Como era de esperar, Alberto Fernández decidió abandonar la idea de presentarse en las internas para competir por un nuevo mandato presidencial. La razón es simple. No lo votaría ni Dylan. Ahora aparecerán los pre-candidatos a la interna del FdT. Entre los que ya se anotaron o hicieron públicas sus aspiraciones están Daniel Scioli (el pichichi), Wado de Pedro (de La Cámpora) y ahora “lo está pensando” también Agustín Rossi (el chivo). Por el momento esto a los trabajadores no les interesa, así como las roscas internas del gobierno que provocaron la renuncia del “asesor” Aracre después de rebotar contra Massa, y el abandono de Alberto Fernández.
Lo que verdaderamente interesa son los indicadores de los niveles de pobreza (medidos en el primer semestre de 2022), los que alcanzaron al 39,2 % de la población. Según algunas fuentes (*), a fines de marzo pasado ese índice habría sobrepasado el 42% y creciendo. Esas estadísticas tambien indican que hay un 28,6 % de trabajadores ocupados en blanco que están bajo la línea de la pobreza. ¡¡A este nivel de explotación hemos llegado!!
Pero a los que tienen el poder económico y político no les alcanza todavía. Sus actuales representantes en el gobierno (AF, Massa y -por más que les duela a los trabajadores kirchneristas- CFK) aplican a rajatabla el ajuste que les indica el FMI al cual se sometieron, algunos sin chistar, otros haciendo un poco de barullo para la tribuna, pero todos terminaron aceptando y “blanqueando”, con la firma del nuevo acuerdo, la deuda contraída por Macri.
El impacto de la sequía sobre el volumen de las exportaciones es muy importante. Se calcula la pérdida en relación a la producción del año pasado en alrededor de un 40% de la cosecha, lo cual significa unos 20 mil millones de dólares. Considerando esta situación, el FMI “rebajó” la meta de acumulación de divisas que había fijado con anterioridad, pero por el contrario le reclamó una profundización del ajuste, avanzando con los aumentos de tarifas -en particular las de energía-, y tasas de interés positivas, las cuales al encarecer el crédito y sumado a la escasez de dólares para comprar insumos necesarios para la producción, impacta directamente en sectores de la industria desacelerando el crecimiento económico y provocando una recesión.
Esto significa, que no solo nuestros salarios seguirán perdiendo con la inflación y hundiéndonos en la pobreza, sino que encima va a aumentar la desocupación. Ya en estos días, por ejemplo, Mondelez anunció 300 despidos, y lo mismo pasa en otras fábricas de Pilar: H.B. Fuller, se va del país dejando 60 obreros en la calle; y Ades (una empresa de Coca Cola) que despide 150 trabajadores porque se muda a Córdoba para abaratar costos.
Además, el FMI “recomienda” aumentar el ritmo de devaluación del dólar oficial, lo cual tiende a elevar el ritmo inflacionario. En otras palabras, mientras el gobierno compensa a la burguesía agraria declarando zonas de emergencia, y le paga a los sojeros con un dólar a $300, las pérdidas por la sequía las vamos a pagar los trabajadores.
“Bueno, pero ¿qué querés que hagamos?” -podría decirnos cualquier trabajador-, “con los dirigentes de los sindicatos (la burocracia sindical) en contra estamos con las manos atadas. No nos queda otra que aguantar”.
Este razonamiento podría tener algún sentido, en caso de que ese hipotético compañero pensara que, si aguantamos un tiempo, después las cosas van a mejorar. ¿Será acaso con un nuevo gobierno? Lamentablemente, este gobierno nos ajusta y el próximo nos va a ajustar más todavía. Sea cual fuera el que gane las elecciones. El FdT ya lo demuestra actualmente. Y cualquiera de los candidatos que pueden ganar, sean los de Juntos por el Cambio o los liberfachos de Milei o Espert, anuncian ajustes de shock contra los trabajadores.
