le costó 5 presidentes y 35 asesinados (o más) encontrar una salida que reencausara la movilización popular en los cauces electorales.
Las consecuencias de la dolarización serían las mismas o peores que las del gobierno de Menem-Cavallo, si es que efectivamente se pudiera y se quisiera dolarizar: habría una gran devaluación y los trabajadores seríamos pobres cobrando en dólares. Algunos inconscientes creen que cobraríamos lo mismo que cobramos en pesos, pero en dólares. Olvidan que la convertibilidad de Menem-Cavallo se pudo hacer después de la hiperinflación del gobierno de Alfonsín y su continuidad durante los primeros dos años del gobierno de Menem. Si se quisiera dolarizar ahora, por ejemplo, los economistas calculan que sería a un tipo de cambio de $12mil por dólar. Es decir, que si un trabajador cobra supongamos $240 mil, no va a cobrar 240 mil dólares sino 20 dólares mensuales.
Pero, además ¿adónde irían los empleados del Estado que Milei dice que sobran y los actuales desempleados, si con la dolarización se cerrarían muchas empresas? Milei especula que vendrían empresas extranjeras a aprovechar los bajísimos salarios para hacer grandes ganancias, con empleados trabajando como los asiáticos por un plato de arroz y sin ningún derecho laboral o social. Es decir, se presenta un panorama trágico para los trabajadores: caer en la desocupación o en mayores niveles de pobreza y precarización. Algunos compañeros dirán: pero si ya estamos viviendo así. Es verdad, pero si estamos con el agua al cuello, la salida no es hacerle más agujeros al barco.
Esos agujeros -entre otros que serán arrasados- son los derechos a la salud y la educación, ya que Milei promete privatizarlas y arancelar las universidades, cerrar el Conicet, y otras perlitas de barbarie liberal como esas: los derechos laborales, la eliminación de la indemnización por despido y accidentes laborales, la reprivatización del sistema jubilatorio, etc.
Con el argumento de que ahora estamos oprimidos por el Estado, Milei quiere que seamos esclavos del mercado. Pero el Estado que nos oprime es un estado capitalista, que funciona para asegurar las ganancias que los empresarios realizan en el mercado, dejando solo migajas para mantener un sistema social que flota entre la pobreza y la indigencia tratando de evitar que se desate la insurrección obrera y popular. Terminar con el Estado para caer en la dominación del mercado es saltar de la sartén al fuego. Lo que necesitamos los trabajadores es instaurar un Estado Obrero, manejado por los trabajadores, para que la riqueza que producimos con nuestro trabajo mejore nuestras vidas, en lugar de engordar los bolsillos de los insaciables chupasangres, los empresarios, sus funcionarios políticos, jueces, militares y curas.
Los candidatos: un tren fantasma capitalista
Después de salir airoso de las PASO, Milei empezó a ser requerido en todos los programas de todos los medios, y viendo que sus propuestas eran aceptadas por una mayoría social, habló sin tapujos, exponiendo la brutalidad antiobrera y antipopular de su programa, el cual no tiene otra forma de imponerse que a través de un régimen dictatorial. Por eso su candidata a vice Victoria Villarruel es hija y nieta de militares y defensora de los milicos que impusieron la dictadura sangrienta de 1976. Abiertamente anuncia su alineamiento con EE-UU y el sionismo israelí, en oposición a los acuerdos que hizo Massa con China y Catar, no por ideología aniimperialista, sino al revés, por desesperación para pagarle al FMI y honrar el apoyo que le da el gobierno yanki.
Patricia Bullrich no es mejor, y ya estuvo como ministra durante el gobierno de De La Rúa y en el gobierno de Macri. Promete mano dura contra los delincuentes, pero también contra las movilizaciones por reclamos laborales y sociales. Vendrá a cumplir el programa de Macri, quien dijo que haría lo mismo, pero más rápido, lo cual fue sintetizado por Bullrich en su “todo o nada”, es decir que habría reforma jubilatoria, reformas del Estado y reforma laboral como las que quería imponer Macri en beneficio de los empresarios y el imperialismo, pero que no pudo por las luchas de la clase trabajadora y el pueblo.
Ahora, tras la indignación que causó entre sus adherentes el triunfo de Milei, el peronismo quiere presentar a Massa como un “mal menor”. Pero ya vemos como devalúa cediendo a las imposiciones del FMI.
