Se acaba de conocer el fallo de la Suprema Corte confirmando la condena a 6 años de prisión e inhabilitación política para Cristina Fernández de Kirchner. Si bien en los últimos días se presumía que el fallo de la corte era inminente, la confirmación este martes provocó una gran conmoción política.
Está claro que CFK estaba al tanto de la posibilidad e inminencia del fallo. Se puede entender el anuncio de su autodesignada candidatura a diputada provincial por la tercera sección electoral de la provincia de Buenos Aires, como una jugada destinada no solo para obligarlo a Kicillof a discutir listas de unidad, sino también para meter presión a la corte con el argumento de la proscripción, dado que su fallo en este caso implicaría el impedimento de su candidatura.
Los preparativos para recibir el fallo se hicieron en el acto del lunes en la sede del PJ, en el aniversario de la resistencia peronista. Allí CFK se comparó con los fusilados de José León Suarez por parte de la revolución libertadora que derrocó a Perón. CFK dijo de sí misma que era “una fusilada viva”. Es su estilo, para victimizarse lo hace bien en grande. Pero la realidad es muy distinta. CFK no resistió a nada, salvo a ser condenada e ir presa.
Después del golpe de 1976, la pareja de Néstor y Cristina se fueron a vivir a Santa Cruz, Néstor a ocuparse de los negocios familiares y a emprender su carrera política durante el proceso militar. Juntos hicieron plata ejecutando viviendas de deudores morosos de la circular 1050 de Martínez de Hoz. Durante el gobierno de Carlos Menem fueron menemistas y apoyaron la privatización de YPF. Tras la caída de De La Rúa, los fue a buscar Duhalde para que tomaran la posta en la restauración y normalización del régimen capitalista en crisis después del 2001. Recordemos que Duhalde se quería quedar a cumplir lo que faltaba del mandato, pero las movilizaciones contra la represión a los movimientos de desocupados y el asesinato de Kosteki y Santillán lo obligaron a adelantar las elecciones.
Como Néstor asumió la presidencia tras haber sacado apenas un 22% de los votos, necesitó de algunos “gestos” políticos, como bajar el cuadro de Videla, para ganar apoyo político en el marco de una situación que todavía basculaba hacia la izquierda. Tras los juicios a los militares represores de la dictadura, que no alcanzaron a condenar a dos por centro de detención, CFK declaró que ya era hora de dar vuelta la página, restableciendo las FFAA como pilar del orden capitalista.
La recuperación económica durante el gobierno K tomó impulso con la terrible devaluación de Duhalde que bajó los salarios a la mitad aumentando las ganancias empresarias, y en la recuperación de la economía mundial posterior a la crisis de las “punto com” que duró de 2000 a 2002. No fue ni magia ni consecuencia de la habilidad política de Néstor y Cristina. Duró lo mismo que el impulso económico internacional signado por una nueva y profunda crisis que estalló en pleno en 2008. Durante ese período los Kirchner fueron “pagadores seriales” al FMI, reprimieron la huelga de los trabajadores del Casino Flotante con la Prefectura Naval. A los trabajadores del Htal Garrahan, los acusaron de “terroristas sanitarios” (junto al vacunador VIP Ginés González García). Persiguieron a los trabajadores de Las Heras, que fueron condenados a cadena perpetua en una causa armada para castigar a quienes se levantaban en huelga contra las petroleras. Les mandaron a la Gendarmería para ir a sacarlos violentamente de sus casas. Reprimieron la huelga de los choferes de la línea 60 que luchaban contra los despidos de 51 compañeros, con la Gendarmería encabezada por el ministro de seguridad Berni. La huelga de los aceiteros en 2015, fue contra el gobierno de CFK porque había puesto techo a las paritarias después de la devaluación del 40% que hizo Kicillof siendo ministro de Economía, y el ministro Tomada no le quería homologar el aumento acordado con las patronales. Y así podríamos seguir, con sus reiterados ataques a los paros docentes, y hace muy poco también a los médicos de los hospitales públicos “que no atienden” y estatales por “privilegiados”.
Como era de prever, en el día de ayer hubo una movilización importante de la militancia kirchnerista, que seguramente continuará en los próximos días. Lo que resulta bochornoso es que los partidos del FIT-u y otros menores (Política Obrera y NMas) capitulen tan vergonzosamente ante esta dirigente burguesa del PJ, el partido del orden burgués que sostiene al capitalismo desde hace décadas, y que se apoya en la burocracia sindical para dejar pasar el ajuste.
