Por una Palestina Obrera y Socialista

La mayoría los medios de difusión presentaron el capítulo actual del enfrentamiento entre Palestina e Israel, como iniciado por un ataque “terrorista” por parte de Hamás, mientras se presenta al Estado de Israel como una víctima, que hace uso del “derecho” a la defensa de su población.

Los periodistas reaccionarios pretenden engañar incautos presentando a Hamás como un grupo terrorista que pretende desalojar a los israelíes de “su territorio”, para ocuparlo y establecer un Estado Islámico. En realidad, Hamás es una organización político-militar que lucha por recuperar el territorio palestino ocupado por la fuerza por el colonialismo sionista, y que cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo que habita la Franja de Gaza.

Los agentes del sionismo acusaron inclusive a Juan Carlos Giordano diputado del FIT-u de “antisemita”, reclamando que sea “expulsado” de la Cámara de Diputados, cuando en realidad su posición se limitó a defender la causa palestina, como un buen demócrata.

Ocultan a propósito que el “conflicto” entre Palestinos e israelíes comienza cuando, con el aval de las potencias imperialistas, se constituye el Estado sionista de Israel en el territorio donde vivía el pueblo palestino, que fue despojado y desalojado de su tierra en sucesivas ofensivas de las milicias y el ejército sionista durante 75 años.

Recordemos que las tierras que pertenecieron durante trece siglos al Imperio Otomano fueron repartidas al culminar la Primera Guerra Mundial entre dos de las potencias triunfantes: Inglaterra y Francia. Al finalizar la guerra, se repartieron las colonias y mercados, e Inglaterra se quedó con el territorio que ya dominaba desde 1915, cuando el Imperio Otomano fue derrotado. Siendo el territorio palestino colocado bajo el “protectorado inglés, en 1917, en la denominada Declaración de Balfour, Inglaterra se declaró a favor de un “Hogar Nacional Judío” en Palestina. Ya en 1898 Herzl, fundador del sionismo, había realizado un informe en el que la palabra “árabe” no figuraba y “Palestina era una tierra sin pueblo donde debía ir el pueblo sin tierra”. El argumento era que el territorio palestino estaba despoblado. A partir de allí comenzó una colonización organizada de inmigrantes judíos en un territorio que ya estaba ocupado por los palestinos, pero que el sionismo se encargó de negar y silenciar.

Los colonos judíos fueron ocupando el territorio a través de la compra de tierras, sobre las que -una vez compradas- regía la prohibición de venderlas nuevamente a los árabes.

La resistencia palestina al sionismo empezó en 1929 año en que se produce la primera insurrección antisionista, y nuevamente en 1936 con una huelga general que dura más de 170 días, junto levantamientos campesinos, desobediencia civil y acciones guerrilleras. Estas fueron derrotadas por el imperialismo inglés, con participación de milicias sionistas y la traición de las direcciones burguesas palestinas. A pesar de las derrotas y traiciones de las burguesías árabes y sus propias direcciones burguesas, el pueblo palestino no dejó de luchar.

Sin embargo, en medio siglo el sionismo reemplazó a la población árabe de Palestina por inmigrantes judíos europeos. Mientras que en 1900 había en Palestina 500.000 árabes y 30.000 judíos, en 1974 estas cifras pasaron a 3 millones de judíos y 350.000 árabes.

Así fueron creándose una serie de condiciones previas para la creación del Estado sionista de Israel.

A pocos años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1947 la ONU declaró la creación del Estado de Israel, en el territorio de Palestina. EEUU, que reemplazó al imperialismo inglés en la región, aportó el apoyo militar y económico para contar con ese territorio como punto estratégico para reforzar su hegemonía en la región, utilizando al estado sionista como ariete para controlar cualquier conflicto que comprometiera las ganancias imperialistas, principalmente la petrolera.

Pero la ocupación colonialista sionista de Palestina no sólo logró el reconocimiento de la burguesía imperialista, sino que también contó con la complicidad de las burguesías árabes de Egipto, Jordania y Siria. En 1970 el rey Hussein de Jordania masacró a los palestinos en el “septiembre negro”, y luego los expulsó del país. En 1973 Egipto y Siria emprendieron la “Guerra de Iom Kipur” para recuperar los territorios perdidos en 1967 sin mencionar las reivindicaciones palestinas. Finalmente, en 1979, con el patrocinio del imperialismo yanky, cuyo presidente era en ese entonces James Carter, Anwar Sadat, presidente de Egipto y Menachen Beguin, de Israel, firman los acuerdos de Camp David, en los cuales Egipto reconoce al Estado de Israel.

