Tras la derrota electoral y la crisis política en el Frente de Todos se armó el nuevo «gabinete de guerra»… contra el pueblo trabajador

Las elecciones PASO del domingo han tenido una repercusión en la situación política pocas veces vista. Principalmente han provocado una crisis a cielo abierto en la coalición gobernante. Cristina Kirchner, en su intento de despegarse de la dura derrota electoral del gobierno, puso al borde de la ruptura el frente electoral y de gobierno que ella misma diseñó en 2019. Es importante que los trabajadores lleguemos a la mayor comprensión posible de que es lo que realmente está en el fondo de esta crisis y, principalmente, para donde parece encaminarse la situación política y para qué perspectiva debemos prepararnos.

Primero es preciso ver que pasó en la elección. Es una obviedad que fue una contundente e indiscutible derrota política del gobierno y del Frente de Todos en su conjunto, o sea, tanto de presidente Alberto Fernández, como de la vicepresidenta Cristina Fernández, como de Massa (aunque trate de ponerse en segundo plano) y de Kicillof. Sin embargo, no es tan obvio, o muchos intentan confundir, a manos de quien perdió el gobierno ¿Es cierto, como dicen tanto los kirchneristas como los macristas, que el sector del pueblo trabajador que había votado al FdT en 2019 ahora votó a Cambiemos? En otros términos, ¿la enorme pérdida de apoyo que tuvo el gobierno significó una reconciliación de millones de votantes con el macrismo? De ninguna manera.

Cambiemos sacó alrededor de 2 millones menos de votos que en las elecciones generales de 2019 y cerca de 700 mil más si se compara con las PASO del mismo año.De los millones de votos que perdió el FdT (casi 6 millones si se compara con las PASO 2019), la enorme mayoría fue al voto en blanco, voto anulado (entre ambos aproximadamente 1,5 millón) y la abstención (un poco más de 3 millones, comparado con un presentismo del 76% de las PASO 2019). Alguna pequeña proporción fue al Frente de Izquierda o a los libertarios (estos últimos centralmente en Capital Federal con la importante elección que hizo el payaso liber-facho de Milei que también captó algo del voto bronca gracias a su discurso «anti-sistema» contra la “casta” política). Pero en general, y aunque el macrismo-radicalismo ganó en varias provincias que tradicionalmente votan al peronismo, como en Santa Cruz, La Pampa, Entre Ríos o Chaco, y capitalizó la bronca de sectores de clase media, en el conurbano bonaerense y en las concentraciones obreras en otras grandes ciudades, lo que expresó esta elección es la pérdida de una parte importante de la base social-electoral obrera y popular del peronismo-kirchnerismo, pero que no fue capitalizada por Cambiemos. En ese sentido, en la clase trabajadora y los sectores populares pobres, la votación expresa el descontento con el régimen político patronal y sus principales partidos de conjunto.

Es importante aclarar este punto porque, como dijimos más arriba, la falsa conclusión en la que coinciden interesadamente kirchneristas y macristas es que el pueblo trabajador votó masivamente al macrismo-radicalismo. Por el lado de Cambiemos es obvia la intención. Por el lado de la camarilla (o camarillas a esta altura) oficialista la intención es más sutil pero más peligrosa aún para los trabajadores. Y consiste en usar esa excusa para avanzar en el ajuste y la reforma laboral abiertamente defendida por Larreta en plena campaña. El peronismo y su «columna vertebral» de la burocracia sindical planean atacar a la clase trabajadora haciéndola responsable por «votar mal», como si votar al FdT fuera “votar bien”. Ya lo hicieron durante el gobierno de Macri donde los trabajadores hemos escuchado muy seguido ese argumento de parte de los dirigentes sindicales peronistas mientras dejaban pasar todos los ataques del gobierno y las patronales.

En segundo lugar, esta pérdida de base social y política del peronismo-kirchnerismo en todo el país es la causa de la crisis política dentro del frente gobernante. Nadie está «sinceramente» preocupado por la miseria creciente que sufrimos los trabajadores y el pueblo en general. Cristina y Máximo Kirchner están preocupados porque esa miseria se transformó en voto bronca y esa bronca y descontento se dirigió principalmente contra ellos. No pueden digerir las derrotas en sus propios bastiones como Quilmes o la victoria mínima en La Matanza. Ahora descubren que el gobierno, SU gobierno, viene llevando adelante un ajuste fiscal, haciendo los deberes para el FMI y Black Rock (uno de los mayores acreedores privados de la deuda). Pero si en plena campaña electoral acusaban de «jugar para la derecha» a quienes denunciábamos el ajuste y la represión. Hablan de atraso salarial mientras se contorsionan hipócritamente. Pero si son SUS dirigentes sindicales los que vienen negociando paritarias a la baja a pedido del gobierno. ¿Ahora se da cuenta Cristina Kirchner de la miseria y desocupación creciente? ¿Dónde estaba cuando los empresarios despedían en masa pasándose el decreto de «prohibición de despidos» por el traste, en su cara? Hipocresía y demagogia, eso es lo único que tiene para ofrecer el peronismo y el kirchnerismo, en épocas de crisis cuando se achica la torta y los capitalistas no largan un mango.

