Nacional: Presagios de furiosos remolinos

Donde hay un dólar, viejo Gómez

Nuestra vida como trabajadores, depende del sueldo que cobramos y en los pesos que podemos rebuscar mediante alguna changa que hagamos nosotros o algún miembro de nuestra familia. Para la gran mayoría de trabajadores, con un solo ingreso por familia es muy difícil “llegar a fin de mes”.

Por eso es que, para nosotros, toda la discusión económica que gira alrededor del dólar, parece música de otro planeta. Sin embargo, por experiencia sabemos que cuando sube el dólar, suben los precios y cuando sube muy rápido y se produce lo que los economistas llaman una “corrida”, es sinónimo de alguna crisis importante, la que ineludiblemente va a afectar nuestros salarios y nuestras vidas. 

Cuando estamos escribiendo esta nota el dólar “blue” llega a cotizar a $238. Si todavía no es corrida, por lo menos parece que está tomando carrera al galope. Se avecina un “furioso remolino” de la crisis.

Para una economía capitalista, la que según CFK es la más eficiente, todos los parámetros económicos están en rojo. Los dólares que ingresaron a las arcas del Estado provenientes de la exportación de la cosecha gruesa, de enero a mayo U$S 15.329 millones (se estima que en junio ingresarían otros U$D 3.500 millones), con los que supuestamente el Banco Central debía recomponer las reservas para cumplir una de las metas del acuerdo con el FMI (U$S 5.800 millones), se esfumaron como agua entre los dedos. Mientras los trabajadores más viejos nos acordamos de tangos como “Yira, Yira”, porque estamos “buscando ese mango que te haga morfar”, la clase media parafraseando al viejo tango-ranchera que popularizó Tita Merello, podría cantar “donde hay un dólar viejo Gómez”.

 ¿Adónde fueron a parar? Según CFK en su anteúltimo discurso, se dilapidaron en un “festival de importaciones”. Según datos de economistas serios tomados de los organismos oficiales, las importaciones -una parte importante de las cuales (U$S 3.600 millones en los primeros 4 meses de este año) (1) consiste en energía- podrían justificar la mitad de esa suma. ¿Y la otra mitad? Se fue en el pago de las deudas de las empresas privadas con sus acreedores y en el pago de los intereses de la deuda externa. Parece que Alberto sigue el ejemplo de Néstor y de Cristina: son todos pagadores seriales. El asunto es que, entre los insumos importados, la energía en gas licuado, gasoil y fueloil, y los pagos a los acreedores, la plata de las exportaciones agrícolas se fue como por un tubo, se “fugó”, una parte en gastos reales y otra por maniobras empresariales en la facturación. Y eso a pesar del cepo impuesto a la venta de dólares oficiales para las personas de a pie.

A esta situación se viene a sumar ahora los vencimientos de la deuda en pesos, esa que CFK y “Alverso” decían que no tiene importancia. Pero resulta que esa deuda, que asciende a la friolera total de 11,2 Billones de pesos (2), con vencimientos entre junio y septiembre que ascienden a 2,7 billones de pesos, de los cuales más del 70% corresponde a deuda CER (indexados por inflación) (3), está provocando una crisis importante, porque la mayoría de los tenedores de bonos y letras del tesoro no quieren renovarlos a largo plazo, por temor a que haya una reestructuración de la deuda cuando asuma el próximo gobierno, lo cual implicaría una quita. O sea, no quieren perder plata. Así funciona el capitalismo “eficiente”, ¿no?, señora CFK. Entonces, para cubrir el financiamiento de los bonos no renovados, el gobierno no tiene otro recurso que imprimir billetes. Eso indudablemente, por más que los economistas K que le dan letra a la señora vicepresidente lo nieguen, va a ir a aumentar la inflación.

¿Devaluación en puerta?

En la medida que la situación macroeconómica se complica, los capitales corren al dólar que tuvo un crecimiento muy fuerte en una semana. La brecha entre el dólar oficial y el “blue” se agranda, lo que obliga al gobierno a devaluar. Si el ritmo de minidevaluaciones mensuales no consigue cerrar la brecha, se impondrá un “salto” devaluatorio (20% o más), que a su vez provocará un salto en la inflación.

Mientras que la inflación tiende a crecer (al ritmo actual se ubica en un 80% anual), la producción tiende a estancarse. Un salto en la devaluación lleva el riesgo de provocar hiperinflación. A su vez para frenar la corrida al dólar, el Banco Central sube la tasa de interés, con lo que se pronuncia el riesgo recesivo.

