En menos de un mes, en la ciudad de Rosario, se llevaron adelante dos movilizaciones ante la ola de asesinatos y robos. La cantidad en la región, supera ampliamente la media nacional. A pesar de que en las movilizaciones también participaron familiares de víctimas de gatillo fácil, como la hermana de Jonathan Herrera que fue oradora en la primera manifestación (ya en la segunda no hubo oradores…), de conjunto estas movilizaciones expresan una posición reaccionaria, ya que el reclamo iba en el sentido del endurecimiento de las penas punitivas y en el aumento de la intervención de la Gendarmería Nacional, en la provincia. A pesar de que han operado todos los partidos patronales en la movilización, objetivamente la movilización desgastó políticamente a los gobiernos del PS, provincial y municipal, saliendo beneficiado el PRO de conjunto.
En medio de la descomposición social, el PS y el PRO se disputan los votos.
En los días posteriores a la primera movilización y también luego de la segunda, se produjeron varios “chisporroteos” entre el gobierno nacional (Bullrich) y el gobierno provincial (Lifschitz). La principal causa fue que desde el gobierno nacional querían intervenir a la policía provincial quitándole así la autonomía represiva y por lo tanto política, al gobierno provincial. Las fuerzas de represión federales vendrían a Santa Fe solo si el mando centralizado quedaba a cargo de la Gendarmería y por ende del gobierno nacional, quitándole así toda posibilidad de maniobra al PS.
A esto hay que sumarle que hace unos meses el gobierno de Macri, venía tirándole con munición gruesa a Lifschitz intentando romper la alianza que el PS tiene con una parte de la UCR a nivel provincial; el objetivo es claro: el PRO quiere gobernar la provincia de Santa Fe.
Para ambos gobiernos, el único problema es ver quién inunda mejor de fuerzas represivas la provincia y la ciudad, ante la posibilidad cierta de que ocurra otro “diciembre caliente”, en Rosario. Aprovechando el giro a la derecha de la clase media, ambos gobiernos quieren ser los que hagan la tarea represiva, con la excusa de que “la seguridad no es de izquierda ni de derecha” llevan adelante una disputa (más mediática que otra cosa) para ver quienes “escupirán” más patrulleros, cámaras de vigilancia, saturación policial, militarización barrial. No interesa que sea la gendarmería quien es la principal responsable de la entrada de todos tipos de mercancías de contrabando por la frontera, (principalmente cocaína y marihuana de Bolivia y Paraguay, pero también mujeres víctimas de la trata de personas) o que la Prefectura sea la responsable de que salga por los puertos de Rosario el 80% de la cocaína que entra en Europa (Rosario-Cádiz), de lo que se trata es de militarizar la zona, preventivamente, a medidas que la crisis y la descomposición social avanza.
La hipocresía de los partidos reformistas del FSP y Giros.
En otros artículos de La Causa Obrera explicábamos como en el marco de ser Santa Fe la provincia que tiene el 80% de los puertos cerealeros del país, siendo una de las regiones más ricas de América Latina, los niveles de pobreza, marginalidad y descomposición social son impresionantes. Según la UCA, para marzo de este año el porcentaje de población por debajo de la línea de pobreza era del 33%. Es decir que una provincia que exporta granos que podrían alimentar a casi 300 millones de personas, de una población de 4 millones, tiene 1,2 millones debajo de esta línea.
El PS hace 9 años que gobierna la provincia y más de 20 la ciudad de Rosario, han convivido y (por más que Bonfatti se haga la víctima) se han financiado campañas electorales a través de dinero del narcotráfico; el caso del comisario Hugo Tognoli es el emergente de toda la pudrición y los vínculos con el narcotráfico.
Pero a pesar de esto, en las últimas elecciones varias corrientes patronales, entre ellas desde el mismo Kirchnerismo hasta varias reformistas (la CTA Michelista y la expresión política de ésta, el Frente Social y Popular) querían hacer creer a los trabajadores que había que votar por Lifschitz, ya que hacerlo por Del Sel, era un mal peor…
Una especie de jugada anticipada de lo que iba a suceder con el ballotage entre Macri y Scioli.
Habría que preguntarles ahora al FSP (el PCR y Del Frade junto a Celeste Leprati y Causa-Organización Popular son parte del frente) por qué participaron de las movilizaciones de la clase media, que pide más mano dura. Es decir, que no solo que quedaron pegados con una movilización reaccionaria, sino que ahora: ¿Quién es el que le hace el juego a la derecha?
