El imperialismo no es simplemente la política exterior de las potencias, es una fase histórica del capitalismo, su fase superior, en la que el mundo está repartido entre unos pocos países que dominan al resto mediante el capital financiero y cuando hace falta mediante la fuerza militar.
Argentina es un país capitalista semi colonial. Una vez elegido Milei como presidente, empezó a responder a las exigencias de ese capital financiero dominante, en nuestro caso el yanqui.
La diferencia con anteriores gobiernos hubiera sido solo de grado en la medida del servilismo hacia el imperialismo. Cristina Kirchner que se definió a sí misma como pagadora serial de deuda externa, que avaló junto a todo su partido la brutal deuda asumida por Macri, recibió con los mismos honores que Milei a Laura Richardson, jefe del comando sur del ejército de EEUU, protagonista principal de esta nota por su actuación en la región en vísperas de una guerra mundial. La diferencia aparece cuando nos estamos acercando a una guerra mundial y el gobierno de Milei anuncia su total alineamiento con el imperialismo dominante y sus aliados, uno de los bandos que prepara la confrontación militar. Es decir, ya no se trata solo de un sometimiento financiero o de entrega de los recursos naturales, sino de un sometimiento militar.
El 2019 cuando comenzamos a alertar sobre la proximidad de una guerra mundial, muchos se tranquilizaban a sí mismos diciendo que con la tecnología de hoy, la guerra sería nuclear y eso disuadiría a las potencias. Ahora se tranquilizan pensando que se llevaría a cabo lejos de Argentina. Pero no es posible eludir los problemas negándolos.
Los trabajadores debemos comprender los peligros que se avecinan. La deuda, mecanismo de dominio por excelencia, se está combinando con toda una serie de medidas que dejan al país muy comprometido con el bando yanqui.
Por empezar ningún país podrá escapar a los efectos de la guerra, porque escalará rápidamente al uso de armamento nuclear. No podemos siquiera imaginar la acción devastadora en cuanto a la matanza de los pueblos y la afectación medioambiental. Además, solo por la zona de Taiwán, que será uno de los focos principales, circula el 40% del comercio mundial, augurando una inflación brutal a nivel global e incluso desabastecimiento de bienes básicos.
Pero no pecamos de alarmistas al afirmar que el panorama se agrava mucho para el caso particular de la Argentina bajo la gestión de Milei.
Argentina conserva desde 1998 el estatus otorgado por EEUU de “aliado importante extra OTAN”. El gobierno de Milei ha dado un salto en ese sentido cuando el 18 de abril inició el proceso para ser admitido como socio global del organismo. Esto ya coloca al país en el bando yanqui en la futura guerra porque es nada menos que la principal alianza militar bajo su tutela. De hecho, son apenas 9 los países que tienen la condición de socio global, por lo que estamos hablando del núcleo duro de aliados a EEUU.
Como quien debe superar las 7 pruebas del infierno, el gobierno ha ido cumpliendo diligentemente las exigencias.
A finales de mayo el acercamiento fue refrendado por la visita del portaaviones de propulsión nuclear USS George Washington a aguas argentinas para realizar ejercicios con la Armada Argentina. En junio Argentina se unió al Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania (UDCG, por sus siglas en inglés), que reúne a 54 países, dentro y fuera de la OTAN. Constituyéndose en el primer país latinoamericano en sumarse a este entramado global de apoyo directo a Ucrania.
La OTAN impone a sus miembros gastar un equivalente al 2% del PIB en defensa. Es por eso que el proyecto de Ley de Presupuesto para el 2025, destina unos US$ 6.200 millones a servicios de Defensa y Seguridad, 5,1% del total y 1% del PIB, todavía lejos del 2% que exige la OTAN, pero el doble de los poco más de US$ 3.000 millones del presupuesto de 2024 que constituyó el 0,5% del PIB. En un contexto de motosierra en salud, educación, ciencia, cultura, etc., doblar el presupuesto militar demuestra el compromiso del gobierno con la OTAN, no importa que para sostenerlo haya que apalear a los jubilados y hundir al 52% de la población en la pobreza.
En enero del año pasado la General Richardson afirmó que China y Rusia son los grandes rivales de Washington en América Latina y sugirió a los países de la región que donen equipamiento ruso a Ucrania para reemplazarlo por material estadounidense. Para el gobierno esto fue una orden. Le regaló a Ucrania dos helicópteros de origen ruso y le compró 24 aviones F-16 a Dinamarca en una operación facilitada y aprobada por Estados Unidos. De hecho, Dinamarca está reemplazando su flota de F-16 por los modernos F-35, ambos fabricados por la empresa estadounidense Lockheed Martin. Naturalmente Richardson admitió estar muy entusiasmada por el interés de Argentina de modernizar sus fuerzas militares.
Estos aviones le cuestan a Argentina más de US$ 300 millones y ya se está avanzando en la compra de helicópteros navales y submarinos, 250 vehículos blindados Stryker, aviones P-3 y King Air para patrulla marítima. No es fácil acceder a datos exactos porque todo le referido al endeudamiento en materia militar entra en la categoría de “secreto militar” según el decreto 807/2024.
