La rebelión en Kazajstán comenzó el día del año nuevo en la ciudad de Zhanaozen, región de Mangistau al Oeste del país, sobre el Mar Caspio, donde están los principales yacimientos de petróleo y luego se extendió como reguero de pólvora por todo el país, teniendo como epicentro las dos ciudades más importantes: Almaty y Astana.
Fueron pocos días, hasta que los refuerzos militares rusos aplastaron el movimiento, pero muy intensos de enfrentamientos entre los jóvenes trabajadores y las fuerzas de represión. Tal es así que se incendiaron varios edificios gubernamentales y se llegó a tomar el aeropuerto de la ciudad capital durante dos días.
La movilización continuó hasta el jueves 6 de enero, cuando a la policía se le sumó el ejército, quienes reprimieron duramente a los manifestantes asesinando a decenas de ellos. También se ha informado de un gran número de policías muertos y heridos. Pero el toque de queda y la intervención de los militares, no pudo parar el levantamiento. Recién cuando el presidente Tokayev, luego de una (aparente) ruptura dentro del propio gobierno, autorizó el ingreso de las tropas rusas en el marco del acuerdo Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), le permitió frenar la movilización, aunque no del todo.
Si bien el imperialismo yanki y europeo tienen claridad que se trata de un genuino levantamiento obrero y popular, lo mismo que Turquía (que es parte de la OTAN) llamaron a “bajar los decibeles”.
Por su parte, Putin no puede permitirse, en el marco del conflicto que tiene en Ucrania, que surjan más elementos de inestabilidad en sus fronteras. Rusia actúa en estos países que eran parte de la ex URSS como un gendarme, como si fuera su “propio patio trasero”.
La movilización obligó al gobierno de Tokayev, presidente desde 2019, a retroceder con el aumento del precio del gas. Además, tuvo que destituir a Nursultan Nazarbayev (ex presidente del país desde finales de la era soviética hasta 2019, quién venía actuando como el verdadero poder detrás de escena) de su cargo como jefe del Consejo de Seguridad del país para calmar a los manifestantes que clamaban por su caída.
Al 10 de enero la información disponible indica que la rebelión obrera y popular dejó cerca de 150 muertos y más de 8.000 detenidos y se vive una tensa calma en las principales ciudades del país.
Las causas de la rebelión
Kazajstán es conocido en los círculos empresariales de la Unión Europea como la «locomotora» de Asia Central postsoviética, y según varios analistas, sigue teniendo el mayor potencial de inversión de la zona. Este país, si bien desde su separación de la URSS en 1991, su gobierno se ha alineado con las demás oligarquías burguesas surgidas de la restauración capitalista de la antigua Unión Soviética, y particularmente con la de Rusia, ha sido considerado por el gran capital como un lugar muy estable, cuestión que permitió que decenas de potencias y empresas imperialistas, como la Exxon Mobil y Chevron (*), hayan invertido decenas de miles de millones de dólares en la parte occidental del país, entre otras que, aprovechando la gran variedad de recursos naturales, realizan suculentas inversiones,. Tiene una de las principales reservas de petróleo y la principal reserva de uranio del mundo. Según el Banco Mundial, en el país se pueden encontrar 99 de los 110 elementos de la tabla periódica, y hay más de 5.000 depósitos de minerales por un valor estimado superior a los U$S 46 billones.
Además de su riqueza en recursos naturales, Kazajistán tiene una gran importancia económica y geoestratégica, y recientemente ha estrechado sus lazos con Turquía, y desarrollado estrechas relaciones económicas con China. Está ubicado en el cruce de Europa y Asia (limita con la región occidental china de Xinjiang y con Rusia), convirtiéndose en un centro de tránsito entre los dos mercados más grandes del mundo y es un centro para varios gasoductos y oleoductos en Asia Central. El país es parte de la denominada Ruta de la Seda y representa el 70% del tráfico de paso por tierra entre China y Europa. Según el Banco Mundial en promedio, Kazajistán tuvo un crecimiento económico de 5% durante 20 años consecutivos, comparable sólo con los «tigres asiáticos».
Sin embargo, a pesar de “nadar en un mar de petróleo”, la clase trabajadora y el pueblo viven sumidos en la pobreza, y como si eso fuera poco, tienen que padecer un régimen que es una dictadura autocrática donde, por ejemplo, son perseguidos y asesinados los dirigentes sindicales y están prohibidos los sindicatos que no están con el gobierno.
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Pero parece ser que lo que más odio genera en las masas es el nivel de ostentación repugnante de los dirigentes políticos; odio concentrado principalmente en la figura Nazarbayev y su familia, lo mismo que en toda la oligarquía burguesa. Este personaje es uno de los que expresa más cabalmente cómo los antiguos burócratas de la URSS se transformaron en burgueses u oligarcas. De Primer secretario del Partido Comunista a fines de la década de 1980 se transformó en el autócrata, amo y señor del país. Heredando del stalinismo ese asqueroso culto a la personalidad, tal es así que la propia capital Astana fue cambiada de nombre en “honor” a “Nursultan” (nombre de pila de Nazarbayev) cuando en el 2019 asumió su actual presidente “títere” Tokayev. Otro detalle es la familia de este personaje. Se convirtió en una de las más ricas del país, sin ir más lejos, sus hijas viviendo en la costa Azul francesa, se regodean en la revista Forbes, mostrándose en lujosas mansiones de millones de dólares.
