A 80 años del asesinato de Trotsky, contra todos los centristas, para nosotros sus concepciones de estrategia siguen vigentes

La estrategia en la época imperialista y el centrismo “trotskista”

A 80 años del asesinato de León Trotsky el capitalismo imperialista atraviesa una crisis descomunal, de similares proporciones que las de la década del ’30. Ahora potenciada por la pandemia de coronavirus, la economía mundial ha caído en una depresión. En la etapa abierta con el nuevo milenio a partir de la crisis general con epicentro en EE-UU a partir de la crisis económica de las puntocom y la decadencia de la principal potencia imperialista expresada en la caída de las Torres Gemelas, y la consecuente ofensiva militar con la invasión a Afganistán e Irak, se expresan claramente las características de la fase actual del capitalismo, como una época de crisis, guerras y revoluciones.

En este marco, con el antecedente inmediato de la oleada de levantamientos populares en Nicaragua, Honduras, Haití, Francia, Ecuador, Chile, Bolivia, y las recientes revueltas de la población negra en EE-UU, con su repercusión en varios países de Europa, se reunió la Conferencia de Latinoamérica y EE-UU convocada por los partidos que integran el FIT-U en Argentina. La conferencia refleja el estado de desconcierto del centrismo trotskista. La conferencia no fue preparada con documentos, ni fueron fijadas las cuestiones centrales para el análisis y las tareas planteadas. No hubo una elaboración fraternal de las principales cuestiones estratégicas y tácticas para la intervención en común en la lucha de clases. La conferencia solo sirvió para “medir fuerzas”, y no significó un avance en ningún sentido.

En relación a esta conferencia podemos analizar al centrismo trotskista y sus posiciones, a la luz de los conceptos fundamentales que dejó planteados Trotsky, como enseñanzas estratégicas durante el período de entre guerras.

Trotsky nos preparó para comprender esta situación, sus giros bruscos, y para orientar la acción de los partidos revolucionarios, al explicar las particularidades de la estrategia en la época imperialista:

“La idea de una estrategia revolucionaria se consolidó en los años de posguerra, al principio, indudablemente, gracias a la afluencia de la terminología militar, pero no por puro azar. Antes de la guerra no habíamos hablado más que de la táctica del partido proletario; esta concepción correspondía con exactitud suficiente a los métodos parlamentarios y sindicales predominantes entonces, y que no salían del marco de las reivindicaciones y de las tareas corrientes. La táctica se limita a un sistema de medidas relativas a un problema particular de actualidad o a un dominio determinado de la lucha de clases, mientras que la estrategia revolucionaria se extiende a un sistema combinado de acciones que, en su relación, en su sucesión, en su desarrollo deben llevar al proletariado a la conquista del poder.” (1)

Es decir, en esta época, en la que la estrategia de la lucha por el poder del proletariado es la que ordena toda la política del partido, la línea sindical y la electoral-parlamentaria deberían regirse por los mismos principios, y no como en la época reformista en la que las tácticas se elaboraban de una manera particular para cada dominio determinado de la lucha de clases.

1-Electoralismo y tacticismo sindical oportunistas

Sin embargo, el centrismo trotskista (cuya amplia mayoría esta nucleada en el FIT-U: PTS-PO-IS-MST) se maneja, tanto en el plano parlamentario como en el sindical, como si estuviéramos en la “época reformista”. En la línea electoral prevalece que lo fundamental es conseguir más diputados “de izquierda”. Como si ello fuera a cambiar en algo la situación de miseria material de las masas. El centrismo “trotskista” rechaza en la práctica la tradición bolchevique sobre la participación en las elecciones y las resoluciones de la III Internacional sobre la acción de los revolucionarios en el Parlamento (2).

