Situación nacional: La detención domiciliaria de CFK y el malestar social creciente

La situación coyuntural está todavía cruzada por las repercusiones políticas de la condena a CFK. Las dudas acerca de las consecuencias que su detención podía generar en la dinámica de un sector del movimiento de masas se disiparon tras la concentración pacífica y contenida en la Plaza de Mayo.  Todo indica que el curso que está adoptando CFK se encaja en las declaraciones de su hijo Máximo Kirchner, quien tras la reunión del consejo del PJ dijo que hay que “trabajar por la unidad para afrontar este momento y darle un triunfo político en 2027″. Es decir, todo corre por la vía electoral.

En ese marco, los sectores más cercanos a CFK pasaron de la agitación inmediata, que incluyó llamados a un paro general de la CGT y cortes en los accesos en Bs As, a terminar confluyendo en la concentración partidaria del día miércoles 18, cuyo contenido estuvo circunscripto a acompañar a CFK para que no la humillen demás al entregarse “detenida” a la justicia.

Los burócratas de la CGT que habían picado en punta anunciando un paro, muy rápido metieron violín en bolsa y dejaron en “libertad de acción” a los sindicatos. Por encima de su filiación peronista esta su relación funcional a las patronales. Algunos empresarios ya están crujiendo por la apertura de las importaciones y la caída del consumo. Pero todavía parecen dispuestos a esperar la reforma laboral y jubilatoria que anuncio Milei para después de las elecciones de octubre. Son las mismas patronales que sostuvieron al gobierno kirchnerista -por lo menos hasta el 2008- las que ahora sostienen a Milei mientras les sea útil.

El kirchnerismo por su parte, parece mantenerse -como hasta ahora- “dentro de las reglas de juego”. Harán oposición parlamentaria según los temas, agitarán hasta cierto punto “el conflicto social” para desgastar políticamente al gobierno, pero al mismo tiempo evitando que se les vaya de las manos. En esa línea se inscribe la movilización de este 25/6 del recién formado “Frente de lucha”, integrado por sindicatos y movimientos sociales. El kirchnerismo quiere demostrarle a “los poderosos” que siguen siendo la herramienta adecuada para el control social, para cuando se agoten las expectativas en Milei.

Inclusive, la manera en que se manejó la “detención” de CFK, demuestra predisposición a mantener ciertos acuerdos.

Que la prisión domiciliaria vaya a ser en un departamento porteño también indica que CFK no solo no piensa abandonar la política, sino que por el contrario pretende reafirmar su liderazgo en el PJ, para actuar como si fuera Perón en el exilio. Seguramente especula con que una vez cumplido por Milei el grueso del ajuste que todos los sectores burgueses apoyan, un sector de la burguesía industrial va a reclamar -para subsistir- un cambio de orientación económica, una política proteccionista basada en la devaluación. La expectativa en el peronismo kirchnerista es que, con esa base de apoyo burgués, CFK pueda volver a la jefatura del Estado. Inclusive ya hay quienes especulan con el triunfo de un nuevo “Cámpora” en 2027, que la indulte a CFK.

Por lo pronto, y asimilado el golpe, CFK trata de sacar provecho de su rol de jefa del peronismo y perseguida política, para disciplinar y poner en orden a los díscolos que osaban desafiar su conducción, encabezados por Kicillof.

Sin embargo, no es tan sencillo. La interna peronista sigue abierta. La mayoría de los gobernadores peronistas no fueron a la Plaza, tampoco buena parte de los grandes sindicatos. Kicillof participó para cumplir las formas, pero todavía no está saldada la disputa interna por el armado de listas para la provincia de Bs As.

Malestar social creciente

Por su parte Milei también buscará sacar provecho de la condena judicial a CFK. Ya empezaron a decir que era mentira que había un pacto entre ellos. La realidad es que el pacto que consistía en la introducción de los jueces Lijo y Ramos Padilla a la Corte Suprema, pero se pinchó en el Congreso. También están aprovechando que el electorado macrista quería ver a CFK presa, para decir que fueron ellos (LLA) quienes lo consiguieron. Pensando en ganar las elecciones Milei seguirá polarizando con CFK.

Lo cierto es que los que manejan la política del gobierno son conscientes de que “el horno no está para bollos” y en consecuencia omitieron reprimir las protestas kichneristas contra la condena judicial. Es que, si bien el gobierno superó un momento crítico gracias al financiamiento económico del FMI y al apoyo político del gobierno estadounidense de Donald Trump, la estabilidad macroeconómica sigue siendo precaria y se sostiene a fuerza de parches y endeudamiento.

La situación internacional cruzada por la guerra en Ucrania y la tregua precaria en Medio Oriente agrega enorme incertidumbre a las perspectivas en el plano nacional.

