Tras 12 años de crisis económica “sin salida”, la 3era Guerra Mundial está más cerca

Como hemos explicado en otras oportunidades, la economía capitalista mundial está sumergida en una profunda crisis, que comenzó en el 2008/9 producto de una baja generalizada de la tasa de ganancia como consecuencia de la sobreinversión de capital. Una crisis de esta magnitud solo es comparable a la gran depresión de los ’30 del siglo pasado; y como dijo Trotsky, este tipo de crisis general no tiene salida por medio de los mecanismos económicos normales del sistema capitalista.

Si hasta ahora no ha habido una depresión tan profunda como aquella, ha sido por la enorme cantidad de millones de dólares y euros que las potencias imperialistas han utilizado para el rescate de bancos y empresas, para incentivos y subsidios, arrojando dinero al mercado para alentar una muy baja recuperación de corto plazo que nunca termina de prosperar, dando como resultado la tendencia al estancamiento que ha cursado estos últimos 12 años. Sin embargo, esta situación es insostenible, porque la misma “medicina” ya no produce los mismos efectos. La torta a repartir es cada vez más chica y por eso las principales potencias se preparan para lo peor, aumentan notablemente y cada vez más los fondos para armarse hasta los dientes. Al mismo tiempo abre posibilidades a la lucha de clases, aunque suene redundante la frase de Lenin, nunca viene de más repetirla, “las crisis generan guerras y las guerras revoluciones”.

Una recuperación económica que no mueve el amperímetro

Luego de la Pandemia todos los gobiernos inyectaron otros tantos miles de millones para incentivar las economías, a pesar de eso, el crecimiento de conjunto nunca alcanzó la trayectoria anterior al 2019. Encima como colofón, produjo una gran estampida inflacionaria que se acentuó aún más con la guerra en Ucrania, producto del aumento de los precios de los alimentos y combustibles. El aumento de la carestía de vida por la inflación, originó importantes luchas reivindicativas en varios países de Europa, el sudeste asiático como la que estamos viendo ahora de los trabajadores textiles en Bangladesh y también en EEUU, (con la reciente lucha de los trabajadores automotrices) en donde se acentuó la tendencia a la sindicalización de años anteriores.

Posteriormente para frenar la inflación, los Estados capitalistas, incentivaron los aumentos de tasas de interés de los bancos, con el objetivo de “enfriar” la economía. Por eso, ahora se habla de cómo sería ese “aterrizaje”. En general los analistas burgueses vinculados al Banco Mundial, FMI y a la OCDE, hablan de un aterrizaje “suave”, pero con un montón de condicionantes, principalmente como puede la economía mundial sopesar la crisis con semejante nivel de endeudamiento*. Además, se le suman otros “condimentos” importantes como son los fenómenos meteorológicos extremos, (sequías e inundaciones) que como una especie de bola de nieve que se retroalimenta, suscitan alzas adicionales de los precios de los alimentos y de la energía. Ya son impresionantes las imágenes de los millones de refugiados que intentan entrar desde África a Europa y desde Centroamérica a EEUU, pero la situación podría ser mucho peor con el aumento de los refugiados por los desastres climáticos.

En síntesis, el pronóstico de crecimiento mundial para el año que viene es del 3,1%, el más bajo en décadas, y las perspectivas de que los países alcancen niveles de vida más altos son escasas.

Hay que tener en cuenta que, el “aterrizaje suave”, según el economista marxista Michael Roberts, sería solo para los EEUU, ya que ha tenido una tasa de crecimiento del 2%, que se reducirá al 1,5% en el 2024, principalmente incentivado por el gasto del ahorro de la clase media durante la Pandemia, y por la inversión del Estado en el creciente rearme. El resto de las economías del G7 ya están en recesión (Alemania, Canadá) o cerca de ella (Francia, Reino Unido, Japón). Y varias economías europeas más pequeñas se están contrayendo: Suecia, Países Bajos y Austria, con Europa del Este también cayendo. Además, las economías de los países semicoloniales, están en problemas con un endeudamiento por las nubes, uno de los casos más patentes es de la Argentina.

Para China, si bien bajó el crecimiento en comparación la pre-Pandemia, sigue manteniendo un ritmo considerable del 5,4%, para este año 2023. Las previsiones para el 2024 hablan de una caída cuyo crecimiento sería de menos del 4,5%. Los economistas burgueses occidentales decían que la economía iba a quebrar producto del crecimiento de la burbuja inmobiliaria, pero por ahora eso no sucedió. Eso no significa que haya pasado desapercibido para el gobierno este problema, todo lo contrario, al parecer la preocupación es muy grande. Sin ir más lejos, a principios de diciembre la reconocida agencia crediticia Moody’s redujo a negativa la perspectiva de los bonos soberanos chinos, subrayando la creciente preocupación mundial por el nivel de endeudamiento.