En el plano sindical se hace eje en un tacticismo economicista a ultranza, ignorando las caracterizaciones que Trotsky hace de los sindicatos en la época imperialista. Y mientras en el terreno electoral hasta la incorporación del MST, el FIT se mantenía dentro de los marcos formales de la “independencia de clase”, en la línea sindical se abandonaba el criterio “clasista”, muchas veces invocado de palabra pero violado en los hechos , cayendo en listas únicas multicolores (en sindicatos docentes) o compartiendo comisiones directivas con la burocracia reformista y partidos pequeñoburgueses que concilian con los partidos burgueses y se adaptan al Estado burgués, como por ejemplo en la comisión directiva de Amsafe-Rosario y en el frente gremial 4 de abril.

Allí tanto el PTS como el PO e IS conviven prácticamente sin críticas con la burocracia reformista de Teres (enrolado en la línea de De Gennaro) que se ha integrado al gobierno nacional tanto en el plano político (con Claudio Lozano como director del Banco Nación), como en el sindical, con el apoyo brindado por los dirigentes de la CTA-A nacional y la firma del “Compromiso para el Desarrollo y la Solidaridad”. Esta línea de connivencia se replica en el plano nacional en los Suteba’s de la provincia de Bs As y en las listas Multicolor. En particular el PTS metió debajo de la alfombra la caracterización de que el PCR (maoísta) y el MST (morenista) eran parte “orgánica” de la burocracia de la CTA-A, no sólo para poder mantener esos acuerdos oportunistas en el plano sindical, sino para permitir el ingreso del MST al FIT.

Finalmente se terminó armonizando la línea sindical con el carácter del frente electoral, pero hacia la derecha, con la incorporación en el FIT del MST, un partido pequeñoburgués, que mantuvo una línea permanente de alianzas con partidos pequeñoburgueses como el PC y el PCR, o directamente burgueses como Proyecto Sur y el partido del dirigente burgués cordobés Luis Juez, o el de la gobernadora de Tierra del Fuego.

2-El principal factor estratégico destacado por Trotsky es la importancia fundamental del partido y de su dirección

“El rol del factor subjetivo puede quedar completamente subordinado durante la época de la revolución orgánica lenta, cuando nacen justamente los diversos proverbios de la gradualidad: “quien mucho corre, pronto para”, “nadie está obligado a hacer más de lo que puede”, etc., que reflejan la sabiduría de la táctica de la época del crecimiento orgánico, que no puede soportar que se “salten las etapas”. En tanto que, cuando las premisas objetivas están maduras, la clave de todo el proceso histórico pasa a manos del factor subjetivo, es decir, del partido. El oportunismo, que vive consciente o inconscientemente bajo la sugestión de la época pasada se inclina siempre a menospreciar el rol del factor subjetivo, es decir, la importancia del partido revolucionario y de su dirección.” (3)

Pero, para empezar, digamos que todas las corrientes que se reivindican del morenismo sin cuestionar la revisión que hizo Moreno de la teoría de la revolución permanente de Trotsky, deberían preguntarse cómo se compatibiliza una teoría de la revolución que hace eje y se articula en los sujetos (tanto el social -el proletariado-, como el político -el partido obrero revolucionario-) con la revisión de Moreno que dice que Trotsky se equivocó y no son los factores subjetivos los determinantes para la revolución socialista, sino los factores objetivos. Que sin que sea el proletariado el sujeto social de la revolución y un partido obrero marxista su sujeto político, direcciones pequeñoburguesas apoyadas en el campesinado o la pequeño-burguesía urbana pueden hacer la revolución socialista, por lo menos iniciarla.

¿Cómo se puede considerar una “continuación” y una “actualización” a una teoría que se articula en las antípodas en relación a la formulación de Trotsky? Los dirigentes de la LIT, UIT y el MST no pueden contestar esta pregunta si tienen un mínimo de seriedad teórica.

Como dijo Trotsky: “La revolución proletaria no puede triunfar sin el partido, fuera de él, dejándole de lado, buscándole un sucedáneo. Esta es la lección principal de la última década transcurrida.”

