El Evento, los “trotskistas” y el carácter de la época imperialista

Entre los días del 23 al 26 de octubre se realizó en la ciudad de Bs As el III Evento académico internacional León Trotsky, organizado y coordinado por Frank García Hernández (un afiliado “critico” del PC cubano), acompañado en esta oportunidad por Luis Brunetto (PO) y Marcio Lauria (coordinador del 2do. Evento León Trotsky, Brasil 2023). Contó con la participación de todas las principales organizaciones que se reivindican trotskistas o “de la tradición trotskista”. Las más importantes en Argentina (PTS-PO-IS-MST) constituyen el FIT-u. También participaron invitados internacionales (Alex Callinicos de la Tendencia Socialismo Internacional y Savas Matsas del PRT de Grecia). Se organizaron múltiples paneles de discusión de variados temas, en distintas facultades de la UBA, pero sin ninguna duda los que concentraron la atención y la participación de los principales cuadros dirigentes, fueron el inaugural sobre Lenin y Trotsky, y el que se discutió sobre la situación internacional y la guerra.

Es notable la variedad de posiciones que hay en los partidos que integran el FITu, no sólo en relación a la guerra de Ucrania y Rusia, sino acerca de la posibilidad concreta de una tercera guerra mundial:

En relación a esta última cuestión clave, el PTS denuncia un avance del militarismo, pero una tercera guerra mundial todavía no está claramente en su horizonte.

A Miguel Sorans principal dirigente internacional de Izquierda Socialista (UIT) le pareció “patético” discutir “que se viene la guerra mundial”. Hace unos años este mismo dirigente descartaba totalmente una guerra mundial, con el argumento de que al imperialismo no le convendría, porque como esta sería nuclear destruiría el planeta y con ello la posibilidad de acumular ganancias de los capitalistas. ¡Como si la burguesía imperialista pudiera evitar las crisis y las guerras!!

El MST “no descarta” la posibilidad de una tercera guerra, pero lo hace como quien, anunciando un pronóstico de cielo despejado para las próximas semanas, no puede asegurar sin embargo que algún chubasco caerá.

El PO por su parte, es uno de los pocos que dice que está planteada la guerra mundial, pero en el Evento la ha mediatizado para un período indeterminado en el que todavía pueden ocurrir “nuevas crisis” y nuevos reagrupamientos de los posibles contendientes.

Entre los partidos menores por fuera del FITu hay que destacar a Politica Obrera, quienes afirman -al igual que el Papa- que ya estamos en la tercera guerra mundial. Que en ella todavía no intervengan directamente las principales potencias mundiales, EE-UU; China, Reino Unido, Francia, Alemania, etc., es un pequeño detalle. A Altamira le gusta estar varios pasos adelante, aunque sea para flotar fuera de la realidad.

Estas posiciones, tanto las relativas a la guerra Rusia-Ucrania/Otan, como las referidas a la posibilidad de una guerra mundial, derivan de un completo alejamiento de los análisis y las posiciones Leninistas-Trotskistas.

El PTS viene anunciando hace algunos meses, que hay una “reactualización” de la época imperialista de crisis, guerras y revoluciones, planteada por Lenin en 1916. Habría que buscar entre sus múltiples artículos teóricos, en qué momento esa caracterización leninista de la época quedó “desactualizada”. Y en todo caso cuales serían las consecuencias de esa desactualización. ¿Es que acaso el imperialismo dejó de ser la reacción en toda la línea? ¿Dejó de ser la fase de decadencia y descomposición del capitalismo? ¿La restauración capitalista en los Estados obreros burocratizados hizo desaparecer a nivel de la época histórica la inevitabilidad de las crisis, las guerras imperialistas y la revolución socialista? 

Tal parece que el PTS (FT-CI) entendió que con la “restauración burguesa” (abierta desde los 90) habría habido un cambio de época que desactualizó las tesis leninistas, y que su “reactualización” ocurrió a partir del 2008.

