Nosotros consideramos a los partidos que se reivindican trotskistas que se presentan a elecciones en las PASO nacionales del 13 de agosto, como “centristas”. ¿Esto que significa? Son aquellos partidos que reivindicando la tradición de la corriente revolucionaria fundada y dirigida por León Trotsky, y aun conservando algunos de sus planteos programáticos, en su política práctica se adaptan al regimen burgués.
Esto se expresa centralmente en dos cuestiones fundamentales: por un lado, ninguna referencia al problema del armamento y por otro a que, en los acontecimientos más importantes de la lucha de clases, se ubican como ala izquierda de régimen y levantan como consigna de poder Asamblea Constituyente.
El centrismo es de por sí inestable, ya que no tiene una base social definida. Tal como actúa la clase media que constituye el origen social de la mayor parte de sus cuadros dirigentes, oscila entre los dos polos fundamentales de la sociedad capitalista: la burguesía y el proletariado.
Lo que caracteriza al centrismo es que cuando más cerca están de una situación revolucionaria, más su política se aleja del programa y la estrategia revolucionaria. Tan es así que en períodos de crisis en Argentina o de ascenso prerrevolucionario en otros países en los que tienen algún partido o grupo militante que forma parte de sus corrientes internacionales (como en Chile o Perú, por ejemplo) levantan como su consigna máxima de poder la Asamblea Constituyente, que es una institución burguesa, la máxima aspiración democrática de la pequeño-burguesía dentro del regimen capitalista. Los documentos teóricos internos sobre la necesidad de recuperar la estrategia revolucionaria, las lecturas sobre el arte de la guerra, los manifiestos programáticos, no son más que taparrabos de su política práctica oportunista, para consumo interno, para mantener la adhesión de aquellos militantes que realmente piensan y desean hacer una revolución. Política Obrera, que frecuentemente plantea consignas más radicalizadas como huelga general o congreso obrero -aunque sin ninguna conexión interna- para correr por “izquierda» al PO “oficial”, hizo un Congreso para votar una plataforma electoral, cuya consigna central también es la Asamblea Constituyente, para ser aceptados de pleno derecho en el club de los centristas consecuentes.
Otra característica fundamental que revela su centrismo, que ni aun en esos momentos de ascenso revolucionario llegan a plantear una cuestión fundamental que aparece como una necesidad manifiesta en esos momentos como es la cuestión del armamento del movimiento de las masas trabajadoras en lucha. ¿De qué estrategia revolucionaria hablan entonces?
En las próximas PASO se presentan en 4 listas separadas:
El FIT-U presenta dos listas en una misma interna. Por un lado, el PTS-Izquierda Socialista encabezado por Myriam Bregman – Nicolás Del Caño (ambos del PTS). Por otro, Gabriel Solano – Vilma Ripoll del PO y MST respectivamente.
También se presenta la lista del Nuevo MAS con Manuela Castañeira y la que encabeza Marcelo Ramal por Política Obrera. Si uno repasa las prensas de las 6 corrientes, puede observar un sinfín de críticas cruzadas. Las acusaciones entre el PTS y el PO no tienen nada que envidiarles a las internas del Frente de Todos o Juntos por el Cambio, no sólo por el oportunismo de las críticas que se endurecen a medida que se acerca la disputa interna, sino porque lo que las motiva es la lucha por ver quienes encabezan y ocupan los principales lugares en las listas electorales.
A pesar de las críticas que se cruzan mutuamente, todas las organizaciones tienen algo en común: ninguna termina de sacar “los pies del plato” de la democracia burguesa.
Para ser más precisos, si nos referimos a la campaña electoral, es decir lo que plantean los “candidatos” en los medios de comunicación burgueses y en los spots o los materiales que reparten, nunca aparece claramente explicado a los trabajadores que para terminar con la miseria hay que derribar al regimen burgués e instaurar un gobierno y un estado de su propia clase, y que eso solo se puede hacer por medios revolucionarios, no por medios electorales o parlamentarios. La adaptación también se nota en los cambios en el lenguaje que -por lo menos en ese plano- antes trataba de ajustarse más al marxismo. Pero ahora todos quieren dejar atrás la “vieja izquierda”, es decir al bolchevismo, presentándose como una “nueva izquierda” cercana en sus ideas y en su vocabulario al populismo pequeñoburgués. Ahora no se dice más burgueses o capitalistas, se dice “poderosos”, igual que CFK. Y cada vez más se reemplaza la mención a la clase trabajadora por “las grandes mayorías” (PTS)…o “las mayorías sociales”NMAS).
