Balance de la huelga de los trabajadores aceiteros

El 30 de diciembre se levantó la huelga de “los aceiteros” que duró 21 días, tras el acuerdo alcanzado en el ministerio de trabajo entre los dirigentes gremiales y los representantes de las cámaras patronales. Los aceiteros: El SOEA, sindicato que agrupa a los trabajadores de la industria en San Lorenzo y otros puertos del cordón industrial hasta Timbúes (más de 3000 afiliados), La Federación de aceiteros y desmotadores dirigida por Yofra, que abarca unos 17 mil afiliados de Santa Fe, Córdoba, San Luis y Pcia de Bs As. Actuaron en conjunto con el sindicato de los recibidores de granos (Urgara).

Los dirigentes de la Federación y sus entusiastas admiradores, calificaron el resultado de la huelga como “un triunfo histórico”. Haciéndole coro y alentando a estos nuevos representantes destacados de la burocracia reformista, como si fueran su equipo de porristas, algunos partidos de “la izquierda”, también calificaron el resultado de “Gran triunfo aceitero” (PTS); “Gran triunfo de la huelga aceitera” (nuevo Mas).

Un balance objetivo desde el punto de vista exclusivamente salarial

Para poder hacer un balance objetivo hay que recordar cómo se llegó a la huelga. La Federación aceitera había arreglado con la patronal un aumento del 25% en abril. Este acuerdo paritario llevó el salario básico inicial a 68.678 pesos desde el 1° de mayo pasado hasta el 31 de diciembre de 2020, con una cláusula de revisión para el mes de agosto. Allí es donde surge el desacuerdo porque en agosto la patronal aduce que la inflación de esos cuatro meses (de mayo hasta agosto) no había superado el aumento de 25% otorgado. Por su parte, la Federación decía que ellos toman en cuenta el valor del “salario mínimo vital y móvil”, calculado por el INDEC, que indicaba que para septiembre su valor estaba en los $ 82 mil para la categoría “piso” reclamados por la Federación.

¿Por qué la patronal se mantenía intransigente ante los reclamos sindicales tratando de rebajar las pretensiones, sobre todo de la Federación? Porque para ese momento estaba en pleno desarrollo una negociación entre el Consejo Agroindustrial Argentino y el gobierno nacional, con la participación directa de la vicepresidente CFK.

Ya había quedado atrás el “exabrupto” de Vicentín, durante el cual Yofra llamó a una movilización junto con el moyanismo para apoyar la línea del gobierno nacional (que ya habían rebajado de expropiación a intervención), y quedó “haciendo señas como el penado 14”. Porque después de eso vinieron por parte de F & F las rebajas a las retenciones y otras concesiones favorables a las aceiteras y agroexportadoras, cambiando el látigo por el guante de seda y los buenos modales, para que estas empresas, que en su mayoría son de capital imperialista, liquidaran los dólares para estabilizar el tipo de cambio.

¿Que negocian las patronales agroexportadoras y el gobierno? El Consejo le ofrece al gobierno un plan de inversión para aumentar las exportaciones, que crearía 700 mil nuevos puestos de trabajo. Al gobierno le brillan los ojitos. Según declaró el representante del Consejo, Gustavo Idígoras, “a CFK le gustó el plan”. De allí que, parte de las discusiones entre los representantes de las patronales y el gobierno nacional, fueran seguramente las condiciones de trabajo y salariales necesarias para “favorecer las inversiones”.

Pasó agosto, septiembre y octubre en fallidas negociaciones, hasta que la Federación lanza un paro el 15 de octubre, a sabiendas de que inmediatamente llega el dictado de la conciliación obligatoria por parte del Ministerio de Trabajo, lo cual efectivamente ocurrió y el paro duró apenas 24hs. Pasó el periodo de conciliación obligatoria sin acuerdos, y la negociación se prolongó en varios tramos de conciliación voluntaria, sin ningún resultado. La propia conducción sindical dejó llevar el conflicto a un período desfavorable para los trabajadores ya que para fin de año se termina la temporada fuerte de ingreso de las semillas y granos y entramos en el período en el que normalmente las plantas hacen sus paradas “técnicas”.

Hasta que el 1 de diciembre comienza un nuevo paro, esta vez llamado en conjunto entre la Federación y URGARA (Unión de Recibidores de Granos). La huelga fue lanzada como si fuera a ser por tiempo indeterminado, pero se levantó a las 24 hs, sin ninguna explicación por parte de los dirigentes, provocando confusión en la base acerca de cuál era la “estrategia” en la cual se enmarcaba esta decisión, de la misma manera que tampoco hubo explicación del prolongado lapso de tiempo (de agosto a diciembre) en el que se extendieron las negociaciones, siendo que era evidente que no había voluntad de llegar a ningún acuerdo por parte de la patronal.

