A la clase trabajadora en este 1° de mayo 2020 Coronavirus y gran depresión económica: Es la agonía del capitalismo en crisis.

La siguiente declaración conjunta es el resultado de meses de debates e intercambios de nuestra organización con las organizaciones Corriente Socialista Revolucionaria-El Topo Obrero (CSR-ETO) de Venezuela y Partido de la Causa Obrera (PCO) de Argentina. Es un pequeño paso, pero importante en la búsqueda de construir un partido internacional, tarea imprescindible dado el carácter mundial de la lucha del proletariado contra la burguesía y de los modos de producción que los tiene como clases dominantes respectivas, socialismo y capitalismo. Desde el 2015 cuando rompimos políticamente con el Comité por una Internacional de Trabajadores (CIT) nuestra organización quedó sin lazos internacionales, situación que de mantenerse acaba por degenerar a un partido revolucionario en el mediano o largo plazo y que exige de cada camarada redoblar la atención ante la situación y la dinámica mundial, y en los distintos países.Sin embargo, a pesar de ser conscientes de esos peligros no claudicamos ante las variantes conocidas hasta entonces por nosotros, siendo que son de carácter centristas, generalmente con tendencias a embellecer la democracia burguesa y partidos burgueses con tendencias hacia las masas, nos referimos particularmente a las internacionales de los partidos que componen el FIT – U de Argentina, la FT, la UIT CI, y la CRCI.La presente declaración tiene el valor de que ninguna organización cedió un milímetro en aspectos principistas para que salga a la luz, pero que también mostraron la necesaria flexibilidad en caracterizaciones que para este artículo en particular eran secundarias.La declaración es un primer paso en un largo camino por recorrer y tampoco significa que desemboque necesariamente en una organización trotskista internacional. Sin pecar de exceso de optimismo podemos afirmar que es un primer y pequeño paso pero importante.

A la clase trabajadora en este 1° de mayo 2020

Coronavirus y gran depresión económica:

Es la agonía del capitalismo en crisis

1- La pandemia

El 2020 arrancó en el mundo como si se empezara a cumplir la profecía bíblica del fin de la humanidad. A los incendios forestales en Australia y la posibilidad de un enfrentamiento entre Irán y EEUU que detonase una tercera guerra mundial, se le sumó la irrupción de una nueva cepa viral de la familia de los coronaviridae. La aparición del Covid-19, afectó directamente a una economía mundial capitalista que venía muy golpeada por la crisis, arrojándola al precipicio, llevándose por delante a los más empobrecidos del mundo.

El coronavirus se ha extendido como una noche oscura transformándose en pandemia de una gravedad comparable con la gripe española de 1918. Pero este virus no era desconocido. El coronavirus es una familia de virus de la que se tiene conocimiento desde hace tiempo y que algunos científicos ya venían estudiando. Su irrupción como pandemia tampoco fue totalmente sorpresiva e inesperada.

¿Cómo puede ser que estemos cada vez más expuestos a viejas enfermedades que parecían haber desaparecido hace tiempo? como el sarampión y el dengue, y a estas pestes del siglo XXI como el SARS (2002-03), la gripe porcina H1N1 (2009), el MERS (2012), el ébola (2014-16), el zika y chikunguya (2015), y la gripe aviar H5N6 (2016-18), que ahora, en medio de la pandemia del coronavirus ha reaparecido en una granja de codornices en Filipinas.

La respuesta es que el capitalismo, en su fase imperialista, es un cadáver pestilente.

El capitalismo, sistema de explotación del proletariado por la burguesía -poseedora de la propiedad privada de los medios de producción-, que si bien por un lado ha desarrollado las fuerzas productivas a una escala global sus conocimientos científicos a niveles inverosímiles hace 100 años, al mismo tiempo su sed de ganancias, su carácter de irracional depredador de la naturaleza y de la clase trabajadora, inherente a la condición de la burguesía como clase explotadora y expoliadora,  ha hecho que el equilibrio entre la naturaleza y la sociedad se destruya, corroborando las palabras de Marx: “El capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y el ser humano”.

Las masas trabajadoras van a vivir a las ciudades porque el campo cada vez produce una mayor expulsión de fuerza de trabajo. En algunos casos por los avances tecnológicos de la producción. En muchos otros por el avance de la miseria. Más de 4.000 millones de personas viven ahora en 1% de la masa terrestre. El hacinamiento y el desmantelamiento de la salud pública, posibilita la propagación de todo tipo de virus y enfermedades que tienen que ver con la pobreza. La polución del aire por el abuso de la energía fósil, la deforestación, con sus consecuencias sobre el calentamiento global, la minería a cielo abierto y el fracking, que contaminan el agua, son las partes integrantes de una cadena mortal para el ecosistema. Una cadena cuyo único objetivo es la acumulación de capital.

Lo mismo el desmonte, la penetración del ser humano en hábitats vírgenes y su destrucción. Con cada hectárea “ganada” a la naturaleza, el peligro de despertar a un nuevo virus que estuvo conviviendo con el vector (animal portador) durante millones de años, aumenta exponencialmente. Cada año los capitalistas intensifican la deforestación de selvas y bosques. Pero esa política no es sólo de los comúnmente llamados “neoliberales” como Bolsonaro en el Amazonas brasilero, sino de también de los llamados “progresistas” como Evo Morales en el Amazonas boliviano (Chiquitanía), lo cual demuestra que el imperialismo puede coaligarse con variantes capitalistas “locales”, para que éstas mantengan la condición de semi-colonias de nuestros pueblos, dado que ambos son sirvientes y defensores del capitalismo.

 2- Precariedad del sistema de salud

Así como desde hace tiempo científicos de diferentes partes del mundo vienen advirtiendo acerca del peligro real que entraña el “cambio climático” a consecuencia de la depredación que sin ningún miramiento y con el único objetivo de acumular capital, hace el capitalismo de la naturaleza, así también hubo varias advertencias acerca de la posibilidad cierta e inmediata de una nueva pandemia mundial desencadenada por un virus de este tipo.

¿Cómo es posible que sabiendo de la existencia del virus y de su peligrosidad no se hayan tomado las precauciones para evitar que se transforme en pandemia?

