El viernes 10 de junio nos llegaban las noticias del Jardín 80 del barrio Las Flores. Producto de la denuncia de una familia sobre un supuesto abuso de un profesor de educación física hacia su hija, en la escuela irrumpió un nutrido grupo de vecinos que intentó ingresar al jardín para “lincharlo”.
Las docentes para preservar la integridad de los niños que aún estaban en clases intentaron impedir el ingreso de esas personas, y el docente acusado también se refugió en el jardín. Frente a esto los vecinos agredieron a docentes, rompieron el jardín y vehículos estacionados. Hasta que llegó la policía que reprimió a los padres y familiares para sacar al profesor.
Por un lado, está la denuncia puntual, que debe seguir su curso, respaldando los dichos de la niña para que se esclarezca la situación. Pero por otro lado, la reacción contra el jardín, las docentes, sus vehículos. Este hecho no es aislado, a partir de la amplia repercusión de estos sucesos en el Jardín 80, fueron dándose a conocer situaciones similares en otras escuelas y colegios secundarios. Pibes que amenazaron con armas a docentes o entraron con drogas a las escuelas.
Incluso, mientras escribíamos este artículo, sucede la represión por parte del gobierno “cristinista” de Kicillof al reclamo de un instituto terciario de Lomas de Zamora. Detuvieron estudiantes y docentes, y reprimieron con gases y balas de goma. ¿Qué reclamaban? “seguridad” porque el día anterior, mientras aun deban clases, una bandita de pibes armados entró a robar al profesorado.
La pregunta que se hacen en todos lados es ¿Qué hacer?
La escuela está siendo un lugar de recepción de la crisis. El capitalismo en su decadencia, no puede dar respuestas a las más elementales necesidades de supervivencia. El narcotráfico no es algo independiente, sino la otra cara de esta crisis. Es un negocio que involucra a la policía, los jueces y políticos. Y en los barrios también tiene otro rol: quebrar la moral de la juventud, transformándolos en soldaditos que terminan siendo rehenes de los narcos. Así mientras vemos como día a día aumenta el costo de vida, aumenta la crisis y la represión, los jóvenes en los barrios no se organizan para defender su futuro, sino que son marchitados antes de empezar a crecer.
Nuestros dirigentes sindicales docentes, sean de la Celeste oficialista, o sus rivales de discurso “opositor”, en el fondo están reclamando más represión por parte del Estado. Unos planteando directamente la cuestión de pedir “seguridad”, le reclaman al gobierno que “nos tienen que cuidar”, una forma camuflada de pedir más policías en nombre de la “paz social”. Los que trabajamos en los barrios sabemos que eso es una falacia: la policía es garante y partícipe necesario en el reparto de los beneficios de todo el negocio narco.
Pero del otro lado, Gustavo Teres en nombre de la “oposición” evoca un capitalismo que no existe: el capitalismo garante de derechos, que genera trabajo y da respuestas. Solo esto puede explicar que reclamen “un estado presente”. La capital reproduce sus declaraciones: “exigimos soluciones y un Estado presente, un Estado que muchas veces abandona a la comunidad educativa, que no garantiza los servicios ni los derechos” (Diario LC, 11-06)
Le preguntaríamos ¿Qué estado?. ¿Acaso aún se creen ese discurso de los dirigentes nacionales del Partido Unidad Popular de Víctor De Gennaro y Claudio Lozano que no se cansan de engañar a los trabajadores con la fábula del capitalismo humano, “nac & pop”?. Este partido terminó en su integración al gobierno del Frente de Todos que acordó el pago de la “Deuda externa” a costa de reventar a los trabajadores. El “estado presente” que reclama Teres (cuando dice que no alcanza con un policía en la puerta de la escuela), si lo desarrollamos hasta el final no es más que el mismo punto de llegada que la celeste: más policías para “cuidar” las escuelas.
¿y entonces?
Nosotros creemos que debemos confiar en nuestras propias fuerzas. Cuando decimos “nuestras” nos referimos a los trabajadores en sentido amplio. Tenemos que impulsar en cada escuela asambleas de docentes, auxiliares y familias de nuestros alumnos para defendernos. No podemos confiar en el “Estado”, mucho menos en los políticos o la policía. Pero sí en las familias que también son víctimas de los mismos lúmpenes en el barrio.
Esas familias pueden encontrar en la escuela un lugar de organización, fortaleciéndose mutuamente en conjunto con la organización de los trabajadores docentes y no docentes.
Una asamblea de trabajadores puede tomar medidas de defensa, como tener un grupo de whatsapp con delegados entre los vecinos del barrio que se autoconvoquen ante el primer incidente que suceda en la escuela. También organizar los reclamos de docentes y vecinos que crea necesarios, tomando medidas de lucha como cortes de calles, movilizaciones, etc.
Esa misma asamblea de docentes, auxiliares y familias puede exigir al gobierno municipal que ponga a disposición de la asamblea y bajo su control a trabajadores municipales de la “guardia urbana”., Que no son parte de las fuerzas represivas, pero que pueden actuar como apoyo frente a ataques o situaciones de violencia.
También otros reclamos como trabajo para los jóvenes, lugares de esparcimiento, talleres, etc.
Muchas compañeras dicen “no podemos esperar a que se solucionen los problemas de fondo”, y es verdad. , Porque mientras nuestros dirigentes proclaman lindos discursos en los actos, al otro día debemos seguir enfrentando la misma situación en los lugares de trabajo desorganizados e indefensos. Es esta propuesta un paso concreto en este sentido.
El gremio tiene que impulsar esta política.
Como venimos planteando, lo dirigentes provinciales de nuestro gremio están con el gobierno, por lo tanto no vendrá de ahí nuestra defensa, ni ninguna lucha consecuente. La oposición que volvió a ganar el Departamento Rosario, tiene un discurso de “izquierda”, pero como vemos mantiene una “coexistencia pacífica” con la Celeste. A través de asambleas en las escuelas que voten esta política, debemos exigir a los dirigentes docentes de nuestro departamento que se pongan a disposición de impulsar este plan. Basta de “abrazos” y “relevamientos”, que no han servido de mucho. Tenemos que pasar a organizar una lucha consecuente por nuestro salario y por las condiciones de trabajo que comienzan por tener una respuesta concreta ante todas estas situaciones de violencia.
Para garantizar esta lucha, debemos redoblar los esfuerzos por organizar un reagrupamiento clasista, verdaderamente independiente del gobierno y los partidos patronales, que derrote a la burocracia sindical (tanto a la abiertamente peronista como a aquella que apoya al gobierno pero lo oculta vergonzosamente) y ponga al gremio como una herramienta de lucha a disposición de los intereses de los trabajadores.
Equipo Docente