La guerra de los 12 días: Una tregua temporaria

Finalmente, EEUU por orden de Trump intervino militarmente en la guerra entre Israel e Irán, atacando con los B-2 y sus bombas antibunker, las instalaciones del programa nuclear iraní, particularmente la de Fordow, que está unos 80 metros debajo de una montaña. A su vez con misiles Tomahawk ataco las de Natanz e Isfahán.

Si bien el gobierno iraní anunció que continuaría atacando a Israel, por todos los medios posibles. Tras la reunión mantenida el lunes con Putin y las presiones chinas para que no cerrara el estrecho de Ormuz, Irán buscó una negociación que permitiera el alto el fuego. Todas las condiciones llevaban a ese acuerdo. EEUU e Israel supuestamente habrían alcanzado su objetivo de destruir el programa nuclear iraní evitando que el gobierno persa accediera al armamento nuclear.  Además, tanto en EEUU, pero sobre todo el Israel el clima interno estaba agitado. En Israel la oposición viene cuestionando la política belicista de enfrentamiento permanente, y esa oposición se agravó ya que los misiles iraníes golpearon muy duramente y aterrorizaron a la población israelí, no acostumbrada a recibir ataques directos. En EEUU ya se han realizado dos multitudinarias manifestaciones contra el gobierno, y Trump tuvo que recurrir a la Guardia Nacional y a los “marines” para sofocar las protestas en Los Ángeles contra las deportaciones de inmigrantes. En ese marco, la decisión de Trump de intervenir militarmente en Irán también generó polémica en las propias filas republicanas. Por lo que el ataque a la base militar de EEUU en Qatar, una acción que fue avisada previamente, fue la constatación práctica de que Irán estaba dispuesto a acordar si al mismo tiempo Israel detenía sus ataques. Rápidamente Trump anunció el acuerdo de alto el fuego, aunque le dio tiempo a Israel para hacer “una demás”.

Las discusiones están ahora centradas en el balance de este enfrentamiento militar, y en la efectividad real que el ataque de EEUU haya tenido en detener por un tiempo prolongado el programa nuclear iraní.

Mientras Trump asegura que las instalaciones de Fordow fueron “totalmente destruidas”, un informe confidencial “filtrado” a la prensa citado el martes 24 por la CNN, NBC News y The New York Times, indica que los ataques de EEUU sobre las instalaciones nucleares iraníes no lograron destruir los componentes centrales del programa atómico de Teherán y probablemente solo lo retrasaron seis meses. Seguramente, no podrá saberse en lo inmediato cuál es la verdad. Es evidente que sea cierto o no hay una campaña que posiblemente tenga su origen en el partido demócrata para socavar el alarde triunfal de Trump y Netanyahu. Pero refleja también las disidencias internas en el seno del partido republicano y en Israel.

Como sea, el hecho de que Irán no haya podido contar con el apoyo militar de Rusia ni de China debilita a ambas potencias frente a la ofensiva mundial de EEUU. Rusia ya perdió uno de sus gobiernos aliados, con la caída de Al Assad. Y ahora ha demostrado que no está dispuesta a arriesgar el terreno conquistado en Ucrania. Por lo menos hasta que sea inevitable. Lo mismo pasa con China, que se limitó a declaraciones diplomáticas y a preservar sus intereses económicos. Es lo que venimos explicando en anteriores notas internacionales. EEUU es el imperialismo que está a la ofensiva para mantener y recuperar su lugar hegemónico indiscutido, que está en declinación. Para ello busca neutralizar a Rusia. Si no es por la vía del acuerdo, será manteniendo su atención en el frente militar europeo. Mientras presiona a China por medio de los aranceles, y amenazando a uno de sus principales proveedores de combustibles. Pero esos intentos de socavar a China están limitados por la relación que hay entre ambas economías y por los efectos sobre la situación de la economía mundial. Trump tuvo que retroceder en la presión arancelaria, por las presiones de grandes monopolios estadounidenses que también resultaban afectados. Lo mismo hubiera pasado afectando la provisión de combustibles, por sus consecuencias inmediatas con el aumento de la inflación y la profundización de la recesión internacional. 

Es decir, estas vías indirectas, este rodeo que supuestamente emprendió Trump para contener a Rusia y hacer retroceder a China por medios menos dolorosos y arriesgados se están demostrando impotentes y no evitarán una guerra directa, una tercera guerra nuclear, la que con una escalada en la guerra de los 12 días hubiera vuelto a estar planteada.

Esta guerra limitada en el espacio y en el tiempo, le ha servido a EEUU para medir la reacción tanto del bloque europeo de la OTAN, como del bloque enemigo: Rusia y China. El camino hacia la tercera guerra tiene un capítulo europeo alrededor de Ucrania, tiene un capítulo en Medio Oriente alrededor de Irán, pero el que definirá el estallido es el capítulo asiático, probablemente alrededor de Taiwán.

En otras palabras, la economía en un “callejón sin salida” y la disputa por el mercado mundial entre las potencias imperialistas hace inevitable una nueva guerra mundial, por más que se la quiera evitar haciendo rodeos en lugar de ir por el camino recto. Todos los caminos llevan a ella. Es una cuestión de tiempo y los plazos se acortan.

Antonio Bórmida, 26/6/25   

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