Por otro lado, el caso de Ciudad Futura-Giros (que llamó a votar por Scioli) apoyó junto a los otros concejales de los partidos patronales, la creación de un Comité de Crisis para la Seguridad Ciudadana en Rosario, aunque quieren ponerle un “barniz progre”, diciendo que ellos pretenden hacerle frente a la “problemática social”, de fondo siguen lo que quieren los partidos patronales y la clase media rosarina: más gendarmes en Rosario.
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Cuando estábamos terminando la nota, aparecieron varios casos de “justicia por mano propia” en varias localidades del país, la más resonante fue la del dueño de la carnicería en Zarate que luego de haber sido víctima de un robo, persiguió a los ladrones, que ya habían disparado varias veces contra él con su auto, y atropelló y mató a uno de ellos. Además, se dieron otros casos de linchamientos, en Rosario, en Córdoba y en la Capital Federal. Para eso actualizamos y reproducimos en parte, la nota aparecida en La Causa Obrera N° 9, cuando se produjeron los linchamientos en la ciudad de Rosario en 2014.
¿Quién puede pensar que al robo de una cartera o un celular corresponda una sentencia de muerte?
Ya no hay dudas de que la situación social se está desmadrando. La misma burocracia sindical amenaza a los trabajadores diciendo que hay que cuidar los puestos laborales y no sacar los pies del plato.
El miedo de la pequeña burguesía a retroceder posiciones, es decir, su temor a la proletarización o desclasamiento producto de la crisis, aumenta su nerviosismo y arrastra a un sector a posiciones reaccionarias justamente porque el programa histórico de la clase obrera, la revolución socialista, no es una referencia para amplias capas de la sociedad.
El nudo está en que se pretende “reaccionar” contra las consecuencias y no las causas de la degradación acelerada de la sociedad. La miseria, la exclusión y la violencia generalizada son producto exclusivo del capitalismo.
Hay robos… y robos
En los orígenes del capitalismo se halla el “robo originario” que a su vez es lo que mantiene con vida al mismo sistema económico. Nos referimos a la plusvalía, esto es la riqueza producida por el trabajador que es apropiada por el capitalista.
La devaluación que aplicó el gobierno del PRO de Macri a principios de este año, (igual que la CFK a principios de 2014) significaron dos grandes transferencias de riquezas de los trabajadores hacia los capitalistas.
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Claro que en realidad el escrito de Hobbes hacía referencia al proceso caótico de descomposición del régimen feudal, previo a la consolidación del capitalismo.
La referencia importa porque cada vez que un modo de producción entra en su etapa de descomposición surgen las voces de quienes aseguran que ya no hay Estado, no hay orden, ni seguridad.
No es, como plantean ciertos agoreros de la “legítima defensa”, que se ha quebrado el “contrato social” (metafísico hobbesiano), sino que este estado es el único que hoy puede sostener la burguesía. Un aparato hinchado de una burocracia corrupta, con una economía a pique que genera miseria en todos lados, blindado por un aparato policial rancio. Eso es lo único que tienen para ofrecer.
¿Es casualidad que la delincuencia y sus consecuencias se expandan como reguero de pólvora cuando la crisis económica se lleva por delante los empleos, los salarios y deteriora todos los indicadores sociales?
En otra época, el capitalismo creó lo que Marx llamó el “ejército industrial de reserva”, es decir, obreros que eran mantenidos desempleados por la expansión de la maquinaria que desplazaba al trabajo humano, y que además mantenían a raya los salarios porque, al decir de cualquier patrón “si no trabajas por ese precio hay miles de personas que sí lo harán”. Pero hoy existe una inmensa masa de desocupados que ya no sirven a los capitalistas ni siquiera cuando hay expansión de la economía. Es una masa que está marginada, desclasada.
En el país los pocos relevamientos que existen indican que aproximadamente 1 millón de jóvenes no estudian ni trabajan. Muchos de estos han abandonado los estudios para hacer changas, que les permiten hacer unos pesos cuando la economía estaba en crecimiento. Pero cuando viene el ajuste económico quedan sin ingreso. Y como en la “década ganada” los únicos que la “levantaron en pala” fueron los delincuentes del gobierno y los capitalistas, el sector sumergido en las profundidades de la miseria y la exclusión buscan satisfacer las ilusiones de consumo (a imagen y semejanza de la pequeña burguesía) mediante el robo “al por menor”.