Los argumentos de esta izquierda oportunista son completamente inconsistentes. Todos reconocen que CFK junto con otros funcionarios y Lázaro Báez robaron a cuatro manos. Sin embargo, dicen que, como todos los gobiernos roban, si condenan a CFK se trata de una persecución política porque a Macri ni siquiera lo juzgan.
Como “la izquierda” está adaptada al régimen, su lógica es que no vaya preso ninguno, cuando lo que hay que decir es que deberían ir presos todos. Y explicar que lo que hace falta para tener verdadera justicia es que haya tribunales obreros y populares bajo un gobierno de trabajadores, en un Estado Obrero.
Hay que explicar que entre los distintos sectores burgueses se hacen zancadillas judiciales de acuerdo a la fracción que tiene el poder. Que eso también ocurre en Brasil, ya que la “justicia” que antes lo condenó a Lula ahora lo “proscribió” a Bolsonaro. Y que cuando los demócratas recuperaron el poder con Biden, lo hicieron pasear a Trump por los tribunales con varias causas, que no fueron suficientes para inhabilitarlo. Pero acaso si eso hubiera ocurrido ¿había que manifestarse contra la proscripción de Trump? En Brasil, ¿están dispuestos a movilizarse para que Bolsonaro pueda participar de las elecciones? Estamos seguros que no.
Dicen que es una proscripción política porque CFK representa un 30% del electorado. La pregunta sería ¿para qué “la izquierda” integra -junto con el kirchnerismo- la comisión de diputados que investiga la estafa de Milei en el caso Libra? Si pudieran comprobar legalmente la estafa, que realmente ocurrió, ¿avanzarían con un juicio político para destituir a Milei, que debe tener un porcentaje electoral de votantes similar al de CFK? O ¿en ese caso no sería una proscripción política?
Por eso la verdad es que la posición de la izquierda no está determinada por una cuestión democrática, sino que se trata de capitulación politica a un sector político burgués. Como ya lo hicieron en las últimas elecciones, con la lógica del mal menor dentro del régimen burgués, llamando a votar abierta o veladamente por Massa contra Milei.
Las libertades democráticas no se afectan porque CFK no puede ser candidata. Fueron afectadas cuando la Gendarmería y demás fuerzas de seguridad fueron preparadas y utilizadas para actuar en la represión, con el proyecto X y la ley anti-terrorista bajo el gobierno K, o con el bozal legislativo que impide criticar a Israel en el gobierno de AF-CFK. Son afectadas por el gobierno de Milei-Bullrich cuando imponen el protocolo de seguridad, apoyado anticipadamente por el discurso de CFK ante el Parlamento al inicio del año legislativo 2014 aplaudido por todo el macrismo incluyendo a Bullrich, porque CFK decía que había que impedir los cortes de calle. Lo que pasa es que el gobierno de Milei-Caputo-Bullrich es tan antiobrero que al lado de ellos CFK parece Heidi, pero no son más que dos caras de la misma moneda: el régimen político capitalista, basado en la explotación y represión de la clase trabajadora.
A tal punto que por lo bajo algunos políticos se lamentan de esta condena, porque la prefieren disponible con su discurso populista, en caso de que haga falta controlar alguna rebelión del movimiento de masas, como cuando trajeron de vuelta a Perón del exilio para frenar el ascenso de los 70’.
Nosotros no festejamos la condena de CFK. Lamentamos que haya trabajadores y militantes populares que no terminaron de hacer la experiencia con el peronismo que les permita romper. La clase trabajadora no va a terminar con la miseria y la explotación siguiendo a uno u otro partido capitalista. Y no puede aspirar al poder, si es incapaz de mantener una posición de clase, independiente de tal o cual sector burgués. “La izquierda”, en lugar de educar a los trabajadores en la independencia de clase, se arrastra de manera oportunista ante quien se ufanaba de que durante su gobierno las patronales la habían “levantado con pala” mientras dejaba 30% de pobreza. Los dirigentes del FIT-u y sus satélites, son una izquierda parlamentaria y sindicalista que se adapta al régimen burgués y corre detrás del carro desvencijado del peronismo. No son los dirigentes que necesita la clase trabajadora, sino una traba más que habrá que superar para construir un verdadero partido revolucionario.
Partido de la Causa Obrera, 11/6/25