Durante la semana pasada, la ciudad de Rosario y su región, estuvo prácticamente paralizada. A la tarde ya no se veía a nadie por la calle, parecíamos estar en una película distópica de Ciencia Ficción. A las balaceras que acabaron con la vida de 4 trabajadores: dos taxistas (Héctor Raúl Figueroa y Alejandro Celentano), un colectivero (Marcos Daloia) y un playero de estación de servicio, (Bruno Bussanich), se le sumó una inundación en varios barrios obreros, producto de la falta de obras más elementales (pavimento, cloacas, etc.), como si fuera poco, con el creciente aumento de casos de dengue* las guardias de los hospitales, permanecen repletas, casi sin pediatras, por el tremendo ajuste en salud. En Rosario, lo que se vive, ya hace rato que no es una película, es la descomposición del sistema capitalista en un país semicolonial como Argentina.
El gobierno le tiró la cola al león
El departamento Rosario tiene una tasa de 20,8 homicidios cada 100 mil habitantes convirtiéndolo por lejos, en el centro urbano más violento de toda la Argentina. Si bien hubo crímenes de inocentes, como el de Lorenzo “Jimi” Altamirano -el malabarista callejero- o el de Virginia Ferreyra – la bailarina en zona sur- , la seguidilla de estos 4 crímenes en pocos días, plantea un salto en la escalada de violencia. Esta vez se trató de un pacto entre las diferentes bandas narcos**, un supuesto ataque contra del gobierno, cuando antes los enfrentamientos eran entre las diferentes bandas por el control del mercado del narcomenudeo. Decimos “supuesto”, porque como son una sarta de lumpenes desclasados, no atentan contra instituciones del Estado Capitalista, sino que nos utilizan a los trabajadores para enviar sus mensajes sangrientos.
Una vez producidos los hechos, tanto el gobierno nacional con Bullrich-Petri a la cabeza, en conjunto con Pullaro y el intendente Javkin, anunciaron con bombos y platillos que iban a venir centenares de “milicos” de todos los colores con el objetivo de “saturar” el territorio.
Cuando terminamos de escribir esta nota, se anuncia un desembarco sin precedentes de integrantes de las FFAA que se van a encargar del “apoyo logístico” en la “lucha” contra el narco. Y entonces, así se termina de confirmar la hipótesis que escribimos en la declaración unos días después de los hechos, que se trata de utilizar a Rosario como un ensayo represivo a gran escala, utilizando el problema del narco como excusa perfecta: ahora no solo es la clase media, sino amplios sectores de la clase trabajadora que piden la intervención del ejército.
Hechos parecidos
No se trató de un episodio aislado, en este último tiempo se dieron varias situaciones similares. En Ecuador, donde bandas lumpenes vinculadas al narco sitiaron la capital de ese país y tomaron por asalto varios canales de TV. Ante eso, las FFAA salieron a reprimir duramente, mientras amplios sectores de la población aplaudían el accionar. Lo mismo sucede en estos momentos en Haití, donde bandas narco-lumpenes arremeten contra el gobierno. Otro episodio no menos importante sucedió en el Metro de Nueva York, donde fue desplegada la Guardia Nacional, para frenar los crecientes casos de crímenes de bandas de desclasados.
Todo esto sucede, como era de esperarse, en un marco de abrumante mediatización. Vimos, como un “loop” interminable, el momento en que era asesinado Bruno Bussanich en varios canales de TV, mientras los sátrapas, periodistas del régimen, vociferaban como cotorras reclamando la intervención urgente de las FFAA. Eso, sí, no hicieron lo mismo, cuando la policía con armas largas y sin identificación ingresó a la planta de Sancor en Sunchales, Santa Fe, para amedrentar a los trabajadores que estaban con medidas de fuerza porque la patronal le debía sueldos atrasados, ¿acaso son narcos los trabajadores de Sancor?
En un informe que hace la Interpol o sea el organismo que mantiene una coordinación con todas las FFSS -incluidos los servicios Secretos de Occidente- que tiene sede en París, dice que “Impulsados por niveles históricos de narcotráfico, los grupos de delincuencia organizada suponen una amenaza cada vez más directa para la autoridad estatal en muchos países y existen pruebas de que los niveles de violencia relacionados con estas redes delictivas también están aumentando”. El informe continúa: “La delincuencia organizada es uno de los principales motivos de preocupación declaró el Presidente de INTERPOL, Ahmed Naser al-Raisi”, “estos delitos transnacionales no solo amenazan la seguridad de la región, sino que también tienen efectos indirectos en el resto del mundo. El mes pasado INTERPOL anunció la mayor operación de su historia contra el tráfico de armas de fuego, en la que se detuvo a más de 14.000 sospechosos en América Central y del Sur y se decomisó una cantidad sin precedentes estupefacientes ilegales, por valor de 5.700 millones de dólares.”
