Contra la “unidad nacional” con la burguesía Imperialista
Por la unidad internacionalista de la clase obrera, en defensa de los pueblos
El 7 de enero dos hombres armados atacaron la redacción de la revista satírica “Charlie Hebdo” y asesinaron a 10 de sus integrantes y dos policías de custodia. Según videos oficiales al momento del ataque los militantes jihadistas habrían gritado “Hemos vengado al profeta Mahoma”. Con su acción querían vengar al profeta por lo que los musulmanes consideran sumamente ofensivos caricaturas de Charlie Hebdo. Posteriormente el ataque fue reivindicado por Al Qaeda yemení o de la Península Arábiga y considerados héroes por el Estado Islámico. Mientras todas las fuerzas de seguridad perseguían a los que habrían cometido el ataque contra la revista, otro hombre armado, que se habría identificado como miembro del Estado Islámico, asaltó un supermercado kosher (de productos para la colectividad judía), tomando varios rehenes. El jihadista Amedi Coulibaly (de 32 años) dijo estar motivado por la acción militar francesa en Mali, los bombardeos occidentales en Siria y la apatía de la población occidental al respecto, que en su opinión respalda las acciones de sus respectivos gobiernos. Este mismo hombre habría sido el responsable de matar a una policía de tránsito en una acción anterior. Durante la acción emprendida por los comandos policiales en ese lugar, perdieron la vida otras cuatro personas.
Estos ataques reforzaron a los grupos fascistas, nacionalistas de ultraderecha, y a los principales partidos del régimen imperialista, PS y UMP. Sin embargo, el ascenso de las corrientes xenófobas y fascistas como el FN de Le Pen, Amanecer Dorado en Grecia o el movimiento de Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA) en Alemania no son un producto del ataque jihadista. Este ataque lo que hace es reforzarlos. La crisis económica mundial, que sacude particularmente a Europa, genera un campo fértil para los discursos xenófobos, principalmente islamofóbicos, que señalan a los inmigrantes como responsables de la desocupación y la delincuencia. El fascismo, el racismo y la xenofobia no son un producto del jihadismo. Son un producto de la crisis y la decadencia del capitalismo y de la política del capital financiero que prepara sus destacamentos de choque ante la perspectiva de guerra civil contra la clase obrera y los sectores oprimidos de la población. El jihadismo, a su vez, es producto de la opresión de las naciones semicoloniales por parte de las potencias imperialistas. Como señalo Marx: “Ningún pueblo que oprime a otro pueblo puede ser libre”.
Al día siguiente del ataque contra la revista Charlie Hebdo, varias mezquitas fueron atacadas con disparos y bombas incendiarias por grupos fascistas. Pero no fueron sólo los fascistas los que reaccionaron rápidamente estableciendo sus objetivos políticos.
Montado en la indignación que generaron estos ataques, el presidente Hollande y los dirigentes de los demás partidos burgueses franceses como el UMP de Sarkozy, establecieron los ejes de una campaña que pretende polarizar a la población a favor de la “defensa de los valores occidentales contra la barbarie islámica”.
Hollande y Sarkozy llamaron a la “unidad nacional en defensa de la república” y convocaron a una marcha. Mientras hacen gárgaras y derraman lágrimas con la “defensa de la libertad de expresión”, sólo la marcha reaccionaria convocada por el gobierno fue autorizada, a diferencia de las movilizaciones contra la invasión sangrienta de Gaza por parte del Estado de Israel hace algunos meses que fueron prohibidas. Salta a la vista los alcances de los “valores occidentales”: Libertad de expresión para sellar la “unidad nacional” imperialista, Sí. Libertad de expresión para defender a los pueblos oprimidos, NO.
Marine Le Pen dirigente y candidata a la presidencia para las elecciones del 2017 por el Frente Nacional no dejó pasar la oportunidad, reclamó que se instaure la pena de muerte y que se le permita a su partido participar de la movilización.
El Frente de Izquierda encabezado por Melechón y el PCF se sumaron al coro burgués imperialista por la defensa de los “valores republicanos”.
La CGT, que ya había convocado para el mismo día del ataque a una manifestación con las mismas consignas reaccionarias que los dirigentes de los partidos burgueses, se sumó también a la marcha convocada por el gobierno, marcando su política de unidad nacional con la burguesía.
Y así el domingo 11, millones de personas se movilizaron en toda Francia. La marcha principal reunió un millón y medio en París, y fue encabezada por los presidentes de Francia, Alemania, España, el primer ministro inglés, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbás, la canciller alemana Ángela Merkel, el ex-presidente francés Nicolas Sarkozy, el rey Abdalá de Jordania, etc. Y junto a ellos los reformistas pro-imperialistas del Frente de Izquierda, el PCF, y los burócratas sindicales de la CGT. Es decir todos los representantes directos y los agentes del imperialismo, codo a codo.
