La realidad que nos atraviesa a las mujeres en los barrios
Las mujeres en los barrios carecemos de muchos de los elementos y herramientas necesarias para el desarrollo normal de la vida cotidiana, la falta de un trabajo digno hace que se nos haga cada vez más difícil sostener nuestra economía familiar. Nos encontramos con muchos derechos sin cubrir como: educación, salud, vivienda, y hasta un plato de comida diario para nosotros y nuestros hijos. La mayoría somos madres, de niños o de adolescentes atravesadas por la misma situación de miseria y desolación, muchas veces nos parece que no hay una perspectiva a futuro.
Bajo el sistema capitalista, la realidad de quienes venimos de familias trabajadoras y del pueblo pobre, está marcada desde el día mismo de nuestro nacimiento. En los peores casos nos espera una infancia llena de privaciones, generalmente con viviendas precarias, muchas veces sin los servicios básicos, a veces con padres desempleados o sub ocupados (que vienen de décadas de pobreza estructural) que hacen lo imposible para salir adelante. Porque para que exista un 1% de multimillonarios que acumulen más del 80% de las riquezas, debe haber una gran masa explotada y pobre, con sectores que apenas llegamos a fin de mes o incluso sin llegar a cubrir las necesidades básicas.
En la adolescencia es en donde nuestro futuro pareciera predestinarse, la falta de estímulo para el estudio, la falta de perspectiva laboral, la súper oferta permanente de la droga instalada en cada rincón del barrio, que genera los arrebatos y robos cada vez más trágicos y sangrientos, las disputas narcos, las muertes por balaceras y la policía del gatillo fácil completan el destino final de nuestra realidad. Quienes logran sobrevivir a esto seguramente no habrán podido escapar de algún episodio de maltratos, violaciones o violencias físicas de toda índole.
Con nuestros compañeros compartimos un montón de estas carencias y maltratos, pero hay una violencia específica que sufrimos las mujeres trabajadoras y en los barrios y está relacionada con los maltratos machistas que en muchos casos terminan en violaciones y femicidios Recientemente el caso de Brisa, la joven mamá de 19 años, asesinada a la salida de un baile consternó a todo el país (desarrollamos en otra nota).
Existen autores materiales, es decir los hombres, pero hay otro autor, el autor ideológico, es decir el Estado capitalista. La violencia machista está relacionada con el rol que la clase social que nos explota y gobierna nos asigna, que nos deja en un lugar de inferioridad respecto del hombre que sale a trabajar afuera. Es el “puesto” de realizar todas las tareas domésticas y de cuidado, porque el patrón necesita que haya alguien que tenga la comida lista, la ropa limpia de nuestras parejas para que vuelvan a ser explotados cada día; lo mismo ocurre con la necesidad de las patronales de garantizarse mano de obra barata para el futuro. Así nos mantienen recluidas dentro del hogar realizando un trabajo que nunca termina y desgasta el cuerpo y la mente. Aunque le es necesario al patrón no produce valor por eso socialmente se nos asigna un lugar de inferioridad, que se traduce en un machismo avalado y fomentado por los gobiernos a través de todas las instituciones del Estado.
El feminismo de las “leyes” que no da respuestas concretas
No son las mujeres políticas feministas que hablan en los programas de TV quienes nos representan y dicen ser nuestra voz en el Congreso, no tenemos nada en común con esas mujeres que se llenan la boca hablando de nuestro sufrimiento, pero que cuando llegan al poder conviven tranquilas con los gobiernos de turno, que no hacen nada para solucionar las situaciones de opresión que vivimos.
Algunas mujeres trabajadoras se sienten orgullosas porque Cristina es mujer y ocupa un puesto que nos “permitiría” hacer escuchar nuestra voz y con ello conquistar derechos. O porque algunas mujeres asumen puestos en cargos políticos como si fuera en beneficio de todas. Nada más alejado de la realidad. Ellas luchan por puestos en el gobierno (municipal, provincial o nacional), nosotras luchamos por el trabajo digno y de calidad que merecemos. Pero además tenemos bien claro, que todos los derechos que podamos arrancarle a este Estado serán con los métodos de la clase trabajadora, es decir, movilizaciones y huelgas.
El movimiento de la “ola feminista” parecía que arrasaba con todas las injusticias y actos de violencia que sufrimos cotidianamente. Pero la ola bajó y la mayoría de las representantes de las organizaciones feministas fueron puestas en un cargo político del gobierno Fernández-Fernández, como el caso de Elizabeth Gómez Alcorta, pero no para terminar con el flagelo de la violencia, sino todo lo contrario, para su propio beneficio personal o de su organización. Los casos no han bajado, al contrario, se acrecienta la violencia hacia las mujeres, la desaparición de niñas producto de la trata de personas, y los índices de femicidios. Y frente a esta situación el Estado, representante de la burguesía (patrones, empresarios) sólo hace anuncios, pero no generan acciones concretas para contener o dar respuesta a las mujeres violentadas que se animan a denunciar.
