El barquito en el que navega el Frente de Todos gobernante, cruzando aguas de un mar agitado, no por la lucha de clases sino por la grave situación económica y sanitaria mundial, acaba de recibir el tremendo impacto de un misil, que en este caso no fue disparado por la mansa oposición de Cambiemos, ni por los «enemigos» de la patronal agropecuaria, sino que el daño infligido provino de un tripulante destacado de esta nave. Fuego ¿amigo? Todavía no se sabe quiénes son los amigos de quien, porque en vistas de las elecciones de este año, todos los sectores integrantes del Frente andan a los codazos para asegurarse los puestos espectables para la sucesión de 2023.
El sr Verbitsky hace un descargo que nadie cree: “No me di cuenta que era un privilegio”. Vamos… no somos tan estúpidos. La señora Cristina Fernandez en esta oportunidad no tuiteó, se ve que estaba distraída festejando su cumpleaños con su hijito Máximo en El Calafate.
Hablando de hijos…Que hay hijos y entenados, que siempre están los amigos del poder y que el poder tiene enormes privilegios, que con los Kirchner la corrupción es tan ostensible que parece una provocación para los trabajadores que ganan su salario con el sudor de su frente. Bueno, nada de eso es nuevo.
Pero el problema en este caso es que se trata de las vacunas que supuestamente protegerían a la población de daños graves en la salud y de la muerte.
Claro que si el gobierno hubiera conseguido vacunas para varios millones de personas quizás habría pasado desapercibida la vacunación de Verbitsky y de otros tantos jóvenes zánganos de La Cámpora que alegremente divulgan por las redes su vacunación, obvio colocando sus deditos suaves, nunca aplicados al trabajo, en V.
Pero ante la ausencia de las vacunas aparece más aberrante la vacunación de los privilegiados vinculados al poder. No solo políticos, sindicalistas, famosos, sino también connotados empresarios, señores serios y con «valores», que jurarían con su mano derecha sobre la Biblia como hacen sus representantes políticos, que jámas, jámas, usarían un cargo o una ubicación de poder para obtener privilegios.
Pero acá la cuestión principal es que pasan los días y las vacunas no aparecen. Un cargamento de 580 mil vacunas Covishield producidas por el Laboratorio Serum en la India, una segunda marca de las vacunas inglesas diseñadas en la Universidad de Oxford, con 76% de eficacia, que se sumó a las 1.220 mil dosis de la rusa Sputnik V. Bueno ya tenemos como 1.800 mil dosis para vacunar a 900mil personas. “Algo es algo” (decía El Diablo, mientras se llevaba un cura al hombro). Según datos oficiales, en la Argentina “nacional y popular”, que –según AF- pone por delante la vida de las personas antes que la economía, sólo se había vacunado a un 1,59% de la población. Mientras que en el Chile “neoliberal” del capitalismo salvaje, en donde las personas son apenas un número o una estadística ya se vacunaron más de 2,8 millones de personas, sobre una población de 19 millones, es decir, más de un 15% de la población. El gobierno chileno hace las mismas trapisondas que GGG, pero ante ese nivel de vacunación pasan más desapercibidas.
Y ¿qué está haciendo el gobierno “que se preocupa por la salud de las personas”?
Por ahora lo que se sabe es que hay un acuerdo firmado con China por un millón de dosis de la vacuna Covishield, que llegarían al país en los próximos días (antes de fin de febrero dijo el gobierno).
A estas dosis se agregarían las 23,6 millones que el gobierno ya contrató con el laboratorio anglosueco Astra-Zeneca, en producción conjunta con la biotecnológica local mAbxience (del empresario Hugo Sigman dueño del grupo Insud, y amigo de Alberto Fernández) y la mexicana Liomont (del supermillonario Carlos Slim) y que se está fraccionando y envasando en México, para ser distribuida en toda la región desde el mes que viene. Asegurarse la provisión de esta vacuna y arreglar las cuentas y otros negocios, seguramente serán los motivos principales de su viaje a México, en donde, según se informó, se va a entrevistar “en privado” con el magnate mexicano.
