La actual alianza gobernante, el Frente de Todos, de Alberto-Cristina-Massa, llegó al poder con la promesa de retrotraer, o al menos frenar, el ajuste del gobierno macrista-radical sobre el pueblo trabajador. Ya en los primeros meses de su mandato, con el ajuste a los jubilados incluido, quedó en evidencia que era otra promesa de campaña incumplida más, otro engaño que se suma a esa lista de fraudes políticos a los que nos tienen acostumbrados los partidos y frentes políticos patronales. Cuando se estaba haciendo muy claro el contraste entre promesas y realidad, el gobierno, echándole la culpa a la pandemia de todos los problemas, pudo recuperar parcialmente el apoyo perdido, sobre todo cuando la vacuna sputnik se demostró efectiva y lo sacó momentáneamente del agua. A casi dos años de haber asumido, ya se puede hacer un balance claro y contundente sobre los dos aspectos en los cuales el Frente de Todos sacaba pecho, uno en campaña y el otro al inicio de la pandemia: el ajuste económico sobre el pueblo trabajador no solo no se frenó, sino que se profundiza con el actual gobierno. Y la bandera de la “defensa de la salud y la vida del pueblo” ya no es más que un slogan sepultado junto con los más de cien mil muertos por covid y una apertura acelerada de actividades justo cuando la ola de la variante DELTA está tocando a la puerta o ya entró al zaguán.
La pérdida del poder adquisitivo del salario, las jubilaciones y asignaciones sociales siguió su curso a pesar del cambio de gobierno y de discurso político. “Entre 2018 y 2020, los ingresos de los trabajadores activos y pasivos acumularon un fuerte retroceso que superó cómodamente el 15% real en todos los sectores. El comienzo de este año no significó un punto de inflexión, con una inflación que acumuló 25,3% en el primer semestre. Ayer, el Indec publicó el índice de salarios de junio que marcó un incremento del 2,3% contra mayo y volvió a ubicarse por debajo de índice de precios al consumidor (IPC) mensual (3,2%). Así, los sueldos acumularon un alza del 22,8% en el primer semestre, según los datos oficiales, lo que implicó una caída en términos reales del 2% contra diciembre pasado.” (https://www.ambito.com/economia/jubilaciones/salarios-y-recuperarian-3-real-el-trimestre-las-paso-n5247630). En estos meses el gobierno tirará algunas migajas para decir que se “recupera lo perdido con Macri”, pero no es más que una concesión electoral que se esfumará con los ataques posteriores a las elecciones de la mano del acuerdo con el FMI, la UIA y la oposición macrista-radical.
En el terreno sanitario, Alberto Fernández ya abandonó su discurso de “defensa de la salud y la vida del pueblo”. En su última conferencia de prensa defendió, sin ponerse colorado, la política aperturista, que antes los kirchneristas le adjudicaban al macrismo. En las puertas de la tercera ola, la ola DELTA, el presidente engaña al pueblo con esperanzas vanas de estar cerca de un supuesto “final de la pandemia”. Justo cuando en los países “tomados” por la DELTA se vuelve a las cuarentenas, incluso en aquellos donde el nivel de vacunación completa (dos dosis) era muy superior al de Argentina. La experiencia mundial ya demostró que la nueva variante se esparce muy rápidamente una vez que hay circulación comunitaria. Mentiras y más mentiras del gobierno para justificar que el lema de Macri “que se muera el que tenga que morir” se ha transformado en política oficial.
El circo de las elecciones
En ese marco, de miseria y muerte, arranca una nueva campaña electoral. Oficialistas y opositores se tiran la pelota sobre la situación cada vez más crítica para el pueblo, pero ninguno puede realmente plantear una salida más o menos convincente. El frente peronista-kirchnerista habla de la “herencia recibida” del gobierno anterior, pero negocia con el FMI un nuevo ajuste y trata de patearlo para después de las elecciones, aunque eso signifique una acumulación de contradicciones que puede terminar, como ya alertan varios voceros de la burguesía, en un nuevo “Rodrigazo”, es decir, un shock de tarifazos y devaluación que aumente de forma acelerada la miseria. Mientras tanto, la oposición macrista-radical divaga entre la “democracia en riesgo” y los escándalos de sábanas, y negocios turbios, en la Quinta de Olivos. El circo electoral toma impulso y se va despegando cada vez más de la situación real del pueblo trabajador que sufre la crisis económica y sanitaria.