Pero, China tiene otros problemas, el envejecimiento de la población y el aumento del desempleo en la juventud (que ya llega al 20%). Es que los jóvenes, de la creciente clase media, que muchos han sido los primeros de su familia en ir a la universidad, no quieren realizar los trabajos de mayor gasto físico como los de la industria o la construcción, que el capital imperialista aprovechó décadas atrás para invertir en ese país. El problema no es que no existan puestos de trabajo, el problema es que la economía no está produciendo trabajos de alta calificación y buenos sueldos que muchos estudiantes universitarios esperan tener. China empieza a sufrir la llamada trampa de los “ingresos medios” que es uno de los problemas de los países desarrollados de occidente. Por eso es que los capitales fluyen hacia otros países de la región como Bangladesh o Vietnam, buscando una mayor valorización con trabajadores de bajos salarios.

Aumento de las tensiones entre las potencias

Si bien con Obama ya había empezado a definirse como estrategia militar el “giro al sudeste asiático”, fue partir de la presidencia de Trump que EE-UU pasó decididamente a la ofensiva, apuntando definitivamente todos los cañones hacia China. Posteriormente con el nuevo gobierno demócrata de Biden, continuó con esa política ofensiva, pero de otra manera, volviendo a utilizar el consenso atlantista que se sostenía desde el fin de la segunda guerra mundial. Esto quiere decir que a pesar de las diferencias entre ambas alas de la burguesía yanky tienen la misma estrategia.

En ese 2019 decíamos también, que el imperialismo europeo, Alemania y Francia, tomaban distancia de los yanquis, creando una fuerza militar independiente de la OTAN, y que en el caso de Alemania extendía su acercamiento con la Rusia de Putin expresado por ejemplo en la construcción del gasoducto Nordstream 2. Pero el nuevo gobierno demócrata, apoyándose en las rivalidades que las burguesías de los países de Europa Oriental tienen con Rusia, supo meter una cuña. No es casualidad que luego de la retirada de Afganistán, el comando estratégico de EEUU en Europa, pasó a estar en Polonia. El gobierno de Biden, forzando una guerra en Ucrania, buscaba realizar un golpe a dos bandas, es decir, por un lado, quebrar el curso de Alemania -principalmente- y Francia al estrechamiento de relaciones económicas y políticas que llevaban a la posible constitución de un bloque con Rusia potencialmente peligroso para EE-UU, y obligar a esos países a disciplinarse vía la OTAN a la política yanki. Y, por otro lado, golpear a Rusia, de esa manera, desgastar militarmente las fuerzas de Putin, ante la posible guerra de EE-UU con China. Pero los hechos al parecer no se le están dando como previeron en Ucrania y encima le aparecen otros “imprevistos” como el ataque de la resistencia palestina del 7 de octubre.

Como balance de la guerra en Europa a casi dos años, el ejército ruso ha obtenido un triunfo relativo aunque no definitivo. Al principio, en su ofensiva inicial, sufrió muchas bajas y tuvo que cambiar hacia una táctica defensiva. Esto le permitió obtener un importante “colchón” de territorio, y en los últimos meses, ha logrado detener la denominada contraofensiva del ejército de Ucrania/OTAN. Por otro lado, la economía rusa tampoco se tambaleó todo lo que los gobiernos occidentales esperaban. Al contrario, parece ser que los que más sufrieron fueron las economías europeas, principalmente Alemania, que dejó de tener el gas barato ruso, generando una alta inflación que no se veía en décadas y una economía casi en recesión. Lo mismo sucedió en otros países europeos donde se produjeron un importante número de luchas reivindicativas teniendo siempre a la clase obrera y al pueblo de Francia como epicentro.

Es importante destacar, que para Rusia no fue un paseo como muchos pro rusos decían, esta no es una guerra de contrainsurgencia como las que se daban en el mundo, sino convencional, más parecida a una “guerra total” (como sería una guerra entre potencias), por eso tensionó al extremo la relación del gobierno con los diferentes sectores de la burguesía rusa, y una expresión de eso fue el motín protagonizado por Eugeny Prigozhin.

Ahora ya se habla de que EEUU estaría buscando una retirada “decorosa” de Ucrania, dejándoles el problema a los europeos, para concentrar todo su esfuerzo en el sudeste asiático contra China. Esta situación empieza a generar cuestionamientos dentro de las diferentes alas de las burguesías europeas, es decir, hasta qué punto la subordinación a la OTAN, EEUU/Gran Bretaña, implica un beneficio. Por eso ya se discute volver a una política más independiente. En ese sentido es el aumento del gasto militar del gobierno alemán, según DW prevé un gasto de 445.700 millones de euros para el año próximo, así los gastos en 2024 superarán en 25 % su nivel de 2019.

