Un resultado no menos sorprendente que el de las PASO cuando ganó Milei, fue el de esta primera vuelta de las elecciones generales que le dio un amplio triunfo a Massa.
Parece inexplicable que, con los precios por las nubes y el dólar a mil, Massa que es el ministro de economía haya podido sacarle 6% de ventaja al segundo. Quizás la explicación está en que estas elecciones la competencia principal era entre Frankenstein y Jason con su motosierra. Es que a medida que fueron pasando los días después de las PASO, las declaraciones y acciones de Jason Milei empezaron a preocupar a cada vez más amplios sectores de la población: La venta de órganos, los insultos al Papa, su relación con Barrionuevo, el ataque a la escuela pública, y varios etcéteras más. Pero no solo generó dudas y desconfianza en sectores de la población que al principio preferían votarlo, sino que los empresarios y hasta el propio imperialismo yanki le bajaron el pulgar. Solo un grupo de empresarios y banqueros se mostraron satisfechos con meter a fondo la motosierra contra los trabajadores.
No es que los demás no quieran hacerlo. Toda la clase capitalista y el imperialismo si pudiera nos aplastaría sin miramientos. Pero la palabra mágica que inclinó la balanza a favor de Massa fue la “gobernabilidad”. Para los patrones lo que dice Milei está bien, pero ¿Cuánto podría durar en el gobierno? ¿se aguanta un levantamiento popular?
En cambio, Massa tiene el apoyo del peronismo con sus gobernadores, intendentes y legisladores. Tiene también el apoyo casi total de la burocracia de la CGT y las CTA que se comprometen a mantener a los trabajadores en el corralito sindical para que no hagan paros o para que si los hacen sean inocuos, y tiene el apoyo de la Iglesia y los “movimientos sociales” que hacen la contención de los más pobres. Además, siguiendo la línea de Marc Stanley, el embajador de EE-UU (*) Massa prometió hacer un gobierno de unidad nacional. Eso es lo que le da tranquilidad a la patronal y al imperialismo, ya que el enorme ajuste que preparan y las reformas contra los trabajadores tendrán el suficiente apoyo político para darle legalidad parlamentaria. Seguro que se estarán diciendo a sí mismos “más vale pájaro en mano que cien volando” o “vamos despacio que estoy apurado” y otros dichos parecidos. Además, Massa es “vivo”. Al otro día de las PASO devaluó, pero le echó la culpa al FMI e indirectamente a JxC, ya que “por culpa de Macri volvió el fondo a la Argentina”. De una manera que podría envidiar el más mentado prestidigitador, Massa logró despegarse como candidato, de su gestión de gobierno que ya lleva más de un año, en el ejercicio real de hecho del poder político, ante la retirada de Alberto Fernández y el ocultamiento de CFK. Como si fueran dos personas distintas, sus promesas lograron ocultar que estamos al borde del precipicio y una parte importante de la población votó dar más pasos por el mismo camino. Como ha dicho León Trotsky haciendo referencia a las actitudes de ciertos sectores sociales frente a las crisis “se aferran al pasamanos de un ascensor en caída libre”, creyendo que eso les da seguridad. Por supuesto que con “Jason” Milei llegaríamos al mismo abismo, y quizás más rápido.
Eliminar el déficit fiscal, lo que implica eliminar subsidios, o sea aumentar el boleto del transporte público, el combustible, las tarifas de la luz y el gas. La reforma del Estado que significa reducir personal estatal o reducir sus sueldos con aumentos menores a la inflación. La reforma laboral por ley o mediante los nuevos convenios “modernizados” que es la nueva palabra para decir flexibilizados. Eliminar la indemnización con el cuento de que es mejor para crear puestos de trabajo. Y la reforma para aumentar la edad jubilatoria. Esos son los planes que los dos candidatos comparten, aunque Massa no lo diga porque recuerda la sabia frase del gran filósofo riojano: “si decía lo que iba a hacer no me votaban” (Menem).
Que Massa es un mal menor, es un engaño. La demagogia de Milei contra la casta también, como quedó demostrado claramente al arreglar con Macri, con Bullrich (después de haberla llamado “montonera asesina”). De todas maneras, el problema de fondo no es “la casta”, sino los que manejan sus hilos detrás del decorado. La clase capitalista, que es la clase socialmente dominante, es la que decide. Los partidos y sus dirigentes y candidatos se van agrupando según los intereses de aquellos a quienes verdaderamente representan, los capitalistas en sus distintas fracciones, y el capital financiero representado por los grandes grupos de inversión, el FMI, y los representantes políticos de los que los Estados que los apoyan, como Biden de EE-UU.
Es por eso que ir a votar por uno o por otro candidato de las patronales y el imperialismo no es ninguna solución para la clase trabajadora. Las elecciones son una calesita a la que nos dejan subir y elegir entre el caballo o el autito de madera. Cada 2 y 4 años damos vueltas queriendo agarrar la sortija, pero nunca llegamos. Y cada vuelta que damos estamos peor.
