Se frenó la ofensiva de la patronal y la traición de Calo-Gutiérrez, pero hay que preparar el próximo round de esta pelea
Gri Calviño es parte de un grupo de metalúrgicas que en varias plantas del mundo fabrica torres para obtener energía eólica. En Argentina se hicieron fuertes gracias a los negocios de Macri y la energía eólica. Cada torre vale alrededor de 250 millones de pesos y, junto a SICA, son las únicas en el país.
El último contrato de construcción terminó en julio del año pasado y fue para exportar torres a EEUU. Facturaron cerca de u$s 500 millones. Acá pagan 1 dólar la hora al obrero calificado y, por la misma tarea, en su planta de España pagan 20. Hace pocos años se instalaron en Bosques en tierras cedidas, en forma turbia, por el intendente del FdT.
Hace año y medio los obreros votaron un cuerpo de delegados que, a diferencia de la mayoría de las fábricas de la seccional Quilmes de la UOM, es independiente del ¨Barba¨ Gutiérrez (secretario general de la seccional y parte de la burocracia de la UOM, pero de otra fracción diferente a la de Caló). Estos delegados se apoyan en las asambleas y un grupo importante de activistas que, en la fragua y el calor de meses de lucha, a fuego y martillo, va tomando forma.
En agosto del año pasado, terminaron el contrato con EEUU, gracias a que Alberto Fernández le dio a la multinacional una licencia para considerar trabajo esencial el fabricar torres eólicas (sic). Luego de laburar en pandemia, con docenas de casos de covid-19, esta patronal convoca a la comisión interna para negociar una suspensión hasta enero aprovechando los generosos, para los patrones, ATP de Fernández.
La comisión interna obtiene en la negociación mucho más que lo que la multinacional ofrece (95% del sueldo en vez del acuerdo general de la UOM del 75%, devolución de deuda por ATP en 5 cuotas en vez de 1, etc.) Esta acepta pero, seguramente luego de consultar y obtener el guiño de la UOM y los kirchneristas, rompen el acuerdo rebajando el salario al 75%.
Los trabajadores en asamblea rechazan esto y resuelven ocupar la planta. El gobierno peronista manda a Berni y 400 policías a desalojar, lo cual consiguen a duras penas. Los 180 obreros salen de la planta, pero arman en acampe en el estacionamiento de la fábrica. La patronal pasa a la ofensiva, amenaza con causas penales para desaforar a los delegados y manda despidos a 66 trabajadores.
La UOM no da señales de vida ni organiza ninguna medida para repudiar los despidos y la militarización de la planta.
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El Barba pensó que con su presencia aceitaría la derrota y entregaría fácil a los delegados y activistas más combativos, pero las asambleas le mostraron lo contrario.
Entre tanto, el gobierno de Kicillof, por medio del Ministerio de Trabajo provincial, alargaba el conflicto en supuestas negociaciones jugando al desgaste, a lo que también apuntaba la UOM. Al no tener respuestas los trabajadores marchan a la Cámara patronal y a la sede Callao del Ministerio de Trabajo nacional. también hacen un festival para juntar fondos. Acá se produce un momento bisagra donde parte de la comisión interna y, sobre todo, el activismo llega a la conclusión evidente de que con el Barba solo van a una derrota. La base sigue dudando, la patronal y el sindicato les mienten con mensajes y propuestas para dividirlos de los más combativos. La multinacional cree leer que es el momento de golpear y convoca a “trabajar” a 60 trabajadores que no están en el acampe. El desgaste se hace sentir. Los delegados entran con ellos a la fuerza, hacen asambleas a la mañana y la tarde y se vota que entran todos o no entra nadie y hay paro enla planta. La taba empieza a darse vuelta
Y acá viene la peor entregada de Caló y Gutiérrez, y su carta más fuerte: hacen un acuerdo a escondidas con la patronal donde firman todos los puntos que exige esta (flexibilización laboral, restringir la movilidad de los delegados, paz social) Los obreros en asamblea lo rechazan y se plantan aún más y lo aprietan al Barba que no sabe cómo escapar. El acuerdo no fue homologado aun y los obreros están muy firmes, todos adentro, con la decisión de seguir discutiendo los puntos por los cuales arranca el conflicto (contra el acuerdo firmado por Caló y Gutiérrez) y con pequeñas medidas de acción cada vez que lo creen necesario, lo que muestra que se sienten fuertes, como paros parciales, quite de colaboración, etc. El conflicto está abierto y latiendo.
Desde el PCO estuvimos desde el principio apoyando la lucha, y seguiremos estando. De entrada advertimos que no se puede poner ni una viruta de confianza en la UOM ni en el Estado y su mediación, que hay que sacar el conflicto para afuera convocando a las demás metalúrgicas de la seccional, que hay que hacer un fondo de lucha para no depender de las migajas de la UOM y empezar a plantear aumentos salariales primero porque corresponde con la inflación galopante y por las no paritarias dejadas correr por los Caló-Gutiérrez y para ganar la simpatía de otros trabajadores, para ganar definitivamente al menos este capítulo del libro que empiezan a escribir. El seguir aislados, lo cual le cuesta ver a la mayoría de los delegados y activistas lo perjudicial que es, los debilita y deja la puerta de esta lucha y las que vendrán mitad abierta, mitad cerrada.
A la vez que proponemos medidas, acciones y formas de organización para ganar la lucha, decimos que lo fundamental es que los trabajadores comprendamos que la única fuerza en la cual podemos confiar es en la de la propia clase trabajadora. No solo en la organización sindical, sino en la independencia política de todos los partidos y dirigentes patronales, como el peronismo que gobierna el país, la provincia, el municipio y dirige el sindicato. Solo podemos apoyarnos en la base de la clase trabajadora, empezando por los metalúrgicos. Muchos trabajadores están sintiendo el peso de la realidad muy diferente al que prometía el Frente de Todos en campaña electoral. Y también se ve con más claridad que nunca que los dirigentes sindicales peronistas de la CGT y la UOM están mucho más comprometidos con los intereses del gobierno y las patronales que con las necesidades de la base obrera. Hay que preparar la resistencia a la ofensiva del gobierno y las patronales. Y en ese combate construir nuestro propio partido político, que luche por un gobierno de los trabajadores que expropie a los capitalistas.