La lucha contra el cierre de la planta de San Fernando ha llegado a su final. La patronal, el grupo multinacional BIMBO, logro su objetivo de cerrar la planta y despedir a los 280 trabajadores. Es un golpe, y una derrota. Con el aval del gobierno y la complicidad burocracia sindical del STIA, Pasteleros y Panaderos, BIMBO pudo aprovechar el incendio parcial (sin entrar en las fundadas sospechas de intencionalidad del siniestro) como excusa para cerrar la planta en medio de la pandemia y despedir centeneras de trabajadores considerados esenciales hasta ese momento.
La pelea contra este ataque ha concluido en el momento en que el grupo de trabajadores, una decena, que manteníamos la lucha, consideramos que ya no había más posibilidades de lograr el objetivo de reubicación en otras plantas de BIMBO. Al cierre de la nota anterior en LCO n°56 la inmensa mayoría de los 280 compañeros habían decidido aceptar el acuerdo por la doble indemnización (menos del doble porque no incluía en el nuevo monto los dos meses de preaviso). A partir de ese momento la lucha la mantuvimos un pequeño grupo de compañeros, pero obviamente, en condiciones mucho más duras. A pesar de estas condiciones logramos organizar una nueva movilización con corte en el Obelisco junto a los trabajadores despedidos de EMA-Edesur y trabajadores de la Clínica San Andrés, cerrada en medio de la pandemia. Esta fue la última acción de este grupo de trabajadores que luchó contra todos los obstáculos y, a pesar de no haber logrado el objetivo, a pesar de haber sido derrotados, se va con la frente alta y una experiencia política que nadie podrá borrar.
La doble indemnización fue la política de la patronal para desactivar la lucha. Esta concesión económica, subproducto de la lucha, fue usada por los dirigentes burocráticos de los sindicatos que intervinieron en el conflicto. Desde la verde del STIA de Rodolfo Daer, la verde de Pasteleros de Luis Hlebowitz hasta la agrupación opositora dentro del sindicato Pasteleros, la Celeste y blanca conducida por el delegado de planta Walter Quaranta. Todos jugaron con diferentes roles, pero el mismo objetivo: desactivar la lucha contra el cierre de planta y los despidos.
Algunas conclusiones políticas de la lucha
Los trabajadores de BMBO SF volvimos a hacer una experiencia con el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Decimos que volvimos, porque ya el año pasado habíamos verificado en la lucha, por nuestra salud y en reclamo de la cuarentena, que el gobierno, más allá de su discurso hacia los trabajadores en general, defiende los intereses del capital. Más de un año después volvimos a ser testigos de ese carácter patronal del gobierno peronista que volvió a defender a BIMBO y su cierre fraudulento contra los trabajadores que lo enfrentábamos.
Como dijimos más arriba los dirigentes sindicales de todos los gremios (STIA, Pasteleros, Panaderos) jugaron prácticamente como apéndices de Recursos Humanos, convenciendo a los compañeros de abandonar la lucha por los puestos de trabajo a cambio de la indemnización aumentada. El STIA mostró la hilacha de entrada, pero Pasteleros jugó desde el principio a la división para debilitar la lucha de los compañeros que, aunque minoritarios, queríamos defender los puestos de trabajo. La misma política, con diferente color, llevó adelante la Celeste y Blanca de Pasteleros, conducida por el delegado Walter Quaranta, quien llegó al extremo de boicotear la marcha del miércoles 7 de julio, de la mano de la patronal y la verde. Otra vez, como el año pasado se volvió a demostrar que cuando las papas queman se borran las “diferencias” entre las agrupaciones peronistas (verde o celeste-blanca). Los separa la disputa por el aparato y la caja del gremio, pero ninguna diferencia de principios políticos ante la lucha de los trabajadores.
Es importante que los trabajadores saquemos una conclusión política de esta pelea. No es casual que el gobierno y los dirigentes burocráticos de los sindicatos se unifiquen, cierren filas en defensa de los intereses patronales, contra la lucha obrera. Es el peronismo el que, con discurso diferente al macrismo, ataca a los trabajadores desde afuera (Estado-gobierno) y desde adentro del movimiento obrero (burocracia sindical). Esta conclusión política se corona, si los trabajadores queremos ser consecuentes, con dar el paso necesario: la independencia política de todos los partidos patronales, no solo del macrismo-radicalismo sino también del peronismo. La necesidad de que los trabajadores construyamos nuestro propio partido político con un programa y una estrategia revolucionarios. Esa herramienta es la que, entre otras cosas, nos permitirá expulsar de los sindicatos a los burócratas traidores y ponerlos al servicio de la lucha contra las patronales, su Estado y gobierno.
Sobre nuestra orientación en el conflicto
Para balancear la orientación para el conflicto que tuvimos desde el PCO, a través del delegado Javier Roces y un grupo de compañeros organizados, tomaremos como punto de partida un artículo publicado en el PTS, firmada por Victor Ottoboni. La intención de esta publicación, según el autor, sería sacar “lecciones” de la lucha.