Si por ahí colocan medio perdida la consigna de gobierno de los trabajadores aparece sin ninguna conexión con una estrategia revolucionaria o con las tareas que ese gobierno tendría planteadas, sino que está puesto exclusivamente para pedir el voto, para tener mayor representación en las instituciones legislativas del regimen.
Años atrás el Nuevo MAS criticaba la campaña electoral del PTS porque no hablaba de socialismo. Ahora el Nuevo MAS reemplazó la referencia al socialismo por la formulación negativa de “anticapitalismo”. Plantear las consignas por su forma negativa es la base del oportunismo. Se dice lo que no se quiere -el capitalismo- pero no se aclara por qué régimen social debe ser reemplazado, ni cómo. El anticapitalismo es la fórmula para diluir su programa en el de las corrientes pequeño-burguesas cercanas al kirchnerismo y al nacionalismo o progresismo burgués latinoamericano.
Ahora es solo el PTS habla de vez en cuando de un “socialismo desde abajo” … “para combatir ideológicamente a la derecha”. Sin embargo, hasta ahí nomás llega su audacia, ya que jamás explican que, para que los trabajadores tomen el poder, se necesita destruir el aparato militar del Estado capitalista imponiendo a través de una insurrección armada un gobierno y un Estado de su clase. Pero esta explicación, que podría ser popularizada utilizando la palabra “revolución”, jamás aparece en la boca de ninguno de los dirigentes-candidatos en los medios de comunicación. En síntesis, toda su propaganda política electoral es pacifista y adaptada al régimen burgués.
Cualquier compañero que lea esta nota nos podría decir que si hacen propaganda revolucionaria obtendrían muchos menos votos. En situaciones de crisis grave como la actual no es tan así, como se puede apreciar en el caso del derechista Milei, que con un discurso más radicalizado contra el regimen político ha ganado la adhesión de muchos jóvenes, no pocos de los cuales son trabajadores.
Pero igualmente, aunque así fuera, los que nos reivindicamos revolucionarios seguimos la línea de Lenin, para quién la participación en las elecciones no era principalmente para obtener muchos votos sino para desarrollar ante una mayor cantidad de trabajadores la explicación del programa revolucionario: “La campaña electoral debe ser dirigida, no a la obtención de la mayor cantidad posible de representaciones parlamentarias, sino hacia la movilización de las masas en torno a las consignas de la revolución proletaria”. (El Partido Comunista y el parlamentarismo, Segundo Congreso de la III Internacional).
Pero no se trata solo de que es oportunista la propaganda electoral de estos partidos “de izquierda”. También lo es su política práctica cotidiana.
Si hay un problema que afecta muchísimo a los trabajadores hoy en día es el problema de la inseguridad, porque la crisis genera un alto crecimiento de la marginalidad social. ¿Cuál debe ser el programa de los trabajadores para enfrentar esa inseguridad?
Las corrientes que se reivindican trotskistas no dan respuestas concretas a los trabajadores que son los que más sufren el problema de la delincuencia y del narco, y por eso estos terminan en los brazos de Milei y Bullrich, que plantean la militarización de los barrios, con el único objetivo de preparar a la burguesía ante la posibilidad de un levantamiento social. Por eso como lo planteamos en nota https://causa-obrera.org/index.php/2023/04/26/inseguridad-y-armamento/ no debemos esperar nada del Estado capitalista, y frente a la inseguridad proveniente de los ataques o amenazas del lumpen, o de las bandas narcos, la única garantía estará en la organización de la autodefensa. En lugar de tomar el planteo de la derecha acerca de la de la libre portación de armas, para transformarlo en consignas que sirvan para la organización de la autodefensa de los trabajadores, para -como decía Trotsky- acercar a los trabajadores a entender la necesidad de su armamento por fuera y en contra del aparato estatal, con su negativa estos partidos que se dicen “revolucionarios” reafirman el monopolio de las armas en manos del Estado burgués.
