Con una primera inmensa movilización el 23 de abril, la comunidad educativa entera y amplios sectores de la población respondieron al recorte planteado por el gobierno de Milei al presupuesto universitario. Alrededor de 1200 000 personas en todo el país expresaron su repudio contra la decisión gubernamental. No hubo continuidad en la lucha para obligar al gobierno a retroceder. Al contrario, los rectores encabezados en los hechos por el radical Yacobitti (vice rector UBA), con la anuencia de la burocracia estudiantil de las federaciones y centros controlados por radicales, peronistas y reformistas, aceptaron la negociación que propuso el gobierno, y a cambio de recibir fondos que cubrieran el funcionamiento de la Universidad, pactaron una tregua en la movilización, dejando colgados los salarios de docentes y no docentes.
El argumento para desmovilizar fue que una La ley de financiamiento educativo aprobada en el Congreso cubriría la parte del presupuesto faltante y resolvería la cuestión de ahí para adelante. Es decir, todas las direcciones políticas del régimen burgués llamaban a desmovilizar, y en cambio a depositar confianza en la institución parlamentaria, en sus representantes políticos diputados y senadores. La ley se aprobó. La jugada de los políticos parlamentarios les sirvió para ubicarse bien ante la opinión pública, pensando en las elecciones legislativas de 2025. Pero quedaba nuevamente (como en el caso de la movilidad jubilatoria) a merced del veto presidencial, que así estaría obligado a pagar el “costo político”.
La presión de los trabajadores y estudiantes fue canalizada hacia otra gran movilización el 2 de octubre, que “en orden y pacíficamente” fue hasta el Congreso con el objetivo de presionar para que se rechace el veto de Milei. Si bien en algunas ciudades del interior esta movilización fue superior a la de abril, en CABA fue notoriamente menor. La presión no fue suficiente. El gobierno encontró la cantidad suficiente de “héroes” para comprar y el veto pasó. Es que el gobierno se siente fuerte porque tiene el apoyo de los grandes capitalistas de Argentina y del capital financiero internacional, que ve a Milei como su instrumento para realizar el ajuste que haga falta con tal de cobrar los bonos de la deuda argentina. Milei gobierna para ellos. No para los trabajadores, para los estudiantes o para el pueblo empobrecido.
Esta derrota, contradictoriamente provocó un fuerte impulso de lucha en sectores amplios del estudiantado universitario: se tomaron facultades, se hicieron asambleas, se votaron acciones de lucha y de protesta. Este movimiento que se produjo en gran medida espontáneamente, fue influenciado por las agrupaciones de izquierda, tendió a romper el control de los aparatos burocráticos, no solo de los centros de estudiantes y las federaciones FUA-FUBA, sino a partir de asambleas interclaustros, también alcanzó a afectar a la burocracia sindical de docentes y no docentes.
El gobierno de Milei en seguida comprendió el riesgo de que este movimiento asambleario se extendiera y arraigara en el seno de la universidad, por lo que envió provocadores de LLA a la UnQui y policías a un par de universidades (Caleta Olivia y Tucumán) intentando romper las asambleas. También en la Universidad de La Matanza el rector trató de impedir con matones el ingreso de estudiantes para concretar la toma.
Se vieron desigualdades de facultad a facultad. Estas desigualdades quizás reflejaban la diferente tradición y politización, así como las relaciones de fuerzas de la izquierda con los aparatos estudiantiles peronistas (JUP-La Cámpora, Frente Patria Grande) acompañados del PCR (CEPA/ALDE), radicales (Franja Morada) y reformistas (MNR-Ciudad Futura). Pero arrancó como un fenómeno de conjunto extendido a un gran número de facultades, incluyendo las nuevas del conurbano de fuerte presencia peronista.
Sin embargo, con el transcurrir de las semanas, la primera fase de la movilización limitada a tomas simbólicas y algunas clases públicas se fueron agotando en acciones dispersas, que no pegaron de manera centralizada contra el gobierno. La línea de los aparatos burocráticos docentes y no docentes fue separar a los estudiantes de los demás claustros, mientras que los aparatos estudiantiles participaban en las asambleas para dirigirlas y controlarlas, evitando que se centralice su organización y su dirección. La interfacultades del AMBA, propuesta correctamente por las agrupaciones de izquierda para centralizar la lucha llegó demasiado tarde, cuando ya el movimiento estaba empezando a declinar, ante la impotencia del activismo de izquierda que no logró tomar la dirección del conjunto del estudiantado, ni desplazar a los aparatos burocráticos.
