Cada vez que EEUU lanza una operación imperialista trata de encubrirla con objetivos que parezcan buenos a los ojos de la población. Necesitan una justificación. Sea la lucha por la libertad contra el comunismo, o la paz contra el terrorismo, ahora son las vidas de los norteamericanos que Trump salva de morir a causa de la droga. Pura falacia.
En la nota escrita el 5/10 y publicada en la revista Manifiesto Internacional, los compañeros de El Topo Obrero escribían que “el despliegue de ocho buques de guerra, varios aviones de vigilancia y un submarino de ataque en el mar Caribe… sugiere que el verdadero objetivo no es el narcotráfico en sí cuando la droga más mencionada por Trump, el fentanilo, no se produce en grandes cantidades en Venezuela, y la cocaína se trafica principalmente por el océano Pacífico, no por el Caribe, según un informe de las Naciones Unidas de 2023.”
El tiempo transcurrido desde entonces, les ha dado plenamente la razón. El objetivo públicamente anunciado es la liquidación del gobierno de Maduro con la excusa de que es la cabeza del Cartel de los Soles cuya existencia hasta ahora no ha sido comprobada. En este período transcurrido desde que comenzó la operación yanki, el acontecimiento militar más importante fue el traslado a la zona del principal portaviones de EEUU, el Gerald Ford acompañado por toda su flota de combate. Tras unos días de ejercicios militares en aguas del Caribe el portaviones recaló en las Islas Vírgenes para que su tripulación pudiera descansar y para reaprovisionar ese tremendo navío militar, que con su tripulación de 4 mil marines ya está nuevamente en servicio.
Durante este tiempo 22 supuestas “narcolanchas”, fueron atacadas y destruidas, dejando 87 muertos, tanto en el Caribe como en el Pacífico cercano a las costas colombianas y mexicanas, como una manera de extender la presión militar a esos países, y con ello amenazar a toda la región. Pero dos hechos destacan en las últimas semanas: Trump ordenó cerrar el espacio aéreo venezolano, lo que se suma al bloqueo de echo de las aguas próximas.
Paralelamente Trump dio a conocer que sostuvo una comunicación directa con Maduro.
En esa conversación Trump le ofreció un salvoconducto para abandonar el país con su familia. No hubo acuerdo ya que Maduro quería un gobierno de transición encabezado por su canciller Delcy Rodríguez y Trump reclama la salida de todo el equipo de gobierno.
Tras ello Trump reforzó la presión anunciando la posibilidad de ataques en tierra venezolana contra los narcotraficantes, anuncio que fue completado con la designación del Cartel de los Soles como una organización terrorista internacional que amenaza la seguridad de EEUU.
Es dificil determinar en estos momentos el curso de acción de Trump. Todo está preparado para una intervención militar, que podría ocurrir por etapas, de modo de ir aumentando la presión para llegar a un acuerdo “negociado” a punta de pistola.
Pero también hay señales contradictorias como haber pedido permiso a Venezuela para reanudar los vuelos de los inmigrantes deportados. Trump también tiene dificultades y críticas internas incluso dentro de su propio movimiento MAGA que se oponen a una intervención militar en Venezuela. Algunos analistas incluyen también entre las incoherencias de Trump el indulto al expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández condenado a 45 años por narcotráfico. Pero probablemente esa “jugada” tenga mucho más que ver con las elecciones en ese país centroamericano en donde Trump se pronunció formalmente apoyando la candidatura de Nasry Asfura.
Es que, si bien Trump apunta a Venezuela como una primera y difícil posición que debe tomar, su política no termina ahí, sino que pretende disciplinar y alinear a toda América Latina a los intereses norteamericanos. Visto desde ese ángulo, retroceder sin ningún logro concreto en Venezuela después de semejante despliegue de fuerzas sería una demostración de debilidad terrible que dejaría gravemente herido su actual mandato.

Este viernes 5 fue publicada la nueva Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense. Ese documento, que fija tradicionalmente las prioridades en materia de política exterior, pone por escrito lo que ya era evidente en los hechos desde el inicio de la operación “Lanza del sur”: la aplicación de la vieja doctrina Monroe, para justificar la idea de una “América [el continente] para los americanos [los estadounidenses]”. La Doctrina Monroe proclamada por el presidente James Monroe el 2 de diciembre de 1823, es un “principio de política exterior de Estados Unidos que sostiene que cualquier intervención en los asuntos políticos en el continente de América por parte de potencias extranjeras de otros continentes es un acto potencialmente hostil contra los Estados Unidos”
En ella se menciona expresamente no solo a Venezuela, sino también a los gobiernos de Cuba y Nicaragua, como objetivos para anular la penetración de China, Rusia e Irán a través de esos países. En la práctica, y con el “corolario Trump”, supone la afirmación de la concepción de Latinoamérica como el patio trasero de los yankis.
También hay que tener en cuenta que el próximo viernes 12 se produce el cambio de mando en el comando sur (SOUTHCOM) en una ceremonia en su sede de Doral, Florida, donde el almirante Alvin Holsey entregará el mando al teniente general de la Fuerza Aérea (USAF) Evan L. Pettus. No se trata de un simple pase a retiro de Holsey, sino de su reemplazo por haberse opuesto al despliegue militar en el Caribe, cuestionando la legalidad de las letales redadas del Pentágono contra lanchas acusadas de transportar drogas.
El fallecimiento en estos días, del exgobernador opositor Alfredo Díaz, que murió en El Helicoide tras más de un año detenido y en aislamiento, se sumará a la campaña imperialista. Estados Unidos calificó su fallecimiento como una muestra “vil” del régimen de Maduro y denunció su detención arbitraria. La oposición afirmó que sufrió un infarto sin atención médica y reclamó una investigación internacional. Su esposa y organizaciones de derechos humanos responsabilizaron al Estado venezolano y señalaron un patrón de abusos.
Por otra parte, se espera la presencia de Corina Machado que viajaría a Oslo este miércoles a recibir el premio Nobel de la Paz. Sea que pueda asistir o que le sea impedido por el régimen venezolano, el acontecimiento será aprovechado como tribuna internacional para preparar las condiciones políticas para una intervención.
Mientras EEUU refuerza todos los preparativos para un ataque, son demasiado tenues las voces que se escuchan en Europa y sobre todo en América Latina en contra de esa posibilidad. Apenas Petro ha alzado la voz, ya que también ha sido apuntado por Trump. Lula se ofreció para mediar, pero mantiene un indisimulable perfil bajo.
En Argentina, siendo que Milei tiene una posición abierta de alineamiento total con Trump, e inclusive ya anunció su viaje a Oslo para acompañar a Corina Machado, salvo los cartelitos esgrimidos por los diputados del FITu al asumir, no ha habido ninguna otra expresión política pública ni ninguna convocatoria a movilizar contra los ataques y amenazas de EEUU contra Venezuela. El kirchnerismo se ha mandado a guardar olfateando de manera oportunista que defender a Maduro no le conviene electoralmente. Una muestra más de que su antimperialismo es de cartón.
Nuestra posición es clara. Estamos en contra de cualquier agresión por parte de EEUU contra Venezuela, sin dar el más mínimo apoyo político al gobierno de Maduro. El gobierno de Maduro y su régimen dictatorial debe ser derrotado, pero por los trabajadores y el pueblo, para imponer su propio gobierno obrero y popular, no por el imperialismo yanki que impondrá en su lugar un régimen de derecha alineado incondicionalmente con EEUU.
Comité de Enlace [PCO-CSR/ETO] 8/12/25
