Récord de muertes, de inflación, de hambre y de pobreza. Es hora de organizarse y luchar

En la Argentina la pandemia ha pegado un nuevo salto. El promedio de 25 mil casos diarios había obligado al gobierno nacional, dos semanas atrás, a cerrar la actividad nocturna. Ahora, con un número superior a los 35 mil casos y más de 700 fallecidos diarios, la vuelta a la “fase 1” era prácticamente inevitable. Numerosas provincias y ciudades ya tienen colapsado su sistema de salud. La vacunación va por la escalera y el covid por el ascensor. 

Alberto Fernández hace cadenas nacionales desligándose de toda responsabilidad y jactándose de “haber tenido razón”. En un nivel de cinismo inédito el relato oficial hace responsables de la situación a todos menos al gobierno nacional. Nadie con algo de conciencia puede negar la responsabilidad de Larreta y su repentina “defensa de la educación” a costa de la salud y vida de docentes, auxiliares escolares y alumnos, con las consecuencias de aumento de los contagios para toda la población. Pero los kirchneristas se cuidan de señalar a otros gobernadores, peronistas, como Perotti de Santa Fe y Schiaretti de Córdoba, por nombrar a algunos nomás.  Ni hablar del ministro de educación nacional, Nicolas Trotta que sigue rumiando sobre una supuesta “presencialidad administrada”. El propio gobierno nacional hizo campaña por el inicio de clases presenciales sabiendo que venía una segunda ola mucho más contagiosa y mortal que las anteriores. 

Lo más irritante del relato oficialista es la carga de la culpa por el colapso sanitario sobre la población. Lo dice el mismo gobierno que manda a millones de trabajadores a viajar como sardinas en el transporte público para ir a sus lugares de trabajo, donde los supuestos protocolos no evitaron nunca que las fábricas y empresas fueran evidentes focos de contagio, y que ya actualmente ni siquiera se cumplen. Lo dicen los mismos dirigentes políticos oficialistas que organizan actos públicos de propaganda pre-electoral, sin ningún tipo de cuidado sanitario ¿será porque ellos, los políticos patronales, los empresarios y los burócratas sindicales ya están todos vacunados?

Pero, como dijimos más arriba, los números de contagio y muertes, junto con el colapso del sistema sanitario han llegado a un límite insoportable desde el punto de vista político. O sea que, al gobierno no le importan mucho unos 500 muertos diarios, mientras no colapse el sistema de salud, lo que pondría en evidencia la realidad: que el gobierno prefiere cuidar “la economía”, es decir, las ganancias de las patronales, a costa de la salud y las vidas del pueblo. 

Por eso sacaron este decreto de nueva cuarentena de 9 días, este fin de semana extra-largo, que los propios médicos especialistas dicen en todos los medios que es absolutamente insuficiente. Es la misma política, lo que cambian son las circunstancias. Siguen haciendo todo lo posible por no afectar las ganancias capitalistas, mientras administran políticamente la cantidad de muertos por covid. Incluso en la actual fase 1 han ampliado las actividades industriales y comerciales consideradas “esenciales” en comparación con abril de 2020. Cualquier industria que exporte es “esencial”. Los empresarios negocian con los gobiernos provinciales buscando cualquier excusa para poder seguir amasando ganancias, aunque con ello ponga en riesgo a sus trabajadores y al pueblo en general. Gobiernos, empresas y burócratas sindicales está profundizado la precarización laboral, y encima obligan a volver a trabajar a compañeros de los llamados grupos de riesgo. 

El problema no es una supuesta “improvisación” o “insensibilidad social” del gobierno, como dicen los diputados del Frente de Izquierda. El problema es de clase. Están matando a la población porque defienden la ganancia capitalista. Al mismo tiempo que crecen las muertes por covid, rebajan el salario real, las jubilaciones y los planes sociales en relación a la inflación real, porque hay un acuerdo de hecho con el FMI y el Club de Paris para llevar a la mesa de negociaciones el ajuste fiscal como garantía del pago de la deuda. No están las vacunas necesarias porque Alberto y Cristina Fernández están comprometidos con los monopolios farmacéuticos extranjeros y nacionales. Por eso no le expropian la empresa a su amigo Sigman, que ya fabricó más de 50 millones de dosis y todas fueron exportadas. Este no es un gobierno “tibio”, “improvisado”, “sin planificación”… es un gobierno burgués, patronal. Defiende a los capitalistas y sacrifica al pueblo trabajador. Hay que luchar por la expropiación de los grandes laboratorios, empezando por el de Sigman, para que se pueda garantizar la provisión de vacunas que harán falta por un tiempo largo.