Este robo “al por menor”, es parte del círculo vicioso generado por los narcos y la policía. El consumo de sustancias entre los jóvenes ha venido creciendo de la mano de la falta de empleo y de futuro. El paco se instaló sobre todo en Buenos Aires haciendo estragos por la alta adicción que genera. Así como la cocaína rebajada con pseudoefedrinas y demás “cortes” que consumen cientos de jóvenes. El sistema capitalista no sólo ha quitado la posibilidad de encontrar un trabajo estable y un salario que alcance, un hogar dónde vivir, sino que ahora incluso va hasta por la salud física y psíquica de los jóvenes. Miles de “soldaditos” vigilan la venta de droga a cambio de drogas, dinero y armas. Armas provistas por la policía que da protección a los bunkers. Entre los jóvenes, todo el mundo sabe que “nadie vende droga sin que la policía lo sepa”.
A Luciano Arruga, un joven trabajador la policía lo intimó a robar para ellos. Se negó, y la policía lo secuestró y desapareció. Es la expresión brutal de la relación que hay entre la inseguridad, la corrupción del aparato represivo y los poderes del Estado en su conjunto.
Durante los 12 años de Kirchnerismo entró plata como nunca antes en la historia en nuestro país, pero el grueso del león “se lo llevaron en pala” los empresarios como dijo la misma CFK. A pesar de semejante entrada de dinero el último informe de la UCA de hasta diciembre del 2015 , muestra entre otros datos que el “49,9% de la infancia y adolescencia urbana en la Argentina vivía en un medio de vida insalubre, tanto por problemas de contaminación ambiental como a consecuencia de la cercanía de fábricas y/o basurales, proximidad a lugares de quema de basura o existencia de plagas” y “que la situación de inseguridad alimentaria afectaba en 2015 al 19,5% de la infancia y adolescencia urbana y al 7,7% en niveles graves”
Pero además si hubo un trabajo “sucio” que el Kirchnerismo le hizo a la burguesía, fue volver a darles prestigio a las instituciones del régimen, entre ellas el principal pilar del sostenimiento del sistema capitalista: las Fuerzas Armadas y de Seguridad (principalmente la gendarmería). Por eso quien pide más presencia policial, está poniendo los cimientos para una pauperización más profunda en el futuro próximo. Porque no sólo estarán para defender las ganancias de los narcos y obtener su tajada, sino para evitar cualquier forma de organización que vaya contra sus intereses.
No obstante, los trabajadores también somos víctimas de aquella masa de desclasados. Obreros a quienes les arrebatan el bolso en las puertas de las fábricas, laburantes asaltados en las paradas de colectivos.
¿Qué planteamos desde el PCO?
Desde la izquierda, principalmente desde el PTS, se tiene una política que es una suerte de “garantismo de izquierda” es decir, sólo se hacen análisis sobre las causas del aumento de la delincuencia, pero no se plantea nada concreto sobre cómo los trabajadores pueden enfrentarla, se deja el camino abierto para que las concepciones reaccionarias de la pequeña burguesía avancen, con esta política empujan a la clase obrera a manos de la reacción.
Por eso desde el PCO decimos que los trabajadores deben defenderse de los elementos lúmpenes y marginales que atentan contra la integridad de sus compañeros y familias.
La burocracia sindical de “todo pelaje” CGT-CTA, como en tantas otras cosas mira para otro lado (muchas veces la misma burocracia utiliza estas bandas de lúmpenes para reprimir al activismo, hay que recordar el caso de la ex Dana, el hospital Francés o más acá la línea 60). Por eso planteamos que hay que exigir que desde los sindicatos se tome la seguridad de los trabajadores, armando corredores seguros, en las paradas de colectivos y trenes. Las comisiones internas clasistas y/o combativas, deben tomar esta problemática en sus manos, discutiendo un plan de acción concreto para llevar enfrentar las bandas de lúmpenes y desclasados.
Pero como los trabajadores sindicalizados son solo un porcentaje del total y porque además la ola de robos y asesinatos se produce principalmente en las barriadas obreras, proponemos que debe organizarse la vigilancia con capacidad de alertar en situaciones de peligro, que acompañen a los niños, jóvenes y trabajadoras/res a las paradas de colectivos y una autodefensa que usando la fuerza estrictamente necesaria desaliente la acción de los delincuentes.
Todo esto es necesario que sea acompañado por la claridad de que es el sistema capitalista, la propiedad de los patrones, la policía y los narcos, los causantes de la miseria y aumento de la delincuencia en la sociedad.
El programa de las autodefensas es ante todo un programa político. Los obreros deben defenderse de los elementos lúmpenes que pululan en el capitalismo en descomposición. Pero el problema de la seguridad en los barrios y la defensa de los obreros y el pueblo pobre está indisolublemente ligado a la transformación socialista de la sociedad.
Remo Dicasap