Recursos científicos, tecnológicos, médicos, químicos y económicos no faltan. Resulta inaudito que una sociedad que está planeando colonizar otros planetas, que todos los días anuncia descubrimientos tecnológicos, sin embargo, deje a la humanidad a merced de una pandemia mortal de una variedad de “gripe”. ¿Por qué no se ha hecho nada para evitarlo?!!

La explicación es combinada, propia de las contradicciones del modo de producción capitalista: por un lado, el capitalismo considera que la salud es una mercancía más de la cual sacar las mayores tasas de ganancia. En todos los países del mundo los “sistemas” de salud desde las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado se han ido privatizando. Paralelamente se observa la reducción en inversión en salud por parte de los “sistemas públicos”, los cuales además se han ido desmantelando. Es decir, el imperialismo genera nichos de acumulación de capital que, en salud se expresan por ejemplo en aspectos paliativos como medicamentos, antibióticos, drogas que generen dependencia y mayor consumo, pero no invierten en temas de salud pública que permita mejorar la calidad de vida de los seres humanos. En tanto la salud es un negocio rentable, las tasas de desnutrición siguen aumentando, a la par de la mortalidad materna e infantil, el VIH-SIDA, tuberculosis y otras enfermedades.

3- Sus ganancias valen más que nuestras vidas

A ningún gobierno capitalista le interesa la salud de la población en general y menos de los trabajadores y los pobres, salvo en lo que toca y afecta las ganancias de las empresas e inversiones de la clase cuyos intereses defiende desde el Estado.

Los EE-UU no se prepararon para la pandemia por una decisión política de dar trato preferencial a su capital financiero, a su burguesía imperialista, y tal vez también influenciados en un mal cálculo de la fuerza expansiva del Covid 19.

En el año de las elecciones presidenciales, lógicamente hay contradicciones entre el gobernador demócrata del Estado de Nueva York -apremiado por la cantidad de muertes- y la política oficial de Trump que prioriza la defensa de “la economía”. Andrew Cuomo debe pensar: ¡Quién podría sobrevivir políticamente a tantos muertos! Pero en cambio, a su manera, Trump ya cumplió su promesa electoral: ¡América primero! ¡Primero en cantidad de muertos (más de 60 mil) y en la mayor cantidad de desocupados (más de 26 millones)!

Los dineros aprobados por el gobierno estadounidense y la FED a favor de las grandes corporaciones, contrastan con los dineros destinados para el sistema nacional de salud y muestran que no es un problema de capacidad económica, sino de orientación política, de la defensa de los intereses de su burguesía imperialista que se privilegian a la hora de invertir. Al responsabilizar por la pandemia a China, Trump se mueve en una línea chovinista, porque también le permite, entre otras cosas, exculparse por el desastre en que ha quedado el rey desnudo: los insuficientes recursos del sistema de salud norteamericano.

En el mismo sentido que Trump, Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, decía que no tomar medidas de restricción social era beneficioso porque desarrollaría una amplia inmunidad al virus, aunque mientras tanto “muchas familias perderán a sus seres queridos”. Hasta que tuvo que imponer la cuarentena cuando empezó a subir exponencialmente la curva de infectados y de fallecidos. El mismo primer ministro cayó gravemente enfermo por el virus apenas 4 días después.

China, donde comenzó la pandemia, fue también la que más rápido la controló, aunque no se sabe el número real de muertos, ni tampoco el verdadero carácter de sus métodos para limitar la expansión del contagio; sin embargo, ahora, que empezaba a dar pasos para reactivar su aparato productivo, pareciera que hay algunos rebrotes de la infección.

Los gobiernos ya sean de centroderecha como el de Italia, o socialdemócratas como el de España, también “llegaron tarde” porque empezaron dando vía libre a la circulación del virus en aras de preservar la “economía”, hasta que la cantidad de muertos y las luchas de los trabajadores los obligaron a aplicar una cuarentena rígida de distinto nivel de rigidez.

En América latina hubo más tiempo para sopesar la política a seguir. Pero eso no evitó que en cada país el curso de la política para enfrentar la pandemia esté determinado principalmente por las relaciones de fuerza entre la burguesía y el proletariado, por un lado, y entre los diferentes sectores de la burguesía, por otro, entre las que el costo económico dejara expuestas en algunos casos las diferencias internas.

En Brasil se abrió una crisis política por las contradicciones entre la línea de Bolsonaro de minimizar el virus como una “gripecinha” y la que propiciaba una cuarentena más rigurosa del ministro de salud. Pero evidentemente detrás de las diferencias sanitarias sobre la gravedad de la pandemia que en Brasil ya ha provocado 4.500 muertes reconocidas oficialmente, se desarrolla una crisis más profunda, expresada en la renuncia del ministro de justicia Moro y en las divisiones en el seno de las FFAA, determinada por la orientación del Brasil hacia una alianza más profunda con EE-UU, en contra de la integración al BRICS y de la relación privilegiada con la UE, que prevalecía hasta hace poco.  Esta política ya provocó una crisis en el Mercosur con Argentina.

En Méxicoel “progresismo” de AMLO se destiñe ya que su política relajada contra la pandemia ha costado ya más de 1500 muertos y subiendo aceleradamente la cantidad de contagiados. Finalmente, la política de AMLO no se diferencia cualitativamente de la de Bolsonaro, ni en las relaciones carnales con Trump, ni en las apelaciones a una protección divina contra el virus.

En Chile, el gobierno “neoliberal” de Piñera, que estaba golpeado y contra las cuerdas, aprovecha para tomar aire y para sacar de vuelta el ejército a la calle. Y lo mismo hace el gobierno “popular” de Alberto Fernández, aprovechando para dar un paso histórico para el régimen burgués, con el despliegue de las FFAA en los barrios más pobres. Ambos gobiernos que en apariencia serían opuestos ideológicamente, no tienen diferencias a la hora de recortar salarios y aceptar despidos y suspensiones (aunque Fernández disimule con decretos que no tienen efecto).