El fracaso de la guerra para la OTAN se expresa en que Putin haya terminado a los abrazos con Xi Jinping. Una alianza militar-económica entre China y Rusia es cualitativa, ya que, si bien no entran todavía en la categoría de países imperialistas modernos, de ganar una guerra contra EEUU y sus aliados, ubicaría a ambas potencias –unidas- en el mismo plano que el resto de los países imperialistas.

La reunión de Xi Jinping y Biden

El principal objetivo de la cumbre en San Francisco, fue medirse mutuamente. O sea, aclarar qué tan cerca están, Estados Unidos y China, del conflicto por Taiwán.  Otro tema de discusión fue llegar a un acuerdo para obtener una tregua en la franja de Gaza. Es la hipocresía repugnante de los gobiernos capitalistas, no es que les importe la vida del pueblo palestino ni nada que se le parezca, pero ante el repudio mundial de las masas, donde cientos de miles se movilizaron contra la política criminal del sionismo, tienen que demostrar que algo están haciendo. De cualquier manera, el objetivo del gobierno de Biden no es tener un nuevo frente abierto en Medio Oriente. Hay que tener en cuenta que esa región, ha pasado a un lugar de importancia relativa para EEUU, producto del aumento de producción de petróleo con el método del fracking.

El objetivo del imperialismo yanki es concentrar todas sus fuerzas en el sudeste asiático, para eso como hemos  dicho en otras notas, acelera la organización de una especie de “OTAN del Pacífico”. Junto al acuerdo militar llamado AUKUS, que además de Reino Unido nuclea a Australia y Nueva Zelanda, también tiene acuerdos militares (algunos de larga data) con Japón, Corea del Sur y Filipinas agregando recientemente a otros países del ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) como, Malasia, Tailandia e Indonesia. **

Ya son varios ejercicios militares que hizo en esa zona, el último denominado “Kamandag 7”, fue el 19 de septiembre, en la Isla Batam, perteneciente al archipiélago de las Riau, en pleno Estrecho de Malaca, (por donde pasa la mayor parte de tráfico comercial de China) con casi 3.000 miembros de fuerzas de élite. Según la página descifrandolaguerra, buscaron “mejorar la “interoperabilidad” para hacer frente a posibles crisis en la región del Indo-Pacífico”. También India está desarrollando su ejército para cerrar la brecha con China, enemigo histórico. Aunque participa de acuerdos militares con EEUU, tiene de aliado a Rusia con quien recientemente han realizado ejercicios militares, y es miembro del BRICS, en el que China económicamente es el país más fuerte.

Hay que aclarar que China, no tiene como objetivo entrar en guerra en el corto plazo. De hecho, Xi aprovecho la cumbre de San Francisco, para reunirse con líderes empresariales estadounidenses para tratar de asegurarles que pueden seguir invirtiendo en China. Es que necesitan seguir ganando tiempo para terminar de desarrollar sus fuerzas armadas antes de ir a un enfrentamiento abierto con el imperialismo yanki y sus aliados.

A mediados de enero habrá elecciones en Taiwán y ambas potencias ponen toda “la carne al asador” para inclinar la balanza a su favor. Por un lado, el oficialismo, que gobierna la isla desde principios de siglo, y tiene una política “soberanista” o sea pro- EEUU. Por otro lado, la oposición pro-China, la cual hasta ahora parece ir dividida a las elecciones. Así que, de ganar el oficialismo, las tensiones seguirán en aumento y una invasión china sigue en ciernes. De no ser así, es probable que el imperialismo yanki, tenga que cambiar de táctica. Para el gobierno del PCCh, si quiere convertirse en una potencia global, Taiwán es una línea roja que no puede permitirle cruzar al imperialismo yanki. Además de que Taiwán resolvería probablemente uno de los talones de Aquiles principales de su proceso de modernización, producto de la tecnología de semiconductores que se produce en la Isla y que todavía China no ha podido producir masivamente.

Las masas trabajadoras todavía no reaccionaron ante la guerra en Europa

La guerra entre Ucrania/OTAN contra Rusia que comenzó a principios del 2022, confirma la tendencia que anunciábamos en el 2018 ubicándonos correctamente en la actual situación política internacional. Como se trata de una guerra reaccionaria en la que ambos bandos actúan de manera imperialista, nuestra política es la del derrotismo revolucionario, similar a la posición de Lenin en la 1ra GM, es decir, que llamamos a los trabajadores de ambos países a levantarse contra sus respectivos gobiernos.