Evidentemente, los dirigentes de la Federación encabezados por Yofra estaban esperando a ver que hacía Reguera, como dijo Yofra en una entrevista radial. La propia patronal de Ciara-Cec enmarcadas en el Consejo Agroindustrial que quería un arreglo “global”, lo obliga a Reguera a actuar en común con la Federación de Yofra.

Y efectivamente el 9 de diciembre comenzó un nuevo paro en común con Urgara y el SOEA, esta vez realmente indeterminado. En ese momento Yofra argumentaba que ya el salario “piso” para noviembre estaba en $87 mil.

En un comunicado conjunto de las tres organizaciones gremiales, dice “La suma de dinero necesaria para cubrir esas necesidades básicas a enero de 2021, es de $93.280 (conforme los estudios derivados de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares, ENGHO, que publica el INDEC). Hoy, nuestros básicos iniciales de convenio no llegan a los $70.000, estando pendiente el reajuste del 2020. Para ello pedimos un aumento para el año 2021 de 25%, menos de lo que el presupuesto nacional proyecta de inflación 2021.”

¿Cómo fue el arreglo con el que se levantó la huelga?

En relación al aumento del año 2020 se impuso el criterio de la patronal que quería pagar según el índice de inflación del Ipec. Esto es así ya que mientras que Yofra decía que les correspondía $ 82 mil para septiembre se arregló x $70.823 para noviembre, y en diciembre arreglaron x $74.118, cuando Yofra decía que debían cobrar $ 87 mil en ese mes. Es decir, de mayo a diciembre arreglaron x un 8 % aproximadamente, con lo que redondearon entre un 33% y un 35 % de aumento en el año, como dijo Reguera “lo mismo que otros gremios”. Cuando todos sabemos que la inflación de la canasta alimentaria –que es lo que más consumimos los trabajadores- vuela por los aires, superando el 50%.

El acuerdo incluye el pago del bono aproximadamente equivalente a un sueldo, que reciben todos los fines de año, esta vez de $70.178, a pagar en dos cuotas durante enero y febrero. Un bono «pandemia» por haber trabajado todo el año normalmente arriesgando la salud, será de $90 mil ¡¡¡a pagar en 9 cuotas!!!

Para el año 2021 se arregló igual que para 2020, un aumento del 25% aproximadamente, con lo cual el salario de la categoría inicial se irá en enero a $ 87.459 en blanco más una suma no remunerativa de $ 5.188, hasta el mes de abril en el que se blanquearía pasando a cobrar en ese mes $ 92.648. El acuerdo incluye una cláusula de revisión en agosto según el cálculo de la inflación del Ipec, que era el criterio planteado por la patronal. Según palabras de Reguera, de esta manera, al arreglar el aumento a partir de abril, las patronales “tienen la cosecha asegurada”.

Los días caídos se descontaron todos en el cobro del mes de diciembre, tal como dijo la patronal en su declaración pública, porque para ellos era un principio no pagar los días de huelga.

El balance sindical

Desde el punto de vista sindical, si bien está claro que los aceiteros tienen un salario más alto que la mayoría de los obreros industriales, ese nivel salarial retrocedió en relación a la canasta alimentaria. Tras una huelga de 21 días, los dirigentes gremiales no pudieron conseguir mucho más de lo que negociaron otros gremios, ya que redondearon para 2020 un 35%, y el bono pandemia cubrirá en cómodas cuotas, que irán perdiendo valor, el descuento de un saque de los días caídos. Para una huelga de 21 días no parece un gran logro, y menos que menos “un triunfo histórico”, como le dan al autobombo Yofra, Dávalos y cía.

Por otra parte, la base de los trabajadores de los gremios prácticamente no participó en la huelga. Los aceiteros de la Federación hicieron huelga pasiva en sus casas. Solo un puñado de delegados y algún activista se encontraban en los “piquetes” que más se parecían a un camping, en las puertas de algunas fábricas claves, como Dreyfus porque es “la fábrica de Yofra”, o Cargill.

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No hubo asambleas reales, ni para “lanzar” la huelga, ni asamblea para votar la aceptación o no del acuerdo. Hubo si un par de asambleas “informativas”, en las cuales un centenar de trabajadores se juntaban en Dreyfus a escuchar el informe de Yofra.

Este “pequeño” detalle se les ha pasado por alto a los aduladores de izquierda que tiene esta burocracia reformista moyanista. Parece que el “sindicalismo combativo” de izquierda del FITU se ha olvidado de la importancia de la democracia sindical o quizás levanten ahora una nueva consigna: “billetera mata asamblea”.