En Venezuela el pueblo, además de sufrir la pandemia y una miseria creciente que ya ha provocado explosiones de hambre que llevan al saqueo a comercios, ahora es castigada con la suba de los combustibles por la destrucción, por falta inversión y de mantenimiento de la infraestructura de las refinerías. En el país con más reservas petroleras del mundo, hoy se importa toda la gasolina que, además, escasea y ahora es más cara que en cualquier otro país, mientras que el racionamiento de la electricidad se ha vuelto permanente. Esto, es independiente de la caída de los precios del petróleo, lo que a su vez agravará las penurias del pueblo hasta el paroxismo y llevará a la quiebra al Estado. A esta situación se viene a sumar el bloqueo económico del imperialismo norteamericano que ha agravado la crisis económica y social del pueblo venezolano, y que no contentos con esto, han desplazado fuerzas militares con el apoyo cómplice y criminal de la coalición imperialistas, mal llamada “comunidad internacional”.

En estas condiciones, el coronavirus le vino como anillo al dedo a Maduro, puesto que le permitió justificar la imposición de una cuarentena general que ha evitado el desarrollo de la pandemia viral, frenando la explosión de una crisis en el suministro de gasolina que, sino la aplica, el país de igual manera se hubieses paralizado con un mayor potencial en el crecimiento de la protesta social y laboral. Pero el freno a la pandemia viral y a una explosión por la crisis del combustible se ve compensada por la política salarial pues el falso socialismo del Siglo XXI aprueba el incremento del salario mínimo de 800.000 Bs. (4 dólares mensuales) lo que cuesta un kilo de café o menos que un cartón de huevos, que al legalizar la especulación de precios debe ayudar a calentar las calles. Pero al igual que los otros gobiernos burgueses que privilegian la economía sobre la salud, mantiene la mirada desviada ante el funcionamiento de miles de empresas sin que estas tomen las medidas preventivas de protección hacia sus trabajadores y en medio del surgimiento de nuevos casos de infección ya está hablando de la reactivación de la economía en algunos estados.

En Bolivia, el que mejor se lava las manos es el Estado. Durante esta crisis sanitaria, que profundiza la crisis económica y social ya existente, el gobierno ha demostrado su falta de planificación, encomendándose a Dios y a las FFAA en vez de dar soluciones. Su respuesta a un problema sanitario es intimidar, encarcelar a la población y llegado el caso reprimirla. El “quédate en casa” en una sociedad mayoritariamente precarizada que vive al día, donde hay más de 70% de trabajo informal, es insostenible sin una fuerte contribución estatal a las familias empobrecidas. En vez de ello el gobierno militariza las calles, establece multas severas y amenaza con 10 años de prisión. El mensaje que baja desde el ejecutivo y los medios, es, “si el virus se propaga es culpa de los “irresponsables”, acá el Estado y su gobierno “democrático” y “pacificador” no tiene culpa alguna.”

Mientras se destinan millones de dólares en equipar a las FFAA para reprimir, Bolivia es el país de la región donde menos porcentaje del presupuesto se destina a salud, apenas un 7,8% ( sumando el presupuesto de las Cajas de Salud, el cual es aporte patronal y no sale de Estado, por lo que en realidad no llega ni al 5%), esto repercute en la falta de algo tan básico como alcohol en gel o barbijos tal como denunciaron médicos y enfermeras de base (ya que sus dirigentes han preferido callar inescrupulosamente sólo por el pacto que tienen con Jeanine Añez), y repercute en que sólo hayan 145 camas para terapia intensiva en todo el país. Debería ser claro para cualquiera que con un sistema tan precario quienes deciden salir y arriesgar su vida es por una imperiosa necesidad económica.

Esta es la situación en salud y en precariedad laboral luego de 14 años del gobierno del MAS que prometía grandes cambios; es más, actualmente la Asamblea Plurinacional (donde el MAS tiene 2/3) prepara un proyecto de ley (proyecto n° 595/2019-2020.) que permite el despido de trabajadores hasta dos meses después de la cuarentena. En los hechos, durante todo el siglo pasado y lo que va de este, Bolivia en ningún momento dejó de estar dominado y saqueado por el imperialismo. De hecho, la presidenta Jeanine Añez ha solicitado al FMI y a la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) un nuevo paquete de crediticio por 370 millones de dólares, a sabiendas de las condiciones de latrocinio y sometimiento que estos créditos implican, que además de ser pagados por los trabajadores, compromete en favor del imperialismo los recursos naturales del país manteniendo su condición de semi-colonia proveedora de materias primas.

Ecuador salía de una crisis política generada por el intento de Lenin Moreno de aplicar ajustes económicos entre los cuales afectaba directamente la renta de los jubilados o de quienes estarían por jubilarse. Ajustes que pretendían frenar la crisis económica que día a día se iba profundizando, y que encontró al pueblo de Ecuador totalmente desprevenido frente a la pandemia.

Las políticas de contención del gobierno fueron tardías, sobre todo en Guayaquil donde se dio la mayor cantidad de contagios y muertes, que desbordaron todos los centros de salud y las morgues. Finalmente, las medidas asumidas por el gobierno son parte de la generalidad de las medidas asumidas por el resto de los países sudamericanos. Confinamiento total, con militares y policías en las calles, y recurriendo a créditos millonarios de organismos internacionales como el FMI, en este caso Ecuador suma 647 millones de dólares a los 4.200 millones que el año pasado ya se había prestado para contener la crisis económica que venía atravesando.

En Argentina el virus ingresa en el país como si entrara el coronavirus en un paciente de alto riesgo. Argentina no solo es un país semicolonial, con una infraestructura deficitaria por donde se la mire, sino que ya lleva varios años seguidos de estancamiento y recesión, desde los últimos años de CFK y el gobierno de Macri.

El caso de la infraestructura del transporte es un desastre calamitoso. El gobierno de AF y CFK plantea el aislamiento social, pero los trabajadores tienen que tomarse el tren Roca o Sarmiento, el subte y los colectivos suburbanos, viajando prácticamente como sardinas enlatadas. Si bien por la cuarentena adoptada por el gobierno disminuyó la circulación de personas en capital y el conurbano, en la medida que siguen trabajando los sectores “esenciales” y algunas excepciones, la decisión gubernamental de que deben viajar todos sentados no es más que una expresión de deseos y en los transportes de las grandes ciudades volvieron a saturarse de pasajeros.

Lo mismo sucede con la infraestructura de la salud pública. Las UTI y respiradores artificiales son completamente deficitarios en todos los efectores sanitarios del país.