En general, todavía no han surgido movimientos de masas independientes de los partidos burgueses imperialistas que cuestionen la guerra en general, ni siquiera en Europa, que tiene la guerra en sus narices. Menos todavía ha ocurrido en Latinoamérica. Salvo actos marginales de algunas corrientes que se reivindican trotskistas, que en línea con el revisionismo morenista -fracción de la cual provienen-, y con el argumento “democrático” de la “autodeterminación nacional” se ubican en la trinchera de Ucrania-OTAN, es decir junto al imperialismo con una posición socialdemócrata. Nos referimos a la LIT-CI (PSTU en Argentina); a la UIT-CI (Izquierda Socialista en Argentina) y otros grupos menores***.

Mientras algunos partidos y corrientes internacionales que se reivindican trotskistas -ensuciando el nombre del gran dirigente de la revolución rusa-, mantienen una posición socialdemócrata en el mismo frente militar junto con la OTAN, alguno de esos mismos y otros afirman que no hay posibilidad de guerra mundial (UIT-IS; CMI-El Militante) o es una posibilidad para un futuro lejano (PTS-FT). Por su parte el Partido Obrero (Argentina) la menciona como una probabilidad cercana, pero continúan su actividad como si nada de eso fuera a ocurrir. Si bien estas organizaciones no tienen influencia en las masas trabajadoras, contribuyen a la confusión de sectores de vanguardia. Como el avestruz que esconde la cabeza en la tierra, su único objetivo es ser la pata izquierda del régimen capitalista en descomposición. Siguen sumidos en el electoralismo más berreta, y por si quedaba alguna duda, han sellado su tumba, llamando a votar de manera vergonzante a un supuesto “mal menor” burgués en todos los países de América Latina, y ahora también en Argentina, abandonando un principio marxista tan elemental como la independencia de clase.

Nosotros pensamos que lo importante es observar cómo se van desarrollando los hechos y como pueden afectar a la lucha de clases, para que en la medida de nuestras posibilidades tratemos de intervenir con una política correcta.  Además de ajustar los plazos, pensamos que es importante seguir el pulso a la configuración de los bandos que van a enfrentarse. Sabemos que eso no es nada fácil, siendo una organización tan pequeña, ni siquiera los trotskistas antes de Segunda Guerra Mundial, pudieron definirlo con exactitud. La Alemania nazi, era la potencia imperialista retadora, la que quería iniciar un nuevo reparto, pero hoy es el imperialismo yanki el que, aunque devaluado, sigue dominante y quiere hacer valer ese peso.

Por eso el Partido de la Causa Obrera y el Comité de Enlace Internacional que integramos con los compañeros de El Topo Obrero de Venezuela, impulsamos un reagrupamiento revolucionario internacional sobre las bases principistas de la fundación de la IV Internacional y en particular en la actual situación, sobre una interpretación leninista trotskista de la guerra europea actual y una ubicación correcta frente a la guerra mundial que se avecina.

Mariano López, 2/12/23

* Según un informe del banco Mundial, antes de la pandemia, la relación deuda/PIB llevaba décadas aumentando. La deuda pública mundial se ha triplicado desde mediados de 1970 y, a finales de 2022, se situaba en el 92% del PIB (lo cual equivale a más de USD 91 billones). La deuda privada también se ha triplicado y se sitúa en el 146% del PIB (cerca de USD 144 billones), pero lo ha hecho a lo largo de un período más prolongado, entre 1960 y 2022. Sin ir más lejos, en el 2022, la deuda total se situó en el 238% del producto interno bruto mundial, nueve puntos porcentuales por encima del nivel de 2019. Es una gran burbuja que puede terminar explotando de un momento a otro como en el 2008/9.

Para poner dos ejemplos: Alemania, que está entre los países con más deuda del mundo. Ha suspendido el límite constitucional al endeudamiento para hacer frente a la grave crisis presupuestaria anunciando un “fondo suplementario” de 45.000 millones para mantener la subvención de la electricidad para hogares y empresas. En 2021 la deuda pública en Alemania fue de 2.495.538 millones de euros, creció 154.689 millones desde 2020 cuando fue de 2.340.849 millones de euros. Por otro lado Estados Unidos, que es el país más endeudado del mundo. En 2021 la deuda pública en Estados Unidos fue de 24.905.559 millones de euros, creció 273.365 millones desde 2020 cuando fue de 24.632.194 millones de euros.

50 es el umbral por debajo del cual se entra en recesión

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** En el ASEAN, están divididos, al parecer se polariza en dos corrientes contrapuestas. Por un lado, Filipinas, Vietnam y Malasia que presionan por endurecer la postura frente a Pekín. Inversamente, Camboya, Laos y Myanmar que apoyan a China.

*** (*) También participó Convergencia Socialista (de Combate), integrante de la Corriente Comunista Revolucionaria Internacional (CCRI), dirigida por Michael Pröbsting. Y Democracia Obrera integrante de la Fracción Leninista Trotskista Internacional (FLTI). Ambas también provenientes de la corriente morenista.

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