Es evidente que se trata de una política del imperialismo y de los gobiernos de países semicoloniales subordinados como el nuestro, que utilizando el problema del narco, pretenden militarizar diferentes ciudades y regiones. No solo para reprimir cualquier atisbo de protesta contra los planes de ajuste, sino también hacer que lastropas en la calle infundan temor y disciplinamiento a la población de los barrios obreros y pobres. Militarizar la sociedad, en un mundo que va a la guerra, es una necesidad del capital en los tiempos que corren.
La ubicación geográfica de Rosario
El Estado capitalista y un sector cada vez más grande de la burguesía se benefician con el narcotráfico, es un negocio a nivel global que mueve millones de dólares*, y Rosario, está enclavada en una zona estratégica para que pueda desarrollarse con mucha facilidad el negocio. En el Gran Rosario (en 70 km de costa sobre el río Paraná, desde la localidad de Timbúes hasta Arroyo Seco) se encuentran localizadas un total de treinta terminales portuarias que operan distintos tipos de cargas. Desde esta área geográfica se exporta el 80% de aceites, granos y subproductos. Junto con ello se despachan centenares de contenedores. Hay que recordar en junio del año pasado descubrieron en Australia un buque granelero que transportaba 900 kilos de cocaína de máxima pureza. Este buque había pasado por dos terminales de la Argentina: una en Timbúes, en el Gran Rosario, y la otra en La Plata.
En una situación de crisis como la actual, y con la falta de dólares que hay en la economía formal, la entrada de dólares vía estupefacientes, es un financiamiento que el Estado semicolonial argentino no piensa desaprovechar. Es que muchos de esos dólares entran al mercado del blue o se blanquean en negocios inmobiliarios, cuevas financieras, hoteles, emprendimientos inmobiliarios, etc. Y ni hablar de las campañas electorales donde testaferros de los narcos ponen plata, es decir, “favores” que después son cobrados con “otro tipo de favores”. Es que el capitalismo en una crisis sin precedentes, se valoriza con cualquier cosa que dé ganancias, sea legal o ilegal.
Eso explica porque no van a fondo contra el verdadero problema, es decir, contra “la ruta del dinero del narco”, que se blanquea en las diferentes cuevas financieras que operan en la región y en el país. Se sabe que las Torres Maui en la zona Norte de Rosario, (llamadas Torres “blancas”) se construyeron con plata del lavado de dinero, siendo uno de los dueños, Eduardo Elsztain, un sionista amigo de Milei, también dueño del hotel Libertador donde se hospedó apenas había asumido la presidencia. Pullaro mismo ha estado en la picota por haber ubicado al comisario Alejandro Druetta como jefe de inteligencia de Drogas Peligrosas (y amparado también por el PS) sabiendo que estaba siendo investigado desde 2012 por vínculos con el narcotráfico, por lo cual fue condenado posteriormente a 10 años de prisión. O el ex gobernador, Antonio Bonfatti, a quien le balearon la casa, tiene fotos con la ex esposa de uno de Los Monos y vínculos con el comisario narco Hugo Tognolli. Otro, Cuneo Libarona, Ministro de Justicia, quien fuera denunciado por haber sido abogado de varios narcos conocidos entre ellos, Ángel “Mameluco” Villalba, máximo narco del gran Buenos Aires. Ni hablar de JL Espert, quien aparece en varias fotos con un narco preso en EEUU que le había bancado la campaña electoral. Sin dudas el PJ está tan sucio como los otros partidos patronales. Para mencionar uno, el de Mario Ishii, del municipio de Jose C. Paz, que utilizaba ambulancias para transportar cocaína. El caso del senador provincial Armando Traferri es paradigmático, un tipo con vínculos probados con el narco, pero al que todos los legisladores de la provincia de Santa Fe nunca le votaron el juicio político mientras que los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra que se animaron a hacerle la denuncia, ahora son quienes están procesados.
Cuando fue el caso del crimen de Máximo Jerez, en el barrio Los Pumitas de zona Oeste de Rosario, fueron los trabajadores del barrio, en un momento de furia y autoorganización espontánea, quienes tiraron abajo 4 búnkeres, ¿cómo puede ser que con todo el aparato y la logística que tiene el Estado, no puedan ir al fondo del problema? En sencillo, como dice la canción de “Las Manos de Fillippi”: SON TODOS NARCOS.