Por eso es que le decimos con claridad a los trabajadores: no vayan a votar o voten en blanco o anulen el voto. Es una forma de manifestar el descontento y de que no caímos en su trampa. Por supuesto que eso tampoco va a resolver nada, porque en las urnas votando o no votando nada se puede resolver. Lo que tenemos que hacer es organizarnos para prepararnos para la pelea que viene que va a ser muy dura, sea que gane Massa o Milei. Tenemos que organizarnos en agrupaciones clasistas, para impulsar la lucha que la burocracia sindical va a tratar de frenar.
Pero es fundamental organizar nuestro propio partido de trabajadores. Ya está visto que, aunque consigamos un aumento importante, el gobierno y las patronales manejando la inflación nos hacen retroceder hasta llevar nuestro salario debajo de la línea de pobreza. El problema es político. La clase capitalista es la que controla el poder del Estado y domina la sociedad. Para luchar por conquistar nosotros el poder necesitamos organizar un partido de trabajadores revolucionario. ¡¡No hay otra salida compañeros!!
La “izquierda” le da un apoyo velado a Massa
Ante el requerimiento periodístico, vergonzosamente, Myrian Bregman respondió que “Está claro que Javier Milei y Sergio Massa no son lo mismo”. Con esa declaración es evidente que no está haciendo un análisis político, sino que inclina la balanza a favor de Massa. El PTS maniobra cuidadosamente con las palabras. No puede llamar abiertamente a votar por Massa ya que cruzaría esa línea roja de principios marcada por Marx ya en 1850: la independencia política de la clase trabajadora de la burguesía, sus partidos y sus candidatos. Ya lo hicieron en Brasil y en Chile, llamando a votar “contra” Bolsonaro y Kast. Obviamente si hay dos candidatos y llaman a votar contra uno de ellos, está implícito el mensaje llamando a votar por el otro. En Argentina pretenden ser más “finos” utilizando un lenguaje en el que se induce una posición sin expresarla abiertamente. Llaman a no votar por Milei. Pero “comprenden” a los que van a votar por Massa, aunque ellos “no lo pueden apoyar”. Y como no llaman a votar en blanco anular o no ir a votar, ¿de ahí que se deduce? Un apoyo vergonzante “con carpa” para “Sergio”, como Bregman llamaba a Massa en el debate. Borran con el codo lo que escribieron sobre el mal menor en sus páginas dominicales (los días de fiesta) y el llamado en primera vuelta a votar por las convicciones. Su palabra y su política se devalúa más rápido que el peso. El PTS y el FITU en su conjunto desbarrancó. No sirve para los trabajadores. Por duro y difícil que sea hay que construir otro partido, uno que sea de trabajadores y revolucionario.
El MST, que tiene menos escrúpulos ya que antes de entrar al FIT hizo acuerdos electorales con distintos sectores y partidos patronales (por ejemplo: con el cordobés Luis Juez que ahora está en JxC y llama a votar por Milei) es más explícito y dice: “Nuestra primera definición es llamar a los trabajadores y jóvenes a NO votar a Milei y su reaccionario proyecto antiderechos y negacionista al cual hay que ponerle un freno.
A la vez, sobre la base de que no son proyectos iguales, entendemos la voluntad democrática de quienes votaron a Massa para que no gane Milei, por lo tanto, no llamaremos al voto en blanco ni haremos campaña en ese sentido…[pero] no le daremos apoyo político ni votaremos a Massa”.
Dos + dos sigue siendo 4. Si llamas a no votar a Milei y no llamas a votar en blanco (ni otras opciones, como anular o no ir a votar), solo queda una. Dicen, no le damos “apoyo político” pero lo están llamando a votar. Y llamarlo a votar implícita o explícitamente es darle apoyo político.
El PO e Izquierda Socialista todavía no se pronunciaron formalmente. El primero anunció que definirán su posición electoral en una “conferencia” del partido que se realizará el sabado 4/11. Pero nadie va a convocar a una conferencia para reafirmar una defensa de los principios marxistas. Por lo que la convocatoria a la conferencia es una maniobra para violar los principios encubriéndose con la coartada de la democracia partidaria.
Manuela Castañeira del nuevo Mas (ahora rebautizado con picardía “el nuevo Massa”) llama a votar “contra el fascista Milei”. Es decir, por el candidato de Unión x la Patria. Otros grupos de la izquierda populista usan el mismo argumento. La estructura dirigente de la Libertad Avanza está llena de fachos, pero no hay milicias fascistas organizadas, no es un movimiento fascista (*). La burguesía no habiendo un ascenso revolucionario de la clase trabajadora, ni siquiera luchas por reivindicaciones mínimas, no ve ninguna necesidad ahora de apelar al fascismo. Los que utilizan ese engañapichanga para capitularle al peronismo debería recordar que las últimas bandas fascistas que hubo en Argentina fueron la Triple A y otras organizadas y amparadas por el gobierno de Perón y su “primer” ministro López Rega.
(*) Hitler, en 1930, tres años antes de llegar al poder tenía 100 000 camisas pardas organizadas en las milicias paramilitares del SA (las Sturmabteilung o “sección de asalto”)