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El primero sería que entre el incendio y el anuncio patronal de despidos tuvimos una “política de espera pasiva”. El autor no sabe, o no pregunta, si hicimos algún intento de organizar a los compañeros durante esa etapa preparatoria. Por ejemplo, las reuniones por sector o turnos que organizamos semanas previas a la primera asamblea. Esas reuniones no tuvieron muy buena convocatoria, es cierto. Pero eso mismo reflejaba que la convocatoria a la primera asamblea se hizo cuando las condiciones en el estado de ánimo de los compañeros la hicieron posible. Incluso fue una discusión con un sector de la base si esa primera asamblea era “prematura”. La mentira de que esa primera asamblea no votó ninguna propuesta concreta suponemos que se debe también al desconocimiento ya que se propuso, votó y garantizó una agitación en las otras plantas del grupo BIMBO antes del anuncio patronal.
El otro fundamento para acusar de impotencia sería la poca contundencia o “dureza” de las acciones de lucha. En este terreno también hay una omisión evidente, y acá no puede ser por desconocimiento, de las acciones que los trabajadores llevamos adelante, impulsadas por nosotros, y nadie más. Solo se menciona el acto en la puerta de fábrica. Ni palabra se dice de los dos cortes en el Obelisco que hicimos con los compañeros de EMA y otros sectores en lucha (como la Clínica San Andrés). Será por esta omisión que el autor puede animarse a escribir que no “se buscó fortalecer la pelea por los puestos de trabajo coordinando con los demás sectores en lucha como los tercerizados del FFCC, EMA, Clínica San Andrés, etc.” No les vamos a pedir que mencionen la actividad de apoyo que hicimos los despedidos de BIMBO en uno de los bloqueos de EMA. Si quieren averiguar les mandamos fotos con las banderas de ambas luchas en coordinación.
La confusión de Ottoboni se clarifica cuando da a entender cuál sería, según el PTS, una “acción contundente”: cortar el Acceso Tigre. ¿Realmente esa es la contraposición? ¿Cortar acceso vs cortar en el obelisco? No tiene mucha carne la crítica.
Pero el problema de fondo en esta discusión viene de antes. El PTS se jacta de “recuperar” la importancia de la estrategia para la lucha de clases. Hacen gárgaras sobre la defensa con “golpes habilidosos”, a la ofensiva y otras palabras. Sin embrago cuando pretenden llevar esos “aportes” a la lucha concreta terminan siempre pasando por alto un punto que es fundamental para desarrollar la movilización: el estado de ánimo y la predisposición a la lucha del conjunto de los trabajadores. No vamos a negar nosotros la influencia de la dirección política en ese aspecto. Pero estamos muy lejos de caer en lo que, en el caso del PTS, ya es un sistema. Acciones desligadas de la base obrera que encubren políticas oportunistas. Este sistema, ha sido el común denominador de la orientación del PTS en su intervención en varias luchas de la clase obrera, que no sólo no sirvió para evitar las derrotas -en condiciones que ya eran desfavorables-, sino que les significó perder gran parte del peso que hace años tenían en un sector de la vanguardia de Zona Norte. Este vanguardismo combinado con una política oportunista entró en crisis total en el conflicto por despidos en Electrolux de Rosario donde, mientras lavaban la cara al gobierno del PS y su ministerio de trabajo, llevaban a un pequeño grupo de despedidos rodeados de militantes a hacer sus acciones “potentes” descolgados de la base obrera de la fábrica. El resultado fue una derrota tan dura políticamente que va a llevar mucho tiempo recomponer la relación de la base de esa fábrica con el clasismo o la “izquierda”.
Nuestro propio balance es que impulsamos la lucha todo lo que las condiciones, objetivas y subjetivas, permitieron. No estamos exentos de errores, pero reivindicamos plenamente el intento de dar la pelea a fondo con una política correcta: la exigencia de estatización, golpeando políticamente al gobierno y desnudando las mentiras y maniobras de la patronal. Combatimos a la burocracia sindical, primero con una línea de frente único para unificar a la base por encima de las divisiones de convenio o afiliación, y luego desenmascarando las excusas de “las verdes” (STIA y Pasteleros) así como de la Celeste y Blanca. Coordinamos con los compañeros de EMA y otros sectores e intentamos empalmar con la movilización masiva de los movimientos piqueteros (a los cuales el PTS les tiene alergia) aunque en este caso quedamos a destiempo de esa movilización.
Ahora tenemos la tarea fundamental de organizar políticamente a los compañeros más conscientes y consecuentes en la lucha para construir un partido revolucionario, que es lo que los trabajadores necesitamos y no una “tercera fuerza” electoralista cada vez más adaptada al régimen patronal.
Javier Roces
Despedido de BIMBO San Fernando