Y esto será así por dos razones fundamentales. Como representantes de los capitalistas locales y del imperialismo, a ninguno de ellos se les cruza por la cabeza romper con el FMI o dejar de pagar la deuda. Pero la deuda, hasta ahora prácticamente no se estuvo pagando ya que los pagos fueron compensados por giros del FMI equivalentes a los desembolsos. Recién este año habrá una diferencia en nuestra contra, ya que los pagos serán mayores a los giros compensatorios del FMI. Esta situación se mantendrá “in crescendo” durante el 2025, hasta que en el 2026 se deberán afrontar sin compensaciones los pagos de intereses y capital del total de la deuda. Obviamente habrá renegociación, pero eso no nos eximirá del pago de los intereses.
Para ponerle una zanahoria delante a los trabajadores, para que sigan esperando alguna solución de los gobiernos capitalistas, los políticos y los burócratas sindicales aseguran que las cosas pueden mejorar gracias a la explotación del litio y de las reservas exportables del gas de Vaca Muerta, cuando se terminen de construir los gasoductos que hacen falta. En todo caso, el diámetro del caño del gasoducto que permitiría recuperar divisas no es tan grande como “el caño” por el cual se van las divisas rumbo a los países imperialistas cuyos intereses administra el FMI.
El problema de fondo
Es que el problema de fondo que explica la crisis por la que atravesamos y no podemos salir desde hace 50 años, es la estructura semicolonial -dominada por el imperialismo- de la economía y la política nacional. ¿Qué quiere decir semicolonial? Que, aunque desde el punto de vista formal parecemos un país independiente y soberano (con un determinado territorio, una constitución y autoridades gubernamentales elegidas cada tanto por el pueblo), en realidad es tan grande el peso de los capitales internacionales que intervienen en la economía nacional, que ya de por sí marcan y condicionan la política del gobierno. De las 500 empresas más importantes del país 400 son de capital extranjero. Las principales tierras cultivables, la producción de petróleo y gas (por ejemplo, Vaca Muerta en manos de Chevron), la extracción de minerales como el oro y la plata (sin mencionar la depredación ilegal del mar argentino, por pesqueros japoneses, coreanos, chinos, taiwaneses y españoles), todo está mayoritariamente en manos de capital imperialista.
Además de las presiones internas operan sobre los gobiernos burgueses, las presiones internacionales del capital financiero, del “mercado mundial”, y las políticas de las naciones dominantes, como lo siguen siendo por ejemplo EE-UU y los países del imperialismo europeo. Basta como ejemplo la reciente visita de la General Laura Richardson, jefa del Comando Sur de las fuerzas armadas norteamericanas, quién recientemente declaró que el litio del noroeste, el petróleo y el gas de la región latinoamericana (entre las que seguramente está Vaca Muerta) y las reservas de agua dulce, son consideradas por EE-UU como parte de su interés vital. Al finalizar la conferencia en el Atlantic Council donde puntualizó esos objetivos, Richardson señaló que “tenemos mucho que hacer. Esta región importa, tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que intensificar nuestro juego”.
Hiper-Deuda: hiper-inflación o hiper-desocupación
Durante muchas generaciones los trabajadores argentinos escuchamos que parte de nuestra crisis, son las deudas impagables a los “acreedores internacionales”, en particular al FMI. Pero, ¿por qué estamos endeudados, y a pesar de que pagamos y pagamos, cada vez debemos más?
Porque nuestra economía está dominada por estos capitales imperialistas que se llevan al exterior la mayor parte de la torta de los dólares que producimos los trabajadores argentinos. De esta manera no hay suficiente “ahorro nacional” para invertir en la producción. Los capitalistas locales dependen de la inversión extranjera, de los mismos que se llevan afuera el capital acumulado en la producción dentro del país. Son sus socios menores. Y como la industria nacional es tecnológicamente atrasada, debe ser subsidiada para que pueda competir, ya sea en el mercado interno, ya sea en el mercado mundial. Los subsidios no alcanzan solamente a las pequeñas industrias, sino que son extendidos al conjunto de la industria, incluyendo a las más grandes, para “alentar” sus inversiones.
Algunos de estos subsidios son directos y otros indirectos, mediante las tarifas de servicios públicos baratas o “atrasadas”. De allí que, si estos subsidios no logran ser compensados por el ingreso de divisas de las exportaciones agrícolas-ganaderas, hay dos posibilidades: pedir prestado al capital financiero internacional, o emitir pesos, endeudándose internamente en moneda nacional.
