El “frente del ajuste” existe hace rato, como un ente que flota por encima de la grieta. La grieta está en las disputas políticas de los cargos por el poder. Pero a la hora de defender los intereses generales de los capitalistas y el imperialismo todos se disciplinan a ese objetivo, cumpliendo cada uno el papel que le toca en el reparto.
Como en el cuento para niños, Macri pidió un gran préstamo, pero la plata “se fugó”. El gobierno del Frente de Todos renegoció el acuerdo con el FMI y Juntos x el Cambio lo aprobó en el Congreso. El gobierno nacional y todos los gobiernos provinciales, oficialistas u opositores apoyaron el ajuste y el nuevo acuerdo. Pero Cristina para no quedar “sucia” hizo renunciar a Guzmán y, Batakis mediante, asumió Massa. Quienes ahora quieren destacar la capacidad y “el temple” de Massa dicen que cuando asumió el gobierno estaba a punto de salir de la rosada en helicóptero. Al decir de CFK, Massa agarró “una papa caliente”. Con esa frase, también quiere disculparlo en parte por la inflación creciente, ya que en lugar del 3 y pico que preveía el ministro para el mes de abril, el índice oficial marcó el 8,4%.
Aunque “devaluado” por la inflación creciente, y hasta que terminen las negociaciones con el FMI, Massa sigue en carrera. Pero las famosas “fuentes cercanas” a “la jefa” dicen que la fórmula que Cristina tiene in pectore, sería Wado de Pedro-Malena Galmarini (esposa de Massa). También se menciona a la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma (esposa de Gerardo Zamora, gobernador de Santiago del Estero) como candidata a la vicepresidencia, para tirarle un centro a los gobernadores.
Mientras tanto progresa el “frente del acuerdo o consenso nacional”, cuya primera piedra puso el embajador yanki Marc Stanley en su discurso la 19a. edición del Consejo de las Américas en Buenos Aires, en agosto de 2022, cuando dijo: «He oído a Horacio (Rodríguez Larreta, que había disertado en el panel anterior) hablar de que quería ser parte de una coalición en el próximo gobierno que salvara al país; yo les digo que el momento es hoy, que no esperen a las elecciones de 2023, sin importar la ideología o posición partidaria, unan sus fuerzas ahora mismo, este es el momento». Si el embajador yanki llama a unir fuerzas, seguro que no es para combatir al capital ni al imperialismo. Ese frente es para imponer un durísimo ajuste contra los trabajadores. Larreta y Massa (directa o indirectamente) serían los protagonistas principales, aunque ya se están sumando más adherentes, entre los cuales hay que destacar al lanzado candidato del “cordobesismo” Juan Schiaretti. Todos ellos saben que gobierne quien gobierne a partir de diciembre, tendrán que hacer un ataque profundo a las condiciones de vida y laborales de la clase trabajadora, y temen que reaccionemos, que haya un levantamiento obrero y popular como ha ocurrido en los últimos años en otros países. Por eso necesitan unirse, aunar fuerzas para imponer sus “reformas estructurales” en nuestra contra.
Sin embargo, y a pesar de que los melones se van acomodando en esa dirección, y que oficialismo y oposición quisieran llegar en relativa calma hasta las elecciones de octubre, todavía no están del todo bien agarrados.
¿Cristina se bajó?
El principal problema que se atraviesa en el horizonte es la crisis de reservas del Banco Central. Es vox populi que no hay más ni un dólar, peor todavía, la cuenta de las reservas da negativa. Por lo tanto, Massa y su equipo viajaron a EE-UU a encarar nuevas negociaciones con el FMI. Prácticamente se está discutiendo un nuevo acuerdo de conjunto, ya que no se cumplió ninguna de las principales metas y condiciones pactadas con anterioridad. Sin embargo, el punto crucial de discusión, es el pedido de adelanto del dinero que el FMI tenía que girar entre septiembre y diciembre al gobierno argentino. Sería un total de 10,6 mil millones de dólares, que Massa pide se envíen ahora para evitar nuevas corridas cambiarias como la de fines de abril, que de repetirse harían desbarrancar por completo la inflación y el conjunto de la economía.
No es eso solo lo que le preocupa al gobierno peronista. También las consecuencias que podría tener una inflación creciente sobre la ya inexistente paciencia social. Fueron bastante discutidos entre los analistas de la burguesía algunos “mini” estallidos parciales, como aquél en el que fue golpeado Berni por una manifestación de choferes enardecidos por la muerte de un compañero de trabajo. Gobierno, oposición, empresarios burócratas sindicales e iglesias saben perfectamente que el horno no está para bollos.
El pedido de auxilio de Massa fue respaldado por Biden, pero todavía se enfrenta a duros requisitos que plantea el staff del Fondo cuyos funcionarios responden principalmente a EE-UU (el principal aportante al FMI), pero no únicamente, ya que hay otras potencias imperialistas, como Japón, Alemania, Francia, etc., ante las cuales tienen que rendir cuentas.
El FMI está a favor del desembolso anticipado, pero pone como condición más importante una fuerte devaluación, para evitar que el actual gobierno use esos dólares para intervenir en el mercado y se esfumen como ha ocurrido con los dólares de los superávits comerciales de años anteriores. Los dineros que envía el FMI son para que el gobierno les pague a ellos mismos los vencimientos de fin de año.