En el caso concreto del barrio Las Antenas de La Matanza, Eduardo Belliboni acompañando a Gabriel Solano, ambos dirigentes del PO, planteó que “Vinimos a acompañar y apoyar a los vecinos que están sufriendo esta situación gravísima…por eso vamos a tomar una iniciativa importante, convocar a todas las organizaciones que actúan en el barrio para impulsar una lucha en conjunto, por un centro de tratamiento contra las adicciones problemáticas y por la urbanización del barrio. Planteamos que “se tienen que ir los narcos de los barrios” y denunciamos a la policía y la justicia que actúan en forma cómplice a este copamiento”. ¡¡Más reformista no puede ser la respuesta política del PO ante el flagelo del control narco del barrio!! Adornada como siempre con frases acerca de “impulsar una lucha en conjunto” propone ¿Un centro de tratamiento contra las adicciones? Cualquier cura de barrio podría haber propuesto lo mismo.
Belliboni-Solano dicen que “se tienen que ir los narcos de los barrios”. Muy bien, pero la pregunta que le hacemos al PO ¿cómo hacemos para que se vayan efectivamente los narcos del barrio? ¿Pretenden que el mismo Estado burgués que se financia con el dinero del narco haga algo contra los narcos?
Esta política de adaptación al regimen burgués, común a todos los partidos que integran el FIT-U, se puede apreciar en que en el programa de 27 puntos (julio de 2021) sobre el que se apoya su alianza electoral, no hay ningún punto específico sobre qué hacer con las FFAA y el resto de las Fuerzas de Seguridad del régimen burgués o acerca de la necesidad de las autodefensas contra la represión.
La interna en el FIT-U
Esta interna sin ningún lugar a dudas, no es otra cosa que una cuestión de aparatos que se pelean por las candidaturas. Obviamente que los que encabecen las listas tendrán más posibilidad de desarrollar sus posiciones en los medios de difusión. Pero, además, de la cantidad de los votos que saquen dependerá el financiamiento de los rentados, locales y la mayor parte del aparato partidario. El financiamiento de los partidos que se pretenden revolucionarios, al depender cada vez más de los resultados electorales, es una gran presión a la adaptación al régimen. Lleva a construir partidos orientados a las campañas electorales que son cada dos años, antes que a forjar una organización militante apta para la lucha de clases y que se prepara para dirigir una revolución. Ese fue uno de los factores de la decadencia y estallido del MAS.
El PO-MST dicen que el PTS no le da importancia al problema de los desocupados y lo acusan de “neokirchneristas”, centralmente porque Myriam Bregman, defendió a CFK ante la supuesta proscripción. Obviamente que tiene razón el PO ya que no hubo ninguna proscripción.
Las capitulaciones del PTS al kirchnerismo tienen varias aristas. Por un lado, expresa la adaptación a la democracia burguesa, al tomar posición con argumentos leguleyos en una disputa entre fracciones burguesas. Pero también hay una orientación a ubicarse en el campo “progresista” de la burguesía en contra del peligro de avance de la derecha (ver en revista Manifiesto Internacional N°11, pág. 14). Y por último refleja el intento oportunista de utilizar el “acercamiento” político para ganar los votos K desencantados. Esto le rindió algunos frutos importantes en Jujuy ya que, como consecuencia de la defensa de Milagro Sala, recibió una buena cantidad de votos y fiscales de la Tupac Amaru. Si no la dirección del PTS tendría que explicar a qué se debe el fenómeno inédito de haber tenido un crecimiento del 300 % en la provincia, según como ellos mismos hacen la cuenta (**).
Pero, los dirigentes del PO, se ve que no tienen espejo, porque ellos han hecho varios acuerdos con el kirchnerismo, en su momento los que hicieron en la FUBA. O como el que tienen en AMSAFE Rosario (sindicato en el cual todos los partidos del FIT-U son parte del frente 4 de abril, junto con la burocracia de la CTA A de Terés). Ahora el PO hizo otro acuerdo con la UTEP de Grabois, con el Evita y con la CCC, que son parte del aparato del Estado y del gobierno del Frente de Todos, disfrazado de frente único, pero en donde el PO aportó al principal objetivo de los movimientos ahora todos pro-K, que era intervenir en la interna del PJ pegándole a Tolosa Paz.