Y podríamos agregar que es también la lección principal e irrebatible de los últimos 100 años, por más que haya habido excepciones en las que direcciones pequeño burguesas apoyadas en masas de esa misma clase derrocaran a la burguesía y la expropiaran. Pero la expropiación no es lo mismo que la “revolución socialista”. Es condición necesaria pero no suficiente. Una revolución (congelada en la expropiación) que no avanza en dirección al socialismo en el plano interno ni en el desarrollo de la revolución internacional, no se la puede llamar socialista.

Porque como explicó Trotsky, para avanzar al socialismo el factor subjetivo es fundamental: “A diferencia del capitalismo, el socialismo no se construye mecánicamente, sino conscientemente. El avance hacia el socialismo es inseparable del poder estatal que desea el socialismo o se ve obligado a desearlo. El socialismo recién puede adquirir un carácter inconmovible en una etapa muy avanzada de su desarrollo, cuando sus fuerzas productivas hayan superado de lejos las del capitalismo, cuando se satisfagan abundantemente las necesidades de cada individuo y de todos los hombres y el estado haya desaparecido completamente, diluyéndose en la sociedad”. (4)

Moreno creó una teoría revisionista sobre la base de las excepciones ya consideradas por Trotsky en el Programa de Transición, menospreciando el rol del partido obrero revolucionario, sobreestimando los factores objetivos y minimizando los subjetivos. Pero como dice Trotsky, justamente al fundamentar el valor de los sujetos en su teoría:

“Si prescindimos completamente, ante el problema discutido, del factor subjetivo de la revolución ––de los partidos y sus programas––, de la forma política y de organización de la colaboración del proletariado y de los campesinos, desaparecerán todas las divergencias, no sólo entre Lenin y yo ––divergencias que reflejaban tan sólo dos matices dentro del ala revolucionaría––, sino, lo que es mucho peor, las existentes entre el bolchevismo y el menchevismo, y desaparecerá asimismo la diferencia que separa la Revolución rusa de 1905 y las revoluciones de 1848, y aun la de 1789, en la medida en que con respecto a esta última cabe hablar de un proletariado. Todas las revoluciones burguesas se han fundado en la colaboración de las masas oprimidas de la ciudad y del campo. Esto era lo que daba a aquéllas, en mayor o menor grado, un carácter nacional, o sea, de participación de todo el pueblo. Tanto teórica como políticamente, el debate versaba, no sobre la colaboración de los obreros y campesinos, en su condición de tales, sino del programa de dicha colaboración, de sus formas de partido y de sus métodos políticos. … El propio Lenin, además, no consideraba que, en general, la cuestión quedara agotada con la base de clase de la dictadura y sus fines históricos objetivos. Lenin comprendía muy bien ––y nos enseñó a todos nosotros en este sentido–– la importancia del factor subjetivo: los fines, el método consciente, el partido.”. (2)

Por lo tanto, hasta que los partidos que se disputan la herencia de Moreno (IS-UIT; PSTU-LIT; MST-LIS) no rompan con el revisionismo objetivista de Moreno, no pueden ser ningún embrión de dirección marxista revolucionaria.

Para empezar, porque en los casos de la UIT y el MST, tanto en el terreno de la construcción del partido como en los demás, la táctica predomina sobre la estrategia. Pero, además, hay una expectativa en las posibilidades revolucionarias de los partidos, movimientos o frentes pequeñoburgueses. Sólo así se pueden explicar los entrismos de 16 años al frente electoral reformista PSol (del UIT y MST), el apoyo político a Syriza y a Chávez por parte del MST, o los acuerdos electorales sin respetar el principio de la independencia de clase, tanto del MST en Argentina, como la UIT en Perú.

Tampoco el PO puede postularse como embrión de dirección revolucionaria, ya que, en la práctica, es el que históricamente menos ha comprendido que el principal instrumento estratégico es un partido revolucionario internacional, porque nunca hizo esfuerzos en proporción a sus posibilidades para construir una organización internacional.