Al gobierno no le ha quedado más remedio que prorrogar la cuarentena porque es el único medio que tiene a mano para evitar el colapso de los servicios sanitarios. Si por un lado la cuarentena permitió que hasta ahora hubiera una baja cantidad de infectados y muertos, por otro, el gran porcentaje de infectados (14% a nivel nacional, y 25% en la ciudad de Buenos Aires) entre el personal sanitario ¡con varios muertos! refleja la precariedad de los recursos con que el Estado provee a los “soldados de la primera línea” de lucha contra el virus. Que al gobierno peronista y a la oposición macrista le importa la vida de los trabajadores es puro verso.

En todos los países los gobiernos sean “neoliberales” o “populistas” han aprovechado la pandemia para desplegar el aparato represivo para contener o reprimir las protestas del hambre y las luchas obreras y populares, para avanzar con recortes salariales y la liquidación de condiciones de trabajo.

4- El coronavirus como detonante de la crisis económica mundial

El coronavirus vino a detonar una crisis que se agravaba rápidamente.

Sobre la base de una economía que ya venía cayendo, la guerra de precios del barril del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita provocó un primer cimbronazo a toda la economía mundial. Por ahora, el principal golpeado en este torneo mundial del precio del petróleo es la industria del fracking norteamericana y por supuesto también Vaca Muerta-Argentina, puesto que con un barril más barato que 45 o 50 u$s, no es rentable, y hoy los precios futuros del petróleo WTI están en 13 dólares, y el Brent está por debajo de 23 dólares por barril, mínimos desde mayo de 2003.

La pandemia vino a dar el último empujón para tirar la economía mundial barranca abajo, reflejándose primero en las caídas catastróficas de todas las principales bolsas mundiales.

Como respuesta a la crisis económica el gobierno norteamericano anunció que invertirá un total de 2,2 billón de dólares para asistir a los bancos y grandes empresas –con lo cual espera evitar varias quiebras-, y la Reserva Federal bajó la tasa de interés a casi cero, mientras que sólo dispondrá de 50 mil millones para atender a los afectados por el virus. La Unión Europea por su parte, inyectará 700 mil millones de euros para salvar al sistema financiero, mientras que los pacientes infectados, en Italia o España mueren por falta de asistencia. Lo mismo Japón. Está claro que es lo que les importa, no solo a Trump, sino a toda la burguesía imperialista.

Para este año se estimaba un crecimiento pírrico de la economía de EEUU del 2%, la zona euro y Japón del 1%, con una posible contracción en la economía alemana. De los emergentes Brasil, México, Turquía, Sudáfrica y Rusia que continuaran en su estancamiento, salvo las dos grandes esperanzas del capitalismo, China y la India que, aunque en declive, levantan el promedio.

Pero ahora la perspectiva más optimista es la caída en una recesión, mientras que cada vez hay más elementos que indican la perspectiva más probable es de una depresión como la del 29-30.

El gran endeudamiento de los Estados imperialistas pone un límite a la capacidad de salvataje que utilizaron años anteriores para evitar la caída de grandes bancos y de empresas imperialistas emblemas nacionales como la GM de EE-UU. Por otra parte, el dinero volcado al sistema financiero puede momentáneamente evitar una quiebra, pero no tendrá ningún efecto para reactivar la producción estancada hace ya 13 años.

América latina se ve afectada por la caída general de la demanda, en particular de China, que ha provocado una caída de los productos agropecuarios de exportación; por la caída en los precios del petróleo y en general de todas las materias primas, así como también por la paralización de la economía mundial durante estos meses y el reflujo de capitales que buscan refugio en los bonos del tesoro de EEUU y en el oro.

La crisis que se está produciendo ahora, es consecuencia de la irracionalidad orgánica, propia del sistema capitalista. La pandemia no es la causa de la crisis, si no apenas su detonante. El problema es que, en su decadencia, el capitalismo imperialista ha creado inmensas burbujas especulativas, mientras que paralelamente se va desacelerando la producción a causa de la ley descubierta por Marx de la caída tendencial de la tasa de ganancia. El coronavirus vino a darle el “empujoncito” a una crisis que ya había empezado a estallar por la caída de los precios del petróleo. Si será “irracional” el modo de producción capitalista, que las crisis se producen por la abundancia, no por la escasez, por la anarquía de la producción capitalista. Hay una crisis del petróleo porque abunda, y ya no saben dónde almacenarlo. En Argentina donde se producen alimentos para 400 millones de personas, la mitad de su población de 40 millones es pobre y gran parte pasa hambre; y en EE-UU, con más de 30 millones de desempleados que ha producido la pandemia, donde se hacen colas para recibir la comida gratuita solo vistas en la crisis del ‘29-30, los agricultores entierran su producción pues señalan que no tienen mercado donde colocar sus productos.

5- El horizonte bélico está más acerca

El “fortalecimiento” de los capitales financieros yanquis los enfrenta mucho más con sus competidores de la Unión Europea, China y Rusia, aunque ese mismo financiamiento introduce nuevos elementos para la explosión de una crisis aún mayor que la prevista antes de la aparición del Covid 19, porque entonces hace aflorar aristas de las contradicciones interimperialistas e intercapitalistas que nos acercan más aún, primero a un ataque acelerado y más fuerte contra las conquistas económicas y políticas de los trabajadores del mundo entero que serán hundidos en mayores niveles de hambre, miseria, enfermedades y muerte .Y segundo, a la confrontación militar entre las potencias imperialistas y los aliados pesos pesados “emergentes” que se coloquen en un bando u otro en sangrienta disputa por el reparto del mercado mundial.

La hipótesis más factible al día de la fecha sobre el surgimiento de esta cepa del coronavirus, sostiene que los nuevos habitantes de la ciudad de Wuhan, provenientes del campo, comen los animales silvestres que desde antaño consumían. La burguesía china que se enriquece a cuatro manos, se justifica diciendo que es por mera nostalgia, pero lo más seguro es que sea porque ¡son muy pobres!

No es que antes no se contagiaran, pero la diferencia es que ahora, al producirse el contagio, ya no viven en chozas aisladas en medio del campo, sino en una ciudad de 11 millones de habitantes, a la que migran escapando de la miseria rural en busca de un trabajo en la ciudad que les permita sobrevivir.