La crisis social
La riqueza incalculable que produce la región, contrasta con tremendos niveles de pobreza y marginalidad, en los barrios obreros y populares del departamento Rosario. Según el INDEC a partir del relevamiento realizado en el primer semestre del 2023, el 33,5% de los habitantes del Gran Rosario se encuentra por debajo de la línea de la pobreza y el 6,2% se considera en estado de indigencia.
Esa descomposición social es la que genera el caldo de cultivo para que surjan bandas narcos, millones de jóvenes no estudian ni trabajan. Cuenta el periodista Germán de los Santos, que en algunos barrios se hacen bolsas de trabajo por wasap, para ver quien agarra un “laburito” de sicario.
En el siglo XIX Marx llamó el “ejército industrial de reserva” a los obreros desempleados por la expansión de la maquinaria que desplazaba al trabajo humano, y que además mantenían a raya los salarios porque, al decir de cualquier patrón “si no trabajas por ese precio hay miles de personas que sí lo harán”. Pero hoy existe una inmensa masa de desocupados que ya no sirven a los capitalistas ni siquiera cuando hay expansión de la economía. Es una masa que está cristalizada en la marginación, desclasada, por décadas de decadencia capitalista, en donde los jóvenes caen en la lumpenización.
Al mismo tiempo el consumo de sustancias entre los jóvenes ha venido creciendo de la mano de la falta de empleo y de futuro, potenciado por la Pandemia. Se puede leer https://causa-obrera.org/index.php/2016/04/23/consumo-legalizacion-y-narcotrafico/.
En paralelo al desarrollo de este negocio cientos de pibes son asesinados en las barriadas. Luchar contra el narcotráfico es luchar, por ende, contra el capitalismo. Y, para ello, más que gendarmes o milicos, hace falta pelear por un gobierno de trabajadores, que organice la economía, que la planifique, pero no al servicio de las ganancias de los “empresarios” de la droga como hacen los gobiernos patronales. Un gobierno de trabajadores, a través de una revolución socialista para terminar con la descomposición social, para que cada pibe pueda darle sentido existencial a su vida a través del trabajo, también en cada escuela, en cada barrio, en cada club, en cada plaza. Porque el que vive sin sentido, mata o es matado sin sentido.
Organizar la autodefensa
La burocracia sindical (UTA, Taxistas, Estaciones de Servicios) junto con la CTA A Rosario que nuclea a ATE y AMSAFE, (en el caso de Escuelas y Centros de Salud/Hospitales fueron amenazas) largaron un paro, más bien una desobligación, por 48 horas, que en realidad fue más bien impuesta por los trabajadores “de hecho”. Mientras tanto hacían un reclamo en abstracto de “que es el Estado quien nos debe cuidar”. Ese planteo, el mismo que hicieron hace un año atrás, implica mayor cantidad de policías y gendarmes, o sea pretenden que sean las misma FFSS que están metidas hasta gañote con los narcos quienes cuiden a los trabajadores.
Nosotros planteamos que desde los sindicatos se debe tomar la seguridad en manos de los trabajadores. Las comisiones internas clasistas y/o combativas, deben tomar esta tarea en sus manos, discutiendo un plan de acción concreto para enfrentar las bandas de lúmpenes y desclasados.
Pero como los trabajadores sindicalizados son sólo un porcentaje del total y porque además la ola de robos y asesinatos se produce principalmente en las barriadas obreras, proponemos que debe organizarse la vigilancia con capacidad de alertar en situaciones de peligro, que acompañen a los niños, jóvenes y trabajadores a las paradas de colectivos, y una autodefensa que usando la fuerza estrictamente necesaria desaliente la acción de los delincuentes.
Todo esto es necesario que sea acompañado por la claridad de que es el sistema capitalista, la propiedad de los patrones, la policía y los narcos los causantes de la miseria y aumento de la delincuencia en la sociedad. El programa de las autodefensas es ante todo un programa político. Los trabajadores deben defenderse de los elementos lúmpenes que pululan en el capitalismo en descomposición. Pero el problema de la seguridad en los barrios y la defensa de los obreros y el pueblo pobre está indisolublemente ligado a la transformación socialista de la sociedad.
*son 120.000 casos y 79 muertes en el país.
**según el informe FININT, realizado por Marteau, JF., Martinenco, S. y Brunetti, G, con el encarcelamiento de los líderes de estas principales bandas criminales, se está produciendo un cambio en el negocio del narcomenudeo, con la introducción de las “franquicias” que torna más eficiente la comercialización. Ello permite que los jefes continúen controlando el mercado desde las cárceles donde se encuentran detenidos, asegurándose de que nadie no autorizado intervenga en los territorios previamente demarcados
*** hay varias cifras que se manejan pero que varias muchísimo según como se calcula, porque claramente es un negocio ilegal.
Mariano López, 27/3/24