Ya van más 50 días de acampe por parte de los compañeros de Hey Latam, sin cobrar el sueldo ni aguinaldo del mes de diciembre. Son 300 trabajadores, jóvenes, estudiantes, madres sostén de hogar, que en medio de una crisis social, económica y sanitaria la patronal quiere dejar en la calle.
La empresa en unos de sus comunicados se excusa diciendo que está en quiebra, pero la realidad es que los call center están dentro de los sectores empresarios con mejores resultados en este 2020. Con tecnología mediante y por el tipo de servicio que ofrecen no les hace falta tener a los clientes en el mismo territorio, ni tener sucursales abiertas corriendo el riesgo de la propagación del covid-19. Una firma en Argentina puede atender en cualquier parte del mundo. Es decir, ni siquiera “sufrieron” algún tipo de cese de actividades porque además con la cuarentena, pudieron seguir manteniendo su actividad con la modalidad de teletrabajo.
Con esta modalidad, las patronales ahorraron en muchas herramientas que antes necesitaban para garantizar que funcionara el negocio, como computadoras, internet, energía eléctrica, etc. que son bancados directamente por los propios laburantes por miedo a quedarse sin trabajo.
El gobierno de los Fernández cuidó las ganancias de las empresas, asignándoles los programas de ATP, con el cual vieron notablemente reducidos los aportes patronales que debían realizar en pagos de salarios. También el Sindicato de Empleados de Comercio, jugó a favor de las cámaras empresariales y determinó míseros bonos de $5000.- no remunerativos que fueron absorbidos rápidamente por la brutal inflación que se vivió. Para este año plantean un aumento ridículo del 25% en tres tramos, cuando todos sabemos que la inflación superará ampliamente este porcentaje, es decir nuestros magros sueldos seguirán sin alcanzar para nada, mientras la patronal se beneficia.
Hey Latam es una empresa que funciona con dos razones sociales, lo que están haciendo es “vaciar” una de ellas, pasando los clientes y algunos empleados (que perderán varios derechos como la antigüedad) a la otra y despedir con la excusa de una quiebra y así ahorrarse las indemnizaciones.
Tanto la Asociación de Empleados de comercio (AEC) como el Ministerio de Trabajo provincial, no hacen más que estirar los tiempos con audiencias que patean la reincorporación efectiva a través de conciliaciones obligatorias, pero como ya sabemos la empresa tiene un “plan de despidos masivos, retiros voluntarios y pase de firma con pérdida de derechos” como bien anunció un comunicado de los trabajadores. No podemos confiar en que estas instituciones del estado burgués garanticen las reincorporaciones. Lo que vienen haciendo, como siempre, es dilatar los tiempos y así jugar con el desgaste de los compañeros, cuya situación económica será cada vez más crítica. Para evitar que los compañeros abandonen la lucha obligados por la necesidad de ir a buscar el sustento para ellos y sus familias, es importante el fondo de huelga que ayude a mantener a sus necesidades básicas. Este fondo sólo se podría garantizar si las organizaciones sindicales que de palabra han dado el apoyo hicieran una campaña para conseguir aportes de todos sus afiliados. Un aporte monetario del fondo sindical es un comienzo, pero una campaña entre todos los afiliados no solo cubriría las necesidades económicas, sino que empezaría a establecer lazos de unidad entre todos los trabajadores, y no solo entre las cúpulas dirigentes.
Para la marcha del miércoles 27 varios Centros de Estudiantes, se pronunciaron a favor de los trabajadores También sindicatos y centrales de trabajadores. Entre ellos la CTA autónoma y los aceiteros. Para que el apoyo que dicen tener hacia los despedidos sea real, no basta con pronunciarse de palabra o con la presencia de algunos dirigentes solos, sin que participe la base a una marcha.
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Los gobiernos garantizan las ganancias patronales a costa de la flexibilización laboral de la juventud trabajadora.
El capitalismo nos intenta convencer que, como jóvenes que vivimos en un mundo que cambia constantemente, debemos estar predispuestos a soportar que nada sea seguro ni estable en nuestras vidas. Nos van preparando para que, cuando terminemos la escuela, estemos dispuestos a soportar la flexibilización laboral que año tras año se profundiza junto con la crisis económica del capitalismo, hoy agudizada por la pandemia.
Las largas filas para tener una entrevista laboral o entregar un cv nos sofocan y nos obligan a aceptar laburos bajo condiciones terribles, pensando que si no nos conformamos con esto es muy posible que no nos salga otra cosa o que alguien más ocupe ese lugar. Es que para las patronales somos cuerpos intercambiables que exprimir para sacar sus ganancias. Todas las condiciones de vida que nos afectan se van deteriorando, y cada vez más rápido. Esto nos obliga a conformarnos con changas, contratos que no sabemos si pasarán de algunas semanas, días o con suerte de los tres meses. Nos encontramos con trabajos muy mal remunerados, de jornadas que superan las 8hs. En muchos casos sin cobertura médica o de accidentes laborales, sin vacaciones pagas ni indemnizaciones por despidos.
Mientras siguen en aumento la cantidad de jóvenes precarizados, el gobierno patronal de los Fernández junto con las burocracias sindicales de la CGT y las CTA’s que apoyan al gobierno garantizan que los empresarios puedan explotarnos bajo estas condiciones, despedirnos o suspendernos a gusto y piacere. Durante el 2020 garantizó el pago de los sueldos en cuotas, el no pago de los aguinaldos, sueldos y jubilaciones a la baja que no alcanzaron para nada. Además, mientras realizó un brutal recorte en el gasto público, destinó millones de pesos para subsidiar a las empresas y pagar la deuda a los acreedores privados y al FMI.
Es por eso que no podemos confiar que algún gobierno patronal pueda garantizar condiciones de vida digna para los trabajadores. Ellos como representantes de la clase que nos explota son los que permiten que sigan flexibilizando los trabajos para que los empresarios no pierdan sus ganancias. Y será cada vez peor a medida que la crisis económica se profundice.
Ante este panorama, debemos organizarnos de manera independiente de todos estos partidos patronales y de las burocracias sindicales. La juventud trabajadora ha demostrado tener una gran fuerza encabezando grandes movilizaciones en varios países. Hoy es necesaria una dirección que unifique la lucha para terminar con el sistema capitalista, raíz de todas las miserias que vivimos. Para eso hace falta formar nuestro propio partido, un partido de nuestra clase, un partido de trabajadores, con un programa revolucionario, que nos sirva como herramienta para luchar por una Revolución Socialista, porque bajo el capitalismo en crisis, no podremos conquistar las reivindicaciones que necesitamos los trabajadores para vivir dignamente. Para eso, para terminar con la desocupación y la flexibilización laboral y todas los padecimientos y opresiones que nos atraviesa a la juventud trabajadora, debemos instaurar un Gobierno de Trabajadores, que expropie a la burguesía y al imperialismo.