Antecedentes de enfrentamiento y huelgas
Si bien como lo venimos observando en los levantamientos prerrevolucionarios ocurridos en varios países, es la juventud trabajadora (precarizada o no sindicalizada), la que encabeza a las masas populares insurreccionadas, la que está en primera línea, la que se enfrenta con las fuerzas de represión en las batallas callejeras, en este país hay que decir que el levantamiento se produce en un marco de huelgas (están prohibidas) que vienen dándose durante todo el 2021, es decir, que hay una participación bastante más activa de la clase obrera industrial organizada con sus métodos, como también ocurrió recientemente en Myanmar e Indonesia , aunque en estos países se trataba de una clase obrera más nueva. Es más, parece que ha habido una cierta coordinación entre la huelga y los levantamientos en las grandes capitales, cuestión que ha sorprendido al mismo gobierno quien se vio obligado a mentir diciendo que se trataba de algo orquestado por el imperialismo. Si bien no se puede negar que varias potencias estén operando políticamente -como en general siempre ocurre-, la rebelión es completamente genuina y expresa el hartazgo que vive la clase trabajadora y el pueblo pobre.
No es casualidad que el levantamiento haya comenzado en ciudad de Zhanaozen provincia de Mangistau. Es que en esa región al lado del Mar Caspio están concentrados los principales pozos petrolíferos y es epicentro de una combativa clase obrera petrolera, la cual, en el 2011, protagonizó una durísima huelga, por mejores condiciones de trabajo y salarios, que fue reprimida salvajemente por el gobierno, asesinando a más 15 obreros e hiriendo a docenas.
Desde ese momento el gobierno no solo que reprimió ferozmente, sino que, a lo largo de la década, se encargó de perseguir torturar y asesinar a dirigentes sindicales de una serie de sindicatos independientes del petróleo y otros rubros. Impulsando además leyes antiobreras y antisindicales típicas de una dictadura. Sin ir más lejos, en 2014 se aprobó una ley regresiva que impedía la creación de sindicatos libres e independientes. En 2017, hubo ataques directos a los sindicatos independientes. La Confederación de Sindicatos Independientes de Kazajstán (KNPRK) fue liquidada y las actividades del Sindicato de trabajadores de la industria del combustible y la energía, se suspendieron en febrero de 2021. Sin embargo, a pesar de la represión, la clase obrera siguió organizando huelgas -ilegales- las cuales empalman con el proceso de ascenso abierto estos días.
A grandes rasgos vemos puntos de contacto con los levantamientos obreros y populares de Bielorrusia, donde sectores del movimiento obrero industrial, participaron haciendo huelgas contra el régimen, sobre todo al principio, aunque después fue controlado por la represión de Lukashenko.
También como en Bielorrusia ante la falta de un partido obrero revolucionario, el levantamiento de las masas trabajadoras de Kazajistán pretende ser capitalizado por las corrientes políticas burguesas, como Opción Democrática de Kazajistán, principal partido de la oposición política del país, entre cuyos dirigentes se encuentra el ex ministro Muktar Ablayazov y Galymzhan Zhakiysnov, quien era el “akim” (alcalde) de la región de Pavlodar.
Con la crisis económica de fondo que luego del rebote del año pasado vuelve a su tendencia declinante, es muy probable que este proceso abierto en el centro de Asia, refleje una situación más general, en la cual la clase obrera industrial tiene un protagonismo importante, como ocurrió el año pasado en Irán. Esto sin dudas será “el vapor de la caldera” que alentará la construcción de partidos revolucionarios y una Internacional Obrera Revolucionaria.
Mariano López, 12/1/22
(*) Chevron es el que más ha invertido de los dos gigantes del petróleo, con una participación del 50 % en el mayor yacimiento petrolífero del país, Tengiz.
Según declaraciones del viceprimer ministro, Jenis Kasymbek, desde la independencia del país, en 1991, han entrado en el país 330 mil millones de dólares de inversión extranjera, procedente de más de 120 países. Del total de esta inversión, más de la mitad tiene como origen la Unión Europea (UE) donde lideran la clasificación Países Bajos, con 90.400 millones de dólares; Suiza, con 25.800 millones de dólares; Francia, con 16.100 millones de dólares; Italia, con 8.700 millones de dólares; Bélgica, con 7.600 millones de dólares, y Alemania, con 5.200 millones de dólares. Por fuera de la UE, destacan Estados Unidos, con un 15 % del total de inversiones, equivalente a 48.400 millones de dólares.