Lo llamativo es que recién ahora se den cuenta, después de haber adherido desde su fundación y continuando hasta ahora, a la consigna burguesa de Asamblea Constituyente, como fórmula de poder estratégica. En todo caso la corriente conocida como “mandelista” (*) fue más clara y frontal. Para ellos, con la caída de los Estados obreros burocráticos y la restauración del capitalismo se terminó la época de la revolución socialista y, por lo tanto, renunciaron a la estrategia revolucionaria de luchar por la dictadura del proletariado, adoptando una política reformista que buscaba “profundizar” la democracia burguesa imperialista. En los hechos la misma política del PTS para la semicolonial argentina: democratizar el régimen semibonapartista, haciendo eje en las consignas democráticas radicales.  Ahora el PTS, a partir de la “reactualización”, descubre los comités de lucha, la autodefensa y la estrategia soviética, que parece que desde el 95 al “argentinazo” del 2001 no eran adecuados. Veremos si el PTS pasa de las palabras a los hechos cuando empiece a vascular el próximo ascenso.

Con menos pretensiones teóricas, tanto el PO como las demás organizaciones, provenientes del “morenismo” (IS y MST), fueron por el mismo camino, de adaptación a la democracia burguesa, por la vía del electoralismo o del centrismo y el oportunismo político y sindical. En este caso IS-MST solo pretendieron una “reactualización” del viejo MAS. El PO seguir con lo mismo de siempre.

Pero el análisis de Lenin es para una época, y se caracteriza por determinadas cuestiones objetivas: el capitalismo pasó de su época librecambista a la época de los monopolios. De la exportación de mercancías a la exportación de capital financiero. De una economía mundial dominada por grandes trusts y un mundo que ya estaba totalmente repartido entra las grandes potencias.  Eso es lo que determina el tipo de movimiento del capital, las contradicciones interimperialistas y de la lucha de clases. Solo hacía falta entender que en una época puede haber distintas etapas cuyas especificidades concretas y la relación de fuerzas entre las clases deben ser analizadas. Confundir la época con sus etapas llevó a revisar de manera equivocada la teoría y ha sido una fuente importante para la desorientación de las corrientes herederas de la IV Internacional.

El carácter de la crisis en la época imperialista

Marx y Engels, que actuaron en la época del ascenso capitalista, tanto en Europa como en EE-UU, explicaron en los tomos de El Capital y otros textos, que las crisis cíclicas son inherentes al funcionamiento orgánico del régimen capitalista. Como el mismo nombre lo indica, las crisis cíclicas capitalistas en aquella época tenían un comienzo y un final relativamente regular cada 7 o 10 años. Por lo tanto, ninguna crisis era sin salida, ya que aun con la sucesión de crisis y recuperaciones, la marcha del capitalismo era todavía ascendente.

Trotsky explica muy sencillamente los dos tipos de movimientos que caracterizan al capitalismo:

“Los economistas burgueses y los reformistas, que tienen interés en presentar la situación del capitalismo bajo aspecto favorable, dicen: <<La crisis actual no prueba nada por sí misma. Por el contrario, es un fenómeno normal. Después de la guerra, asistimos a un desarrollo industrial en el que ahora sufrimos crisis; por lo tanto, el capitalismo vive y se desenvuelve.>> En efecto, el capitalismo vive entre crisis y alivios, como vive el hombre aspirando y expirando alternativamente. (…) La alternancia de las crisis y de los períodos de actividad, con todos sus estadios intermedios, forma un gran ciclo del desarrollo industrial. Cada ciclo abraza un período de 8, 9, 10, 11 años. Si estudiamos los 133 últimos años, percibimos que a este período corresponden 16 ciclos (…) El hecho de que el capitalismo continúe sufriendo las mismas fluctuaciones indica, sencillamente, que aún no ha muerto y que todavía no nos enfrentamos a un cadáver. Hasta que el capitalismo no sea vencido por una revolución proletaria, vivirá los mismos períodos de alza y baja, conocerá idénticos ciclos….Pero para definir la edad del capitalismo y su estado general, para poder darse cuenta de cómo se desenvuelve, y ver si alcanza su edad madura o toca a su fin, es preciso, además, analizar el carácter de los ciclos en cuestión, tal como se juzga el estado del organismo humano, según el modo como respira: tranquila o entrecortadamente, profundo o suave, etc.