3-El programa pequeño burgués democrático como estrategia

La reciente Conferencia virtual realizada por el FIT-U puso en evidencia la imposibilidad de que esas organizaciones puedan avanzar hacia constituir un partido unificado en el plano internacional, y que su “unidad” solo puede subsistir, tal como es actualmente en Argentina, como acuerdos electorales nacionales. Ninguna de las propuestas de los cuatro partidos convocantes pudo ser aprobada, y en cambio se aprobó una resolución de consenso, cuyo único punto destacable es que todos coinciden en al apoyo a la convocatoria a Asamblea Constituyente en Chile, la ilusión de la pequeño burguesía democratista, la vía por la que el régimen se prepara para desviar el ascenso de masas de enfrentamiento en las calles a el típico mecanismo electoral y deliberativo, en el cual los actuales representantes de la burguesía tienen poder de veto, y si hiciera falta el poder militar.

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Los herederos de Moreno, los herederos de Lambert, están de acuerdo en la estrategia de la Asamblea Constituyente. Según contaba Moreno, él entendió la importancia de esa consigna del propio Lambert. Así que es lógica esa coincidencia.

Pero, ¿qué hay de los que reniegan de la herencia morenista pero llegan por otras vías a la misma consigna democrático burguesas formulada con un carácter estratégico? Nos referimos al PTS. Y no nos vengan a decir que exageramos o falseamos la discusión. Si un partido presenta una misma consigna para todo tipo de países, y para todo tipo de situaciones, obviamente se trata de una consigna estratégica. De la misma manera se la puede considerar estratégica ya que no forma parte de un sistema de consignas que conduzca a la conquista del poder por el proletariado. Estos dirigentes del PTS que han estudiado tanto la cuestión de la estrategia, ¿cómo puede explicar la estrategia de la Asamblea Constituyente? Por ahí en algunos de sus artículos dicen que se debe al atraso político de la clase obrera. Pero para saldar la distancia entre el programa de la revolución socialista y el atraso de la consciencia del proletariado existe un programa y un método, el del Programa de Transición. Al decir del mismo PTS, ese programa articula las tácticas en función del objetivo estratégico. ¿Adónde entra en ese programa la Asamblea Constituyente para todo tiempo y lugar? En realidad, esa estrategia responde a la concepción de Gramsci, no a la de Trotsky, que por más que se quiera no se pueden conciliar.

Tanta tinta y papel han gastado los teóricos del PTS, criticando la posición de Moreno, para después dar un giro copernicano, y apoyándose en Gramsci han vuelto subrepticiamente a la misma concepción de la revolución democrática de Moreno que tenía como consigna eje la de Asamblea Constituyente. Y por eso en lo único que se pusieron de acuerdo TODOS es en la Asamblea Constituyente para Chile, para enterrar cualquier esbozo de revolución.

4-Capitulación al nacionalismo burgués y al “progresismo”

Otra lección de estrategia, pero que data desde Marx y Engels, es la cuestión de la independencia de clases. El PTS-FT que le exige balances al PO y al MST, debería escribir su propio balance y sus propias lecciones acerca de la cuestión de la independencia de clase. Cuando en la Conferencia se llenan la boca criticando con justa razón al PO que levanta la consigna ¡Fuera Trump! En el marco de una disputa electoral, acusándolos de caer en la variante oportunista del mal menor a favor del candidato demócrata Biden, deberían recordar que el MRT (sección de la FT en Brasil) ¡llamó a votar por el candidato del PT como mal menor ante Bolsonaro!

El PTS tiene la costumbre de olvidarse de sus propios errores al cuestionar las capitulaciones de los demás. Olvidando que llamaron a votar por Chávez en el plebiscito revocatorio de 2004, luego cuestionaron duramente la política del PO (defendida por Altamira) de llamar a votar por Evo Morales en el 2005. En ese momento el PTS argumentó que no votar por candidatos burgueses era una cuestión de principios, el principio marxista de la independencia de clase. ¿Y qué pasó con ese principio en las elecciones de Brasil del 2016 cuando el MRT llamó a votar por un candidato burgués “progresista”? ¿O van a pretender que se trataba de un candidato obrero o que el PT es un partido obrero?