Es decir, al revés que en la huelga de 2015, los trabajadores no fortalecieron ni su conciencia de clase, ni su organización antiburocrática. ¿Cuál es la conclusión que pueden sacar algunos trabajadores? que vale más un acuerdo por arriba con el “ex traidor” Reguera -al que ahora llaman “compañero”-, que las asambleas, las decisiones discutidas conscientemente por los trabajadores, la participación plena en la lucha, redoblando la movilización, excitando la voluntad de lucha de otros trabajadores de otros gremios. Que no tiene ninguna importancia que Reguera haya contratado como abogado del gremio al ex represor de la dictadura militar Pedro “Pili” Rodríguez, responsable de secuestros y torturas del militante gremial del sindicato de municipales de San Lorenzo Manuel Casado y que además está procesado en la “causa de los trabajadores” donde se juzgan las responsabilidades sobre la totalidad de desaparecidos y asesinados del cordón industrial. Peor todavía, porque le lavan la cara a Reguera frente a los trabajadores de base llamándolo compañero, y en realidad lo son, ya que son parte de la corriente sindical que encabeza Moyano.

Pablo Moyano y Yofra

La lucha «histórica» de Yofra llega hasta ahí, hasta ser un miembro destacado de la burocracia sindical moyanista Dice que quiere mantener el valor de venta de la mercancía fuerza de trabajo. Pero como ese valor se hunde en el resto de la clase trabajadora, los aceiteros solos no lo pueden mantener porque por más que levanten la nariz, si el barco se hunde, el agua sube para todos. Por eso, tras 21 días de paro, no pudieron mantener el poder de compra de sus salarios, con los precios de los alimentos básicos e imprescindibles subiendo por encima del 100%.

¿Un faro para la clase trabajadora?

Este paro de la Federación, fue bien diferente al de 2015. En aquel momento, el paro se hizo con presencia permanente en las puertas de las fábricas, en asamblea permanente, y luego se garantizó con piquetes en los ingresos de las fábricas de San Lorenzo. Fueron intensos 25 días.

En cambio, ahora (salvo en algunas aceiteras como Cargill y Dreyfus) el paro se cumple con los trabajadores en sus casas, es decir, es una huelga pasiva. La única voz que se escucha tratando de desmentir a las patronales es la de Yofra cuando es entrevistado por algunas radios de FM con poca audiencia. Casi es una huelga que se mantiene en secreto. Los dirigentes aceiteros le echan la culpa a los grandes medios de difusión. Pero en realidad, mantener el “perfil bajo de la huelga” es una política consciente de los dirigentes gremiales. Si quisieran “visibilizar” la huelga hubieran organizado movilizaciones en el centro de Rosario y en Buenos Aires, en donde se ponga en evidencia la fuerza y la determinación de los trabajadores. Pero, no. Ni siquiera hay una presencia rotativa de los trabajadores en los portones de las fábricas, lo cual le permitía a la base en la huelga de 2015 seguir más de cerca las alternativas de la lucha y evaluarla permanentemente. En realidad, esconden la huelga a propósito, porque no quieren aparecer enfrentados al gobierno nacional de los Fernández.

Yofra se dedica a justificar al gobierno, deciéndole a los trabajadores que como las dos huelgas importantes que tuvo que hacer la Federación fueron durante gobiernos kirchneristas, mientras que durante los cuatro años de macrismo se arregló con las patronales sin problemas, esto se explicaría, porque hay un fin político de las patronales nucleadas en el Consejo, de perjudicar al gobierno nacional, y de provocar una devaluación, favorable a sus intereses.

Yofra “se olvida” de un detalle muy importante. En el 2015 durante el gobierno de CFK, la Federación había llegado sin problemas a un acuerdo con las patronales, y fue el Ministro de Trabajo, “el compañero Tomada”, y el Ministro de Economía, “el compañero Kicillof”, es decir, el gobierno de CFK, quienes se opusieron a homologar ese acuerdo porque perforaba el techo salarial que el gobierno kirchnerista quería imponer a las paritarias de los trabajadores. La huelga del 2015 fue hecha directamente contra el techo salarial del gobierno. Yofra cambia la versión de la realidad para decir justo lo opuesto de lo que pasó, para lavarle la cara al peronismo-kirchnerismo.

Y este problema que parece secundario y de simple “politiquería”, es muy importante, sobre todo si además de ganar la huelga, Yofra pretende –tal como declaró- que los aceiteros sean “UN FARO” para toda la clase trabajadora. Para ganar hay que saber y todos los trabajadores deben saber, no sólo quienes son los aliados circunstanciales muy poco confiables como Reguera, si no quienes son los enemigos. Y está claro que el gobierno de F & F está jugando con la patronal del Consejo Agroindustrial, de lo contrario el gobierno debería haber actuado, dando un fuerte respaldo a la huelga y rompiendo las negociaciones con el Consejo, denunciando sus presiones públicamente. Porque, cómo puede ser que, si tres gremios pueden enfrentar a esas cámaras patronales, el gobierno nacional apenas sea una víctima impotente de sus presiones ante las cuales no puede hacer nada, como lo pinta Yofra.

