El 21 de mayo pasado, los trabajadores de Tierra del Fuego realizaron un paro general en contra del ataque del gobierno de Milei al régimen industrial provincial. Al paro de obreros de la industria electrónica (enrolados en la UOM), se le sumaron trabajadores de otros sindicatos, como camioneros, empleados de comercio, docentes de educación pública y privada, trabajadores de la salud, etc. Al mismo tiempo que las plantas industriales se mantenían paralizadas con piquetes, la masiva movilización, fue acompañada por el conjunto de la población de la ciudad de Río Grande. En esta provincia de 190.000 habitantes, el peso relativo del proletariado industrial es el más grande del país, son aproximadamente 15.000 empleos directos e indirectos, la clase obrera actúa como catalizador social, del conjunto de la sociedad fueguina.
El Decreto en cuestión es el 333/25, el cual modifica los Derechos de Importación Extrazona para “teléfonos inteligentes, teléfonos celulares portátiles, excepto los que sean por satélite”: los cuales pasarán del 16% al 8%, pero a partir del 15 de enero del 2026 el gravamen quedará en 0%. También hay una reducción de los derechos para la importación de “Videoconsolas y máquinas de videojuegos”, que pasan de tributar el 35 % a un 20%.
Luego del paro, el viernes 23, se firmó un acuerdo entre la burocracia de la UOM, las cámaras patronales y el gobierno provincial, del radical-kirchnerista, Gustavo Melella, en el que supuestamente se garantizaban la continuidad de los puestos de trabajo hasta el 31 de diciembre y que no se iban a descontar los días de paro. Pero este acuerdo, firmado a espaldas de los trabajadores, fue repudiado por la base en varias plantas. En primer lugar, porque no había quedado claro que sucedería con los días caídos, pero además porque en los hechos, como dijeron varios trabajadores con antigüedad, es como firmar un contrato de 7 meses, ya que no se sabe que va a pasar a partir del 1 de enero del 2026. Por lo que cuentan algunas crónicas periodísticas (FM Aire Libre) los delegados de la UOM fueron abucheados y en algunos casos, los obreros de base pedían su renuncia. Mientras tanto, el acuerdo establece que durante ese período habría negociaciones entre las patronales y la UOM para mejorar la “competitividad” de las empresas, es decir, reforma laboral por medio, aumentar la explotación de los trabajadores que compense las ganancias patronales perdidas por la rebaja de los aranceles.
La cuestión de la soberanía y la productividad del subrégimen industrial
Obviamente que todos los medios de comunicación afines al gobierno salieron en una campaña furibunda a atacar el régimen de promoción industrial, las palabras del sátrapa de Sturzenegger que había que poner un parque de diversiones en la provincia, generó muchísimo odio entre los trabajadores. También como dijo Adorni, que esta política de reducción de aranceles, iba a generar que bajen los precios de los aparatos electrónicos, algo similar había hecho Macri con las tablets o notebooks, y los precios nunca bajaron.
El eje del gobierno, es atacar una industria que como no es competitiva, genera déficit fiscal. El régimen (o subregimen), le cuesta al fisco “USD 1567 millones por año” (https://fund.ar/publicacion/diagnostico-del-subregimen/), un 0,22% del PBI. Es decir, lo mismo que despilfarró Toto Caputo en una de las semanas de abril con la timba financiera. Sin embargo, es la “nueva realidad” que impone un gobierno representante del gran capital financiero internacional y del imperialismo, ante la cual las patronales nacionales van reacomodándose. Es decir, mientras aumentan la explotación laboral, diversifican sus inversiones donde puedan obtener una mayor ganancia. Para eso cuentan con la inestimable contención social que genera la burocracia sindical, quienes le les dicen a los trabajadores que tienen que “adaptarse”, es decir, aceptar la política de la patronal, sin chistar agachando la cabeza.