Otra hipótesis del origen de la pandemia apunta a las granjas industriales donde el virus habría evolucionado hasta su forma actual en un animal huésped antes de ser transferido a los humanos. Esta hipótesis se basa en que, para minimizar los costos, las granjas presentan una alta densidad poblacional, es decir, condiciones de hacinamiento que facilitan la modificación por selección natural debido a las altas tasas de transmisión y a la reducción de la respuesta inmunológica.

Sin embargo, tanto Donald Trump como Boris Johnson y Macron han acusado a China de ser responsable de la pandemia, y advierten que podrían promover la exigencia de compensaciones económicas. Ahora se ha sumado Australia pidiendo una “investigación”.

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La crisis precipitada por la pandemia, no hace más que acelerar el encuadramiento de países para los planes guerreristas de los EEUU contra la competencia de la UE, Rusia y China, acercando los tiempos de confrontación contra China y de allí las declaraciones de que Washington va a pasarle factura a Pekín por los costos de la pandemia al tener responsabilidad en su expansión a los mercados del mundo y en especial al de los EEUU y multiplica sus provocaciones militares al acercar naves de guerra a puertos de Taiwan cuestión inaceptable para Pekín.

Trump hizo su primera movida acusando a la OMS de encubrir a China y suspendiendo sus aportes económicos a esa organización. La embestida de Trump, enmarcada dentro de la política global de enfrentamiento con China, ha sido inmediatamente secundada por Macron, y juntos convocaron a realizar una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para tratar la cuestión.

Se podrían tomar a broma estas declaraciones sino tuviesen como garantes misiles Tomahawk. El escenario mundial es explosivo, amenazando con desembocar en una nueva guerra mundial en un futuro próximo. En la actualidad, el gasto militar es un 76% más alto que el mínimo histórico registrado en 1998. El aumento en la venta de armas, se cifró entre 2015 y 2019 en un 5,5% con respecto al lustro anterior (2010 a 2014). Estados Unidos lleva seis años obligando a los países europeos de la OTAN a aumentar el gasto en “defensa” hasta alcanzar inicialmente el 2% del PIB, pero con el objetivo de llegar al 4%.

En marzo un total de 20.000 militares y 9.000 vehículos fueron desplazados para el masivo ejercicio militar Defender Europe 2020, y esto es sólo la mitad de su ejecución. Se trata del mayor despliegue militar de Estados Unidos en Europa desde hace más de veinticinco años. Si bien se ha retrasado por el coronavirus, sin lugar a dudas se va a completar, creando gran tensión en Rusia y Oriente Medio.

Si bien todavía hay gran asimetría en el gasto en armamento, EEUU con el 36% del total mundial gasta tanto como la suma de los 8 países que le sigue, China es también por lejos el segundo con un 14% del total, estos porcentajes pueden cambiar rápidamente ante una posibilidad concreta de guerra.

De hecho, la incertidumbre ya es tal que el ataque del imperialismo yanky con misiles que mató al comandante iraní de la Fuerza Quds, Qassem Soleimani, puso en debate la posibilidad de inicio de una guerra mundial si es que Irán respondía. Es así, no por el poderío iraní, sino porque en Medio Oriente se cruzan todos los intereses de las potencias imperialistas.

El trasfondo de estas operaciones militares es que cuando las crisis del capitalismo no logran por sí mismas iniciar un nuevo ciclo de acumulación y de crecimiento prolongado, tal como ocurre ahora, la situación acaba desembocando en guerras entre las potencias imperialistas. Sin ser alarmistas, sino objetivos, esa es la situación en la que estamos. Una nueva guerra mundial no es música de un futuro incierto, sino que todas las condiciones económicas, (a riesgo que se escapen algunas a nuestro análisis) la plantean como muy posible en un período próximo.

6-El capitalismo solo tiene más hambre, explotación, represión y muerte para los trabajadores

Los capitalistas han comenzado ya a predicar el nuevo evangelio de los tiempos que se avecinan. Llaman a “prepararse para tiempos duros y de sacrificios. Los chivos expiatorios que van a ser inmolados en la siguiente orgía del capital son los trabajadores, y ahora, sobre todo, los jóvenes que serán completamente precarizados y los que ya han dedicado una vida de trabajo a producir ganancias para sus patrones.

Habrá que ver cuál es la reacción de la clase trabajadora mundial ante la ofensiva que prepara el capital. En un principio, ante la pandemia, prevaleció un estado de perplejidad y temor generalizado. La crisis por el virus está siendo utilizada por los capitalistas para imponer el toque de queda, la represión de cualquier organización, el amedrentamiento. Mientras los trabajadores están inmovilizados, el virus es una excusa para especular con los precios, para liquidar condiciones de trabajo, bajar salarios y cerrar fábricas “no competitivas”.

El capital mundial y sus gobiernos, pretenden establecer severos ajustes que no sólo buscan precarizar las condiciones de trabajo y generar mayor plusvalía sobre-explotando a los trabajadores, sino que además pretenden minar las bases de la organización sindical profundizando la inestabilidad y flexibilización laboral, y su incidencia directa en el salario como en los demás derechos conquistados por los trabajadores en siglos de lucha contra el capital y sus Estados.  Si el capital logra generar mayor individualidad del trabajo, las organizaciones sindicales se reducen, y los pocos trabajadores que queden con estabilidad laboral conformarán aristocracias sindicales y grupos corporativos que ya no tendrán que ver con la lucha sindical y clasista. Esto a la vez, podría generar otro problema muy severo: la perdida de solidaridad de clase, la pérdida progresiva y acelerada de la identidad de clase y consciencia de clase, socavando políticamente a la clase obrera y su proyecto histórico social.

Pero incluso en medio de la pandemia, empezó a surgir la lucha de la clase trabajadora, sobre todo contra las patronales que querían mantener la producción en sectores no esenciales, arriesgando la salud de los trabajadores para no perder ganancias capitalistas. Hemos visto huelgas de ese tipo en EE-UU, en Italia, España y Argentina. Ahora lo que empieza a crecer son las manifestaciones populares contra el hambre como en Colombia y Venezuela.