Actualmente, el pueblo palestino está aislado y recluido en dos guetos, uno ubicado en Cisjordania y otro ubicado en Gaza, una pequeña franja territorial al borde del Mediterráneo.

Sin embargo, mientras que la burguesía árabe abandonó la causa palestina, esta tiene la simpatía y la solidaridad de muchos pueblos.

Movilizaciones contra bombardeos

En el transcurso del mes de mayo, cuando Israel comenzó a bombardear Gaza, se produjeron varias manifestaciones en contra de su política genocida. Las manifestaciones de palestinos en Jerusalén y en la Cisjordania, y de árabes-israelíes, “ciudadanos de segunda” que residen en territorio de Israel, quienes incluso convocaron una huelga general.

Pero estas manifestaciones de apoyo al pueblo palestino también tuvieron réplica en varios países europeos, como en Alemania e Inglaterra, llevadas a cabo por refugiados palestinos. Mientras que en Italia los trabajadores portuarios se negaron a cargar un embarque de armas con destino a Israel. Hasta en Nueva York hubo una importante movilización de judíos contra los bombardeos.

¿Cuál es el objetivo del sionismo?

En el fondo de estos nuevos combates, se encuentra la disputa por el control de la ciudad de Jerusalén, que Israel reclama íntegramente como su ciudad capital (con el apoyo de EE-UU), y los palestinos que reclaman la parte oriental como capital de un futuro Estado palestino que unifique Cisjordania (cada vez más ocupada por asentamientos de colonos judíos) y Gaza.

Evidentemente Israel ya no se conforma con la “solución” propuesta por un ala del imperialismo, de dos Estados “independientes, y que fuera aceptada por Mahmud Abbás presidente de la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania. Evidentemente pretende diezmar y expulsar totalmente al pueblo palestino de sus territorios, reducirlo a su mínima expresión.

Cambia el gobierno, pero no los objetivos sionistas

Con los ánimos caldeados por las últimas manifestaciones, y acciones bélicas es que el 13 de junio de este año se produjo un cambio de gobierno en Israel. Benjamin Netanyahu, dejó su cargo de primer ministro, en manos de un nuevo gobierno encabezado por Naftali Bennett, aprobado por el parlamento. La coalición que logró la mayoría de los votos está integrada por una gran amplitud de sectores, entre ellos se encuentra el Ra’am o Lista Arabe Unida que es un partido islamista que representa a los árabes-israelíes, y también se encuentran dos partidos de extrema derecha (New Hope y Yamina) que defienden los asentamientos judíos en territorio palestino. Si algunos sectores de la burguesía israelí consideraban que esa coalición tan amplia iba a traer un regreso a la “normalidad” social, esta esperanza quedó disipada inmediatamente. Como quedó demostrado cuando la Marcha de las Banderas, que celebra la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días, una de las provocaciones que dio inicio a los enfrentamientos de mayo, tuvo que ser suspendida en esa fecha por el incremento de la tensión y la escalada bélica que desembocó en los bombardeos a Palestina en ese mes. Durante la marcha, que fue finalmente realizada el día 15 de junio, hubo enfrentamientos entre manifestantes palestinos y las fuerzas de seguridad israelí que terminaron con 33 manifestantes heridos y 17 detenidos. Contra esta nueva escalada de tensión y violencia Hamas envió globos incendiarios contra Israel, quien nuevamente respondió bombardeando la Franja de Gaza durante varios días.

En solo unos pocos días el nuevo gobierno “ampliamente representativo” demostró cual es la “nueva” propuesta, muy similar a la vieja, seguir avanzando contra el pueblo palestino hasta su entera expulsión y desaparición del territorio.

Los enfrentamientos en Cisjordania tampoco cesaron. El 24 de junio fue asesinado el militante palestino Nizar Banat por soldados de la Autoridad Palestina (ANP). Lo asesinaron porque Banat denunciaba la corrupción y la colaboración de la ANP (controlada por Al Fatah y presidida por Mahmoud Abbas) con el gobierno de Israel y EE-UU, al permitir los asentamientos de colonos judíos en las mejores tierras de la Cisjordania. En repudio a este asesinato el lunes 28 de junio hubo una huelga general reclamando la renuncia de Abbas.

La “solución” de los dos estados

La propuesta imperialista cocinada en la ONU no es ninguna “solución” para el pueblo palestino, ya que se vería reducido a la existencia en algunos batustanes rodeados por el Estado sionista que los oprime, y con cientos de miles de palestinos permaneciendo en el exilio permanente.