Ante este ataque, el PTS se defiende y levanta en su página web una nota de Izquierda Socialista, donde el grueso de la crítica es obviamente hacia el MST (que hasta hace unos años, con IS eran parte de una misma organización y ahora se disputan la chapa de quienes son los verdaderos morenistas). Eso sí, IS es un convidado de piedra, al que ni de casualidad le dejan tener el candidato a vicepresidente. En la nota, critican que el MST hizo alianzas con dirigentes políticos burgueses como Luis Juez, Pino Solanas, y un largo etcétera de políticas oportunistas. Nada nuevo bajo el sol. El “pequeño” detalle es que no le critican el haber apoyado a la Sociedad Rural en el conflicto por la 125 del 2008, porque en ese momento IS estaba en la misma vereda apoyando a las patronales del campo. También es gracioso, porque dicen que el MST nunca se rectificó de esas políticas oportunistas y ellos, Izquierda Socialista, nunca se autocriticó de su apoyo “al campo”.
No queremos dejar de mencionar que, en el 2014, el PTS decía que el MST era un partido orgánico a la burocracia de la CTA (y lo mismo del PCR), lo cual nunca fue obstáculo para que formaran las multisectoriales docentes en las que llevan años conviviendo.
Ante la gravedad de las críticas la pregunta que cabría hacerles ¿por qué entonces lo incluyeron en el armado del FIT-U del 2019? La respuesta es sencilla: por puro oportunismo electoral, o sea para juntar más votos. Mientras “hegemonizaba” el PTS, no hacía tantos problemas por las diferencias políticas. Pero ahora que el PO -tras el crecimiento del Polo Obrero- le disputa la cabecera del FIT-U, y arreglaron para eso con el MST, todas las diferencias políticas salieron de debajo de la alfombra. Tan oportunista es toda esta discusión que el PTS no tuvo ninguna vergüenza de ir en alianza con el MST en las PASO municipales de Mendoza contra el PO.
Con las críticas que el PTS-IS se cruzan con PO-MST, se dan un tiro en el pie, reconociendo que el FIT-U, del cual todos son parte, no expresa nada progresivo para la clase trabajadora. Por eso ya los partidos del FIT-U, no son una referencia para un sector de los trabajadores. Todo el entusiasmo que alguna vez despertaron se terminó, se adaptaron al régimen parlamentario, y es por eso que, si en sus primeros años podían servir de vehículo para que los trabajadores expresaran en su voto una posición de clase, independiente de los partidos patronales, ahora ya no pueden ni siquiera cumplir esa función.
El grosero oportunismo del “nuevo” MAS
La política del NMAS tambien es groseramente oportunista. Ahora que el FIT-U está en una franca descomposición y cada vez más adaptado, están pidiendo entrar desesperadamente porque se dan cuenta que si van solos pueden hacer una elección muy mala.
En realidad, el NMAS no le hace asco a nada. Haberse aliado al MST en las elecciones del 2017, ya era vergonzoso. El problema es que luego el MST entró al FIT-U en la elección del 2019 y el hecho de haberse quedado afuera, al NMAS les costó la ruptura de un grupo de militantes que criticaban porque no se había producido el ingreso al Frente de Izquierda.
La campaña electoral, a la que consideran “anticapitalista” la están haciendo con una serie de puntos en la cual el eje es la consigna “salario mínimo de $500.000”. ¿Cómo se puede alcanzar esa consigna? No lo dicen. Siguiendo el guion del relato de CFK, confunden a los trabajadores diciendo que la economía viene creciendo, y que todos los problemas se resolverían distribuyendo las ganancias extras que obtienen unos pocos “poderosos” y especuladores. Estamos de acuerdo que los capitalistas tienen grandes ganancias. Y también en que hay que luchar por el salario. Pero los problemas que engendra el capitalismo y sus crisis recurrentes, su descomposición creciente, parten del sistema de producción, de su funcionamiento en base a la propiedad privada de los medios de producción por parte de los capitalistas. Por eso la situación de miseria que padecen los trabajadores no se resuelve en el marco capitalista aumentando la distribución de las riquezas como versea el kirchnerismo y el NMAS, sino expropiando a la burguesía y socializando los medios de producción para establecer una planificación económica al servicio de las necesidades de los trabajadores, como decimos los marxistas.