7- La situación mundial en la que nos encontramos

Ya desde hace varios años, la clase obrera y los pueblos vienen dando una serie de respuestas a la crisis capitalista. Respuestas reivindicativas y políticas como el movimiento democrático de Hong Kong, las huelgas en China e India; los levantamientos en el norte de África: Argelia, Líbano, Palestina; en la Europa imperialista: los chalecos amarillos en Francia, trabajadores de las fabricantes de autos en Italia, Francia, personal de enfermería en Alemania, Italia; movilizaciones en Puerto Rico contra el gobierno, movilizaciones en Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia, Nicaragua; recuperación de las luchas en los EEUU, abarcando en 2019 con énfasis en trabajadores de la educación y de la salud y en 2020 trabajadores de las empresas fabricantes de autos, trabajadores postales. La pandemia del covid-19 ha influido de manera desigual en los países la radicalización social empujando hacia un alza en los países imperialistas de Europa y EEUU, mientras que en el continente latinoamericano ha servido para una cierta paralización que no derrota del movimiento obrero y popular.

Pudiéramos decir que por el peso específico de los países donde las luchas han crecido en número e importancia, el covid-19 ha sido un factor determinante para que la clase obrera empiecen a mostrar músculo contra la crisis capitalista. Siendo que en los países imperialistas son los trabajadores los que han empujado a la toma de medidas de prevención contra la letal pandemia, en medio de la ofensiva del capital para destruir importantes derechos: reducir salarios, prestaciones sociales y pensiones, eso sin contar el derecho al trabajo que tan solo en los EEUU se cuentan más de 30 millones de nuevos desempleados; y son los trabajadores los que ahora se verán enfrentados “a la vuelta al trabajo” impulsada directamente por las grandes corporaciones, los gobiernos y hasta por multimillonarios individuales como el director ejecutivo de Tesla y SpaceX, Elon Musk, en momentos que el número de víctimas mortales supera las 60.000 personas,. Trump y otros mandatarios que le secundan, hablan que a mediados de mayo será la fecha para que el comercio y la industria vuelva a la normalidad, lo que, de ser cierto, también puede ser una fecha de fortalecimiento y multiplicación de las luchas obreras.

En cada país, la realidad es una, pero, así como la pandemia es mundial y los ataques de las burguesías contra los derechos de los trabajadores y los pueblos es igual de extensa geográficamente, es de esperar, con sus desigualdades las respuestas del movimiento obrero y el pueblo oprimido, por lo que para los trabajadores y jóvenes conscientes es una tarea urgente aportar a la construcción de una dirección revolucionaria dentro y más allá de las fronteras nacionales.

8- Como hacer frente a esta catástrofe social y sanitaria

Para hacer frente a esta catástrofe social y sanitaria, para garantizar los insumos médicos y de cuidado y aislamiento, los respiradores, salas de emergencia que puedan funcionar como Unidades de Terapia Intensiva, camas suficientes para todas las víctimas del virus y de otras enfermedades, la contratación de más personal de salud, para garantizar los salarios de todos los trabajadores licenciados y para garantizar los puestos de trabajo, hace falta mucha plata. No se trata solo de evitar que haya muchos muertos, es también muy importante evitar la propagación del contagio, porque al parecer los contagiados quedan con secuelas del 20 al 30% de incapacidad pulmonar, y posibles secuelas neurológicas. Hay que tener en cuenta que viene para más largo de lo que reconocen los gobiernos, y en América latina se viene el invierno.

¿De dónde sacar los recursos para cubrir las necesidades de la emergencia sanitaria, y todo el dinero que haría falta para cubrir los salarios de los trabajadores licenciados por la pandemia?

Todos los capitalistas dicen que no hay recursos, que no pueden pagar los salarios, que no pueden sostener sus empresas que van a la quiebra, y entonces los gobiernos que son los representantes políticos de esos capitalistas apelan al endeudamiento (sea tomando préstamos o emitiendo papel moneda) a cuenta de la explotación a la que someterán a los trabajadores ahora y a futuro, es decir, una cuenta que pagaremos nosotros y las futuras generaciones de trabajadores con sangre sudor y lágrimas.

Pero no es verdad que no hay recursos. La clase obrera produce suficiente riqueza para responder ante las necesidades que están planteadas. Como dijimos, la crisis capitalista sucede por abundancia. Solo que la riqueza acumulada durante mucho tiempo está en manos de una clase capitalista socialmente minoritaria, y cada vez más concentrada en unos pocos super-magnates de las enormes corporaciones internacionales: el 82% de la riqueza está concentrada en el 1% de la población mundial.

Tan solo en los EEUU expropiar el dinero acumulado por multibillonarios como Jeff Bezos, Bill Gates, etc., permitiría obtener recursos para pagar los salarios de todos los desempleados del país durante los próximos 18 meses.

En situaciones críticas como esta, queda al desnudo que el funcionamiento de la sociedad está basado en el trabajo de los obreros de la industria, del campo, los trabajadores del transporte, comercio y los servicios fundamentales. Que el capitalismo, sistema basado en la producción para la ganancia, que las patronales obtienen de la explotación de los trabajadores, está en contradicción con las necesidades fundamentales del pueblo trabajador, es decir, de quienes producen todos los productos y las riquezas de las clases dominantes.

¿Qué hay que hacer entonces?

Para atender las necesidades sanitarias y la emergencia social que provoca esta crisis, garantizando la continuidad de los puestos de trabajo y los salarios completos de todo el personal licenciado por causa de la pandemia:

Hay de que dejar de pagar todo tipo de bonos de deuda porque no se puede seguir engordando a los chupasangres usureros del capital financiero internacional, cuando hay niños que lloran y mueren de hambre.

Hay que confiscar inmediatamente todos los ingresos provenientes de las exportaciones de la producción agropecuaria (compensando a los productores solamente con una cantidad de dinero que les alcance para vivir y volver a sembrar), las mineras, y las ganancias de las empresas hidrocarburíferas, y de otras grandes empresas exportadoras.

Aun cayendo los precios internacionales, sólo las exportaciones agroindustriales, en Argentina reportarán alrededor de 26.300 millones de dólares, es decir una cantidad equivalente a la mitad de la plata que el FMI le prestó al gobierno de Macri. Y eso representa a su vez, ¡sólo la mitad del total de las exportaciones!!!