Al contrario, como dijo Yofra en una de sus entrevistas radiales, el Ministro de Trabajo del gobierno “popular” declaró que “El salario digno es el que estamos en condiciones de pagar y mantener”. Esa declaración fue hecha en referencia al salario mínimo que está en el nivel de la canasta de la indigencia, y es el criterio político oficial extendido a todas las negociaciones entre los obreros y las patronales. De allí que Yofra, ante la pregunta del periodista, respondió: <Nosotros no necesitamos que el gobierno nos diga “Uds tienen que aceptar”>. (Fuera de Tiempo, 28/11, radio CUT), y sacó una lógica conclusión: que Moroni está en la vereda de enfrente de los trabajadores. Pero no fue a fondo en su razonamiento, o no quiso ir, porque Moroni es un ministro que ejecuta la política del gobierno de Alberto. Fernández y Cristina Fernández.

Finalmente, ante la evidencia de que no cuenta con el apoyo del gobierno, Yofra, en lugar de denunciarlo, lo llama a la “reflexión”, como si el gobierno de F & F no supieran lo que hacen.

“Nosotros seguiremos luchando por lo que nos corresponde y ellos negociaran con el gobierno y veremos cómo termina esta historia. Ojalá que termine bien para el gobierno, para el Estado nacional, pero el gobierno tiene que prestar atención porque hoy vienen por los trabajadores y mañana van a ir por el Estado, son grandes derrumbadores de gobiernos. (8/12, “Trabajo y vida cotidiana” radio CUT).

Estos dirigentes se reivindican sindicalistas “puros”, apartidarios, pero llamaron a votan al Frente de Todos, y luego en los hechos le dan apoyo al gobierno. Creen que se puede mantener el nivel de vida de los trabajadores, bajo un sistema capitalista que se derrumba por todos lados. Al final, en aras de apoyar al gobierno del “mal menor”, no les queda más remedio que retroceder frente a la inflación y postrarse frente a las condiciones adversas de la crisis capitalista, pero de un capitalismo que ellos mismos sostienen.

Por otra parte, el criterio sindicalista de los dirigentes de la Federación que sólo negocian el valor de venta de la fuerza de trabajo, dejando “la política” en manos de los dirigentes peronistas para que se mantenga la explotación capitalista, los inhibe ahora, como los inhibió antes de postularse como eje de una restructuración clasista del movimiento obrero, y por lo tanto, mantienen la línea burocrática de no involucrar al resto de la clase obrera en la movilización en su apoyo y en transformarse en el puntal de la movilización contra el ajuste del gobierno nacional. En ese sentido ya han elegido su ubicación al postularse en el bando del moyanismo a ocupar algún cómodo sillón de la CGT. 

Pero la dirección que realmente necesita la clase obrera es una dirección clasista, cuyo objetivo no puede ser solamente pelearle a la patronal el valor de venta de la fuerza de trabajo. El salario cae inevitablemente frente a la inflación. Pero no este el único problema que afecta a la clase trabajadora y el pueblo. También aumenta la desocupación. ¿Qué hicieron estos dirigentes combativos, que son adulados por la izquierda, para evitar los despidos en Cargill, Cofco-Nidera y otras muchas fábricas más pequeñas? Los trabajadores de la región todavía estamos esperando el “tercer Rosariazo” que agitó Dávalos en el acto del 1° de mayo en Villa Gobernador Gálvez, para luchar por la reincorporación de los 67 compañeros de Cargill que quedaron en la calle.

Yofra y Dávalos drigentes de la Federación de Aceiteros

Todas las condiciones de vida que afectan a la familia trabajadora se van deteriorando, y muy rápidamente. No necesitamos más direcciones sindicales burocráticas que le hagan de sostén al capitalismo, y que le hagan creer a los trabajadores la ilusión reformista de que bajo el capitalismo, en esta época de crisis y decadencia, pueden conquistar un “salario justo” para toda la clase trabajadora. Una dirección sindical no puede considerarse verdaderamente clasista si no tiene como estrategia la unidad de la clase obrera contra la patronal y contra toda la burocracia sindical, para luchar hasta instaurar un Gobierno de Trabajadores. Porque solamente con un gobierno de nuestra propia clase, los trabajadores podremos liquidar la inflación y la desocupación, repartiendo las horas de trabajo entre todos los obreros, y conquistar un salario que garantice todas las necesidades una vida digna.

A B 17/1/21

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