(…) tomemos el desarrollo del capitalismo (…) en los últimos 133 años, y representémosle por una curva (…) esta curva no crece entera, sino en zig-zags, con altibajos que corresponden a los períodos del progreso y de las crisis. En consecuencia, la curva del progreso económico pone en evidencia dos clases de movimientos: uno, fundamental, que expresa la elevación general; otro de segundo orden, que corresponde a las fluctuaciones periódicas constantes (…) En este tiempo [ en los últimos 133 años], el capitalismo ha vivido aspirando y expirando de manera diferente, según las épocas. Desde el punto de vista del movimiento de base, es decir, desde el punto de vista del progreso y decadencia del capitalismo, la época de 138 años puede dividirse en 5 períodos: de 1781 a 1851 el capitalismo se desarrolla lentamente, la curva sube penosamente; después de la revolución de 1848, que ensancha los límites del mercado europeo, asistimos a una vuelta muy brusca. Entre 1851 y 1873, la curva sube de golpe. En 1873, las fuerzas productivas desarrolladas chocan con los límites del mercado. Se produce un pánico financiero. En seguida, comienza un período de depresión que se prolonga hasta 1894. Las fluctuaciones cíclicas tienen lugar durante este tiempo; pero la curva básica queda al mismo nivel, aproximadamente. A partir de 1894 empieza una época nueva de prosperidad capitalista, y hasta la guerra, casi, la curva sube con vertiginosa rapidez.” (La situación mundial, 1921)

Tanto Trotsky como Lenin hacen referencia a la gran depresión que comenzó en el año 1873 y que duró aproximadamente hasta 1894. Durante esta crisis el capital se concentró y dio lugar a los monopolios. El capitalismo superó la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las fronteras nacionales que las trababan, exportando capital en busca de tasas de ganancias más altas, a donde hubiera mano de obra barata o materias primas abundantes a bajo precio, o directamente como préstamos para obtener renta. Lenin señala el 1900 como fecha de referencia para el comienzo de la época imperialista. Generalizando las características del desarrollo capitalista, podemos decir que el capitalismo había pasado por su época revolucionaria desde las revoluciones burguesas en Holanda e Inglaterra en el siglo XVII, la revolución francesa y la independencia de EE-UU en el siglo XVIII, hasta la revolución alemana de 1848. También tuvo una época reformista, ya que en la medida que todavía se desarrollaba económicamente podía otorgar algunas concesiones a la clase obrera, no sin que ésta tuviera que arrancarlas con grandes luchas, como por ejemplo la jornada de trabajo de 8 horas.

Pero a partir de la época imperialista, a comienzos del siglo XX, se transformó en históricamente reaccionario. Su producto más típico fue el nazi-fascismo y dos guerras mundiales en las que murieron decenas de millones de personas. Las características del capitalismo en su fase imperialista analizadas en el folleto de Lenin de 1916 son para toda la época y tienen que ver con las condiciones objetivas de un capitalismo en decadencia. Evidentemente las corrientes trotskistas se perdieron “entre tres pinos” en el período de postguerra. Allí comenzó un proceso de revisión que giró sobre los pronósticos de Trotsky que fueron considerados errados. Obviamente esto ocurrió para quienes acostumbran a hacer esquemas y toman rígidamente citas aisladas en lugar de ubicarlas en su contexto; para quienes sobrevaloran los pronósticos que, como decía el propio Trotsky, son hipótesis de trabajo, que deben ser corroboradas o descartadas según ocurran los hechos.