Pero los trabajadores no podemos seguir soportando que nos corran con el chamuyo de “economía o salud”, del virus o el hambre. Debemos luchar tanto contra el virus como contra el hambre. Hasta que no se haya garantizado la vacunación necesaria para evitar las muertes, hay que luchar para que se cierre de toda actividad que no sea realmente esencial, pero que los sueldos de los trabajadores pagados íntegramente por los capitalistas y que sólo sean subsidiados los sueldos de los trabajadores de las empresas que puedan demostrar su insolvencia, las que por ello mismo deberían ser estatizadas. Y que las actividades esenciales funcionen bajo estrictos protocolos sanitarios. Tanto los protocolos, como la producción deben estar bajo control de los trabajadores organizados sacándose de encima la burocracia sindical que juega para las patronales. 

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Tampoco podemos seguir soportando el hambre y la miseria con la excusa de la crisis económica y sanitaria. El sueldo mínimo no puede ser “el que se pueda pagar” como dice el caradura de ministro de trabajo, Claudio Moroni.  Debe ser el que corresponde a la canasta familiar hoy por encima de los 100 mil pesos. Y este ingreso mínimo debe extenderse a la población que está desocupada, la que posteriormente, cuando se pueda reabrir la actividad productiva a pleno, sea incorporada a la producción repartiendo las horas de trabajo, organizando turnos que se alternen por jornadas o con el método que sea más eficaz, de manera que la exposición al virus sea de menor cantidad de tiempo para cada uno. 

No hay que confundirse con las campañas que transmiten las ideas del enemigo de clase, de la clase dominante. No es la supuesta “vagancia del pueblo”, es la desocupación propia del capitalismo la que lleva a millones de familias a vivir de las migajas de la asistencia estatal. Los trabajadores debemos luchar por el reparto de las horas de trabajo, entre todos los brazos disponibles y que ninguna familia obrera pase hambre sobreviviendo con menos de lo que cuesta la canasta familiar. 

Una cuarentena real no choca contra los intereses de la mayoría trabajadora, como nos quieren hacer creer el gobierno y la oposición macrista. Tanto la plata para cubrir los gastos extraordinarios causados por la pandemia, como los recursos necesarios para que haya plena ocupación y salarios que sólo pueden llamarse “dignos” si cubren –como mínimo- la canasta familiar total, se pueden conseguir. Son las ganancias que amasan los capitalistas y el imperialismo explotando nuestro propio trabajo.  Los terratenientes y la oligarquía burguesa e imperialista del complejo aceitero y agroexportador están haciendo grandes negocios con la soja a 600 dólares la tonelada y exportando la carne que nosotros no podemos comer. Hay que expropiarles la tierra, la hacienda y el complejo agroexportador e imponer el monopolio estatal del comercio exterior. 

Los monopolios de la industria alimenticia están amasando fortunas mientras la población trabajadora cada vez como menos y peor. Hay que imponer el control obrero de la industria alimenticia para controlar sus precios de forma efectiva, no como el circo de “precios cuidados” de cada vez menos productos que hacen los funcionarios estatales. 

El pueblo está muriendo de a decenas de miles por covid y el hambre crece. Las estadísticas oficiales del Indec marcaron un aumento de la pobreza que alcanza al 45,3% de la población. No hay lugar para la timba financiera, hay que expropiar la banca y fusionar todo el sistema financiero en un banco estatal único y desconocer la deuda externa. 

Sólo con este programa obrero podremos hacer frente tanto a la pandemia, como al hambre, la pobreza y la desocupación. 

Compañeros: tenemos que discutir esta situación. No podemos mirar impávidos como se mueren nuestros compañeros, amigos y familiares. Los llamamos a discutir y considerar este programa, y a empezar a organizarnos para luchar por imponerlo. Los partidos patronales, como Juntos por el Cambio o el Frente de Todos, la izquierda parlamentarista del FIT adaptada al régimen, pretenden nuevamente que esperemos hasta las próximas elecciones. Pero el camino de seguir el juego de los partidos del régimen esperando que cambie algo en las elecciones o votando por un “mal menor”, ya lo hemos probado hasta el cansancio y cada día que pasa estamos peor. Obviamente, no sólo no pretendemos ocultar, sino al revés, queremos hacer bien consciente que la lucha por imponer este programa planteará la necesidad de instaurar un Gobierno de los Trabajadores, ya que ningún sector del peronismo, ni el kirchnerismo, ni la burocracia sindical vendida al gobierno y a las patronales, pueden imponer este programa de salida a la crisis económica y sanitaria, ambas producto del capitalismo. La Causa Obrera milita por construir un Partido de Trabajadores, que pueda organizar la lucha de la mayoría de los trabajadores y el pueblo pobre para conquistar estos objetivos. Unite a nuestra lucha!! 

1 comentario en «Récord de muertes, de inflación, de hambre y de pobreza. Es hora de organizarse y luchar»

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