Entonces, al tomar posición sobre los ataques jihadistas en París, hay que tener cuidado de no caer en las trampas ideológicas que monta el imperialismo. Las declaraciones de condena a estos ataques, objetivamente hace el juego a la campaña imperialista.
No se puede tomar el ataque en Francia como un hecho aislado, ni como un atentado “a la libertad de prensa” en abstracto. Los autores de la masacre contra la redacción de CH, Chérif y Said Kouachi, son ciudadanos franceses nacidos en París de padres inmigrantes argelinos. Hay que recordar que la guerra por la liberación de Argelia del imperialismo francés que mantuvo su ocupación como colonia por 132 años, duró seis años, y costó la muerte a un millón y medio de musulmanes árabes. Y en Francia aproximadamente 5 millones de los 6.5 millones de musulmanes son de origen argelino. La mayoría son pobres, muchos desocupados y “excluidos”; ciudadanos de segunda clase en “la tierra de la igualdad”.
Muchos musulmanes argelinos combatieron en las guerras contra el imperialismo en las milicias islamitas de Irak y más tarde en Siria. Y los musulmanes franceses constituyen el mayor contingente de extranjeros que se ha incorporado al EI (ISIS)
Chérif Kouachi, estuvo en prisión por reclutar franceses para combatir a los estadounidenses en Irak. Cherif fue detenido en 2005 y encarcelado durante 18 meses por su participación en una red en París para enviar combatientes a Irak, donde se incorporaban a las filas de la rama iraquí de Al Qaeda, dirigida entonces por Abu Musab al Zarkawi. Según las informaciones que circulan en estos días Chérif Kouachi habría dicho hace algún tiempo que estaba indignado por la tortura de prisioneros iraquíes en la prisión estadounidense de Abu Ghraib, cerca de Bagdad. Es decir, no se trata ni de locos ni de fascistas, como vergonzosamente los califican algunos dirigentes que se reivindican trotskistas como Alan Woods de la CMI.
El presidente Obama acaba de reconocer que la CIA secuestraba supuestos terroristas a los que recluía en la base de Guantánamo y en decenas de cárceles clandestinas en varios países de Europa y Medio Oriente, y los sometía a brutales torturas como consta en el parcialmente conocido informe del Comité del Senado norteamericano.
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Con el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU y el compromiso de colaboración logística por parte de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca y Alemania, en enero de 2013, Francia bombardeo Malí (ex colonia francesa) con el argumento de combatir a tres grupos de islamistas: Al Qaeda en el Magreb Islámico (Aqmi), el Movimiento por la Unidad y la Jihad en Africa del Oeste (Mujao) y Ansar al Dine (Defensores del Islam), los que desalojaron a los rebeldes independentistas Tuareg del control de las norteñas ciudades de Kidali, Tombuctu y Gao. La aviación francesa realizó ataques por varios días contra las guerrillas islamitas que controlaban la región de El Shael al norte de su ex-colonia, mientras tropas de elite ocupaban la capital Bamako. En la actualidad las tropas francesas continúan actuando en la zona de El Shael y han instalado bases de apoyo en Burkina Faso, Níger y Chad.
El presidente Hollande negó haber intervenido en El Sahel solo para beneficiar a empresas francesas y defender las instalaciones petroleras argelinas. Pero para el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, el interés de Francia está dirigido a las reservas de uranio como las que existen en el vecino Níger. ¡¡ Estos sí que son los verdaderos valores occidentales, republicanos y cristianos!!
Por su lado, los islamistas amenazaron a Francia con tomar represalias, tanto en su propio territorio como en el extranjero, por su intervención. «Francia ataca al Islam. Nosotros vamos a golpear en el corazón de Francia. En el nombre de Alá, vamos a golpear a Francia en todos lados. En Bamako, en Africa y en Europa», declaró uno de los responsables de Mujao, Abou Dardar, en un video publicado en la web. Las ciudades francesas se han convertido en blancos potenciales de acciones terroristas tal como lo reconocen las medidas policiales de seguridad y prevención adoptadas ante el alto número de ciudadanos de Mali que residen en Francia.
Mientras tanto, EE.UU utiliza drones no tripulados para atacar permanentemente las posiciones de Ansar al Sharia, (nombre de la organización de Al Qaeda en Yemen), asesinando a fines del año pasado a dos de sus dirigentes.
Y nuevamente Francia, como principal aliado de EE.UU. participa en los bombardeos en Irak y Siria contra las posiciones del Estado Islámico (ISIS).