La empresa transnacional SUMITOMO de San Cristóbal, Bolivia, cada año se lleva del país más de mil millones de dólares y deja en impuestos a Bolivia tan sólo 40 millones. Las petroleras transnacionales en los últimos años, con la ley de incentivos de Evo Morales, se han llevado miles de millones de dólares, mientras esas empresas no exploran nada.

Hay que nacionalizar y centralizar en un banco nacional único a toda la banca pública y privada, para orientar centralizadamente adonde se va a poner la plata disponible para atender la emergencia sanitaria y social. Hay que establecer el monopolio estatal del comercio exterior para regular lo que se compra y lo que se vende y el monopolio del comercio interior para controlar el abastecimiento interno para el consumo de la población.

Un impuesto progresivo a las grandes fortunas también puede contribuir a obtener los recursos necesarios para hacer frente a la pandemia y sus consecuencias sociales.

Para atender esta emergencia, hay que reclutar todo el personal sanitario que ahora está desocupado para que cada trabajador haga turnos de menos horas (cobrando salario completo) para tener menos exposición al contagio y puedan descansar lo necesario para que sus cuerpos no se debiliten. La salud de la población y el “negocio de la salud” agudizan su contradicción en esta situación crítica.

Los trabajadores debemos luchar por una salud pública de calidad y por una atención gratuita sin restricciones, porque la salud debe ser un derecho inalienable. No puede ser que el que tenga plata tenga derecho a vivir y el pobre tenga que penar enfermo o morir esperando un turno, por no tenerla. Por lo tanto, el sistema de salud debe ser único e integrado, y para ello habría que expropiar a todos los sanatorios y clínicas privadas e integrarlas con los hospitales públicos en una sola red, sin distinción de “fronteras” municipales, provinciales o nacionales, sostenido por el presupuesto nacional. Las vidas de los trabajadores y el pueblo pobre no pueden seguir siendo una mercancía, con la que se enriquecen los grupos capitalistas que lucran con la salud, o se llenan los bolsillos los burócratas sindicales que manejan las obras sociales. Pero solamente un gobierno de los trabajadores que expropie clínicas y sanatorios privados, los laboratorios medicinales y la industria farmacéutica, garantizaría un servicio sanitario único, gratuito y de calidad.

Para cuidar la salud del pueblo durante la emergencia viral, se debe garantizar una cuarentena lo más completa posible. Solo deben funcionar los sectores de la economía que seas indispensables, con las condiciones de higiene y seguridad necesarias para sus trabajadores, discutidas en asamblea. Los demás trabajadores deben ser licenciados con el 100% del salario incluyendo los aumentos que como mínimo compensen la pérdida inflacionaria.

Los sectores económicos considerados indispensables deben comercializar su producción al precio de costo.  Porque si los trabajadores vamos a arriesgar nuestra salud y la de nuestras familias, vecinos y compañeros, ¿qué razón de “bien común” y “unidad nacional” justifican que los empresarios sigan haciendo ganancias? El control de precios se debe realizar en la propia fábrica de origen de los productos y en los grandes centros de comercialización por comisiones de trabajadores elegidas en asamblea, y debe ser parte de un control obrero de la producción.

Se debería seguir produciendo y trabajando sólo lo realmente necesario. Pero mediante acuerdos entre gobiernos, empresarios y dirigentes sindicales, para mantener las ganancias de la mayor cantidad de sectores capitalistas posible, obligan a seguir trabajando en sectores de la economía que no son verdaderamente esenciales. Con esto debilitan el propio “aislamiento social” que tanto dicen defender, obligando a abandonar sus casas y circular a miles de trabajadores. La mayor cantidad de contagios empiezan a verse en los barrios populares, donde vive la clase obrera obligada a expandir el virus a su entorno social para que los parásitos burgueses se llenen los bolsillos y hagan su cuarentena en los Country, consumiendo estupideces, no bienes esenciales.  Por eso, la producción, transporte, distribución y comercialización deben estar bajo control obrero. Los mismos trabajadores organizados debemos definir qué es lo que se produce, cuanto se produce, y a qué precio se venden los productos. El control por parte de los trabajadores es lo único que puede poner la vida y la salud de la población por encima de la ganancia patronal.

Ante la situación de semi-parálisis productiva obligada por la cuarentena, algunas patronales despiden o suspenden a sus trabajadores. Para defender nuestros puestos de trabajo hay que luchar por la estatización bajo administración obrera de toda empresa que despida o suspenda masivamente. Si cae la demanda de producción, se debe imponer el reparto de las horas de trabajo con el 100% del salario.

Los trabajadores que están “en negro”, contratados o tercerizados, ya sea en el Estado o en una empresa privada, ya que el gobierno y las patronales consideran que somos esenciales para trabajar durante la pandemia, debemos reclamar el pase a planta permanente (nómina fija).

Con las migajas de “ayuda social” que dan los gobiernos no alcanza ni para subsistir. Los trabajadores cuentapropistas, precarizados, etc., o sea a todo aquel afectado por la cuarentena que no reciba un sueldo, deben reclamar una “renta o asignación básica universal”, partiendo de que, si el trabajador o trabajadora es sostén de familia, esta renta tiene que cubrir la canasta familiar. Este paliativo momentáneo no anula que nuestra lucha es por la plena ocupación de todos los trabajadores ahora desocupados, por medio del reparto de las horas de trabajo para que trabajemos todos, trabajando cada uno menos horas, con un sueldo que cubra como mínimo las necesidades de la canasta familiar.

Todas estas disposiciones deberían ser el programa de emergencia del movimiento obrero al gobierno. Pero la burocracia sindical de la CGT y CTA argentinas, la COB boliviana, la CUT chilena y la CTV y la CSTB venezolanas y de las centrales sindicales de todo el mundo, se vienen “lavando las manos” ya desde mucho antes de que apareciera el virus, o apoyando directamente a los gobiernos capitalistas o dejando que los gobiernos hagan lo que quieran, sin preocuparse por los trabajadores.

Debemos luchar por recuperar los sindicatos de manos de las burocracias vendidas al capital y sus gobiernos que actúan al interior de los sindicatos como agentes de la burguesía y, por lo tanto, como elementos anti-obreros dentro de la clase. Mientras exista una burocracia clientelar y traidora, la lucha de los trabajadores se verá de una y otra manera contenida, boicoteada, negociada, en una palabra: traicionada.