El kirchnerismo acusa al gobierno de Macri por el endeudamiento actual. Pero hay dos cosas que no dicen: una es que el gobierno kirchnerista también se endeudaba, aunque principalmente en pesos, emitiendo y con letras y bonos en el mercado financiero interno. Y dos: que este gobierno, al firmar el acuerdo actualmente en vigencia con el FMI, convalidó la deuda contraída por Macri.
Entonces, como estamos viendo ahora, todo endeudamiento tiene un límite. Cuando la capacidad de pago de un país se pone en duda, ya no hay quién le preste ni de afuera ni de adentro. Ya pasamos por varias crisis de este tipo, como la del “rodrigazo” durante el gobierno peronista en 1975, la del 80-82 bajo la dictadura militar, la hiperinflación de Alfonsín, la hiper-desocupación de la “convertibilidad” de Menen-Cavallo continuada por De la Rúa-Cavallo, el estallido del 2001 y la hiper-devaluación de Duhalde. Vamos de una crisis a la otra. Del populismo que subsidia a la industria, aumenta el déficit y se endeuda terminando en hiperinflación, al ajuste liberal que “dolariza” y lleva a la hiper-desocupación. La convertibilidad de Cavallo es admirada por Milei que quiere dolarizar, mientras que Alfonsín -padre de la primera hiperinflación- fue homenajeado por CFK. La historia de la crisis argentina se mueve en círculos como una calesita que gira sin parar, haciendo un pozo en la tierra. Después de cada vuelta estamos peor, más hundidos en la miseria.
No hay mal menor, son caras de la misma moneda…devaluada
Una primera condición para terminar con estas crisis es romper con el sometimiento al imperialismo y expropiar sus posesiones económicas en el país, construidas con la “plusvalía” arrancada a los trabajadores. Ningún gobierno de los partidos o frentes que representen a los capitalistas -así sean “nacionales”- va a romper con el imperialismo, porque son socios menores de ellos. La propia Cristina, para congraciarse con el capital financiero internacional, reconoció que es “pagadora serial” de la deuda. Por lo tanto, para cualquier gobierno representante de los intereses de la burguesía, como lo sería el FdT o JxC o Milei, no queda otra que el ajuste, para que aumentando la explotación de los trabajadores se pueda amortiguar las deudas, y seguir pateando la pelota para adelante, siguiendo un espiral sin fin, pero descendente, de mal en peor.
Por eso, cualquier trabajador que crea que puede obtener una mejora en su situación cruzándose de brazos, “desensillando hasta que aclare”, estará en realidad “esperando la carroza”. El problema no se puede resolver mediante las elecciones. Ninguno de los partidos capitalistas resolverá esta cuestión porque como lo demuestra la historia de los últimos 50 años (para no ir más lejos) la cuestión no es tal o cual gobierno, sino que la cuestión o el problema de fondo es el régimen capitalista y su dependencia orgánica del imperialismo mundial.
¿Qué podemos hacer entonces? Organizarnos, prepararnos para luchar. No solo por las reivindicaciones mínimas, sino para resolver el problema de fondo, para derribar el régimen capitalista e instaurar un gobierno de trabajadores que expropie a la burguesía, rompa con el imperialismo y organice y planifique la economía en función de las necesidades de los trabajadores y no como es ahora que funciona según los intereses de una minoría de explotadores.
Claro que para luchar por ese objetivo no alcanza la organización de tipo sindical. Hace falta organizar un Partido de Trabajadores revolucionario, cuya estrategia sea la lucha para tomar el poder. Esa es la idea que tenemos los que militamos en La Causa Obrera. Te invitamos a discutir con nosotros para ver si estamos de acuerdo en construir ese partido.
21/4/23
(*) Consultora Exquanti citada por A. Bercovich)
Para lograr estos objetivos, nos hace falta tiempos invertidos en la Educación, formación de pensamiento crítico, conciencia de Solidaridad, seguridad y crecimiento popular. Nada podremos construir sin una Conciencia Popular. No somos nada sin el Otro! Nos necesitamos
Lamentablemente pisaremos el fondo saneoso para arribar a la toma de conciencia!