Nuestra solución tampoco vendrá de los punteros de las organizaciones políticas que nos pretenden “manejar” a través de los planes de pobreza que nos concede el gobierno de turno y que nos vemos obligadas a aceptar por la situación de miseria que nos toca de forma permanente. Ellos bajan línea de los partidos patronales a los barrios, donde peor la estamos pasando, para que no salgamos a manifestarnos.
Si bien voces afines al gobierno podrían decir que hubo avances en cuanto a la sanción de algunas leyes, éstas se consiguieron a través de la movilización de miles de nosotras, pero además este “reconocimiento de reclamos justos” son un recurso del Estado capitalista para dar respuesta desde lo formal, sin modificar en nada la realidad concreta nuestra realidad. No estamos en contra de estos derechos democráticos, como la jubilación a la ama de casa, o este avance en contra de opresiones a las mujeres y disidencias, como la Ley de matrimonio igualitario, la de identidad de género, o la tipificación del femicidio. Lo que decimos es que son insuficientes. Que son medidas demagógicas que no cambian la condición material de la mayoría de las mujeres de clase trabajadora.
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La solución no vendrá desde el Estado capitalista.
En voz de Alberto Fernández se escuchó “créanme que estoy muy feliz de ponerle fin al patriarcado” (01/2021) en su discurso de promulgación de la IVE (Interrupción voluntaria del embarazo) sin embargo, meses después incorporó en su gabinete a Juan Manzur, un personaje vinculado a lo más rancio de la Iglesia Católica, declarado pañuelo celeste, conocido además porque obligó a dar a luz a una niña de 11 años y tuvo presa a Belén por un aborto espontáneo. En 2018 buscó prohibir el derecho a la interrupción del embarazo en casos de violación y brindó sus votos al gobierno de Macri para avanzar contra los jubilados en la reforma previsional del 2019. Además de sus vínculos con lo más rancio de la burocracia sindical y los laboratorios de empresas de capitales nacionales y extranjeros. La incorporación del nuevo jefe de Gabinete es una muestra de que el gobierno kirchnerista muy lejos está de acabar con la opresión de la mujer, todo lo contrario, siempre a favor del capital, en contra de los trabajadores.
Nosotras como mujeres trabajadoras, debemos luchar independientemente de los partidos políticos burgueses, ellos no nos representan, no solucionan nuestros problemas estructurales, solo nos usan para ganar votos, solo nos dan limosnas para mantenernos a raya como pueblo trabajador, que no protestemos, que no levantemos la voz más que lo permitido, y si nos levantamos, tienen a la policía lista para reprimir, como sucedió por ejemplo con las mujeres pobres que reclamaban una vivienda digna en Guernica.
Queremos vivir sin miedo a que nos violen, o nos mate un machista violento en nuestra casa, sin miedo a sufrir violencia en la calle. Queremos justicia por cada mujer asesinada por femicidio, que paguen los culpables las condenas. Queremos trabajar y que el salario cubra todas las necesidades, tener nuestra vivienda, los chicos en la escuela estudiando. Queremos que nuestros hijos trabajen, hagan deportes. No queremos la droga quemándoles el cerebro, no queremos los narcos instalados y adueñándose del barrio, no queremos que nos “cuide” la policía, que son parte fundamental del negocio.
Está claro que la solución no vendrá desde quienes dicen que gobiernan para el pueblo; podrán venir nuevas elecciones, podrán meter algún que otro ministerio de mujer, pero ni este gobierno, ni ningún otro que no sea uno nuestro, de nuestra clase trabajadora, nos dará soluciones de fondo, estructurales. Hoy es necesario que unifiquemos nuestras luchas como mujeres trabajadoras y aliarnos a los compañeros varones que comprendan nuestra opresión y que sufren la misma explotación para luchar contra este sistema económico y social que nos está exterminando.
Debe ser una lucha de toda la clase trabajadora y pobre unificada con un solo objetivo: tirar abajo al estado de la burguesía y reemplazarlo por un Estado obrero, que expropie al capital y planifique la economía, un estado que incorpore a la producción social a las mujeres. Bajo un gobierno de trabajadores, las tareas domésticas, que tanto cargamos en nuestras espaldas y nos dejan, al tener que cumplirlas, en un lugar inferior al hombre, serán socializadas.
Para ello es necesario construir un partido de trabajadores revolucionario. Solo así, lograremos salir de la opresión y la explotación a la que estamos sometidos.
Te invitamos a seguir discutiendo con nosotras en el PCO, desde donde queremos contarte y explicarte cómo lograr esto que te planteamos.
COMPAÑERAS DEL PCO
[3] https://www.diarioregistrado.com/sociedad-/10-normas-contra-la-violencia-de-genero-sansionadas-durante-el-kirchnerismo_a574ed3d6fba962cb34c30b45