Pero una devaluación, por lo menos del 40%, daría un gran impulso a la inflación y podría hacer desbordar la olla social que está en ebullición. Y ¿Qué pasaría si finalmente no hay acuerdo con el FMI? Massa con una inflación galopante, ¿seguiría en su cargo o renunciaría? Y si aumentan las movilizaciones y la lucha de clases (los periodistas lo llaman “el conflicto social”), ¿aguantaría Alberto o también apelaría al helicóptero?
Y en ese caso, ¿podría CFK asumir la presidencia, después de haber renunciado a la candidatura, presentándolo como un sacrificio en aras de la salvación de la Patria?
Mientras tanto y preparándose para todas las alternativas CFK fue la única oradora del acto del 25 de mayo, el del “operativo clamor” … abortado de antemano, ya que para evitar que sus seguidores se siguieran “haciendo los rulos”, Cristina aclaró desde antes que no se va a presentar como candidata a nada. Ha tratado de darle a este repliegue la imagen de un “renunciamiento” -a lo Evita- “por el bien del peronismo”, argumentando que es perseguida, ella y todo el peronismo. Pero por ahora sigue ahí, en la cúpula del poder y en el centro de la atención pública, tratando de despegarse del gobierno de Alberto Fernández y de apoyar a Massa sin aparecer respaldando los acuerdos con el FMI. ¡Un gran despliegue de equilibrismo político y de cinismo!
Que los jueces de la Corte Suprema no son independientes y que unos cuantos actúan en función de sus vínculos con la oposición, es evidente, como también que hay jueces afines al peronismo, como es el caso de Ana María Figueroa, integrante -y ahora presidenta- de la Cámara Federal de Casación Penal, a la que el Senado de mayoría oficialista autorizó a seguir en su cargo después de cumplir los 75 años, cuando a esa podría jubilarse. La sala que ahora presidirá deberá decidir CFK va a juicio o no por el caso Hotesur.
A CFK siempre le rindió victimizarse y más ahora que tiene pocos argumentos para pedir los votos de aquellos que no están en su “núcleo duro”. Pero es evidente para el que lo quiera ver, que los dirigentes políticos de ambas coaliciones (la oficialista FdeT -incluyendo a CFK- y la opositora JxC, lo mismo que Milei), actúan representando los intereses de los capitalistas y de las potencias imperialistas, en contra de las necesidades más elementales de los trabajadores. Tan defensora de los capitalistas es CFK que volvió a repetir durante su “clase magistral” en la ciudad de La Plata, que el capitalismo es el sistema más eficiente, cuando la realidad indica que se profundiza su crisis y vamos de cabeza a la tercera guerra mundial.
Los trabajadores nos hundimos
En particular nuestro país, hace años que viene en decadencia. El economista Esteban Domecq, de la consultora Invecq dice que mientras el PBI per cápita de la región se duplicó en los últimos 50 años, en la Argentina creció sólo 15%. En el mismo período la tasa de pobreza pasó del 5% en 1975 a más del 40% de la población en la actualidad. Ni la dictadura, ni los gobiernos de “la democracia”, radicales y peronistas, con sus respectivos frentes y alianzas pudieron mejorar la situación de los trabajadores porque siguen defendiendo la estructura capitalista semicolonial del país, es decir, sometida a los intereses imperialistas. Solo durante cortos períodos de características particulares, cuando las condiciones internacionales fueron muy favorables hubo alguna recuperación: durante el primer gobierno de Perón (desde 1945 hasta 1952 apróx.) y durante el primer gobierno kirchnerista (desde 2003 hasta 2010 apróx.). En esos períodos hubo un gran excedente de la balanza comercial entre otras condiciones favorables. Pero, como se puede apreciar, durante los últimos gobiernos kirchneristas, sin plata no se puede hacer mucho populismo concreto, económico y social, solo sobrevive un populismo de palabra, del relato, una especie de curanderismo político, con el que quieren mantener el voto popular. Y entonces, mientras el “progresismo nacional y popular” ajusta como el mejor, crece la pobreza y empieza a aumentar la desocupación, nos dicen que hay que votarlos “porque si no gana la derecha” y va a ser peor. Con uno o con otros, mientras subsista el régimen capitalista, cada vez va a ser peor para los trabajadores, ya que estamos en una época en la que todo va barranca a bajo. La opción del mal menor ya no alcanza ni para cubrir dignamente las necesidades más elementales.
No hay más nada que esperar de las elecciones. No queda otra que luchar. Luchar por el salario, contra los despidos, por la salud y la educación. Para luchar y en el proceso mismo de la lucha tenemos que sacarnos de encima a la burocracia sindical que nos frena, que persigue a los activistas, que nos buchonea con la patronal.
Pero la lucha por las reivindicaciones más elementales, sea por dentro de los sindicatos o en la forma asamblearia de los autoconvocados, que es una forma de superar al aparato burocrático que se ha dado principalmente en docentes y en salud, es muy necesaria, pero no es suficiente. Esto es mucho más evidente en estos momentos, ya que los aumentos salariales se pierden frente a la inflación como arena entre los dedos. No hay forma de resolver nuestra situación si no apuntamos al poder político. Mientras el gobierno lo tengan los representantes políticos (la casta) de los empresarios y sostengan al capitalismo, no habrá salida de la miseria para los trabajadores. Hay que luchar por un Gobierno de los Trabajadores que expropie a los capitalistas para organizar la economía en beneficio del pueblo trabajador y no de un puñado de ricachones explotadores. Para esta lucha no basta la organización sindical. Hace falta organizar un Partido de Trabajadores que tenga esa estrategia revolucionaria.