Los trabajadores no obtendremos soluciones, ni mejoraremos nuestras condiciones de vida votando a ninguno de los frentes y alianzas políticas patronales. No hay “mal menor” que evite la ofensiva del capital, imperialista o nacional, contra el pueblo trabajador. El Frente de Todos de Alberto y Cristina, Juntos del macrismo y la UCR o la nueva ola libertaria de Milei y Espert. Este régimen político de los capitalistas juega sus diferentes cartas electorales y las renueva a medida que la que está gobernando se desgasta. Es un círculo vicioso donde la clase trabajadora y el pueblo pobre solo obtienen niveles crecientes de miseria y descomposición social. No hay más alternativa que organizarnos para resistir esa ofensiva capitalista, unificar las fuerzas obreras y populares para enfrentar al enemigo de clase. Eso no se lograra metiendo una boleta con fotos de candidatos sonrientes. Hay que votar en blanco o no ir a votar y preparar la lucha en defensa de nuestra salud y condiciones de vida.
Se prepara mayores ajustes mientras se acumula la bronca obrera y popular
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La situación política, económica y social también prepara saltos en la lucha obrera y popular. Es cierto que por ahora la clase obrera ocupada “en blanco” intenta aferrarse a su situación, que aparece casi como si fuera privilegiada, en tanto la compara con el inmenso entorno de precarización, desocupación y miseria creciente. Esto alimenta por el momento una actitud conservadora entre los trabajadores sindicalizados, lo cual se traduce en cierta tolerancia hacia la complicidad abierta, con el gobierno y las patronales, de la burocracia sindical de la CGT y la CTA en todas sus fracciones. Pero ningún sector de la clase trabajadora está mejorando su situación. Aunque no se transforme aun en acción generalizada, la bronca y desconfianza hacia el gobierno y sus cómplices en el movimiento obrero también se acumula. Esa bronca, sí se transforma más directamente en lucha en los sectores más explotados y hundidos en la miseria. Las enormes movilizaciones de los movimientos piqueteros va en crecimiento y, más allá de las idas y vueltas de la negociación de sus dirigentes con el gobierno, la convocatoria de las marchas y el crecimiento de las organizaciones en los barrios es una señal clara de que por abajo se cocinan a fuego lento estallidos de rebelión popular contra el gobierno y el régimen patronal, como viene ocurriendo en el mundo y la región.
La izquierda del “todo por una banca” y la necesidad de un partido revolucionario
El problema a resolver para los trabajadores más conscientes es como prepararnos para que la eventual rebelión popular, y su enorme potencial de combatividad, energía y valentía no sea maniobrada, desgastada y derrotada por los capitalistas y su régimen político. Es fundamental la propaganda y agitación política que denuncie y desenmascare los engaños de la democracia capitalista. La vanguardia obrera y popular no podrá enfrentar políticamente las trampas de la ideología democrático-pequeñoburguesa si se organiza con el programa de supuestas “salidas de fondo” a través de Asambleas Constituyentes o “fuerzas electorales” que no tienen más objetivos que ocupar un par de sillas en el parlamento. Todas las listas electorales de la “izquierda” (FITU, PO-Tendencia, NMas) llevan a los trabajadores a ese callejón sin salida de las trampas “democráticas”. En la medida en que guardan para las charlas internas el objetivo de la revolución socialista, del gobierno de los trabajadores que expropie a los capitalistas y planifique la economía, ya no representan una política obrera independiente de los capitalistas y su Estado, sino una fracción radicalizada de la pequeño-burguesía democrática, “progresista”. Desde el PCO no estamos en contra de que los revolucionarios participemos en las elecciones. Pero esa tribuna debe servir para denunciar el engaño de la democracia capitalista y propagandizar el programa revolucionario. Lo opuesto al contenido de la campaña electoral de las listas de la izquierda centrista y oportunista. Por eso tampoco podemos apoyar su política de adaptación al régimen votándolos en las elecciones.
Necesitamos construir un partido que prepare a la vanguardia obrera y popular con el programa de la revolución socialista. La democracia burguesa está en crisis y si no logramos construir la dirección política que enfrente a ese régimen podrido en lugar de acomodarse en él, la “salida” será por los Bolsonaros argentinos (Milei, Bullrich, Berni, etc.). Invitamos a todos los trabajadores, especialmente a la juventud trabajadora y la mujer trabajadora a discutir con el PCO como construir ese partido revolucionario.
12/8/21