Lo más probable es que del estancamiento actual (según estimaciones privadas serias el crecimiento anual está en el 2%), se pase a la recesión en los próximos meses, ya que, para tratar de retener algunos dólares como reserva del Banco Central, y siguiendo la lógica de CFK, el gobierno ha impuesto mayores restricciones a las importaciones. Esta falta de dólares para garantizar las importaciones necesarias para el normal funcionamiento de la economía, en el marco de una situación internacional recesiva, puede hacer caer aún más la economía y pasar directamente a la recesión, con lo que ello implica para la vida de los trabajadores, si además de que la plata no alcanza, está el riesgo de perder el laburo.

¿Dónde me pongo?

Aturdido por los sopapos recibidos públicamente de CFK, el presidente parece absolutamente desorientado y respondiendo a fuerza de golpes a las demandas de Cristina. Pese a su negativa a reunirse con la vicepresidente la debilidad política lo obligó a volver a compartir un escenario en el aniversario de YPF. Allí con la cabeza gacha tuvo que escuchar los reproches de “la jefa” que terminó con el pedido de renuncia del ministro de la producción Kulfas.  Posteriormente la mención a la “festival de importaciones” por donde según CFK se van los dólares, provocó la implementación de nuevas restricciones a las importaciones.

Por otra parte, Alberto trata de fortalecerse y a la vez hacer equilibrio en las relaciones internacionales entre el perfil “nac & pop” que demanda el kirchnerismo, la ubicación internacional “correcta” alineada con EE-UU que le reclaman los grandes empresarios, y sus propios intereses más estrechamente vinculados a la socialdemocracia española y alemana.

En ese marco, ya participó de la Cumbre de las Américas, los BRICS y el G7, y ahora se prepara para concurrir a un encuentro del Mercosur en Paraguay y viajar a Washington para reunirse con Joseph Biden en la Casa Blanca.

Puede parecer contradictorio, pero está en línea con el “pragmatismo” con el que se justifica la búsqueda de intereses puramente materiales. A los Fernández no los guía ninguna ideología, ni a Alberto, ni a Cristina. Los Kirchner coexistieron sin problemas con la dictadura en Santa Cruz y se enriquecieron ejecutando deudores hipotecarios gracias a la circular 1050 de Martínez de Hoz, en los ’70. En los ’90 apoyaron a Menem y apoyaron la privatización de YPF. Y no hay que olvidar que llegaron al poder de la mano de Duhalde, y que Alberto F fue jefe de gabinete con “Néstor”. Ahora están viendo donde ponerse, pero para su propio beneficio y el de la clase capitalista que representan. Tan es así que, mientras la oposición burguesa ubica a CFK como cercana Rusia, China o Venezuela, la “doctora” se saca fotos sonriendo con el embajador yanki Marc Stanley y con la general Laura Richardson jefa del comando sur de las FFAA norteamericanas.

Preparando caña con ruda

Según la cultura popular, julio lo prepara y agosto se lo lleva. Por eso se impuso la costumbre de tomar una cañita con ruda el primero de agosto. Si Alberto fuera previsor (cosa que no parece) debería ya haber puesto la ruda a macerar en la botella de caña, porque las cosas pintan mal.

Está claro que los desacuerdos entre CFK y Alberto comenzaron, por lo menos públicamente, después de la derrota electoral. Cristina, más que pensar en el bienestar de los trabajadores y el pueblo pobre, lo que quiere es salvar la ropa de lo que prevé será una dura derrota electoral en el 2023. Quiere por lo menos conservar la provincia de Buenos Aires. Pero los trabajadores del conurbano bonaerense, donde está el fuerte electoral del kirchnerismo, son el sector social que peor la está pasando, habiendo caído los trabajadores ocupados por debajo de la línea de pobreza. La desesperación por mostrarse contraria a la gestión del presidente lleva un costo político, ya que con los continuos y duros golpes que caen sobre la cabeza de AF, cada vez se debilita más el gobierno.

Estos furiosos remolinos en las alturas del régimen político, que ya provocaron la caída de varios ministros, ahora generan una fuerte turbulencia alrededor del ministro de economía Martín Guzmán (4) y del presidente del Banco Central, Miguel Pesce, por ahora ratificados por AF. Por otra parte, la escasez de gasoil, un problema económico inesperado, se está transformando en un conflicto social que va escalando de proporciones. A pesar de que fue muerto un chofer en un piquete de los patrones camioneros, los Moyano que dirigen el sindicato no abrieron la boca hasta ahora.

Es este marco general el que justifica los temores -y no solo de CFK- de que el gobierno no llegue a las próximas elecciones.

Según M Montenegro (video de 25/6), CFK dice en privado que teme que en los próximos meses entre julio y agosto la brecha cambiaria provoque una corrida que obligue a una devaluación brusca, y que esta situación se “lleve puesto” al gobierno.

Pero ¿quiénes podrían voltear al gobierno? No sería la oposición de J x C que les conviene que este gobierno avance todo lo que pueda en el ajuste para aliviarles a ellos esa tarea. Y, además, solo pueden aspirar a suceder en el poder por medio de las elecciones del 2023.

