¿Por qué sistema salud luchamos los marxistas?

Con la ofensiva patronal del gobierno macrista a través de la “Cobertura Universal de Salud” (CUS) y teniendo en cuenta que se cumplen 100 años de la Revolución Rusa, cabe preguntarnos: 

¿Por qué sistema salud luchamos los marxistas?

Breve contextualización:

En Argentina, el sistema de salud público data de mediados del siglo pasado, siendo una mixtura entre mutualismo (antecedente local de Obras sociales y el Seguro de Salud), el Estado (sistema público) y empresas privadas. La burguesía argentina, quien controla el Estado, piensa la salud pública de la siguiente forma: Primero dejan que las personas se enfermen – por falta de nutrición, prevención, empleo, ingresos, calidad de vida y movilidad urbana – para luego atacar, medicalizar la enfermedad. Es decir, se trata la salud como si fuese un problema esencialmente médico. El sistema público de salud argentino, aunque haya sido resultado de las luchas populares y de los trabajadores es manejado bajo la lógica del capitalismo, el mismo que impulsa la medicina privada. 

Uno paga cada vez más caro para tener salud y tiene cada vez menos servicios o prestaciones. Nunca los capitalistas ganaron tanto con la industria de la enfermedad y, principalmente, con la industria del cáncer, en la que el paciente gasta miles y miles de pesos para, al final, morir por el “tratamiento”. La realidad de los hospitales públicos y centros de salud es bien conocida por la población trabajadora: filas enormes, espera de horas para lograr un turno, meses para conseguir una consulta ambulatoria, dificultades para exámenes complementarios y laboratorios, falta de material e incluso para hacer exámenes de mediana y alta complejidad, la medicina preventiva es casi inexistente.

En este marco, la provincia de Santa Fe no escapa a este esquema. Pero en este caso hay que agregarle que el Partido Socialista (quien controla la provincia desde el 2007), sostiene vigente la “ley de SAMCo”. Dicha ley, sancionado en la dictadura militar de Onganía, da el control de los efectores de atención primaria de localidades pequeñas a las “organizaciones de la sociedad civil” y municipios o comunas según el caso, conformándose una presidencia del SAMCo elegida por asamblea de organizaciones que cuenten con personería jurídica, quienes administraran los recursos como también el nombramiento del personal. Sumado a esto, existe el esquema de autogestión, por medio del cual, el SAMCo les factura a las obras sociales. De esta forma, el estado provincial, se desliga en forma solapada, de aportar los recursos económicos necesarios para brindar una salud de calidad a la población, ya que solo designa un director médico y abona los sueldos del personal sanitario, dejando la administración económica a la presidencia del SAMCo. Algo para no dejar pasar por alto es que este tipo de esquema le hace “ahorrar” millones en sueldos al estado provincial, ya que los trabajadores no acceden al régimen de categorías como si lo hacen quienes se desempeñan en los Hospitales Nodales (segundo y tercer nivel de complejidad).

Y para frutilla del postre, el macrismo intenta terminar de reventar el deteriorado sistema de salud público argentino, con el CUS.

Un plan de “salud” (CUS) contra los trabajadores y el pueblo pobre (extractos del volante repartido por compañeros municipales del PCO Rosario)

“El engañoso nombre tiende a hacer creer que se trata de un progreso, de una ampliación de los derechos de la población a la atención sanitaria. Pero es todo lo contrario. En realidad, este nuevo sistema va a reemplazar la atención que hasta ahora era gratuita por un seguro de salud pago. 

Es el “ajuste”, la reducción del “gasto” publico, en esta área social tan importante. Paulatinamente, los presupuestos para la atención gratuita a la población serán reemplazados por un sistema donde todos pagarán por la protección de salud de acuerdo al dinero que dispongan.

Macri nos quiere hacer creer que a partir de ahora estarán cubiertas 15 millones de personas que hasta ahora no tenían cobertura sanitaria, porque no tenían obra social, ni prepaga. Pero no es verdad que estas 15 millones de personas no tuvieran ninguna cobertura. Estas personas se atendían en el hospital público. Está claro que los hospitales públicos de todo el país sufren de un terrible deterioro, por la falta de inversión por parte de los gobiernos, tanto de los provinciales, como de la Nación.

Pero en lugar de aumentar el presupuesto en salud, el plan del gobierno nacional es que esos 15 millones de personas, de manera obligatoria se registren en un seguro de salud, que sólo les garantizará una determinada canasta básica de atenciones que eliminará prestaciones que hoy existen y que los pacientes reciben gratuitamente, para lo cual se van a elaborar un nuevo Programa Médico Obligatorio –PMO- más restringido. 

Este plan establece además que los medicamentos, a los que los pacientes accedían gratuitamente en las farmacias de los hospitales públicos, en adelante habrá que comprarlos en farmacias privadas, eso sí, con descuentos…

A partir de este empadronamiento comenzarán los negocios de las empresas privadas de la salud para vender sus servicios.  De esta manera, el gobierno pretende liquidar dos pájaros de un solo tiro. Por un lado, baja el gasto público y por otro sirve en bandeja un jugoso negocio a las empresas privadas que lucran con la salud.