Está visto que no se puede esperar nada de los dirigentes sindicales burocráticos. Este programa de emergencia lo proponemos para que se ponga a discusión en asambleas de trabajadores y en barrios obreros –en las que se tomen en consideración todos los procedimientos de prevención de contagio- para que se tomen las resoluciones y las acciones de lucha correspondientes para lograr a su cumplimiento, como un reclamo básico y elemental de defensa de nuestras vidas y nuestra salud.

Millones de trabajadores en negro, trabajadores que apenas sobreviven haciendo changas, trabajos a destajo, cuentapropistas, que ya venían ajustándose el cinturón, trabajadores suspendidos que cobrarán salarios recortados o no cobrarán, se ven obligados a encerrarse sin poder garantizar las necesidades de alimentos e higiene. Los barrios populares más pobres, sufren una cuarentena muy distinta a la de la los ricos o la clase media y la pequeña burguesía acomodada. Cuando el hambre pese más que el temor a la pandemia, la necesidad de garantizarse el alimento indispensable prevalecerá. Por eso se hace necesario la organización en los barrios populares, con los cuidados sanitarios que correspondan, eligiendo comisiones de barrio y delegados por cuadra o manzana, para reclamarle al gobierno el aprovisionamiento de alimentos y productos de higiene y sanitarios.

El despliegue de las fuerzas represivas mostró su verdadero objetivo en las represiones a los estallidos del hambre o las luchas obreras. En los barrios populares, donde el hambre empieza a ser más amenazante que el propio coronavirus, las policías endurecen el disciplinamiento social con métodos cada vez más humillantes y dictatoriales. Es necesaria la organización de la autodefensa, tanto de los trabajadores organizados como de los barrios obreros y populares. 

Para enfrentar a los enemigos de clase hay que tener una política consecuente para lograr la unidad interna dentro de la clase trabajadora y de esta con todos los oprimidos.

El capitalismo, que utiliza la ideología patriarcal para someter a la mujer a condiciones inhumanas. No solo la explota doblemente, sino que la somete integralmente hasta acabar con sus vidas. Los trabajadores y trabajadoras debemos organizar comisiones por los derechos y reivindicaciones de la mujer y brigadas de lucha contra la violencia machista en todas las fábricas, haciendas productivas, comunidades campesinas, y barrios populares.

En países como Bolivia, Perú, Ecuador, Chile, Brasil, las poblaciones de campesinos e indígenas viven en extrema pobreza, o confinados a reservaciones de exterminio, la clase obrera debe luchar por unirse con ellos y materializar la alianza revolucionaria obrero-campesina, de lo contrario el capital nos seguirá dividiendo en función de intereses mezquinos.

Sin embargo, no se trata sólo de enfrentar la pandemia. El capitalismo se hunde en un abismo no visto desde hace casi 100 años. No funciona más. Chocó contra una “muralla china” creada por la propia globalización del capital financiero en busca de levantar sus tasas de ganancias y ahora agoniza ahogado en petróleo y en toda clase de mercancías. El capital ficticio que se desvanece en el aire, quiere ser reemplazado por la emisión de más papeles de valor ficticio agrandando la deuda que como dijimos será una cuenta que querrán que paguemos los trabajadores. Pero el mercado mundial es muy estrecho para tantas potencias imperialistas y aspirantes a serlo. Así como la crisis del 29-30, luego de una breve recuperación keynesiana, desembocó en la II Guerra mundial, esta crisis está preparando la Tercera. La única forma de impedir que ocurra esta catástrofe monumental, que va a empequeñecer todas las catástrofes que ha atravesado la humanidad en su historia, es que los trabajadores derribemos del poder a la burguesía e instauremos nuestro propio poder, un gobierno de trabajadores y un Estado Obrero. Esa lucha estratégica es una necesidad inmediata y urgente.

Cuando los trabajadores conquistemos el poder derrocando a la burguesía, emprendiendo el camino del socialismo a nivel mundial, la salud de la población sería una primera prioridad y estas pandemias podrían ser evitadas porque habría recursos suficientes y conocimientos científicos puestos a disposición de la investigación para la producción de vacunas y la cura para muchas enfermedades, que bajo el capitalismo solo se producen si reditúa una gran ganancia económica.

Con la expropiación de los grandes medios de producción y cambio, las grandes fábricas, las grandes extensiones de tierra cultivable, las minas, los recursos petroleros, los bancos, con todos esos medios puestos en manos del Estado Obrero se podrá planificar la economía para satisfacer todas las necesidades, trabajando todos, trabajaremos menos horas, y la economía dará un sustento abundante sin socavar la naturaleza.

La revolución socialista es la única posibilidad real que tenemos los trabajadores para terminar con esta decadencia social y abrir una perspectiva para nosotros y las nuevas generaciones. Pero una revolución socialista real, verdadera, no como el falso “Socialismo” del Siglo XXI, ni como el capitalismo Comunitario Andino. Un cambio social favorable a la clase obrera y el pueblo pobre no vendrá de partidos reformistas que sostienen al capitalismo como el PC o el Frente Amplio chilenos, ni de partidos burgueses “progresistas” como el PT de Lula, el peronismo kirchnerista, el PSUV chavista y menos aún con agentes de la burguesía imperialista como Bernie Sanders y Jeremy Corbyn. En definitiva, todas estas expresiones denomínese como se denominen, no son más que variantes capitalistas, han gobernado y gobiernan para las parasitarias burguesías nacionales y las variantes imperialistas y no tienen nada que ver con el socialismo científico marxista-leninista-trotskysta.

Para esa lucha que se nos plantea como ineludible, necesitamos construir en cada país un Partido de Trabajadores revolucionario, que sea parte de una Internacional Obrera Revolucionaria, basada en el programa y los principios fundacionales de la IV Internacional. En la búsqueda comprometida para ese objetivo estamos las organizaciones firmantes, y convocamos a discutir estas posiciones a todas las organizaciones capaces de romper también con el centrismo trotskista.

1 de mayo de 2020

Corriente Socialista Revolucionaria-El Topo Obrero (CSR-ETO) de Venezuela

Fabriles Socialistas Revolucionarios (FSR)-Juventud Socialista Revolucionaria (JSR) de Bolivia

Partido de la Causa Obrera (PCO) de Argentin

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