De hecho, la izquierda que encabezó el movimiento asambleario tuvo una política vanguardista y sectaria, al movilizarse el día viernes 1 de noviembre, dos días después del paro de transportes del 30/10 que se fortaleció al ir sumando sectores que adhirieron y se movilizaron. La unidad de acción con esa movida del 30/10 le hubiera dado más volumen a la movilización estudiantil y hubiera planteado ante los estudiantes la necesidad de unir su lucha con sectores más amplios de trabajadores, aún si sus conducciones fueran burocráticas, y justamente dando un impulso que ayude a romper con ellas.
En algunas ciudades como Cordoba y Rosario las movilizaciones realizadas el día miércoles, junto con el paro de transportes fueron unitarias y sobre todo en Córdoba, fue mucho más numerosa. Pero sin que se plantee ninguna continuidad de la lucha.
Ahora la interfacultades votó una nueva movilización para el 12 de noviembre, que estimamos estará muy acotada al activismo de izquierda, mientras que la burocracia del Frente Sindical anunció un plan de luchas regionales, como forma de seguir dispersando la lucha. Al parecer este plan de la burocracia sindical confluirá con la burocracia estudiantil (FUA-FUBA) y la casta de los rectores del CIN en un festival a realizarse el 22/11, en el 75 aniversario de la educación gratuita. Es la excusa para dar por finalizada la movilización, mientras que -como reconoce Moriñigo, presidente del CIN- “Las charlas están bastante encaminadas para que los cuatro actores –gremios, rectores, diputados y el Gobierno– encontremos una salida colectiva por medio de la institucionalidad.”
Lo que dice Moriñigo (ver nota en Infobae 3/11) está bastante claro. Hicieron todo lo posible para desinflar la movilización estudiantil, para tener ahora las manos libres para ir a una negociación -cafecito de por medio- de los rectores, la burocracia sindical, la burocracia estudiantil (FUA-FUBA) y los diputados, para acercarse «lo más posible», es decir, aceptando de entrada un recorte.
Los estudiantes universitarios y los trabajadores docentes y no docentes, deberán hacer un balance de esta situación y sacar conclusiones para el año próximo. Lo que está planteado es romper con las direcciones sindicales y estudiantiles que responden a los partidos del régimen, peronistas, radicales y reformistas, que son los que vienen dándole gobernabilidad a Milei para que aplique su ajuste en todos los planos. Para ganar hay que organizar un gran movimiento que plantee la necesidad de una huelga general para voltear el ajuste de Milei, lo cual implica voltear su gobierno, pero no para que suban nuevamente el kirchnerismo, sino para instaurar un Gobierno de Trabajadores apoyado en la lucha obrera y popular. Este es el único gobierno, que en lugar de ajustar a los trabajadores y al pueblo para pagar la deuda pública y llenarle los bolsillos a los empresarios y banqueros, podría expropiar a los capitalistas para elaborar un plan económico que responda a las necesidades básicas del pueblo trabajador, como salud, educación, vivienda, salarios que cubran la canasta familiar y pleno empleo. Las corrientes estudiantiles del FIT-u no plantean esta necesidad. Actuaron cada uno por su lado, algunos (NMas/PO) poniendo el acento en las clases públicas y en alguna manifestación local, pero sin ir a fondo en la crítica a la burocracia estudiantil-sindical y, por lo tanto, sin poder explicar por qué era importante interfacultades, que aparecía entonces como una actividad más. Otros haciendo campaña electoral a favor de “la compañera Myriam Bregman” (PTS). Queda planteada entonces, que el activismo estudiantil se organice junto a La Causa Obrera para construir un Partido de Trabajadores revolucionario, con influencia también en las luchas del movimiento estudiantil. Sin ese partido, no habrá ningún cambio de fondo en serio, que sólo puede ser por la vía revolucionaria y para luchar por el socialismo.
9/11/24