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Para imponer este plan contra la salud (CUS) el gobierno primero arregló con la burocracia sindical de la CGT, devolviéndoles 2.704 millones de pesos, como primera cuota de un total de $30 mil millones de lo que el gobierno de CFK les adeudaba a las obras sociales. El gobierno también les prometió la elaboración de una ley para restringir el acceso por vía judicial a las prestaciones que las obras sociales no autorizan.

Pero no es sólo la burocracia la que acepta y es cómplice del ajuste de Macri. Los partidos patronales “opositores” como el PJ, el PS-UCR y el kirchnerismo, hacen algunas críticas “para la tribuna”, para ganar votos para las próximas elecciones, pero ninguno está dispuesto a luchar para impedir la implementación del CUS. Ya fue aceptado en 14 provincias gobernadas por todo el arco político patronal.

En el caso del PS, la oposición de palabra de algunos de sus funcionarios, va acompañada de una adaptación al plan, ya que coincide con su política habitual de hacer campaña electoral con algunas mejoras puntuales, mientras achica el presupuesto general en salud, retaceando la inversión en hospitales con múltiples problemas edilicios y falta de equipamiento, aprieta al personal para tener más “eficiencia”, paga salarios por debajo de la canasta familiar y cubre con horas extras el faltante de personal”

En síntesis, más allá del esfuerzo de todos los trabajadores, el servicio público de salud es deficitario por donde se lo mire. Sin embargo, en el marco de la crisis creciente del capitalismo, el plan del Gobierno y las patronales a través del CUS, pretende seguir avanzando sobre los retaceados márgenes que le quedan. Ante esto, la oposición Kirchnerista como en Santa Fe del Partido “Socialata” ya sea a través de sus gobernadores, diputados, como de la burocracia sindical que responde a ellos, no parece estar pensando un plan para enfrentarla. La pelea de los trabajadores de la Clínica Gomara sirve como botón de muestra en ese sentido.   

La práctica de la salud pública no ha existido siempre, sino que son una conquista de la Revolución de Octubre.

La primera red sanitaria general de la historia fue obra de La Revolución de Octubre. Nikolai A. Semashko, bolchevique y primer comisario (ministro) de Sanidad desde 1918 hasta 1930 estableció los principios básicos que debía reunir el servicio soviético de salud: unidad en la organización, participación de la población en la totalidad del trabajo de protección de salud y medidas profilácticas, es decir, la prevención. 

La sanidad soviética, por tanto, no era un servicio especialmente destinado a los obreros y campesinos sino una tarea en cuya planificación participaban activamente los sindicatos obreros, las cooperativas agrarias, los soviets y la población en general, es decir, millones de personas que atendían y eran atendidos por la red sanitaria más grande que nunca se había puesto en funcionamiento, alcanzado a cada uno de los rincones de la extensa URSS, incluidos los más alejados y remotos. En la Unión Soviética de Lenin y Trotsky, la asistencia prenatal, así como el aborto, se convirtieron en públicos y gratuitos. 

Bajo la experiencia de la Unión Soviética que se creó el sistema referenciado de salud, donde las unidades de salud de cada barrio, de casa zona barrial, de forma descentralizada realizaron experiencias de atención primara efectiva, dejando para los hospitales los casos complicados, pero eso sí, jamás hubo filas de espera. Con el surgimiento del stalinismo, ese sistema se fue burocratizando de la misma manera que todos los órdenes de la vida soviética. Hubo que esperar hasta después de la Segunda Guerra mundial, para que existiera algo parecido en Occidente, aunque nunca funcionando de una manera tan universal. 

De distintas formas, el sistema de salud de la URRS, fue un faro de lucha para la conquista de la salud pública para los trabajadores de todo el mundo. Hoy en cada dispensario médico, hospital o clínica pública del mundo siguen latiendo esos principios sanitarios fundados por la Revolución de Octubre.

Conclusión: 

Donde se mire, los recortes en salud son moneda corriente. No hay salida para la salud pública en el capitalismo en crisis. El Estado capitalista tiene como único interés velar por la propiedad privada y el lucro, es decir beneficiar a los lobbies de la industria de medicamentos y equipamientos y a la corporación médica – médicos dueños de clínicas, consultorios en los que explotan fuerza de trabajo, etc. Para eso se apoya en la burocracia sindical, la cual, en la mayoría de los casos, tiene intereses privados, ya que manejan la suculenta caja de las obras sociales. Pero ninguno de estos sectores puede tener interés en la salud como bien público. Es por eso que los trabajadores debemos defender la salud pública y la atención gratuita sin restricciones, porque la salud es un derecho inalienable. No puede ser que el que tenga plata tenga derecho a vivir y el pobre tenga que penar enfermo o morir esperando un turno, por no tener plata. 

Por lo tanto, el sistema de salud debe ser único e integrado, y para ello habría que expropiar a todos los sanatorios y clínicas privadas e integrarlas con los hospitales públicos en una sola red, sin distinción de “fronteras” municipales, provinciales o nacionales. Un sistema sostenido por un presupuesto nacional, tomando como ejemplo el esquema soviético. Las vidas de los trabajadores y el pueblo pobre no pueden seguir siendo una mercancía, solamente un gobierno de los trabajadores garantizaría UN SERVICIO SANITARIO UNICO, GRATUITO Y DE CALIDAD. 

Saruman, el Blanco

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