Mientras tanto, en amplios sectores obreros y populares se sigue acumulando malestar producto de un empeoramiento constante de las condiciones de vida del pueblo trabajador, que se transforma en movilización parcial y defensiva allí donde el ajuste del gobierno y la patronal es más profundo. La gran movilización autoconvocada de los docentes en Catamarca que obligó al gobernador a retirar un decreto perjudicial para los trabajadores es una de las manifestaciones con alto grado de espontaneidad que indica el nivel que puede alcanzar efervescencia social. Otro tanto, ha sido la lucha del Garrahan, encabezada por los residentes autoconvocados, aunque aquí habría que indicar que la falta de sincronización entre los residentes y los trabajadores sindicalizados abortaron un proceso que podía tener un mayor desarrollo. La lucha de los metalúrgicos de Tierra del Fuego también fue una respuesta contundente de la clase obrera, que sin embargo logró ser controlada -por lo menos por ahora- por el aparato burocrático central -kirchnerista- de la UOM.

Mientras la militancia kirchnerista se recupera de su crisis post 2023, gracias a la épica que genera extraordinariamente CFK en su papel de inocente víctima popular perseguida, esta situación social y de luchas de la clase trabajadora por el momento aisladas y defensivas, continuarán su desarrollo, afectadas no sólo por cuestiones sindicales, sino por una nueva encrucijada de carácter político estratégico, que va a incidir directamente el curso de las luchas, y a la que por lo tanto es indispensable responder con la explicación paciente de la necesidad de dejar de perseguir una ilusión: no hay una salida duradera para los trabajadores yendo detrás de un programa burgués y sus lideres milagrosos.

El capitalismo no va más, Milei y el peronismo tampoco.

Los trabajadores necesitamos una organización y un programa independiente

El “relato” de Milei camina sobre la cuerda floja

El gobierno de Milei basa su apoyo social en el relato de que la economía argentina necesita pasar por un ajuste brutal, radical, histórico, una especie de purgatorio, para crear las condiciones para la inversión del capital y de esa manera generar un crecimiento de la economía que permita el bienestar general. Ese relato, pomposamente llamado “plan de estabilización”, se muestra superficialmente exitoso apoyándose en dos aspectos críticos para la economía: el tipo de cambio, es decir, el precio del dólar y la inflación, son el eje alrededor del cual gira toda la política económica del gobierno. El acuerdo con el FMI, es decir el financiamiento por parte del imperialismo yanqui con 20.000 millones de dólares, le permitió al gobierno frenar la corrida cambiaria de marzo y abril. No solo eso, la apertura parcial del cepo cambiario, oportunamente hecha en el trimestre de la cosecha sojera y, por lo tanto, de la liquidación de divisas, más los miles de millones de dólares aportados por el imperialismo, y los que vienen a especular con el “carry trade”, le permitieron al gobierno una estabilización coyuntural del tipo de cambio e incluso volver a atrasar el valor del dólar.

Pero las consecuencias del plan antiinflacionario basado en un atraso cambiario ya son conocidas por el pueblo argentino, principalmente en su ensayo más duradero como fue la década de los 90, con el gobierno de Menem tan admirado por el propio Milei. Menem y Cavallo que, mediante la convertibilidad habían logrado llevar la inflación a un mínimo, lograron un apoyo social en sus inicios que se tradujo en una victoria electoral contundente para la reelección en 1995. Sin embargo, ya en esos años los efectos del atraso cambiario se hacían sentir con una desocupación que crecía marginando a una porción cada vez mayor de la población en la indigencia. La situación actual tiene sus diferencias importantes con aquellos años, pero para peor. Milei y Caputo han conseguido, a costa del brutal ajuste contra el pueblo trabajador, solo una desaceleración temporal de la inflación comparada con el pico de fines de 2023, gran devaluación mediante, sin haber podido resolver todavía ningún problema estructural.

Por otra parte, difícilmente puedan resolver en lo inmediato el talón de Aquiles de la falta de reservas del BCRA. El gobierno viene pateando para adelante ese obstáculo, primero con el blanqueo y ahora mediante un nuevo endeudamiento con el FMI y otros organismos.

Es decir, para resumir, otra vez estamos pagando con mayor explotación la campaña electoral de un gobierno títere del imperialismo yanqui, que para ganar las elecciones de octubre quiere mostrar el logro de una inflación “controlada”, al costo de decenas de miles de millones de dólares que se suman a la ya impagable deuda externa, salarios de pobreza y aumento de la desocupación, precarización laboral y cuentapropismo.