En una nota de la Izquierda diario, el PTS, le reclamaba a las patronales de la Isla que, gracias al régimen especial, habían recibido muchos beneficios, y que, sin embargo, no habían realizado inversiones. Pero ninguna burguesía va a invertir si sabe que no va a tener una tasa de ganancia suficiente, y si el gobierno le quita los subsidios, directamente cerrarán, se dedicarán a la especulación financiera, o a otro tipo de rubro. De hecho, es lo que ya está ocurriendo, Cherñajovsky el dueño de NEWSAN, una de las principales empresas de la industria electrónica fueguinas, ya está diversificando sus inversiones en la región. En estos días se supo que el gobernador Melella, está buscando una mayoría parlamentaria que le permita pasarse por encima a un montón de leyes que protegen la biodiversidad del canal de Beagle y otras zonas protegidas, para que Cherñajovsky pueda comenzar con la producción de salmón (LetraP). Lo mismo ocurre con que Nicky Caputo, socio mayoritario en MIRGOR, que gracias a su parentesco va a beneficiarse reemplazando a una empresa estatal, en actividades logísticas y de apoyo al Comando Conjunto Antártico (la política online). O sea, la burguesía nacional, si no obtienen las ganancias necesarias, podrá diversificar su producción, o se dedicarán a importar, y para eso harán valer su peso en el Estado Burgués, que, aunque semi-colonial, guarda y defiende sus intereses de su clase, y los trabajadores de la industria electrónica, pagarán el pato de la boda quedándose sin trabajo.
La burguesía de los países semi-coloniales como la argentina, son socias menores en la explotación de la clase trabajadora, no existe la posibilidad de que se puedan enfrentar consecuentemente al capital imperialista, pretender, que les importe la independencia nacional, o la “soberanía” es una quimera. Por eso los trabajadores no deben confiar ni en Chernajovsky, ni en Caputo que, dicho sea de paso, prácticamente no emitieron palabra durante el conflicto. Tampoco confiar en el gobierno de Melella, que por más que se llene la boca hablando a favor del régimen industrial, en los hechos, ya está abriendo el paraguas y se reubica en la situación que impone el gobierno nacional.
La única soberanía posible, es si la clase trabajadora se organiza y lucha de manera independiente, tanto de los gobiernos, como de las patronales, así como también de la burocracia sindical de la UOM, que firma acuerdos a espaldas de los trabajadores. Si cierra alguna de las fábricas, habrá que luchar por su Provincialización con administración obrera. Pero esa lucha no puede estar desligada de lo que suceda en el continente. Por eso en primer lugar, tiene que haber un plan de lucha nacional, ligando todas las reivindicaciones de los metalúrgicos, tanto salariales como en contra de los despidos. Pero Abel Furlán, estuvo presente en la movilización del 21, haciendo, como siempre, de bombero para enfriar la lucha. Con estos dirigentes entregados a las patronales no vamos a ningún lado. Hay que luchar por construir agrupaciones clasistas, en la UOM y todos los sindicatos.
Sin embargo, el problema de la baja productividad del trabajo en Argentina, no se puede resolver desde el punto de vista capitalista, o sea como no somos “competitivos”, entonces cerremos todas las industrias. En este caso, las consecuencias serían nefastas, directamente iríamos a un país donde sobren 30 millones de habitantes, y pasaríamos a vivir como cualquier país de centro América o del África subsahariana, con una economía de informalidad total y niveles de pobreza altísimos. Por eso el problema de fondo, de la “soberanía” podríamos decir, de la “independencia nacional”, se resuelve expropiando a todos los capitalistas, produciendo en base a un plan que sea discutido democráticamente por organismos de poder de los trabajadores. Esto solo será posible con un gobierno de los trabajadores, que teniendo el monopolio del comercio exterior (e interior) podrá definir qué productos se importan y cuáles no, en base a las necesidades del conjunto de la población trabajadora.
Mariano López, 26/6/25