Aunque se presenten como “medidas anticapitalistas para salir de la crisis” las consignas que plantean son como una especie de “programa de emergencia” presentadas dentro del marco capitalista. Por eso no dicen que los trabajadores tienen que tomar el poder para poner fin a la crisis engendrada por el capitalismo. La crítica que le hacen al gobierno del FdT es que es un gobierno tibio con los poderosos, no que es un gobierno burgués y como tal representa los intereses de la clase capitalista y el imperialismo en general. En su última prensa partidaria, en las 11 primeras páginas dedicadas a notas nacionales la palabra “gobierno” aparece 28 veces, pero en ningún caso se refiere a un gobierno de los trabajadores. ¿Qué clase de anticapitalismo es ese? Puro fuego de artificio, populismo consecuente.
Una campaña estrictamente nacional
Una cuestión de fundamental importancia es que en la campaña electoral de los partidos que se reivindican trotskistas, la cuestión de la proximidad de una nueva guerra mundial brilla por su ausencia. Tal vez habría que hacer la salvedad de Política Obrera, que hemos visto en varias ocasiones plantearlo, pero refiriéndose a la guerra en Ucrania, que, aunque puede llevar a ello, no es todavía una guerra mundial. Pero el resto de las corrientes, en todo el recorrido que hacen en los medios de comunicación, en los spots y en los volantes que reparten, es una campaña absolutamente nacional y sin ninguna referencia a la posibilidad concreta de la guerra mundial.
No solo eso, sino que supuestamente tienen posiciones enfrentadas en relación a la guerra entre Rusia y Ucrania/OTAN. Pero para estos oportunistas electoralistas esto es un detalle sin menor importancia y sobre el cual todos hacen silencio. Qué dirán los viejos cuadros del PTS que al romper en el ‘88 con el viejo MAS, le criticaban que mantenía una alianza oportunista con el PC, haciendo prevalecer la necesidad electoral por encima de la posición internacionalista, siendo que el PC lo único que expresaba era la restauración capitalista en los ex -EEOO.
Cuando en el mundo se ya se está desarrollando una guerra que puede escalar en cualquier momento entre Rusia y Ucrania/OTAN, y cuando se habla de la posibilidad cierta y a corto plazo de un conflicto por el control de Taiwán entre China y EEUU con sus aliados asiáticos, que tendría consecuencias imprevisibles, el silencio acerca de la posibilidad próxima de una nueva guerra mundial es una demostración de pacifismo y oportunismo nacional electoral.
¿Salario mínimo de $500.000? ¿jornada laboral de 6 horas? ¿Y todo eso sin revolución obrera y socialista? Pareciera que viven en una época de florecimiento del capitalismo, de desarrollo de las fuerzas productivas, cuando es todo lo contrario, el capitalismo está llevando a la humanidad a la destrucción total, pero se ve que la izquierda argentina, que para engañar a la vanguardia todavía se reivindica trotskista, está como los músicos en la cubierta del Titánic, tocando el violín, cuando el barco se está hundiendo.
Demás está decir que no vamos a votar por ninguno de estos partidos “de izquierda”, que ensucian las banderas del trotskismo, y que nuestra posición más general en las elecciones es no votar, votar en blanco, o nulo.
Mariano López, 7/6/23
*) Sobre el resultado electoral en Jujuy, como siempre el PTS solo cuenta las ganadas, pero no las perdidas, acomodando los datos para tener más “impacto mediático”. A pesar de que sacar el 12,81% (50.176 votos) es una muy buena elección, lo que no dicen es que respecto a la elección anterior del 2021 en las cuales obtuvieron 100.982 votos, perdieron un 50% de los votos. Pero para evitar sacar esa conclusión objetiva comparan no con las elecciones del 2021 sino con las de 2019 porque son ambas elecciones legislativas, cuestión que no tuvieron en cuenta en anteriores comparaciones, cuando había menos de medio punto de diferencia entre ambos tipos de elecciones.