Las consecuencias de la segunda guerra

Después de la segunda guerra mundial, el stalinismo no cayó como consecuencia de la revolución politica, sino que salió fortalecido tras haber derrotado al nazismo y asimilado media Europa. Como consecuencia del resultado de la guerra y la reconstrucción, se produjo un crecimiento económico que se prolongó durante dos décadas. No hubo más revoluciones triunfantes encabezadas por la clase obrera y un partido obrero revolucionario. Estos acontecimientos, y la revolución china y la cubana, dieron lugar a todo tipo de revisiones teóricas, incluyendo algunas tardías (**). El cuestionamiento de las tesis de Lenin sobre el carácter de la época fue uno de ellos. El triunfo de la restauración capitalista alargó el período sin guerras interimperialistas a 80 años. Recientemente un compañero nos dijo “80 años no pueden ser una excepción”. Probablemente sea ese mismo el razonamiento de las corrientes internacionales “trotskistas” cuyos partidos madre se encuentran en el FITu argentino. Nosotros entendemos que lo ocurrido en la segunda postguerra encaja perfectamente con el análisis del Tercer Congreso de la Internacional Comunista (que posiblemente haya sido redactado por el mismo Trotsky):

“La situación general de la economía mundial y, ante toda la ruina de Europa, determinan un largo período de pesadas dificultades económicas, de sacudidas, de crisis parciales y generales, etc. Las relaciones internacionales, tal como se establecieron como resultado del tratado de Versalles, hacen que la situación no tenga salida.

El imperialismo se creó por las necesidades de las fuerzas productivas que tendían a suprimir las fronteras nacionales y a crear un territorio europeo y mundial económico único; el resultado del conflicto de los imperialismos enemigos fue el establecimiento en Europa Central y Oriental de nuevas fronteras, nuevas aduanadas y nuevos ejércitos. Desde el punto de vista económico y práctico lo que se logró fue hacer regresar a Europa a la Edad Media.

En una tierra agotada y arruinada actualmente se mantiene un ejército una vez y media más grande que el de 1914, es decir durante el apogeo de la “Paz Armada”(…)

“La gran masacre reciente fue europea por sus causas y por sus principales participantes. El eje de la lucha era el antagonismo entre Inglaterra y Alemania. La intervención de EE-UU extendió el ámbito de la lucha, pero no la aleja de su tendencia fundamental; el conflicto europeo fue resuelto abarcando el mundo entero. La guerra que resolvió a su manera el diferendo entre Inglaterra y Alemania, no solamente no ha resuelto la cuestión de las relaciones entre los EE-UU e Inglaterra, sino al contrario, los ha llevado al primer plano en todas sus proporciones como la cuestión fundamental de la política mundial, y además formuló una cuestión de segundo orden: las relaciones entre EE-UU y Japón. La última guerra ha sido de esta manera el prefacio europeo a la guerra realmente mundial que decidirá sobre la dominación imperialista exclusiva.”

Y eso fue efectivamente lo que ocurrió. El resultado de la segunda guerra dejó a los EE-UU como dominador exclusivo o hegemónico del mercado mundial, subordinando a las potencias derrotadas y a sus antiguos aliados imperialistas, cuyos países quedaron exhaustos por la guerra. Ese resultado fue el que permitió el resurgimiento de un crecimiento importante de largo plazo que duró aproximadamente 20 años, conocido como el boom económico. Pero este período excepcional se agotó hacia fines de la década del 60 y en los 70 ya había una pavorosa crisis abierta en el plano internacional, en medio de guerras y revoluciones en algunos países periféricos (Vietnam, Portugal), y un profundo ascenso obrero y estudiantil en Europa (El mayo francés y otras) y América Latina (Cordobazo y otras).

Esta crisis, resultante del crecimiento anterior, obligó a las burguesías a avanzar sobre las concesiones que habían ganado con luchas la clase trabajadora durante el estado de bienestar. Restaurar la tasa de ganancia aumentando la tasa de explotación del trabajo fue el lema implícito en el llamado neoliberalismo, junto con el aumento de la expoliación imperialista de las semicolonias. Con ello el capitalismo apeló a uno de los contrarrestantes básicos contra la Tendencia Decreciente de la Tasa de Ganancia (TDTG). Posteriormente, con la restauración capitalista en los ex Estados obreros burocráticos, las inversiones imperialistas recibieron grandes ganancias al explotar una mano de obra barata, particularmente en China y algunos países del este europeo. La crisis del 2000-2002 y particularmente la de 2007-8 en adelante, que ya lleva más de 16 años, y que se sigue agravando, indican que el capitalismo imperialista se encuentra ahora ante un callejón sin salida.