La LIT, hizo lo mismo. Capituló al mal menor llamando a votar por el candidato del PT Fernando Haddad. Ahora, su capitulación al mal menor, es decir, a la oposición burguesa, se expresa en levantar la consigna “Fuera Bolsonaro”, sin plantear una consigna de poder del proletariado, derivada directamente de la teoría de la revolución democrática de Moreno, la cual, además, los lleva a seguir sosteniendo que la restauración burguesa en la ex URSS y Europa del Este fue a consecuencia del “triunfo” de la revolución democrática.

De esta manera, tanto el PTS-FT como el PSTU-LIT desconocen un principio estratégico elemental que guía a los partidos revolucionarios desde el Manifiesto Comunista y la circular de la Liga Comunista de 1850.

El apoyo del PTS-FT al nacionalismo burgués y a los gobiernos burgueses “progresistas” llega al colmo de llamar “golpe” a una maniobra institucional (impeachment) que es parte del mecanismo bonapartista constitucional. Pero el argumento de que va contra un gobierno elegido por una mayoría de obreros, no resulta ser útil cuando el que sufre los efectos del impeachment es Trump. En realidad, no se trata de un problema “democrático”, de respeto a la voluntad popular, por la que ni los propios votantes del PT estuvieron dispuestos a pelear. Tampoco se trató de que el gobierno de Evo Morales tuviera el apoyo de una mayoría de obreros y campesinos como argumenta la LOR-CI, ya que la clase obrera y una gran parte de campesinos le dieron directamente la espalda dejándolo caer cuando las FFAA le reclamaron la renuncia. En realidad, con distintos argumentos se trató del apoyo a un sector de la burguesía supuestamente nacional o “progresista”, que ni siquiera es tal. Es decir, se trató de otra manifestación de la idea oportunista del mal menor.

5-Incomprensión práctica del carácter de la época

El PTS rompió con la LIT en el ’88 acusándola de nacional-trotskismo, pero se pasaron 8 años sabáticos para recién en 1996 comenzar a incursionar el plano internacional. En la última década tienen el mérito de tratar de avanzar en alguna elaboración teórica. Después de un tiempo descubrieron que la situación internacional volvía a recuperar la “normalidad”, es decir, que se correspondía a los conceptos planteados por Lenin. De allí que consideraron que una guerra interimperialista podría ser factible, pero sólo en el largo plazo (5). Ahora en su intervención Castillo (PTS) no descartó la posibilidad de una guerra mundial para el “período próximo”.

Pero, aunque es una situación que se viene gestando desde el 2000, recién ahora, cuando todos los medios internacionales llaman la atención por la creciente hostilidad de EE-UU contra China empiezan a discutir sobre la posibilidad de guerra mundial, y recién ahora empiezan a estudiar un poco más a fondo y a discutir el carácter de clase del Estado chino. Pero ahí tampoco tienen acuerdos. Mientras que para el PO es un Estado en proceso de restauración (¿eso significaría que todavía es un Estado Obrero?), para IS es “capitalista” (aunque no imperialista), para el PTS hasta ahora era un misterio (recién después de la conferencia anuncian su caracterización de que es capitalista -pero no imperialista-, pero que se trata de un proceso de restauración capitalista inconcluso) y para el MST no debe tener mayor importancia, ya que no dice nada. Tampoco es muy claro el análisis del PO, que anuncia la posibilidad de una guerra mundial, pero no dice cuáles serían los posibles bandos imperialistas enfrentados.

Cómo se puede tener una visión estratégica correcta sin una caracterización definida de China, que es un factor fundamental de la situación internacional. Y cómo, sin hacer los esfuerzos por precisar la dinámica a un enfrentamiento militar mundial, con toda la catástrofe de destrucción que ello seguramente acarraría.