Adaptándose a la oleada de votos a la derecha, Massa les dijo a los docentes que “se acabó la joda de hacer paro por cualquier cosa”. Justo cuando la burocracia de Baradel-Alesso, es la que menos paros le hizo al gobierno de Alberto y Cristina. Es evidente que se está refiriendo a la oposición multicolor, prometiendo tácitamente descuentos y represión como hizo sus estrechos aliado Sáenz en Salta y Gerardo Morales en Jujuy. La “izquierda” de UxP está borrada. Grabois al terminar las PASO prometió que él y sus seguidores van a militar la candidatura de Massa. “Cristina no está y Máximo debe estar en Holanda”, dijo Dady Brieva en televisión, reflejando su desazón por la olímpica borrada de los principales dirigentes kirchneristas, dejando terreno libre para que Massa haga lo que tenga que hacer.
Milei sintiéndose ganador, apunta a ganarle votos a Bullrich, porque ya es conocida y fue ministra de gobiernos “fracasados”; la califica como “menos que una segunda marca” liberal y llama a sus electores a que voten por “el original”. Otra estocada en el mismo sentido ha sido su anuncio de que si gana Macri sería su “representante” ante los inversores en todo el mundo, para arrastrar a su favor votos macristas.
Massa representa la bancarrota del gobierno peronista-kirchnerista, de la cual han desaparecido sus principales responsables Alberto y Cristina, siendo ahora “el compañero Sergio”, la tercera pata del ex Frente de Todos, un presidente de hecho, el único que se aferra al timón en medio de la tormenta.
Está visto que Bullrich, Macri y Milei son del mismo palo. Pero la responsabilidad de que en barrios obreros y populares haya habido tantos votos a Milei es del gobierno actual, de CFK, Massa y Alberto Fernández. Evidentemente el primer responsable es el kirchnerismo que viene haciendo este desastre, ajustando y hundiendo a los trabajadores en la pobreza, en nombre de “la izquierda” del peronismo. Ningún trabajador o sus hijos estudiantes pueden votar por ninguno de estos candidatos que representan a los empresarios, banqueros, terratenientes, al capital financiero internacional y al imperialismo en general.
¿Y el FITU?
El PTS (ganador de la interna del FITU) viene haciendo ese balance. Pero no explica por qué razón los 6 millones de votantes que rompieron con el peronismo fueron a parar a la ultraderecha o a la abstención y no a “La Izquierda”, como ellos mismos se autotitulan.
Si la principal candidata del PTS y el FITu, Myriam Bregman, hace años que vienen forreándole al kirchnerismo, nunca puede atraer a los jóvenes que votan contra “el sistema político”.
Pero, además, al revés de lo que hace Milei que defendía apasionadamente en los medios masivos sus ideas anarcocapitalistas, la izquierda que se reivindica trotskista de la boca para adentro es incapaz de ser consecuente en la defensa de su programa, aun después de haberlo rebajado a la categoría de centrista. Milei defendió rabiosamente al capitalismo ultraliberal, pero el FITU no hizo lo mismo con la necesidad de la revolución socialista.
Mientras que Milei planteaba discusiones de fondo sobre que “sistema” implementar para salir de la crisis actual y decía, por ejemplo, que «existen solamente dos sistemas: el liberalismo y el comunismo, y cualquier solución intermedia es inestable y tiende al comunismo”, dejando servida una gran oportunidad para explicar los fundamentos del socialismo y el comunismo y porque la “solución intermedia” kirchnerista nos hundió en la pobreza, el FITu hacía campañas con reivindicaciones parciales y slogans marketineros como “levantá la izquierda” o votá a “la izquierda que se planta”. Frente a la demagogia “antisistema” de Milei, los candidatos del FITu parecieron “socialistas de salón”.
Milei hizo eje en parar la inflación y Bullrich contra la inseguridad daban respuesta por derecha a dos de los problemas que agobian al pueblo. Pero el FITU no supo cómo responder a estas cuestiones centrales. Pusieron el eje en el reparto de las horas, un punto programático que actualmente no es la mayor preocupación de los trabajadores, y le esquivaron el bulto al problema de la inseguridad y el narco que son una tragedia en los barrios populares.
Reiteradas veces desde nuestro periódico insistimos que, si no se plantea la organización de la autodefensa contra la delincuencia y el narco, entregábamos a los trabajadores de los barrios pobres arrasados por la inseguridad a los brazos de la derecha. Pero el PTS con su adhesión al “antipunitivismo” es decir, en contra de aplicar penas de prisión a los delincuentes, sin explicar cómo tiene que hacer un trabajador en un barrio para defenderse de los robos y los narcos, navega políticamente en la estratósfera. Los demás partidos del FITu por puro oportunismo repiten las letanías “democráticas” (elección de los jueces y comisarios) que son absolutamente impotentes para resolver la situación.