Ahora, cómo puede ser que para conseguir una vacuna que se fabrica en el país, haya que ir a negociar a México. Ah, pero porque el envasado de la vacuna se hace en México. Ah, debe ser que acá en Argentina ¿no hay envases de vacunas? Si hay. Ah, entonces son negocios que hacen los capitalistas, para obtener ganancias, a costa de las vidas y la salud de las personas. Así funciona el capitalismo. Según dice la información, en el país se van a fabricar un mínimo 150 millones de dosis de la vacuna de Astra-Zeneca, pero no puede acceder a ellas directamente, se las tiene que comprar en México al sr Slim.
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Solo para tener una idea mencionemos que Canadá, cuenta con un suministro de nueve vacunas por persona; Estados Unidos, siete; Reino Unido, seis, y la Unión Europea, cinco, mientras que la gran mayoría de los países africanos, algunos en Medio Oriente y en el Sudeste Asiático todavía no recibieron ni una.
“La izquierda”, como le gusta llamarse al PTS, lanzó una consigna que tiene una gran lógica y que perfectamente puede ser entendida por el sentido común de la población. Tanto que esta consigna ya había sido formulada por la organización de los Médicos Sin Fronteras y propuesta en las instancias administrativas de la OMS, y lo mismo hicieron 99 países. La consigna es que se anulen las patentes de las vacunas, para que estas puedan producirse en todos los países que tengan la infraestructura adecuada (como podría ser el caso de Argentina).
El diputado Del caño, en la última presentación del ahora ex ministro de Salud ante el Parlamento, interpeló al ministro con la siguiente pregunta:
“Por qué el Gobierno argentino no exigió ni exige hoy en todos los organismos internacionales de los que forma parte que se liberen las patentes y los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas (en ese marco recordó que desde su banca se presentó un proyecto de ley para que sea discutido la Cámara baja)”.
Para empezar esta pregunta es propia de un socialdemócrata, y no de un diputado que se autoproclama de la izquierda revolucionaria. ¿Que el gobierno exija en los organismos internacionales? Tranquilamente lo podría hacer como hicieron los Médicos Sin Fronteras y obtendrían el mismo resultado: la indiferencia total.
Es decir que, al parecer “la izquierda”, ahora el FIT en su conjunto que emitió una declaración, pretenden con esta consigna movilizar a los trabajadores para exigir que el gobierno de los Fernández le exija a la OMS. Una exigencia al cuadrado.
Por otra parte, los argumentos provenientes de los agentes de la burguesía contrarios a esta posición, plantean que si se anularan las patentes se “desincentivaría la investigación y el desarrollo de nuevas vacunas y otros medicamentos”. Este argumento responde a la lógica del capital, que no es otra cosa que la búsqueda de la ganancia.
Según un informe reciente del Observatorio de precios de costos de la salud de la Unión Argentina de Salud (UAS) «Los medicamentos de uso hospitalario aumentaron un promedio de 278%, pero productos como el propofol (de uso en pacientes graves con Covid-19) tuvieron aumentos anuales de 335%.» (Telam, 16/2/21)
Pero “la izquierda” tanto busca adaptarse al sentido común de la población, sobre todo cuando estamos ya entrados en el año electoral, que a Del Caño no le salen las palabras para decir que ese impedimento planteado se resuelve con la expropiación por parte de un Gobierno de Trabajadores. Con los laboratorios expropiados y bajo el control de un Estado Obrero, con la provisión presupuestaria necesaria como corresponde a una política que de veras privilegie la salud, sin ninguna duda los técnicos y biólogos y todo el personal se esmerarían en desarrollar tanto la producción como la investigación, para atacar y prevenir inclusive aquellas las enfermedades que a los laboratorios capitalistas no les interesan porque “no son negocio”.
La salud de los trabajadores y el pueblo no deben ser una fuente para las ganancias capitalistas. Así es que no hay una solución inmediata que se pueda conseguir “ahora” con la movilización y la exigencia, y otra de fondo por la que el FIT lucharía no se sabe cuándo. La verdadera consigna que da respuesta seria a las necesidades de la población no es la anulación de las patentes, sino la expropiación de los laboratorios hospitales y clínicas de la salud privadas por parte de un Gobierno de Trabajadores.
AB 22/2/21