El antagonismo principal es entre EE-UU y sus aliados, contra China y sus aliados principalmente Rusia

Nosotros caracterizamos en 2018 que la guerra mundial imperialista era inevitable en un período próximo, basados en la interpretación de las tesis de Lenin nunca perdieron su actualidad, mientras que las particularidades de la postguerra, las entendemos como la consecuencia de una de las salidas posibles a la crisis que no encuentra salida por medios económicos. Como decía Trotsky: “El sistema capitalista está en un impasse. Por mi parte, no le veo ninguna salida normal, legal, pacífica. Sólo una tremenda explosión histórica puede dar esa salida. Hay dos tipos de explosiones históricas, las guerras y las revoluciones”. El capitalismo imperialista encontró una salida momentánea a su crisis por medio de la guerra imperialista. La revolución socialista fue derrotada por responsabilidad de las direcciones stalinistas y socialdemócratas del proletariado. La dirección de la IV Internacional que le sucedió a Trotsky, era muy débil e inexperta. Pero este período delimitó una etapa dentro de la época, no cambió el carácter de la época, solo atenuó sus contradicciones más evidentes por un lapso de 20 años, hasta que la crisis reapareció con fuerza en los 70. La dominación exclusiva de EE-UU del mercado mundial como resultado de la II Guerra y el pacto de coexistencia pacífica con el stalinismo, marcaron la situación de las relaciones internacionales sin guerras interimperialistas, en el período posterior. La invasión de Afganistán e Irak por parte de EE-UU (algo que no ocurría de manera directa desde Vietnam) es la consecuencia del fortalecimiento relativo de los yankis a partir del derrumbe de la URSS y los avances en la restauración capitalista en China. Al mismo tiempo, la crisis capitalista que se venía manifestando en determinados países periféricos, y luego en regiones importantes como la crisis en el sudeste asiático en 1997, ahora golpeaba entre 2000-2 en EE-UU a su centro vital de desarrollo, en la crisis de las punto.com. La recuperación de esa crisis, a partir de incentivos, subsidios y gastos estatales, dio como resultado un abultado endeudamiento de los Estados imperialistas. También en China crecía la tenencia de bonos del tesoro norteamericano. Estos financiaban las inversiones yankis de las empresas que se relocalizaban en su territorio aprovechando la mano de obra barata, y el déficit comercial norteamericano respecto de la producción que aumentaba a “tasas chinas”.

A partir de la crisis de 2007-8 que afectó la economía a nivel mundial, y como expresión de la misma hay un endeudamiento generalizado de todas las potencias. El endeudamiento global total es del 333% del PBI mundial.

Esto significa que se gasta más de lo que se produce. Ahora Trump cree que puede resolver esta situación levantando los aranceles de tal manera que obligue a las empresas que se fueron en busca de aumentar sus ganancias a países con mano de obra barata, a volver a instalarse en EE-UU, al mismo tiempo que equilibraría la balanza comercial tanto con China como con Europa, Canadá y México. Es como querer volver a meter al “genio” nuevamente adentro de la lámpara. Pero la política proteccionista, que es una política defensiva no puede solucionar la crisis. La época imperialista surge justamente porque no se podían contener las fuerzas productivas en el marco del Estado nacional. Si el capital “globalizado” entró en crisis en 2007, no se va a salir de allá volviendo a encerrase en el Estado nacional.

Si es que Trump cumple con la política anunciada, y no son simples amenazas para negociar desde una posición de fuerza, lo único que conseguirá es agravar las contradicciones como quien comprime un resorte. Ese estado de tensión económica solo agravará la crisis mundial y podrá demorar un poco el estallido de la guerra, pero esta seguirá siendo inevitable.

Si la burguesía imperialista yanki quiere hacer a EE-UU grande de nuevo deberá recorrer el mismo camino que la hizo grande ya una vez. Sólo la segunda guerra hizo grande, muy grande al imperialismo norteamericano. Y solo por ese mismo medio EE-UU podría detener su decadencia y volver a ser dominador indiscutido, derrotando a las potencias que le disputan la supremacía mundial, encabezadas por China. 