El “relato” peronista recupera espacio

El atraso del tipo de cambio y la apertura comercial, con el impulso a la importación de bienes de consumo, se transforman en un abrazo de oso a la burguesía Industrial mercado internista. Tal es así que el nuevo presidente de la UIA, a pesar de su intención de aplaudir al gobierno, no pudo evitar alertar sobre esta situación que se traduce en cierre de empresas, despidos masivos, suspensiones, vacaciones adelantadas y todo tipo de consecuencias que como siempre en el capitalismo y sus crisis las pagamos los trabajadores. Ante esta situación, y aún presa, Cristina Kirchner reclama para sí la representación política de este sector burgués, sabiendo que terminará contando para ello con la burocracia sindical que defiende estos intereses capitalistas en el seno del movimiento obrero. Este es el corazón del relato peronista: la necesidad, según esta ideología burguesa, de que los trabajadores movilicemos nuestras fuerzas en defensa de un sector de los capitalistas, apelando a slogans patrióticos populistas enraizados en la conciencia obrera. Para el peronismo, “la patria se defiende” significa que los obreros defendamos “la industria sindical nacional”, es decir, la propiedad y las ganancias de la burguesía. El peronismo y la burocracia inculcan a los obreros que, para defender sus puestos de trabajo, hay que defender la industria nacional, a sí sea al costo de aceptar la reforma laboral, los aumentos de “productividad” y hasta la rebaja salarial.

La otra parte de este relato, es que para que haya un cambio en la situación de los trabajadores hay que esperar a las próximas elecciones de octubre. Y si al peronismo le va bien en general, pero principalmente en la provincia de Buenos Aires, entonces nos dirán que “habrá 2027” (así como antes nos dijeron que “había 2019” y nos dieron de regalito el gobierno de Alberto Fernández), es decir, querrán que los trabajadores aguantemos dos años más las reformas antiobreras y la represión. Por el momento, CFK se mantiene dentro de “las reglas del juego”, respaldando el orden constitucional, a la espera de que le llegue de nuevo su turno, como a Lula.

Los trabajadores necesitamos un nuevo programa

El conflicto en Tierra del Fuego cobra relevancia como ejemplo evidente de la impotencia de este programa patronal como salida para el movimiento obrero. Apoyamos la movilización y la lucha de los trabajadores de Tierra del Fuego en defensa de sus puestos de trabajo.  Sin embargo, nos parece que la experiencia demuestra que esa lucha para que sirva a la defensa de los intereses de la clase trabajadora y no de las patronales, debe ser encabezada por una dirección y un programa clasistas.  No se trata de defender a los capitalistas como “Nicky” Caputo (primo del ministro de economía y tío del “asesor estrella” Santiago). Si ellos no son capaces de garantizar la continuidad del proceso de producción, la lucha de la clase obrera debe ser por la estatización bajo administración obrera de las empresas, luchando a su vez por un salario acorde a la canasta familiar, contra la reforma laboral y todo tipo de flexibilización del convenio de trabajo.

La encrucijada en la que se encuentra la clase trabajadora nos enseña dos cosas fundamentalmente.

En primer lugar, este gobierno patronal, que está a la ofensiva contra las condiciones de vida de toda la clase trabajadora, solo puede ser enfrentado consecuentemente por una organización obrera y popular que desborde y anule el peso del aparato burocrático de la CGT, la CTA, que solo sirve para frenar las luchas, desarrollando una organización por abajo, retomando el ejemplo histórico de las coordinadoras de base de 1975.  Solo ese tipo de organización será capaz de convocar y garantizar una huelga general con cortes de ruta y piquetes de autodefensa hasta voltear a este gobierno hambreador. En segundo lugar, la caída o el derrocamiento de Milei y su banda de lúmpenes chupasangre, sería en vano si quien lo reemplaza es un nuevo gobierno burgués peronista-kirchnerista. Lo que no puede hacer Milei en su ofensiva contra los trabajadores lo hará el peronismo con otros métodos y fortaleciendo a su herramienta anti-obrera que es la burocracia sindical.

Por eso, la lucha para enfrentar y derrocar a este gobierno debe estar ligada a la lucha por un gobierno propio de los trabajadores que expropie a los capitalistas.

La historia de los últimos 50 años ha demostrado fehacientemente que, para derrotar la política neoliberal de ajuste y desocupación, el peronismo solo tiene para ofrecer subsidios y proteccionismo que termina en hiperinflación. No hay salida en el marco de este régimen capitalista semicolonial porque entre los pagos de la deuda al FMI y a la banca internacional, más la fuga de capitales y la expoliación a precio vil de los recursos naturales por parte de las empresas imperialistas, los trabajadores y el pueblo estamos cada vez más hundidos en la miseria.

El capitalismo no va más, el peronismo tampoco. La clase trabajadora necesita un nuevo programa: hay que conquistar el poder, establecer un gobierno de trabajadores, expropiar a la gran burguesía y al imperialismo, recuperar esas riquezas que son producidas con nuestro trabajo.  Para luchar por este nuevo programa hace falta que nos organicemos en un nuevo partido de trabajadores, socialista y revolucionario. Ponete en contacto con La Causa Obrera, que lucha por construir ese partido.

25/6/25

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