La desaparición de Loan:

Una lacra más, del capitalismo en crisis

Ya pasaron más de 50 días desde la desaparición de Loan, el niño de 5 años de la localidad de 9 de Julio, en la provincia de Corrientes, quien fuera secuestrado por una red de trata.

En el transcurso de los días, aparecieron todo tipo de elementos de los más nefastos; los testimonios que no cerraban, luego pistas falsas “plantadas” para desviar la investigación y una cobertura mediática e impacto social que probablemente no esperaban los implicados en el caso, incluyendo al poder político provincial.

Con el correr de los días comenzaron a aparecer pistas que involucran a funcionarios, dejando al desnudo los vínculos que existen con el delito grave como la trata o el narcotráfico, entre los partidos patronales, las diferentes fuerzas de represión (policía de Corrientes, PFA, Gendarmería) y la justicia burguesa.

En un intento desesperado del gobernador por tapar este tema y desviar la investigación, el senador Diego Pellegrini -mano derecha de Valdés- llevó a declarar a la tía de Loan (Laudelina Peña), queriendo hacer pasar la desaparición de Loan como un “accidente” automovilístico. Dato no menor es que la trasladó a declarar a la capital de Corrientes, (no en Goya, la localidad en donde actúa en el caso la justicia federal), una madrugada en su propio auto, para que la investigación del caso quedara circunscripta a la provincia de Corrientes, es decir bajo el control político directo del Gobernador radical.

A su vez el abogado defensor de Laudelina Peña, es José Fernández Codazzi, cuya suegra es concejal del mismo partido del gobernador, siendo también, la esposa del abogado y funcionaria del Ministerio de Seguridad. Como si fuera poco, Laudelina fue hospedada en un hotel que es del hermano del ex jefe de la policía provincial. ¡Queda todo en familia! En esa declaración, Laudelina dijo que Loan fue atropellado por el ex marino retirado Carlos Pérez, esposo de la ex funcionaria Victoria Caillava, ambos detenidos.

El capitán de navío Carlos Pérez, otro de los personajes nefastos de esta trama, según trascendió, hasta fue chofer del represor Alfredo Astiz. En su celular se encontraron fotos de menores explotados sexualmente y evidencia de que ingresó a sitios web de pornografía infantil. También se encontraron audios que le envió al ex comisario Walter Maciel unos días después de que Loan desapareciera, pidiéndole custodia personal, cuando la gente del pueblo empezó a sospechar de ellos y “abriendo el paraguas” dijo estar muy “preocupado” de que le plantaran pruebas en su casa o camioneta.

El caso de Loan, pone al desnudo un tema del que poco se habla, pero que “es común” o “en las provincias del norte del país pasa hace mucho”: la trata de personas, principalmente de menores.

La trata de personas se lleva puestos a los niños de los sectores más pobres. Son los ricos los que forman parte de este negociado hediondo. En la mayoría de los casos es una manera encubierta de adopción, en la que los sectores más pobres que viven en condiciones paupérrimas, entregan a uno de sus hijos por una suma de dinero, y muchas veces son engañados o extorsionados por bandas de lúmpenes, apoyándose en todo tipo de artimañas y aprietes. Nefasto, de lo peor del sistema capitalista: no sólo desproteger a los niños, sino tratarlos como mercancías que pueden ser vendidas y compradas, y si no era suficiente crueldad y muestra de miseria del sistema, utilizarlos con fines de explotación sexual.

Este caso desnuda las miserias del régimen y la podredumbre del capitalismo. El gobierno nacional de Milei, no tomó ninguna medida para ir a fondo en la investigación, ni siquiera quiso recibir al padre de Loan. Empezando por el gobernador Valdés (del radicalismo aliado de Milei), están involucrados funcionarios a nivel local, provincial y nacional. Quedó en evidencia primero con el silencio del gobernador Valdés que no hizo ninguna declaración sobre el tema durante días, aun habiendo tomado el caso repercusión a nivel nacional. Y después se apresuró a respaldar la declaración falsa de Laudelina.

Hasta la ridícula de Bullrich dijo que iba a utilizar un scanner para buscar dentro de animales salvajes el cuerpo del niño, con el objetivo de correr el eje de atención y cubrir al gobernador aliado.

Está claro que el poder intentó por todos los medios tapar este tema, porque si se “destapaba la olla” no sólo que unos cuantos iban a quedar involucrados, sino que desnudaría un negocio millonario que financia a los partidos del régimen capitalista. Tampoco es algo propio de un gobierno o partido burgués en particular, en las otras provincias gobernadas por el peronismo o por partidos burgueses provinciales, sucede exactamente lo mismo. Por eso la desaparición de Loan no es un caso aislado: la organización Missing Children registra actualmente más de 100 niños, niñas y adolescentes desaparecidos.  Ana Rosa Llobet, de Missing Children Argentina, dijo que «son chicos y chicas que buscamos, unos 40 desaparecieron siendo menores y ahora son mayores, se perdieron hace 5, 10 y hasta 20 años atrás».

Los reformistas de todo calibre, salieron a decir que el Estado está “ausente”, pero no es así, es quien lleva adelante estas prácticas, a través de sus integrantes. El Estado burgués, no solamente es cómplice, sino que es el responsable directo de todo este entramado. Sus funcionarios políticos, la policía, la justicia y todo su aparato son parte de un negociado que nosotros, los trabajadores y el pueblo pobre pudimos dimensionar por la difusión que tuvo este caso.

Eso sí cuando los trabajadores y el pueblo pobre de 9 de Julio y otras localidades de Corrientes se movilizaron para exigir por la aparición del niño, enseguida aparecieron los “cabezas de tortuga” a reprimirlos. Para eso sí está el Estado, ¡más claro echale agua!

El Estado es el aparato de dominación de la clase capitalista, sobre el proletariado. La burguesía puede dominar mediante el engaño “democrático”, las elecciones, los partidos políticos burgueses y las leyes. O utilizando el aparato de represión, según las circunstancias. En situaciones relativamente normales, mantiene el “orden público”, es decir, reprime mediante la policía, sus grupos de “operaciones” especiales y las cárceles. En situaciones excepcionales, cuando las clases explotadas y oprimidas se levantan y ponen en cuestión o riesgo la dominación de la burguesía, el Estado actúa mediante su principal brazo armado, las Fuerzas Armadas. Este es el que garantiza en última instancia el mantenimiento del poder burgués, como lo hemos visto bajo la última dictadura a partir del golpe de 1976. Cuando temen que su aparato militar sea insuficiente, o que las tropas de soldados cercanos al pueblo puedan vacilar, el Estado le abre paso al fascismo, cuyos grupos se van preparando y fortaleciendo en una situación de crisis.

En situaciones normales, la policía solo está para cuidar los bienes de la burguesía, los bancos, los barrios donde vive la clase media alta y la gran burguesía. Pero para lo que no está nunca disponible es para resguardar la seguridad de los trabajadores, los pobres o los sectores plebeyos de la clase media y todo esto se potencia aún más en épocas de crisis del capitalismo, como la actual, cuando como ahora todo vale, para el Estado burgués: narcotráfico, trata de personas, explotación sexual infantil, pedofilia, trabajo esclavo…

Este hecho todavía continúa y nos deja una enseñanza de que cuando los trabajadores sienten una justa indignación ante la injusticia y se organizan, se constituyen en una fuerza difícil de parar y es la demostración efectiva de que nosotros mismos, los trabajadores y el pueblo pobre somos los únicos dispuestos a hacer justicia contra los criminales amparados por el corrupto poder político y policial de los capitalistas. 

Jor, 4/8/24

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