El gobierno le ha rogado un crédito al FMI desde que asumió, pero a pesar de su sumisión le fue negado una y otra vez, por eso ponía fichas al triunfo de Trump. Pero en septiembre la gestión Biden decidió darle un guiño al desplazar al director del fondo Rodrigo Valdez que le era resistido. EEUU no quiere dejar ningún cabo suelto con su principal aliado en la región.
En definitiva, tenemos una situación donde un país endeudado hasta el cuello, con su población trabajadora sumida en la pobreza, la ruega al FMI por asumir más deuda que se va a destinar a pagar deuda y a comprar equipos militares avalados por ellos. Es decir, se prestan a sí mismos y encima obtienen intereses. Un negocio redondo, y como siempre, a costa nuestra.
Si finalmente llega el anunciado crédito, los trabajadores debemos tener claro que una posible estabilización del gobierno en ese sentido será a costa de ajustes y recortes futuros y de involucrar al país en una guerra nuclear mundial.
Asimismo, en julio una delegación militar estadounidense visitó la empresa nacional Fabricaciones Militares con el fin de comprobar cuáles eran las capacidades logísticas y así poder comenzar a fabricar municiones para la Ucrania y la OTAN. Las autoridades nacionales dieron el visto bueno y buscarán transformar la firma local en una sociedad anónima. Además de la fábrica de Rio Tercero, Estados Unidos pretende tomar el control de las plantas en Villa María de Córdoba, Jáchal de San Juan, Fray Luis Beltrán de Santa Fe y Azul de Buenos Aires.
Pero el dominio de EEUU es incluso territorial. En marzo el embajador norteamericano Marc Stanley hizo público un tratado para que el «Cuerpo de Ingenieros» del Ejército yanqui tenga injerencia en el Paraná. Esto se hizo efectivo en agosto, cuando una comitiva con el comandante de operaciones especiales sur del Ejército de EEUU, Mark A. Schafer al frente, navegó todo el río.
La base naval “conjunta” en Ushuaia es el comienzo de la instalación de bases militares. En entrevista con infobae en abril al ser consultada por el observatorio chino en Neuquén, Laura Richardson indico que también EEUU tiene un centro de operación de emergencia (COE) en esa provincia que, según ella, tiene como misión la ayuda humanitaria y combatir incendios, no obstante, su “ayuda” brilló por su ausencia en el arrasador incendio en Córdoba.
En enero del año pasado, en un evento del Consejo Atlántico, Richardson fue mucho más sincera sobre los intereses reales de su país, dijo textualmente:
“¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el triángulo del litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile… tenemos 31% del agua dulce del mundo en esta región. Con ese inventario, a EEUU le queda mucho por hacer”…“Esta región importa ya que tiene mucho que ver con la seguridad nacional [de EEUU] y tenemos que empezar nuestro juego”, puntualizó, refiriéndose a su disputa geopolítica que mantiene con China y en menor medida Rusia, por estos recursos.
Cuando Richardson dice “tenemos” expresa su convicción de que toda la riqueza de Latinoamérica le pertenece a EEUU. No es una consideración personal sino la línea de su Ejército. Mark Milley jefe del Estado Mayor Conjunto, militar de más alto rango en Estados Unidos, pronunció un discurso en el acto de posesión de la General que a la vez servía de mandato para su subalterna; “El hemisferio occidental es un barrio de vecinos. Este hemisferio nos pertenece a nosotros y a nadie más”
El gobierno de Milei, que recibió en abril la segunda visita de Richardson al país en menos de un año, es tan acérrimo defensor de los intereses yanquis como la General. Cuando impulsa y hace aprobar el RIGI, lo que logra es consolidar los intereses yanquis en la minería, petróleo y energía, materias primas para la industria del país del norte. En ese sentido la canciller Mondino firmó a fines de agosto un acuerdo con EEUU llamado Memorándum de Entendimiento (MdE) sobre Cooperación en Minerales Críticos, que básicamente es un acuerdo sobre inversiones en minerales como litio y cobre además de energía.
Resumiendo, el “libertario” a encadenado al país al bloque militar comandado por EEUU y que incluye la entrega de los recursos naturales, el reforzamiento de la deuda para comprarle a ellos mismos equipos militares, fabricación de municiones, la instalación de bases militares y “humanitarias” en Ushuaia y Neuquén, la entrega del control del Paraná.
Estos hechos, que como hemos visto no son factores aislados, sino que se condicionan unos a otros, resultando en un sometimiento en toda línea, colocan a Argentina como uno de los principales países que serán afectados en América Latina por la guerra mundial que se avecina. Aunque sea una obviedad es necesario remarcar que en una guerra todo aliado de un bloque es objetivo militar de todo aliado del bloque enemigo.
El capitalismo nos conduce aceleradamente hacia una nueva matanza mundial. Solo la organización independiente de la clase trabajadora puede hacerle frente a las burguesías imperialistas, debemos organizarnos y empezar a discutir e impulsar acciones que permitan concientizar y movilizar contra la guerra.
Joaco, 7/10/24