La economía del país está en terapia intensiva. Las reservas volvieron a caer USD 124 millones y en tres meses acumularon una sangría de USD 8000 millones. El riesgo país alcanza casi los 900 puntos, lo cual indica que el gobierno de Milei, empieza a generar desconfianza para el gran capital. La inflación, el principal caballito de batalla del gobierno, que parecía estar controlada, ya hace varias semanas que supera el nivel tolerable. Para colmo el acuerdo con el FMI, no solo que no cubre las expectativas de dólares que pretendía el gobierno, sino que tiene una serie de exigencias, que hacen que el remedio sea peor que la enfermedad, tal vez el peor para la clase trabajadora y el pueblo pobre, la liberación del cepo y la devaluación, lo cual implicaría un mazazo aun mayor a los salarios y a las condiciones de vida.
Sin embargo, lo que marca el pulso es la situación internacional. A la frágil salud de la economía argentina, se le agregan nuevas complicaciones: las últimas medidas arancelarias de Trump y las respuestas de todas las otras potencias imperialistas, que desembocaron en un “viernes negro”, donde cayeron las principales bolsas del mundo. Estas medidas traerán consecuencias muy desfavorables para la economía global, más recesión e inflación, que golpeará los trabajadores y pobres del mundo, incluyéndonos a nosotros, los trabajadores argentinos, porque una economía tan débil como la argentina, no tiene los suficientes anticuerpos para resistir semejantes embestidas. Las medidas de Trump, se explican porque el capitalismo esta en una crisis histórica, y si la clase trabajadora no lucha por el poder, por una revolución socialista, la humanidad será arrastrada al mismísimo infierno de la guerra mundial.
Que el gobierno se torne más imprevisible para el gran capital, no quiere decir que ya le hayan soltado la mano, todavía esperan más leyes y decretos anti-obreros (reforma laboral y previsional) para seguir aumentando sus ganancias. Pero es evidente que hay un sector de las grandes patronales que puja por una devaluación, seguramente aquellas patronales como Aluar y Techint, (y las de las patronales agrarias), que quedaron muy perjudicadas por los aranceles de Trump. La duda para el gran capital y su gobierno, es que una devaluación puede tener consecuencias. En primer lugar, no les va a servir para obtener un buen resultado en las elecciones, y en el peor de los casos, pueden perder el control de la calle, porque la situación social se hace cada vez más insostenible.
Entonces como la economía se debilita, el gobierno fortalece el aparato represivo con la Bullrich a la cabeza. Expresión de eso fue la dura represión del día 12 de marzo, donde hubo decenas de detenidos y hospitalizados, y casi pierde la vida, el periodista Pablo Grillo. Esa represión, particularmente dura, fue porque la movilización tuvo un carácter espontáneo,escapando al control de los aparatos burocráticos políticos y sindicales, que son los que frenan la lucha para mantenerla en los canales institucionales del régimen capitalista. Es por eso que unas pocas horas más tarde la burocracia sindical de la CGT, junto a ambas CTA (que la van de “independientes de todos los gobiernos”, pero ahora sacaron un comunicado de apoyo a la candidatura de Kicillof) y la burocracia de los Movimientos Sociales, se vieron obligadas a convocar un paro (con casi un mes de aviso) y con el claro objetivo de canalizar la bronca creciente. Es un paro que no busca tener continuidad, todo lo contrario, la burocracia ha dejado pasar uno de los peores ataques a las condiciones de vida y del salario de la clase trabajadora de las últimas décadas.
Por eso no hay que confundirse, si Milei, ganó las elecciones fue porque el gobierno de Alberto y Cristina le allanaron el camino y ahora siendo oposición le garantizan la gobernabilidad, como lo dijo el mismo Máximo Kirchner en noviembre pasado: “el presidente Milei tiene derecho constitucional a utilizar el veto” o CFK, al diputado José Mayans, que había que respetar al gobierno elegido democráticamente. Evidentemente, la línea del peronismo, no es tirar abajo a Milei mediante la movilización, sino sólo buscan condicionarlo electoralmente, solo se limitan a cuidar sus cuotas de poder, pero dejan pasar toda la política de ajuste.
La movilización espontánea de los miles de activistas del día 12 de marzo, indica que empiezan a acumularse las fuerzas para voltear a este gobierno anti-obrero y lacayo del imperialismo, pero para eso no alcanza solo con la movilización callejera. Hay que organizarla en las fábricas y otras estructuras laborales, los barrios obreros y populares, en los hospitales, facultades y colegios, una fuerza suficiente organizada desde las bases, que pueda convocar a una huelga general por tiempo indeterminado, hasta que caiga el gobierno de Milei.
Este paro del día 10 de abril, es una oportunidad para empezar a demostrarlo. Por eso hay que garantizar que el paro y la movilización sean contundentes y para eso es fundamental realizar asambleas, para tensar a los compañeros y garantizar la unidad por la base. Si el paro y movilización salen fuertes, será una demostración de fuerzas que sirva para fortalecer la unidad de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Y, principalmente será un golpe al gobierno ajustador que hará todo lo posible para debilitar la medida de fuerza.
A partir de la organización obrera y popular, a través de agrupaciones clasistas, asambleas de base y coordinadoras, comités de autodefensa, podremos preparar la huelga general para voltear a Milei, pero no para que vuelva el peronismo, sino para que gobernemos los trabajadores. Es decir, que instauremos un gobierno de trabajadores que expropie al gran capital y planifique la economía, y esto solo será posible si logramos construir un partido revolucionario. Para esa difícil pero necesaria tarea, militamos en La Causa Obrera y te invitamos a que seas parte.
7/4/25