Fue el PO (en la intervención de Néstor Pitrola) quien puso sobre la mesa la discusión acerca de la posibilidad de una próxima guerra mundial. Para la UIT (Miguel Sorans), cuyo andamiaje “teórico” se apoya en la herencia de Moreno, todas las potencias imperialistas, así como las capitalistas China y Rusia, son un frente único contrarrevolucionario. Sólo hay entre ellas disputas menores por el reparto de la plusvalía. Por lo tanto, a lo sumo podrá haber entre ellos alguna “escaramuza” militar. Es decir, del carácter de la época señalado por Lenin, sólo quedan las crisis y las revoluciones, pero las guerras han desaparecido sin que se hayan tomado la molestia teórica de fundamentar, cuáles pueden ser las consecuencias para las relaciones entre los Estados la profunda crisis que arrancó en el 2007 y ahora se transformó en depresión, y que según el propio Sorans es “la peor crisis del capitalismo en su historia”.

Conclusión:

Son muy interesantes las referencias del PTS a las discusiones estratégicas, pero en la práctica sólo asimila las que tienen carácter oportunista y reformista, aunque como contracara en algunas acciones de la lucha de clases tenga posiciones vanguardistas y de aparto. El PO e IS cuya política se circunscribe al electoralismo y al sindicalismo, no tienen ninguna estrategia revolucionaria, lo mismo que el MST. Sea por la herencia morenista o lambertista o por medio de las concepciones gramscianas, los cuatro partidos del FIT-U no sobrepasan el economicismo sindical y la adaptación al régimen democrático burgués. En las tácticas para construir partido, utilizando la táctica del entrismo de manera oportunista no se diferencian, tanto el MST-LIS como el PTS-FT y la IS-UIT. Mientras que, en sus pobres intentos de constituir una corriente internacional, el PO se orientó con una línea programática tan difusa como para confluir con un partido stalinista como el Partido de los Comunistas Unificados de Rusia. En síntesis, ni de cada uno de estos partidos por separado, ni de su unidad mecánica, puede salir ninguna dirección revolucionaria del proletariado. Aunque no se puede descartar a priori que, ante acontecimientos revolucionarios de la lucha de clases, surjan del seno de los partidos del centrismo trotskista alas que vayan hacia la izquierda buscando una posición revolucionaria. Pero hasta ahora, cuando se mueven para algún lado es para la derecha, como fue con la integración del MST al FIT-U y con la consigna de Asamblea Constituyente, como “salida a la crisis”.

20/8/20 (nota publicada en «manifiesto internacional N° 3 del partido de la causa obrera – PCO)

(1) La Tercera Internacional después de Lenin

(2). Para tomar un solo ejemplo, dice las resoluciones de la III Internacional: “La campaña electoral debe ser llevada a cabo no en el sentido de la obtención del máximo de mandatos parlamentarios sino en el de la movilización de las masas bajo las consignas de la revolución proletaria”.

Pero la campaña del FIT tuvo como consigna eje “que un diputado gane como una maestra”; o “la izquierda tiene que estar” para ser una verdadera “oposición”; inclusive personalizando “Myriam Bregman tiene que estar”; incluso proponiendo “cortar boletas”, es decir proponiendo un voto de un candidato del FIT junto a un candidato burgués.

“La presentación regular de proyectos de ley puramente demostrativos concebidos no de cara a su adopción por la mayoría burguesa sino para la propaganda, la agitación y la organización, deberá hacerse bajo las indicaciones del partido y de su Comité Central”.

“Todo diputado comunista al parlamento está obligado a recordar que no es un “legislador” que busca un lenguaje común con otros legisladores, sino un agitador del partido enviado a actuar junto al enemigo…”

(3) La Tercera Internacional después de Lenin

(4) El estado obrero, termidor y bonapartismo

(5) EE. UU. pasa de la “guerra contra el terrorismo” a preparase para un conflicto entre potencias. Claudia Cinatti, 25 de enero de 2018

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