Esa “solución” ya prácticamente nadie la apoya. Israel porque quiere consolidar lo conquistado por la fuerza y avanzar más y más hasta expulsar totalmente al pueblo palestino de sus tierras. Y los palestinos tampoco porque saben muy bien que un estado compuesto de dos batustanes conectados por un corredor que pasa por territorio israelí, dependiendo de la provisión de agua y electricidad de otro estado, sería bastante menos que una colonia.

Hamás plantea que aceptaría la solución de los dos estados, pero con las fronteras como estaban antes de la guerra del 67. Algo que, por supuesto es inaceptable para Israel, conceder en la negociación lo que ganó por la guerra.

¿Qué programa levanta el FIT-u?

El 12 de mayo el FIT-U hizo pública una declaración reclamando el cese de los bombardeos (Abajo los bombardeos del estado sionista contra el pueblo palestino).

La declaración del FIT-u critica correctamente la posición del gobierno y la oposición de JxC:

“Impugnamos, asimismo el planteo del gobierno argentino, que se ha referido a un “uso desproporcionado de la fuerza” por parte del Estado de Israel, es decir que cuestiona los “excesos” y no las agresiones mismas, al mismo tiempo que desenvuelve una especie de “teoría de los dos demonios” que omite mencionar la política de anexión y limpieza étnica que el estado de Israel viene desarrollando inescrupulosamente. El pronunciamiento del gobierno, además, no dice una palabra sobre las movilizaciones del pueblo palestino. Esta postura no nos extraña, toda vez que el primer viaje internacional que realizó Alberto Fernández fue a Israel en momentos en que se proclamaba el “acuerdo del siglo” entre Netanyahu y Trump.

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Rechazamos también los planteos de Juntos por el Cambio, que directamente avala la política masacradora de Netanyahu poniendo a los palestinos en el lugar de los agresores, mientras que los medios de difusión a ambos lados de “la grieta” victimizan al Estado de Israel e invisibilizan las penurias y los sufrimientos a los que está sometido el pueblo palestino.”

Pero esta declaración de cuatro partidos que todavía se reivindican trotskistas, levanta un programa tímidamente democrático burgués, cuando evidentemente la solución a 95 años de enfrentamientos no se puede obtener por la vía pacífica ni tampoco por medios democrático burgueses.

Dice en su parte final:

“Nos pronunciamos por el derecho al retorno del pueblo palestino a su territorio histórico y por la libertad de todos los presos políticos. El cuadro planteado en la región refuerza la necesidad de acabar con el Estado sionista.

Evidentemente la “destrucción” del Estado opresor racista sionista es una condición para cualquier solución. Actualmente en el Estado de Israel (22.145 km2) “conviven” casi 8 millones de judíos y casi 2 millones de árabes-israelíes. En total 4,6 millones de palestinos que viven en Cisjordania (2,5 millones en 5640 km2) y en Gaza (2 millones en 365/385 km2). Estado de Israel. No es posible la expulsión de uno de los pueblos por otro, salvo por medio del genocidio como pretenden los sionistas. Pero el pueblo palestino no recuperará su territorio “echando a los judíos al mar”. Es decir, ya no puede haber una solución nacional para el pueblo palestino.

Entonces la pregunta que tenemos que hacer al FIT-u ¿cómo piensan que se podrá “acabar” con el Estado sionista?

Además de las consignas elementales que cualquier demócrata burgués podría levantar:

Abajo los bombardeos contra el pueblo palestino
Abajo la política de colonización y “limpieza étnica” del sionismo
Libertad a los presos palestinos.

La declaración plantea en su última consigna:

Por el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino y el retorno incondicional a su territorio histórico.

¿El derecho a la autodeterminación? En general, el derecho a la autodeterminación se plantea como el derecho a la separación de un pueblo oprimido (en el territorio que ocupa) de la nación opresora. ¿Esa es la solución de los dos Estados con otras palabras? ¿O si no, en qué consistiría ese derecho? ¿En una votación para determinar lo que quiere el pueblo palestino? Está muy clara la “autodeterminación del pueblo palestino, y escrita con sangre: es recuperar las tierras de las que fue despojado. Pero, ¿y entonces?

Entonces el FIT-U agrega: “(por) el retorno incondicional a su territorio histórico”.

¿El retorno a su territorio histórico de los palestinos desplazados internamente y de los que están en la diáspora palestina, diseminados en medio oriente y en el mundo, como podría lograrse?

Evidentemente el FIT-u ha escrito esta declaración con una política que es una suma de consignas democráticas básicas, y una serie de abstracciones impotentes que no se pueden considerar siquiera un programa.