Es decir, es la coalición imperialista encabezada por EE.UU, con Francia como principal aliada, la que ha desatado una guerra contra los pueblos árabes y musulmanes. Desde el fin de la segunda guerra, apoyando la ocupación sionista de Palestina, utilizando un sector de la burguesía árabe contra otro según que beneficiara en cada situación a los intereses imperialistas.
Como consecuencia de estos ataques imperialistas se formaron diversos grupos musulmanes que reivindican la Jihad, es decir la lucha contra “los infieles” que atacan a sus pueblos. Los talibanes en Afganistán, Al Qaeda, y el EI (ISIS), son los más conocidos, pero también actúan varias milicias en Libia, la de Boko Haram en Nigeria y Al Shabbaab en Somalía.
Es decir las causas del crecimiento del “terrorismo fundamentalista” son los ataques militares y la opresión imperialista de los pueblos árabes y musulmanes, en primer lugar, y la falta de un partido obrero revolucionario e internacionalista que sepa colocarse firmemente del lado de los oprimidos, para que puedan ser ganados como aliados de la clase obrera y no como ahora que sirven como carne de cañón a una burguesía teocrática reaccionaria.
El fundamentalismo islámico ha atraído a los pobres y oprimidos de los pueblos arabes y musulmanes. Es un nacionalismo burgués de países oprimidos semicoloniales. Pero a diferencia de otros nacionalismos de estados ya constituidos, es un nacionalismo que reivindica la constitución de estados nacionales teocráticos es decir delimitados no según las fronteras nacionales existentes sino según las líneas divisorias establecidas por creencia religiosas.
En tanto este nacionalismo burgués se opone y combate al imperialismo, expresa una lucha progresiva: la lucha de las masas árabes y musulmanas oprimidas contra la dominación imperialista. Pero, como se trata de un nacionalismo burgués religioso, divide a sus enemigos según líneas nacionales y religiosas, no de clases. En tanto exacerba no sólo los odios nacionales sino también los enfrentamientos entre facciones religiosas del pueblo, en tanto pretende imponer el dominio dictatorial de un sector burgués contra el proletariado y otros sectores oprimidos de la población y sobre otros pueblos, expresa un contenido profundamente reaccionario.
Hollande dice que hay una guerra. En efecto es así, pero en esta guerra hay que distinguir en primer lugar un bando imperialista que quiere oprimir a los pueblos musulmanes y árabes; y por otro lado una guerra justa contra la opresión por parte de estos pueblos contra el imperialismo. En primer lugar nosotros nos ubicamos en el bando de los pueblos oprimidos musulmanes y árabes. Pero eso no quiere decir que prestemos ningún apoyo político incondicional a sus direcciones burguesas reaccionarias ni que aprobemos sus métodos.
Nosotros rechazamos estos atentados. Ni la revista CH ni el supermercado judío son instituciones militares o políticas del estado burgués imperialista francés, que puedan ser considerados un “objetivo de guerra”. Nos pronunciamos claramente en contra de los ataques contra la población en general, por el solo hecho de pertenecer a una nación imperialista. También rechazamos el método del terrorismo individual, aislado de la lucha de las masas. Para que pueda triunfar la lucha por la liberación del imperialismo de los pueblos oprimidos debe ser encabezada por la clase obrera y un partido marxista revolucionario. Sólo una política obrera revolucionaria puede ganar como aliados fundamentales de los pueblos oprimidos a la clase obrera de los países imperialistas, y sólo esa alianza de clases podrá derrotar a la burguesía imperialista.
Y aunque rechazamos los ataques por las razones arriba mencionadas no aceptamos embellecer a los responsables editoriales de la revista CH, ya que sus caricaturas revelan el arrogante desprecio de la pequeñoburguesía acomodada ante los pueblos oprimidos por su propio país imperialista, contribuyendo de hecho con la campaña islamofóbica que sirve de base para justificar los ataques militares imperialistas y la superexplotación y persecución de los inmigrantes y sus hijos nacidos en Francia. CH hace tiempo que había tomado partido por EE.UU y su “guerra contra el terrorismo” y reivindicaba al Estado de Israel como la única democracia del Medio Oriente. En nombre de la lucha de los demócratas contra los teócratas y de la civilización contra la barbarie, como muchos izquierdistas que reflejan con sus posiciones políticas a la pequeñoburguesía imperialista, CH la había emprendido contra “el oscurantismo musulmán”, pero desde una posición política de complicidad con los argumentos ideológicos que la burguesía imperialista utiliza para desarrollar las guerras de rapiña ocultas tras sus campañas civilizadoras.
Pero al decir Hollande “estamos en guerra”, pretende colocar al enemigo de los trabajadores fronteras afuera y llaman a la unidad nacional para combatirlo.
(acá vendría la cuestión de los ajustes contra los trabajadores franceses y las movilizaciones y luchas de resistencia, que Hollande pretenderá liquidar en nombre de la unidad nacional)