La guerra como consecuencia de la crisis y la revolución como producto de la guerra

El Evento no pasó de ser una exposición comprimida de las posiciones de los partidos miembros del FITu (más algunos invitados) con más diferencias de las que tenían en la conferencia latinoamericana de 2021. Como dijo Christian Castillo, si estuvieran en Ucrania, no podrían mantener el FITu porque estarían en trincheras diferentes. Lo cual revela el oportunismo electoralista de ese frente que dice ser de independencia de clase, pero no se rompe ni cuando un partido llama abiertamente a votar por un candidato burgués, ni cuando varios están en el mismo frente militar imperialista de la OTAN.

Las discusiones reflejaron claramente la situación de estas corrientes “trotskistas”. No sirvió para avanzar ni un paso en la comprensión general de la situación mundial tomada en su conjunto bajo la luz de las tesis leninistas. Estas tesis son una unidad, pero aun las corrientes que ahora las han redescubierto, no aciertan a entenderlo. Analizan las crisis, por un lado, las guerras por otro, y especulan sobre el carácter de los levantamientos obreros y populares, si son “primaveras” o rebeliones.

Nadie se ocupa en explicar porque o de que carácter es esta crisis que lleva ya casi 17 años, la más prolongada de la historia del capitalismo desde la gran depresión de 1873-94. Este tipo de crisis refleja que la ley de la TDTG existe y actúa en la realidad “empírica”. Y se explica con la ley del desarrollo desigual y combinado en el marco de las tesis leninistas:

(…) “el rasgo característico del período que nos ocupa es el reparto definitivo del planeta, definitivo no en el sentido de que sea imposible repartirlo de nuevo —al contrario, nuevos repartos son posibles e inevitables—, sino en el sentido de que la política colonial de los países capitalistas ha completado la conquista de todas las tierras no ocupadas de nuestro planeta. Por primera vez, el mundo se encuentra ya repartido, de modo que en el futuro solamente caben nuevos repartos, es decir, el cambio de “propietario” de un territorio, y no el paso de un territorio sin dueño a un “propietario”.

(…) Los capitalistas no se reparten el mundo por su particular maldad, sino porque el grado de concentración alcanzado les obliga a seguir por ese camino para obtener beneficios; y se lo reparten “proporcionalmente al capital”, “proporcionalmente a la fuerza”, porque otro procedimiento de reparto es imposible en el sistema de la producción mercantil y del capitalismo.

(…) La época de la fase superior del capitalismo nos muestra que entre los grupos capitalistas se están estableciendo determinadas relaciones basadas en el reparto económico del mundo; al mismo tiempo, y en conexión con esto, están creciendo determinadas relaciones entre los grupos políticos, entre los Estados, sobre la base del reparto territorial del mundo, de la lucha por las colonias, de la “lucha por las esferas de influencia”.

(…) El capital financiero y los trusts no disminuyen, sino que aumentan las diferencias en el ritmo de crecimiento de las distintas partes de la economía mundial. Y una vez que ha cambiado la correlación de fuerzas, ¿que otro medio hay, bajo el capitalismo, para resolver las contradicciones si no es la fuerza?

(…) Gracias a sus colonias, Gran Bretaña ha aumentado “su” red ferroviaria en 100.000 kilómetros, cuatro veces más que Alemania. Sin embargo, todo el mundo sabe que, en ese mismo período, el desarrollo de las fuerzas productivas alemanas, sobre todo de sus industrias hullera y siderúrgica, ha sido incomparablemente más rápido que el de las fuerzas productivas británicas, por no hablar ya de Francia o Rusia. En 1892, Alemania produjo 4,9 millones de toneladas de hierro fundido, frente a los 6,8 de Gran Bretaña, mientras que en 1912 ya alcanzaba las 17,6 frente a 9,0, es decir, una formidable superioridad sobre Gran Bretaña.91 Ante esto, cabe preguntarse: ¿qué otro medio que no sea la guerra puede haber bajo el capitalismo para eliminar las discrepancias existentes entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la acumulación de capital, por una parte, y el reparto de las colonias y de las “esferas de influencia” entre el capital financiero, por otra?