Nuestro programa para palestina

El pueblo palestino no necesita un derecho a la autodeterminación, lo que necesita es luchar por su liberación nacional del Estado sionista de Israel, es decir, de la burguesía sionista que lo oprime, lo despoja, lo ataca con bombas, lo mata.

Por eso esta consigna de la liberación está estrechamente en una relación indisoluble con la “destrucción del Estado Sionista de Israel”.  

Dado que es evidente que no puede haber una solución nacional, nacionalista, o racial-religiosa, sólo puede haber una solución clasista y revolucionaria.

Cada burguesía reclama “su” Estado nacional para oprimir y explotar dentro de “sus” fronteras al pueblo trabajador que lo habita. En cambio, la clase trabajadora, por ser la única clase que no es propietaria de medios de producción, es la única clase que puede lograr que palestinos y judíos convivan pacíficamente como ocurría a principios del siglo pasado, antes de la irrupción sionista en Palestina. Solo los trabajadores pueden proceder a la nacionalización de la tierra para repartir democráticamente su usufructo entre todos los habitantes independientemente de su condición religiosa. Pueden resolver la falta de viviendas y le edificación de nuevos barrios, en los que todos puedan vivir en paz. La única democracia posible en Palestina es la democracia obrera. Es decir, una “Palestina, laica, democrática (*) y no racista”, no puede existir como etapa intermedia e independiente entre el Estado de Israel y un Estado palestino Obrero. Si a alguno de los militantes del FIT-U le queda algo de memoria o repasa la teoría de la revolución permanente, se dará cuenta, que esa consigna que levanta Giordano e Izquierda Socialista (UIT-CI), que era la consigna que levantaba Nahuel Moreno, es la misma consigna etapista que levantaba Stalin (dictadura democrática (*) de obreros y campesinos) para los países “atrasados” y/o semicoloniales, en contraposición a la dictadura del proletariado que desde 1929 formuló Trotsky.

Solo la unidad de los trabajadores palestinos, árabes israelíes, y los trabajadores judíos explotados por su propia burguesía que quieran convivir en paz, pueden resolver la “cuestión palestina” y la cuestión judía” al mismo tiempo, pero sólo por medio de la revolución socialista, que además de liquidar al Estado sionista-racista-colonialista de Israel, instaure un gobierno obrero y campesino, en un Estado Obrero y Socialista, una Palestina Obrera y Socialista.

Como ya hemos dicho, hace tiempo que la burguesía árabe abandonó la causa palestina, pero que esta causa goza de amplia simpatía y despierta solidaridad en muchos pueblos del mundo, particularmente en los pueblos árabes. Para que puedan triunfar el pueblo trabajador palestino y los trabajadores judíos que quieran convivir en paz, es indispensable que tengan el apoyo no solo espiritual, sino material y militar de los trabajadores del Medio Oriente. Es decir, la liberación del pueblo palestino y la instauración de una Palestina Obrera y Socialista, no podrá ser un hecho aislado, sino que deberá ser parte de un ascenso revolucionario regional, o no será nada. Una Palestina Obrera y Socialista solo puede triunfar y sostenerse como parte de una Federación Socialista en Medio Oriente.

Para que esta revolución sea posible los trabajadores árabes y palestinos deben romper con sus direcciones burguesas y pequeñoburguesas y construir un partido de trabajadores revolucionario e internacionalista para encabezar y dirigir la lucha revolucionaria.

Por eso nuestro programa lo formulamos así:

· Por el triunfo de la lucha por la liberación nacional del pueblo palestino.

· Por la destrucción del Estado Sionista de Israel.

· Por una Palestina Obrera y Socialista, en una Federación Socialista en Medio Oriente.

· Por un Partido de trabajadores revolucionario e internacionalista, sección del partido mundial de la revolución socialista.

¡¡Proletarios de Medio Oriente y el mundo uníos!!

Jorgelina, Iván y AB 30/6/21

*) La palabra “democrática”, indica que se trata de un Estado burgués. En el caso de Moreno y sus epígonos como Giordano y la IS-UIT-CI, ni siquiera formulan la alianza de clases “obrera y campesina” que instauraría ese Estado, porque históricamente Moreno siempre tuvo expectativas en las direcciones pequeñoburguesas palestinas, y en las direcciones pequeñoburguesas en general, no como la excepción planteada en el Programa de Transición, sino como la regla a partir de la segunda postguerra. De ahí que Moreno revisó la teoría de la Revolución Permanente poniéndolo patas para arriba, y en consecuencia rompió con el Programa de Transición.

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