Un golpe de estado no está planteado porque no hay ningún sector de la burguesía o del imperialismo que esté interesado en voltear al gobierno.

Un autogolpe kirchnerista tampoco. Por más que quiere hacer ver que tiene otra política y otro plan, CFK misma reconoció que ella lo designó a AF candidato usando sus neuronas, y lo mismo hizo cuando lo postuló a Scioli. En realidad, CFK necesitaba algún candidato no solo potable para la clase media, sino alguien capaz de hacer el ajuste que demanda la situación del capitalismo y el agotamiento de la línea populista. CFK podría asumir la presidencia si no queda otra opción ante una caída o renuncia de Alberto, pero esa no es su política por ahora.

La clase trabajadora, si bien está empezando a moverse, después de bastante tiempo de pasividad, sus luchas todavía no exceden el plano defensivo (ver en nota a continuación). La burocracia de La CGT y ambas CTA son una loza importante que en general frena cualquier predisposición a la lucha. A pesar del desgaste de los burócratas ante la base, no hubo un surgimiento de una camada sindical de activistas de vanguardia, lo suficientemente amplia y sólida como para superar a la burocracia sindical y establecer un polo de referencia para constituir una dirección clasista para la clase trabajadora.

Se entiende entonces el ataque de CFK a los movimientos sociales (piqueteros) opositores al gobierno. Hoy por hoy son los que más movilizan, y las decenas de miles de pobres “invadiendo” la ciudad de Buenos Aires, no solo exaspera a la clase media y a muchos trabajadores que no pueden circular, sino que seguramente le pone la piel de gallina a más de un burgués, lleno de terror al pensar que quizás alguna vez se levanten contra él y los demás explotadores de su clase. En ese durísimo cuestionamiento de CFK hay una jugada a varias bandas. Por un lado, le sirve para debilitar al sector de organizaciones sociales en el que se apoya AF reduciendo las posibilidades de que aspire siquiera a presentarse en una interna. Le permite fortalecer a los intendentes del conurbano y a la Cámpora que son base de apoyo electoral del kirchnerismo. Recuperar votos de sectores de la clase media plebeya y trabajadores que rechazan a los “piqueteros” por vagos y como si tuvieran la culpa de sus males. Introducir a los beneficiarios de planes en el circuito laboral, primero en el ámbito estatal, en los municipios, para usarlos como herramienta de flexibilización laboral y rebaja salarial. Y posteriormente ubicarlos en las pymes con el mismo objetivo.

Pero sobre todo golpear a los movimientos piqueteros de oposición que se movilizan contra el gobierno, ya que queriendo sus dirigentes o no pueden ser un factor revulsivo de la lucha de clases, en el momento que tanta miseria y hambre se haga ya completamente insoportable.

Una revuelta de los sectores más pobres puede impulsar las luchas de los trabajadores ocupados, y empalmar en organismos de clase conjuntos.

Impulsar la lucha de los trabajadores ocupados y desocupados por sus reivindicaciones inmediatas, plantear la necesidad de la unidad de sus luchas y de comités de lucha, es decir, organismos de delegados elegidos en asambleas de base en común para preparar y dirigir las luchas. Y propagandizar ampliamente un programa que apunte a resolver las necesidades elementales de los trabajadores: el reparto de las horas de trabajo (sin pérdida salarial) y con un salario mínimo que cubra la canasta familiar total indexado según la inflación real, y un Gobierno de Trabajadores que para implementarlo expropie a la burguesía y al imperialismo.

Esa es la orientación política de La Causa Obrera, que es una trinchera de lucha para construir un Partido de trabajadores Revolucionario. ¡¡Sumáte a nuestra lucha!!

Edmundo Rivero, 29/6/22

1) En el acumulado de los primeros 4 meses del año alcanzaron los U$S 3.583 millones. Es decir, 2.188 millones más que en el mismo período de 2021. (Plan M, 11/6)

2) Sobre unos $11,2 billones de deuda en pesos (14,5% del PBI), el sector privado encabezado por bancos, compañías de seguros y fondos de inversión acapara casi la mitad del stock, el grueso en bonos ajustados por inflación (CER). (Infobae 22/6/22)

3) Infobae 13/6/22

4) Martín Guzmán asumió como ministro de economía con el beneplácito de CFK, dado que era un discípulo de Stiglitz, el premio nobel “heterodoxo” preferido de Cristina. Resulta irónico que CFK se haya culpado por la derrota electoral al ajuste hecho por Guzmán, y ahora lo quiera echar a él y a Pesce porque “no saben cuidar los dólares”. Y que para colmo se reúna y le pida consejos a Melconián presidente del Banco Central durante el gobierno de Macri. Otra demostración de pragmatismo de clase…capitalista, por supuesto.

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