A diferencia de la respuesta monetarista burguesa de Milei para frenar la inflación, que provoca recesión o despidos masivos, nosotros planteamos que la inflación tiene su raíz en el carácter semicolonial de la estructura económica nacional. La expropiación y nacionalización de las tierras más productivas por parte de un Estado Obrero permitiría un ingreso de 50 mil millones de dólares. Rechazando pagar la deuda externa y la interna (salvo a muy pequeños ahorristas), y expropiando las principales industrias se puede impulsar la planificación de la economía y el desarrollo industrial, eliminar los subsidios y las ganancias que ahora se embolsan los capitalistas, y repartir las horas para que trabajen todos con un sueldo digno que como piso cubra la canasta familiar total
¿Y ahora, qué hacemos?
Con la devaluación que Massa ya tenía arreglada para después de las PASO, la situación de los trabajadores y los más pobres se está agravando de manera acelerada y angustiante. Empezaron a sucederse conatos de saqueos en barrios muy pobres de Mendoza, Rio Cuarto, Neuquén y ahora empiezan a extenderse en barrios del gran Buenos Aires. Cuando el hambre aprieta la situación se vuelve insoportable. Ya sucedió en otras crisis anteriores (1989 y 2001). Cuando no queda otro recurso “el saqueo” es una expropiación justificada. De los daños a los pequeños comercios los tiene que indemnizar el gobierno que es el principal responsable de esta situación. Pero estas acciones de desesperación, que calman el hambre de algunas familias por una semana no son una solución.
¿Qué podemos hacer?
El primer error es creer que podemos resolver algo participando en las elecciones y votando a un candidato para que no gane otro, siguiendo el cuentito del “mal menor”. Aun los que piensan que hay que votar a la izquierda sabrán que ese voto no va a definir nada, y una parte seguramente se va a orientar a votar “contra” Milei y Bullrich, como en Chile votaron contra Kast y en Brasil contra Bolsonaro, o en EE-UU que llamaban a fiscalizar los votos de Biden. Tal vez no lo vayan a decir abiertamente, pero en sus políticas internacionales ya han sentado antecedentes y con esa política oportunista educaron a sus seguidores. El problema es que hay que ser muy miope para no darse cuenta que Massa también es “la derecha”.
Tanto Milei como Bullrich y Massa son “la derecha” porque todos coinciden en imponer un ajuste y mantener a rajatabla los pagos de la deuda al FMI a costa del sacrificio de los trabajadores y el pueblo. Por lo tanto, no hay forma de parar a la derecha votando. Sino organizándonos en la fábrica, los establecimientos, la universidad, la escuela, los hospitales, los barrios obreros y populares. Organizándonos para enfrentar la ofensiva de lo que queda de este gobierno y la que será mayor todavía con el próximo sea cual sea el candidato que finalmente sea elegido. No podemos esperar nada de la burocracia sindical que es nuestro enemigo interno en los sindicatos. Necesitamos una organización, sindical y política que sea independiente de todos los sectores de la burguesía y de las burocracias sindicales. Basándonos en asambleas para definir los programas, métodos y objetivos de la lucha. Buscando la unidad y la coordinación con los que estén dispuestos a luchar.
¡¡Abajo el plan de ajuste de Massa y el FMI!! Que está avalado por todas las alianzas (UxP y JxC) y candidatos patronales (Milei-Bullrich)
¡¡Salario mínimo que cubra la canasta Familiar!! hoy en alrededor de $450 mil, indexado mensualmente.
¡¡Duplicación de las asistencias sociales al pueblo pobre!!
¡¡Inmediata suspensión de los pagos de la deuda externa y pública a los grandes acreedores!!
Pero lo fundamental y estratégico es organizar un Partido de Trabajadores, no electoralista sino para las luchas de resistencia al ajuste y, más importante que eso, para preparar la lucha revolucionaria para que los trabajadores conquistemos el poder y expropiemos a la burguesía y al imperialismo, para que la economía sea planificada en beneficio de todo el pueblo trabajador, y no como ahora en beneficio de algunos pocos miles burgueses chupasangre.
¡¡Por un gobierno de Trabajadores que expropie a la burguesía y al imperialismo!!
22/8/23