(…) en el mundo real capitalista, y no en la banal fantasía pequeñoburguesa de los curas ingleses o del “marxista” alemán Kautsky, las alianzas “interimperialistas” o “ultraimperialistas” —sea cual sea su forma: una coalición imperialista contra otra o una alianza general de todas las potencias imperialistas— sólo pueden ser inevitablemente “treguas” entre las guerras. Las alianzas pacíficas nacen de las guerras y a la vez preparan nuevas guerras, condicionándose mutuamente, engendrando una sucesión de formas de lucha pacífica y no pacífica sobre una sola y misma base de lazos imperialistas y relaciones recíprocas entre la economía y la política mundiales.”

En tanto hasta 2008 hubo posibilidades de expansión de las fuerzas productivas, mientras las potencias imperialistas (EE-UU Japón Alemania etc.) seguían invirtiendo en China y acumulando capital la lucha se planteaba por medios económicos. Aunque ya la economía mundial venía cruzando líneas rojas, ya habían reaparecido tras la crisis mundial con epicentro en EE-UU del 2000, las guerras de conquista (Afganistán, Irak) con la excusa del combate al terrorismo.

Pero en el 2008 la economía mundial entró en un callejón sin salida. Los “incentivos” materiales para aumentar la producción terminaron aumentando las deudas de los Estados y la especulación en las bolsas, pero la economía real seguía prácticamente estancada. Al mismo tiempo, China que se había desarrollado utilizando las inversiones imperialistas para crecer y fortalecerse a nivel mundial, empezó a ser un competidor serio de EE-UU -sobre todo en el plano tecnológico- que, al revés, viene en declinación. La economía está estancada por un exceso de capital invertido, cuyo efecto es la baja tasa de ganancia, y un cambio en la relación de fuerzas entre las potencias económicas. Y si contemplamos sus alianzas (China y Rusia) también hay un cambio en la relación de fuerzas militares. Esta situación exige -hace inevitable- la guerra mundial para eliminar el excedente de capital, determinar la dominación del mercado mundial y su nuevo reparto según la relación de fuerzas emergentes.

En lugar de apreciar la proximidad de la guerra por esta combinación de factores, tal como lo plantea Lenin en sus tesis sobre el imperialismo, que en lo fundamental siguen siendo vigentes, los kautskistas actuales hablan sólo de crisis económicas que se profundizan, o de una economía estancada ¡por 17 años!!, y de “policrisis”, pero sin sacar las conclusiones adecuadas. Como diría Trotsky: “los programas de los distintos partidos, los pacifistas y los reformistas, parecen ahora, por lo menos a quien los observa desde afuera, el juego de un niño que corretea por la pendiente de un volcán antes de una erupción. Este es el panorama gene­ral del mundo de hoy”. Habría que agregar a los pretendidos trotskistas del FITu y otros tantos, que sólo empezaron a hablar de guerra cuando las amenazas de intercambios de misiles y el uso de armas nucleares pasaron a ser amenazas concretas en la guerra de Ucrania, cuando Europa empezó a sentir temor por la escalada de la guerra. Pero todavía la ven distante. Y por eso no hay siquiera intentos de un nuevo Zimmerwald. Nosotros no tenemos fuerza para convocarlo y tampoco hay otras corrientes que vean la situación como nosotros que la tengan. Así que, con la Revista Manifiesto Internacional como instrumento, nuestro objetivo actual es impulsar un reagrupamiento revolucionario internacional capaz de darle continuidad a la lucha de Lenin y Trotsky.

Antonio Bórmida, 6/12/24

*) Mandelismo: corriente mayoritaria después de la reunificación de 1963, dirigida por Ernest Mandel.

**) Algunos marxistas siguieron revisando con retroactividad. Entre ellos debemos nombrar a Nahuel Moreno, quien en los años ‘80 -unos años antes de morir- consolidó una revisión teórica de la Revolución Permanente y el Programa de Transición.

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