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En tercer lugar, es importante poner la atención sobre las intenciones de los capitalistas, expresadas por boca de sus candidatos menos camuflados: los macristas-radicales. Ajuste fiscal y reforma laboral, ese es el programa de la burguesía imperialista a través del FMI y de los capitalistas argentinos, sus socios menores. Pero hay que abrir bien los ojos. No es solo la oposición derechista la que se prepara para profundizar la ofensiva (que ya empezó a ejecutar el gobierno desde que asumió) sobre el pueblo trabajador. El pataleo de CFK y su fracción, con cacareo anti-ajuste incluido, terminó en un acuerdo de cambios en el gabinete que no condice con tanta grandilocuencia populista: «la montaña parió un ratón». Las dos principales adquisiciones hacen de este nuevo gabinete, un «gabinete de guerra»…contra el pueblo trabajador. Manzur, nuevo jefe de gabinete, a su carácter de representante de la “liga de gobernadores” le agrega una excelente relación con lo más podrido de la burocracia sindical, los gordos de la CGT y con la Iglesia, al igual que Julián Domínguez. Esa tríada gobernadores-Iglesia-CGT será un pilar del gobierno para atacar, y la vez frenar y contener las luchas del pueblo trabajador. Por si esa contención no alcanza, Aníbal Fernández alineará el Ministerio de Seguridad nacional con el provincial de Sergio Berni. Entre ambos harán una buena dupla para…la reprimir la protesta obrera y popular. Y lo más significativo de este gabinete no está en los cambios sino en una continuidad, la de Martín Guzmán en el Ministerio de Economía. Es la muestra patente de que las «diferencias» entre CFK y Alberto Fernández no llegan al punto crucial de romper la relación con el FMI. Como en la época de Dujovne, a Guzmán «no se lo toca» porque esta puesto por el FMI y además es alumno de la actual titular del Tesoro yanqui, Yanet Yellen.

El presupuesto que presentó Guzmán para 2022 sigue con el ajuste actual. Lo único que CFK estaba pidiendo, y seguro harán, es que entre las PASO y las generales de noviembre el gobierno debe «tirar plata» para recuperar algunos votos. Nada muy distinto de lo que hizo el propio Macri entre agosto y octubre de 2019. Pero ese “momento populista” del gobierno no llegará mucho más allá de las elecciones de noviembre, porque el FMI exige que el plan de ajuste y reformas antiobreras y antipopulares esté respaldado por un acuerdo de todo el régimen político, a través del parlamento, de las manos levantadas de todos los bloques patronales en el Congreso. Los trabajadores debemos prepararnos para enfrentarlos a todos ellos, incluida la burocracia sindical de la CGT y la CTA. El descontento y la apatía previa que se reflejó en el voto bronca y la abstención contra el frente gubernamental, pueden ser el síntoma de que, por abajo, entre los trabajadores y en los barrios obreros y populares se está acumulando una presión que puede dar lugar a un estallido obrero y popular, como en el 2001.

La izquierda parlamentarista sigue su curso de adaptación creciente al régimen de la «democracia» capitalista. El FITU y el Nmas mostraron abiertamente que su único objetivo es sentar el traste en un par de bancas del Congreso, lavaron sus discursos y sin embargo no tuvieron un gran crecimiento en cantidad de votos. Política Obrera de Altamira y Ramal, que tampoco salieron del parlamentarismo, proponen que la burguesía convoque a una Asamblea Constituyente, o sea, mas urnas. Por eso hemos llamado, y así lo haremos en noviembre, a votar en blanco, anular el voto, o no ir a votar, porque no hay ningún frente o partido que exprese una salida  clara favorable a la clase trabajadora, rompiendo con el régimen patronal.

A los trabajadores y a los jóvenes les decimos que votando no se van a solucionar nuestras penurias. Optar entre el Frente de Todos o Juntos por el Cambio es como elegir entre la sartén y el fuego. Menos que menos por los gurkas patronales como Milei. Todos ellos representan los intereses de sectores de la patronal y el imperialismo, y sus diferencias giran alrededor de cuál es la política que mejor defiende esos intereses de nuestros enemigos de clase, los que nos explotan y pisotean todos los días. Pero tampoco nos sirve la izquierda adaptada al régimen burgués, que nos dice que hay votar a sus candidatos para que nos “defiendan” en el Congreso. Al contrario, lo que tenemos que hacer los trabajadores y la juventud obrera y popular es organizarnos y prepararnos para enfrentar el ajuste y la ofensiva que se va a profundizar en el 2022 con la lucha: las huelgas, las movilizaciones y los piquetes. Y a los compañeros más conscientes y combativos les decimos: La crisis mundial terminal del capitalismo no deja lugar para términos medios. No hay un capitalismo “bueno” o “humano”, la época del “Estado de Bienestar” en el marco del capitalismo quedó en el pasado para no volver. La única salida a esta crisis económica y política del capitalismo es la Revolución Socialista, es decir, un Gobierno de los Trabajadores que expropie a los capitalistas y planifique la economía en interés de la mayoría trabajadora. Pero esa lucha no la pueden dirigir los partidos de la izquierda que han abandonado el programa revolucionario para llevarnos a la vía muerta de buscar una “salida” en el marco del parlamentarismo burgués y por medio de una Asamblea Constituyente. El PCO es una “trinchera” desde la cual luchamos para construir un verdadero Partido Revolucionario de la clase trabajadora. Los convocamos a sumarse a nuestra lucha.

18/9/21

1 comentario en «Tras la derrota electoral y la crisis política en el Frente de Todos se armó el nuevo «gabinete de guerra»… contra el pueblo trabajador»

  1. Excelente análisis. Coincido totalmente compañeros.
    Yo trato de dialogar con militantes del Fitu pero están cerrados y muy subidos al caballo de lis votos.
    Saludos fraternales.

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